Miré sus ojos con pasión, después de escuchar sus palabras la besé, quería saborear todo su ser, en ese momento sus labios y boca eran de mi posesión, escuchaba sus gemidos, su respiración agitada, el calor de cu pecho contra el mio, la fuerza con la que aferraba sus piernas a mi cintura, como sus manos querían atraerme.
Empezé a besarla en el cuello, con lujuria, en ese momento solo existia ella, nadie más, solos en aquel baño, recogía su cuello con mis labios y lengua mientras la agarraba del pello atrayendola hacia mi, no quería que huyese, queria que fuese mia y aunque alguien intentara arrancarmela de los brazos preferíría la muerte. Me acerqué a su oreja, le di un ligero mostisco y le susurré.
- Hagamos de este día, el mejor día de nuestras vidas - continué besándola en los labios, la empujaba contra la puerta de madera que hacía ruidos al chocar contra ella, mi entrepierna estaba exitada, dura, palpitaba y acariciaba la suya, estaba deseando penetrarla, hacerla gritar de placer, sentir su cálida humedad en mi ser, llevarla al mas profundo climax.
La toalla que utilizó aún estaba en el suelo, la aparté de la puerta y me agaché con cuidado sin dejar de besarla, noté como sintió miedo al balancearla hacia el suelo, la dejé recostada en el suelo sobre la toalla algo húmeda pero al menos mas calida y suave que el suelo de marmol. Me aparté ligeramente, la miré, acaricié su rostro, sus cabellos, descendí por sus pechos, por sus grandes y perfectos senos que oscilaban a cada movimiento, Emma me miraba mientras se mordí los labios, sus manos se deslizaron hasta su entrepierna húmeda, estaba sobre ella, ante mí tenía una diosa.
No podía más. Me estaba torturando como jamás nadie lo había hecho. Quería su pene en mi interior pero lo único que conseguía es que siguiera besando mi piel. Tomé su miembro entre mis manos y lo posicioné ante mis labios (vaginales) para que empujara. Me embistiera. Me hiciera suya ahí y ahora y para siempre.
Veo que se impacienta y la penetro suavemente, me abrazo a ella con suavidad para despues atraerla a mi cuerpo con fuerza, quería que me sintiese en su interior. Nuestros gemidos se hicieron uno, nada a nuestro alrededor nos preocupaba, por una vez éramos libres.
Verónica abrió la puerta, estaba cabreada, gruñó furiosa, se desnudó, pasó a nuestro lado mientras seguiamos haciendo el amor y se metió en la ducha.
- Ya os dije que podiais seguir en la puta cama, malditos alemanes salidos! mientras yo me estoy muriendo de frío!! - cerró la cortina y el agua caía, ella empezó a tocarse, intentando no gemir, aquello la exitaba, reprimia sus gemidos mordiendose los labios y apretando sus pechos con un brazo mientras con su mano jugaba, dijo algo en bajo- al menos podiais haberme invitado... idiotas.
Seguimos en el suelo hasta que llegamos al climax, me recuesto sobre el pecho de Emma, ambos respiramos fuerte. Me acerco a su cuello para susurrarle.
- Al menos nuestro amor es libre - acaricio sus cabellos y juego con ellos.