No sé qué te diga.
Tu amor me fatiga;
tenme por amiga,
sé mi compañero.
Soy en todo presto,
mañoso y dispuesto,
y en ver vuestro gesto
mucho más me esmero.
Quiero que me quieras,
pues por mí te esmeras.
Tengamos de veras
amor verdadero.
Nuestr’ama señora,
yo nací en buen ora.
Ya soy desde agora
vuestro por entero.
Año de nuestro señor 1453.
En el bello norte de la Península Itálica, a las faldas de los campos de la Toscania, más allá de los muros de la ciudad de Flordelís, se halla la Villa Visconti. Paraíso y refugio de artistas, brillante corte del renacimiento, donde todos los sueños son posibles.
En viejas ruinas capuanas, se concitan los enamorados. Cantan los trovadores sus juglarías bajo las balconadas donde escuchan bellas damas de clara piel, vigiladas por celosas matronas, que cosen frente al fuego con un lebrel durmiente bajo las faldas de sus vestidos. Las flores de primavera anuncian el retorno a la villa.
Más este año, las grandes familias del ducado, y de Italia toda, hospedarán el más grande y brillante torneo que jamás se recuerda. Valientes y apuestos caballeros de las cuatro esquinas de la cristiandad, acudirán engalanados con pendones y corceles destreros, arrostrándose al peligro de justas, desafíos y pasos honrosos. El premio para tales hazañas: la mano de algunas de las más bellas y virtuosas damas del país.
¡Que Dios reparta suerte!
Partida para semidioses del rol.
Fantasía renacentista del targulverso, partida de alto nivel.