Partida Rol por web

Fausto va respondiendo a tus preguntas, con elegancia, aunque parece que se ha "americanizado" un poco, si es que antes era un caballero del imperio ingres, como sospechas:

-Si, claro, por supuesto, faltaría más... su ultimo cd se llamaba "Over the  bridge" de hace un año...  después Sebastian se tomó unos meses de descanso y comenzó un nuevo disco que esta inacabado...

Fausto buscó entre sus cajones de su mesa, y al abrir el segundo cajon, le tendió el ultimo cd de Sebastian. El cd tenía diez canciones, con diferentes titulos en ingles, el primer tema del disco, era el mismo nombre que el cd. No parecía haber pistas o algo que le ayudara, a Adele... La verdad sea dicha, el tiempo se te hecha un poco encima puesta, Fausto aunque es una buena compañia, es maneras bastante relajadas...

La vuelta a casa es tranquila, en terminos de tráfico hablando. No hay grandes novedades, has podido evitar los atascos de la tarde, aunque te hayas demorado en hacer las compras para mantener tu coartada. Pero la vuelta a casa no es placentera en tu mente, pues sabes que lo más que probable es que Nathaniel como la mayoría de noches, este esperándote para algún juego o simplemente desfogarse... de alguna manera.

Recordar las múltiples perrerías o sólo las últimas, te hace sentir escalofrios, pero ¿a quien?¿a Adele o a Asrakiel? La demonio podía ser fuerte pero su ligadura con la humana era profunda... y así, en vagas discusiones o filosofías, llegas a tu carcel de cristal, a tu hogar, en la puerta ya estas pero dudas de si entrar....

Duda en entrar, sí, largos segundos en los que aferra la bolsa de crónuts con fuerza. Los analgésicos de su bolso pronto abandonarán su cuna de plástico para intentar calmar el dolor que se avecina; pero el dolor del alma no puede calmarse con drogas.

Askrasiel se revuelve, furiosa, indignada, rabiosa. El deseo de desatar su ira y convertir esa cárcel de cristal en un infierno personal es fuerte, pero si lo hace, no habrá vuelta atrás. El Pozo, la bestialidad, el Tormento.  Nathaniel es el verdugo de ambas: la frágil mortal y la Caído que se aferra desesperadamente a cualquier atisbo de salvación.

Se sorprende a sí misma conteniendo un sollozo aterrorizado. Pero él la ama, ¿verdad? Sí, lo sabe, lo sabe con la certeza ciega con la que sabe que Nathaniel jamás permitiría que nadie le hiciera nada malo, y lo que él hace no lo hace con maldad, es solamente que él también está asustado, tiene que ser eso, tiene que ser eso porque si no fuera eso la verdad sería espantosa...

Pasa el portal, saluda al portero, sube en el ascensor y mete en la puerta de su casa la llave. El llavero está chapado en plata y es un regalo de él: las llaves de su prisión puestas en su mano por su propio carcelero.

Abre la puerta y entra.

Cuando abres la elegante puerta y entras en tu prision de cristal, haces la rutina de siempre, dejar las llaves en el llavero, quitarte el abrigo... y solo dar unos pasos ya lo notas, la colonia que cada dia se pone Nathaniel, tres veces al dia, como un ritual, al despertarse, después de la hora de la comida y antes de la cena, como si fuera una de sus marcas. Y oyes los ruidos que indican que está por casa, su firme caminar, y es poco después de entrar en casa, que oyes su voz grave, diciendo, como siempre en tono imperativo, y algo molesto:

-¿Adele?¿eres tú? Te has demorado más de lo que pensaba... y más de lo necesario....

Y lo ves, en el pasillo se a Nathaniel, aun vestido de manera impecable, con una copa de un oscuro licor en su mano derecha...

Un millar de agujas de pánico se clavaron en la columna vertebral de Adele. Su brazo, rígido, salió disparado hacia adelante con la bolsa de dulces.

- Te he comprado lo que... -se calló-. Lo siento - a veces la humillación a tiempo funcionaba. Claro que hoy el carácter de Nathaniel iba de la mano del alcohol, pensó mirando la copa que probablemente estaba sellando su destino.

El perfume de Nathaniel es el olor de la desesperación.  Dicen que algunos epilépticos huelen a naranjas antes de sufrir una crisis; ella percibía ese olor como preámbulo de la catástrofe.  Cedro, ámbar gris, un leve toque de incienso, sándalo. Sangre.

Askrasiel estaba en tensión. Su mayor preocupación ahora era no permitir que él le quitara las gafas de sol, pues si lo hacía vería sus ojos ahora ambarinos delatando que Adele no estaba sola...

- ¿Has tenido un buen día? -dijo la Caída por boca de Adele, forzándose a ser dulce y conciliadora. La rabia la comía.

Nathaniel se acerca poco a poco hacia ti, como un depredador, con esos pasos cuando se acerca a su presa, o en este caso victima, pero eso no le hace perder su firmeza. Mientras se acerca, silencioso, hace un gesto, levanta su brazo derecho y bebe un largo trago, del licor que le quedaba, pero aún no dice nada. Solo cuando esta delante de ti, clava su fría mirada directamente en ti, en tus ojos, aunque en este caso sería mejor decir en la gafas de sol.

Solo al final, consigue decir, con voz firme:

-No, no ha sido un buen día...he perdido un negocio que llevaba detras de él hacía tiempo... y encima llegas tarde, Adele, entenderás que este... "molesto"

Cuando Nathaniel usaba eufemismo, era mala señal.  Al numerito que habías hecho, parece resbalarle, como sino le importara o afectara...

- Lo siento -repite Adele, y Askrasiel se enfurece por ello. ¿Que sientes qué? ¿Estar casada con un animal?  Deberías arrancarle los ojos con las uñas!

Pero hacer un movimiento repentino sería desatar la persecución.

No voy a dejar que me toque, sisea la Caída, furiosa.

Y no añade nada más. Habitualmente es Adele quien abre la boca y le da una "razón" para que comience el infierno, pero Askrasiel se obliga a permanecer callada. Si quiere darle una paliza, le obligará a que sea gratuíta.

Nathaniel, no dice nada más de momento, te pasa por la cara su mano, acariciandote la mejilla suavemente, casi con dulzura. A veces, Nathaniel tenía esos momentos tiernos, era como que sacaba lo mejor de un gentleman y un francés... tenía ese carisma:

-Adele, sabes que te aprecio mucho, pero que lo sientas no me ayuda, hoy estoy molesto, no enfadado, solo quiero desfogarme, asi que ya sabes...ves a la cama y desnudate, iré a por más coñac, eso nos ayudará un poco a los dos...

Dicho esto, se da la vuelta y se vuelve a la cocina, para coger dos copas y seguramente la botella de coñac, a veces pasaba esto, Natahaniel te trataba más como un juguete que no un puching  ball que descargar su ira, pero en si la idea subyacente era la misma, eras suya e iba a hacer alguna de las suyas...

El tacto de su mano en el rostro es como una redención, y en ese breve instante Adele le perdona todo. El amor es una fuerza espeluznante, que convierte a los seres humanos en criaturas patéticas y suplicantes. La sensación intensa de que él es todo para ella es un bálsamo que asombra a Askrasiel. No puede comprender cómo Adele es capaz de sentir tal amor por Nathaniel, como Nathaniel es capaz de despertar ese amor en nadie. Pero ahí está. Y para Askrasiel, si sabe utilizarlo, es una puerta a la redención. Y si no, acabará arrancándole la garganta a mordiscos.

Besa la mano de él antes de que abandone su rostro.  Ni se plantea que en una relación normal el sexo es cosa de dos; Nathaniel tiene una vida difícil y es normal que tenga apetencias difíciles.  Recuerda que alguna vez tuvo un novio normal, de los que te preguntan si tienes ganas, de los que te dicen que estás guapa con esa lencería, de los que hasta se preocupan por si te lo estás pasando bien. El recuerdo es difuso y a veces se pregunta si no se lo imaginó. Pero... había alguien que no era un recuerdo imaginado. Craig. El manipulador experto, sí, pero puesto que para Adele no lo era -creía en su sinceridad-, su delicadeza en la cama era real y no fruto del interés.  Craig nunca se había impuesto, había seducido, propuesto y guiado.  Acostarse con él había sido indeciblemente placentero; no ya por una cuestión de técnica sino por la mera ausencia de violencia mental y emocional. Era inevitable que cayera en sus manos.

Cabeceó para apartar esos pensamientos culpables. Si Nathaniel se enteraba... maldita sea, ¿cómo había podido dejarse seducir por Craig?  Miró la puerta por la que había desaparecido Nathaniel. Askrasiel gruñó: Lo raro es que todavía sigas aguantando a este hijo de la gran puta.

 Obedeció y se dirigió al dormitorio. El armario vestidor era enorme, dejó sus zapatos en una de las paredes llenas de celdillas atestadas de más calzado; se desvistió y dejó el traje en su percha. Se miró en el espejo del vestidor, la ropa interior de Victoria Secret como única armadura contra el caos que iba a desatarse. Y era estúpido llevar gafas de sol como complemento al sujetador y las bragas de encaje. 

Miró la bolsa de la farmacia y engulló dos analgésicos con avidez, por lo que estaba por venir. Se preguntó si debería decirle a Nathaniel que estaba embarazada. Se preguntó si le agradaría, o le disgustaría, o le daría igual. 

Apagó las luces y dejó solamente el resplandor de una lamparita, con la esperanza de que eso atenuara la presencia de sus iris ambarinos. A fin de cuentas, él no iba a estarla mirando a los ojos, ¿no? O sí, porque allí es donde vive el miedo, y a él le alimentaba el miedo.

Suspiró, sentada en el borde de la cama, con los ojos cerrados y el pelo suelto cayéndole en la cara. La cama en la que has muerto, dijo Askrasiel. Te ha matado aquí, te ha matado así. Se miró los dedos de los pies, la pedicura francesa de 300 dólares. Recordó una canción que había oído en la radio:

... everything that kills me makes me feel alive...

Era eso.

Poco después, Nathaniel apareció por la puerta, se había quitado la camisa y americana pero no los pantalones. Traia dos copas vacias y la botella de coñac, ya medio vacía. A veces, Nathaniel era un animal en la cama, muy brusco, como cuando abusaba de su fuerza fisica... otras veces en cambio, casi parecía un buen amante. Cuidaba los detalles, casi parecía que se preocupaba por Adele. Ponía música, le daba a Adele algo para que disfrutara más e incluso había preliminares. Debía ser el día de suerte de Adele porque hoy habría algo de cuidado por parte de su...esposo.

Se acercó, tendió una copa a Adele y le ordenó algo, mientras llenaba la copa:

-Bebe

Y tendía la copa. Una vez hubieras bebido, el tambien bebe, casi de un trago y vuelve a decir algo:

-Adele, mi preciosa Adele, sabes que tu también vas a disfrutar con esto... entretenme un poco antes de comenzar...

Incluso puso algo de musica suave, como si quisiera ser romántico... Era tu hora.

Alguien podría haber dicho que Adele era una tonta crédula, y en cierto modo, no se equivocaría. Askrasiel, por contra, desconfió desde el primer momento. Que Nathaniel hubiera tenido un día en el que había terminado "molesto" y que sin embargo tratara de ser amable escamó a la Caída, quien, dentro de Adele, entrecerró los ojos... trataba de buscar en el aire de Nathaniel, en su ser, algo que le diera alguna pista de qué podia estar ocurriendo tras su mente. La sorpresa fue mayúscula cuando lo que percibió es que su alma no era cualquiera... poseía un Avatar Despertado.

Trató de disimular su desconcierto bebiendo de la copa que él le tendía. Adele le sonrió. Le amaba, con el amor incondicional y ciego de los niños y las víctimas. Askrasiel no le amaba en absoluto -empezaba a odiarle-, pero como Diablesa sabía manipular las sensaciones ajenas.

Después de beber dejó la copa en la mesilla de noche. Se colocó tras él y comenzó a masajearle la espalda con suavidad.

- Tienes esto muy tenso -susurró, melosa-. Trabajas demasiado. Demasiadas horas, vida mía - le besó la nuca y bajó por la columna vertebral con lentitud-. No deberías agotarte tanto.

Avatar Despertado... ¿es posible? pensó Askrasiel mientras Adele disfrutaba del raro momento de ternura con su marido. Los iris dorados como un amanecer de la Caída recorrieron el cuerpo semidesnudo del hombre en busca de algún detalle, por ínfimo que fuera, que delatara algo más. Algún tatuaje cabalístico, cortes paralelos en las muñecas, incluso algún extraño sello. Lo que fuera. Lo malo es que no sabía qué buscar.

Una mujer más normal habría sabido cómo jugar con su pareja, cómo guiarle por los derroteros del deseo y del sexo, cómo disfrutar y reír del camino al orgasmo. Adele no podía salvo ser una criatura pasiva, acostumbrada a que sus anhelos personales siempre fueran el segundo plato. Askrasiel no. Como Caída nunca había comprendido la necesidad del coito, pero parecía bastante sencillo viéndolo desde los ojos de Adele. Incluso, maldita sea, ¿cómo es que no te has dado cuenta de que cuando te está follando es cuando más vulnerable está? reprendió a su hospedadora. Se sorprendió la Caída de haber utilizado ese lenguaje. 

Inevitablemente entrenada y guiada hacia una posición de sumisión, ni se le pasaría por la cabeza pedirle a él que le diera placer. Era su derecho -de él- decidir cómo y cuando, y su obligación -de ella- anticiparse a los deseos de Nathaniel. Con cuidado -un roce de más con una uña provocaría un seísmo- buscó la cremallera de los pantalones de Gucci del Despertado y la bajó, metiendo la mano entre los pliegues de la ropa interior y buscando su sexo, que ya empezaba a desperezarse.

Encuentro esto francamente grimoso, refunfuñó Askrasiel desde las profundidades de su mente. Si no buscas quedarte embarazada ni vas a obtener ningún placer de esto, ¿porqué no le dices que no te interesa?

El hombre se dejo hacer por ti, cuando empezaste a "jugar" con su miembro. Al poco que empezastes con la faena, empezó a menear la cabeza, complacido. Aquello le gusta y comienza a entrar , pues notas como sus manos, se posan en tu espalda, y despacio, empiezan a cariciarte, como si se trataran de preliminares, pero no tardan en bajar a la altura de tu pechos, y aquí es cuando Nathaniel empieza de verdad, pues empieza a pellizcarte los pezones y sobarte con más energía, dejando un poco de lado lo sensual que pudiera tener pero aun deja que sigas, que juegues. Quizas realmente le hubieras cautivado, como Sherezade al Visir en el cuento... Solo consigue decir algo:

-Adele, más rápido, sé que puedes...

Pero ya sabes cual el procedimiento, cuando acabes con la faena, la cosa no habrá acabado, y sabes que te tocara ponerte en posición del perrito, la favorita de Nathaniel para demostrar su poder o demostrar tu sumisión:

Askrasiel se rió como una adolescente azorada. Es absurdo, dijo, sin comprender porqué tenía alguna relevancia en las relaciones personales lo que no era otra cosa más que un sistema neumático básico, necesario para la reproducción sexual en mamíferos con genitales tan complejos. El erotismo de provocar una erección, de controlar el placer ajeno hasta ese punto, se le escapaba por completo. Y reconocerás que está ridículo.

Adele se sorprendió de que Nathaniel aún se controlase. Como si fuera delicado exprimirte los pezones, gruñó la Caída. ¡Eso ha dolido! ¿Qué se cree que eres, una radio a sintonizar? ¡Apártale! Y en medio de Adele y Askrasiel, el recuerdo de Craig, mucho más... artista. Hacía que anhelaras, que quisieras suplicar, antes de empezar siquiera a desnudarte. Daba placer a la mente y al cuerpo. Eso puedo entenderlo, concedió Askrasiel. Pero esto... Excitarse es imposible cuando tienes miedo de cometer cualquier error. Con muñeca experta obedeció al Despertado, masturbándole hasta sentirle contraerse en su mano, su pene pulsante eyaculando millones de espermatozoides que no encontrarán un objetivo resbalando entre sus dedos. Vida desperdiciada, amor desperdiciado, placer desperdiciado. Askrasiel sintió el impulso de arrancarle la polla, un apéndice que no tardaría mucho en convertirse en un fláccido pellejo y que le hacía estar tan orgulloso de sí mismo. Adele pensó que si el orgasmo había sido bueno, la dejaría en paz. Askrasiel sabía que el orgasmo de Nathaniel tenía más que ver con el poder que con el sexo.

Nathaniel sigue un poco más con la faena, y cuanto más tiempo pasa, más bizarro se vuelve, no exceso, pero se le cae la careta y se vuelve el que siempre ha sido, se nota en su fuerza y vigor... y las extrañas posiciones de sumisión que le hace hacer a Adele. Luego, como quien si nada, se va a dormir y te deja, como quien se aburre de un juguete nuevo porque ya lo ha usado por un rato. La verdad, ha habido noches que eran mucho peores, pero era un triste consuelo. 

Duermas como duermas (si puedes, claro está), al despertarte, Nathaniel no está, se ha ido a trabajar, como siempre, pues le gusta levantarse pronto y aprovechar el día al máximo.