Guardo mi arma lentamente sin dejar de ver los ojos de aquella. Aunque he recibido una reprimenda no me arrepiente hacerle frente. Mis ordenes es cuidar por la seguridad, y esta mujer la esta violando.
Disculpe Mi señor. No ocurrira de nuevo. Digo esto guardando el arma.
salie regañado T-T ( compañeros posteen)
Al parecer la sangre no llaga al rio,lastima de que el espectacularo terminara tan pronto,Lord Jurgen es una persona con temperamento, y peleigrose tendre que andar con pies de plomo con el el juego d ela diplomacia comienza ahora.
Caballeros creo que deberiamos relajanos todos y solucionar nuestas diferencias con la diplomacia y no con las armas ,en mi modesta opinión no veo porque ha de llegar la sangre al rio ,estamos entre caballeros y hombres de honor arreglemos nuestas diferencias como tales.
Sigfried había tomado posición justo al lado de Frau Lucrecia, y observaba la situación sin el menor ánimo de enfundar su espada. Hizo un gesto a algunos de sus caballeros para que acompañaran a los visitantes hacia la salida, aunque sin que esto se tornara demasiado evidente, pues la escolta oficial debería estar compuesta por los propios guardias de Herr Jurgen.
A cada momento, observaba a su patrona, tratando de traducir los gestos de su rostro. La situación se había desarrollado en forma extraña y Sigfried era conciente de que se requería un tacto muy refinado para moverse en la compleja telaraña de intrigas que se cernían sobre el palacio. Un tacto del que él carecía, por supuesto. Pero que era una de las virtudes de su Señora.
Sin dejar de vigilar la partida de la comitiva extranjera, aún bastante tenso, esperó en silencio a ver como se desarrollaban los acontecimientos.
Por cierto ¿que se de ese tal Kurt?
A Kurt lo dejan fuera de la ciudad para que termine de morir. No es de importancia, pero demuestra que Jurgen no quiere ninguna afrenta contra esta gente. Sigfried sabe que la primer arma de Jurgen es la confianza y la seguridad que sienten los visitantes en sus tierras, y actos como los de sus hombres son altamente peligrosos para su reputación. Es cierto que esta mujer ha ofendido al señor, pero Sigfried no tiene oportunidad contra ella, y de todos modos, no osarías pelearle a un Tzimisce más antiguo. Nadie osaría.
De todo esto te das cuenta mientras sigue a la señora a la salida.
La sala todavía está recuperándose del enfrentamiento entre von Achern y Lady Kara, todavía sin acabar de procesar las noticias del Barón sobre Hungría. Lord Jurgen está a punto de pronunciarse acerca de qué piensa hacer al respecto de estas noticias, y cómo.
Eligiendo su momento, Rosamund de Islington se levanta de su asiento. Durante toda la procesión de representantes que entregaban sus regalos, no había emitido más que alguna ligera curvatura de labios. A| levantarse, Rosamund atrae todos los ojos y oídos de todos los cainitas presentes; y eso sin necesidad de pedir silencio. Da unos pocos pasos al frente, y su ayudante se coloca junto a ella, abriendo el precioso cofre que ha estado vigilando cautelosamente toda la noche.
Vengo a ofrecer un gran símbolo del favor de las Corles del Amor, dice majestuosamente. Descubre poéticamente la fabricación de la espada. Cada gema, asegura, esta entre las más únicas de su clase, y cada metal, de inmaculada calidad, ha sido forjado por los herreros más delicados de Europa. Alcanzando el cofre de su acompañante, Rosamund saca una brillante espada ancha incrustada con piedras preciosas y cubierta de blasones decorativos.
Jurgen da las gracias a Rosamund por su regalo y a todos sus invitados por los suyos, y luego continúa con su propio discurso.
Me emociona, proclama, que tantos hayáis agraciado a Magdeburgo con vuestra presencia esta noche. Y también aprecio con el mismo entusiasmo las amables palabras de mis parientes húngaros y de nuestros iguales Artesanos, Baron von Achern. Lady Rosamund, me habéis entregado las herramientas para enmendar muchos males.
He instalado mi corte junto al río Elba por una razón. Durante demasiado tiempo, las Marcas Orientales han sido salvajes e indomables, gobernadas por una serie de horripilantes señores del clan Tzimisce y otras fuerzas todavía mas oscuras. Nuestros compañeros de clan y aliados en Hungría y Bohemia han sufrido en sus manos por demasiado tiempo. Las retorcidas legiones de los Demonios han destruido todos los justos planes para defender nuestros dominios contra los paganos y los sarracenos, llegando hasta el extremo de cargar contra Dalmacia durante la cruzada de 1202. Es momento de acabar con esto.
Jurgen alza la espada que acaba de recibir para recalcar su argumento.
No podemos permanecer impasibles y esperar al siguiente e inevitable asalto. De acuerdo con los nobles Arpad, mis vasallos emprenderán la construcción de fortalezas en Kronstadt, en la región transilvana de Hungría. Esta zona deberá servir de baluarte contra los agresivos Demonios, y emplearé mi persona y mi espada para defenderlo.
Durante un largo minuto, los asistentes permanecen en un sorprendido silencio. Las consecuencias de reclamar un territorio en pleno dominio Tzimisce causan estupor, hasta que varios vampiros muy cercanos a Jurgen estallan en aplausos. Pronto otros se suman al coro. Sin embargo, muchos de los dignatarios se abstienen de aplaudir, y empieza una discusión sobre como afectará el plan de Jurgen al mapa de influencias. No es ninguna coincidencia que Jurgen haya hecho este discurso y que el símbolo escogido para la alianza Ventrue - Toreador sea una espada. Ha sido una declaración de guerra.
Ahora cada uno de ustedes tendrá que ordenar su camino interior y ver si realmente está con Lord Jurgen y su declaración, o si prefiere abstenerse de tal locura.
Aplaudo euforicamente frente al discurso... mientras miro a mis hombres en sus puestos... La guerra sera interesante... acaricio mi espada
La noticia hace que mi frio corazon de un vuelco. Nunca he creido en la violencia ni en las armas, como firme defensora de la diplomacia me parece una locura lanzarse a un guerra sin haber consumido antes la via del dialogo. Miro a mi sire. No importa lo que yo piense, he de mantenerme y adoptar su postura ante esto. Si ella da su apollo al principe Jurgen yo bajare la cabeza y guardare para mi mis pensamientos... como hago siempre.
Veo con horror el entusiasmo de algunos.- Nunca entendere el afan belico de algunos hombres, su fascinacion por causar destruccion, muerte y dolor me repugna. Bajo la cabeza un poco a modo de sumisa reverencia cuando siento la mirada de Jurgen sobre mis hombros. Cuando pasa busco las sombras de nuevo, el lugar mas apartado de esta locura.
Sigfried se había distanciado un poco del centro de la escena. Había acompañado a la agresiva visitante Tzimisce hasta la salida, aunque desde una posición algo lejana, sin que fuera demasiado evidente su compañía. Los encargados de escoltar a la mujer hacia la salida eran los guardias de Herr Jurgen, y la presencia de los Caballeros era meramente auxiliar.
De hecho, antes de trasponer la puerta del salón principal, Sigfried indicó con un gesto de su cabeza a varios de sus hombres para que continuaran con las últimas etapas del cortejo. Él permanecería en el salón, pues no había necesidad de que alguien de su investidura se ocupara de tan nimios asuntos. No obstante, el caballero sentía gran curiosidad por las habilidades de la extranjera, y hubiera aceptado de buen grado una oportunidad de calibrar sus destrezas. Probablemente volvería a encontrarla en un futuro no tan lejano.
Tras observar con gesto pensativo la partida de los visitantes, volvió a ocupar su lugar junto a Lady Lucrecia, llegando justo a tiempo para ser testigo de la declaración de guerra. Mientras esto ocurría, sus ojos se posaron en los de su Señora.
- Nuestra Orden seguirá a su Patrona al mismo infierno. Tu serás nuestra guía en estos momentos de caos. Confiamos en ti. Llévanos a la victoria.