Partida Rol por web

Miro con lástima hacia la jaula donde han encerrado al pobre Gaius Apius. Respondo A Isorn
- No creo; me temo que de momento se van a divertir así con él.
Guardando silencio me preocupo más por Isorn y por mí mismo. Susurrándole le digo.

Me temo que nosotros vamos a ser el plato fuerte de la diversión. He oido algo de sus salvajes costumbres sobre presenciar luchas de hombres contra bestias o entre sí. Así que ánimo amigo, les mostraremos lo que son dos guerreros de verdad

El pato empezó a mirar con tristeza a sus compañeros... pues una celda aun siendo una jaula grande, me podía mover y correr, pero esto que me esperaba era cruel, no solo estaría incapacitado para moverme, sino que además tendría que soportar ya no las burlas y los chistes a los que ya estaba acostumbrado, sino a las vejaciones que de seguro se producirían en aquellos lavabos....Adios amigos fue un gusto el conocerlos y tenerlos como compañeros de aventuras .... le digo a Isorm y a Vastyr

Isorn le dedica una afectuosa mirada a Gaius cuando pasa junto a las letrinas.
—Tranquilo, engendro, haremos cuanto esté en nuestra mano por liberarte.
Al llegar al centro del patio el norteño cae en la cuenta de que el lugar es lo que algunos comerciantes llegados a las montañas llamaban un claustro. Una enorme balconada circunda el patio y desde a su balaustrada se asoman algunas criadas ocultando sonrisas nerviosas. Admirando a los hombres que conforman las cuadras de Glabro. Savia nueva para convertirse en carne de las arenas. Y trata de mostrarse fuerte y erguido cuando aquéllos que llevan tiempo aquí comienzan a ocupar su lugar frente a Vastyr y él.
—Tal vez si aquel bastardo no me hubiese hecho este corte —susurra a su compañero—, entonces, quizás tendríamos una posibilidad.
Sostiene la mirada a esos tipos cubiertos de cicatrices, en muchos casos sin algún ojo y con varios dedos amputados, a la espera de que alguien diga lo qué se espera de ellos. Isorn lanza una muda plegaria a Aquella Que Dio Luz Al Universo para que le otorgue las fuerzas para sobrevivir a las pruebas que le aguardan. Para poder llegar a enfrentarse a su hermano y hacerle pagar por su traición.

Antes de retirarse a sus aposentos se volvió a dirigir a Atilio y Lucio.

-Que preparen a los gladiadores para dentro de un par de horas, Quiere verles a todos.

-Sí Domine se hará como usted desee.-Me pongo firmes y me dirijo a los barracones para decirle a los cuidadores y entrenadores, el doctore, lo que manda Domine para sus esclavos.

El norteño asiste al proceso en el que varios esclavos, puede que media docena, sacan al patio diferentes armas y protecciones ante la atenta mirada del personal de la guardia de Glabro. Un hombre se le acerca para inspeccionar la herida, Isorn reprime una mueca de dolor, y con indiferencia el doctor chista molesto al verse en la obligación de dar sutura. Algo así como veinte puntos a lo largo del costado, sobre las costillas, durante los cuales el bárbaro ni pestañea con la vista fija en los rostros desafiantes de los que han de ser sus compañeros.
—No es necesario más, perro —le espeta al doctor cuando éste pretende colocar un cataplasma sobre la herida—; de donde yo vengo las heridas curan al aire.
El hombre ríe cocarrón dedicándole un gesto altanero, como riéndose de la ignorancia del bárbaro en cuanto al tipo de breve vida que le tocará sufrir a partir de ahora.

Me dirjo a Isorn y le pregunto sobre su experiencia en combate y si ha combatido a los lunares alguna vez.

Isorn ladea la cabeza sin perder de vista las armas, los matasanos han terminado con su herida, y masculla una aséptica respuesta.
—Allá en mi tierra, en el seno de las Montañas Gemelas, tuvimos un pequeño problema con la legión. —Una fina sonrisa se perfila en su rostro—. Tuvimos que echarnos al monte para diezmarlos, cosa que hicimos sin mayores problemas, pero los muy bastardos enviaron refuerzos... después de todo, medio mundo les pertenece.

Los nuevos esclavos eran dirigidos al patio, ya preparados y pronto conocerian al resto de los que ahora se hacían llamar gladiadores. 

La jaula de Gaius se había colocado en el balcón de la segunda planta. 

Tras un tenso episodio en el mercado todo vuelve a su rutina, me dirijo a Atilio:- Creo que como es costumbre hasta que no les den un par de revolcones en la arena de entrenamiento el norteño ese se creerá que aún es señor de los caballos como hasta el día que lo capturaron, jajaja, pobres salvajes incivilizados que tengan que aprender de esa manera, pero bueno cada uno tiene su lugar en el esquema de los dioses para este mundo. Eso si, ¡no hay que sentir lástima ninguna por esas mascotas!

... por lo menos tengo mejores vistas que en los baños... y se ve el cieeeeloo, digo en voz baja mientras me quedo ensimismado mirando a través de las rejas de mi jaula....

El norteño busca con la mirada a Vastyr mientras Atilio los observa con mudo desprecio.
—¿Sigues ahí, Vastyr?

Me situo junto a Isorn en el patio.