Estando conforme en salir a buscar a vuestro compañero usaste tus poderes para teleportaros arriba*. Al terminar el transporte viste a Tom encogerse levemente durante un segundo como si hubiera sentido un estremecimiento. Como sabías, el paso entre las sombras era frío, pero tu amigo se recompuso en un instante y no dijo nada al respecto.
- El cuerpo de ese cirujano se ha quedado abajo pero le he birlado esta cosa del brazo.
Te fijaste en que ahora llevaba ese brazalete de cuero aunque parecía en realidad algo orgánico.
- No es por nada pero tiene unos ganchos al final que debían de estar... enganchados a ese hombre. Es muy raro. Parece que no paramos de encontrar sucesos extraños.
La conversación se cortó cuando tres azoteas más allá, en una bastante más baja que la vuestra, se podía ver un grupo de unos cinco monos de tamaño humanoide que estaban caminando hacia el hospital y llevaban consigo a Anthony, quien parecía inconsciente.
- Parece que no hemos terminado el trabajo todavía, princesa.
Tom dejó caer el brazalete pero al hacerlo comenzó a reptar por el suelo como si fuera un gusano y eso eso hizo que el hombre lo mirara asqueado.
* Me tomo la licencia para que sea más fácil continuar.
Yo ya me había acostumbrado a sentir este frío en el cuerpo, sobretodo, porque entre lo de transportarme entre sombras y en hacer "bolas" con ellas, ya me había acostumbrado a sentirlas tal y como eran, aunque debía reconocer que la primera vez que me había teleportado me había costado entrar en calor después.
Observé aquello que me enseñaba mientras hablaba de lo que había visto, pero claro, no respondí nada pues aquellos monos llevando a Anthony captaron nuestra atención.
- Vamos a tener... - Mis palabras se cortaron porque en aquel momento el brazalete comenzó a reptar por el suelo y eso me dio mucho asco. - ¿Qué coño es eso?
Creé una bola de sombras y se la lancé, esperando que aquello fuera suficiente para deshacernos de esa cosa.
- Ven, nos teleportamos hasta aquella azotea.
Así, agarré de nuevo a Tom, intentando no tocar sus uñas y volví a teleportarnos hasta donde estaban aquellos monos con Anthony.
Sujetando la mano de Tom efectuaste un nuevo salto hasta una sombra en la azotea de destino, justo detrás de ese grupo de extraños simios. Los animales, si es que eran tales, no os detectaron y lo que hacían era llevar entre cuatro a Anthony. En su rostro se veían moratones que indicaban que le habían estado golpeando hasta que quedó inconsciente.
Tu acompañante se fijó también en aquello y te hizo una señal, como indicando que le siguieras, con clara indicación de que iba a lanzarse a pelear contra ellos.
- Ahora que están de espaldas.
Iba confirmando con sus palabras que quería gresca otra vez, y es que sus heridas ya se habían recuperado del todo.
Apreté los dientes cuando me di cuenta de que habían pegado a Anthony. La verdad es que aquel hombre me había parecido demasiado bueno desde que lo había conocido y me daba mucha rabia que lo hubieran golpeado de esa manera. Por suerte, las palabras de Tom de "ahora que están de espaldas" surtieron efecto en mí y reaccioné.
Así, nos teleporté a ambos a la otra azotea y rápidamente, en cuanto mis pies se materializaron en ella, preparé una de mis bolas de oscuridad dispuesta devolverle a aquellos simios el daño que le habían hecho a nuestro compañero, porque yo ya los consideraba una especie de equipo.
- ¡Ten cuidado!
Fue todo lo que le dije a Tom, aunque me parecía que cuando se ponía en modo "fiera" podía tener cualquier cosa menos cuidado.
En cuanto usaste tu poder de teleportación y aparecísteis cerca, Tom se lanzó hacia delante de forma impulsiva. Se estaba lanzando sin mirar su propia seguridad. Se arrojó sobre uno de ellos, agarrándolo por la cabeza y causando que cayera al suelo golpeándose. Se escuchó un sonido de hueso al crujir, que demostraba que ese simio no iba a contarlo.
Tú misma habías invocado una esfera oscura con la que poder luchar. Tu ataque fue certero y al impactar congeló medio cuerpo de otro de los monos, dejándolo caído y temblando.
Viste entonces que había un pequeño problema: todavía quedaban tres de esos seres y dos de ellos muy cerca de Tom. Emperaron a golpearlo con contundencia y casi lo machacaron en unos pocos segundos. El hombre seguía en pie y ni corto ni perezoso, agarró a uno de esos apalizadores y le clavó las uñas, al instante otro cuerpo dió contra el suelo, envenenado.
- ¡Acaba con ellos!
Estaba contusionado y parecía consciente de que si los monos seguían golpeando de esa manera lo iban a dejar fuera de combate.
Tirada oculta
Motivo: atas
Tirada: 3d20
Dificultad: 6+
Resultado: 19, 20, 17 (Suma: 56)
Exitos: 3
Tom 2 heridas de 3.
Monos: quedan 2.
Vuestros ataques dan automáticamente y los de los monos no pues son peor combatientes, pero aún así le han zurrado bien.
Lo primero que tuve que hacer fue negar con la cabeza al ver a Tom meterse en la pelea de aquella manera. Esperaba que fuera su "parte animal" la que le impulsaba a hacer algo así, porque sino se merecía una patada bien dada en el culo.
Momentos después de haber lanzado la bola de oscuridad sobre aquel simio, mi compañero ya estaba en problemas, lo que era normal, sin duda.
- ¿Acaba con ellos? Eres un jodido suicida. - Fue mi respuesta, pero mientras terminaba aquella frase ya estaba creando otra de aquellas bolas de oscuridad, sólo que esta vez la lancé sobre uno de los monos que le estaban dando una paliza.
La bola salió despedida contra el animal, golpeando en el blanco sin problema.
- Venga, acaba con esto que quiero una ducha. - Dije con tono enfadado.
Claramente me sentía muy sucia después de lo que había ocurrido allí dentro y me parecía que iba a necesitar hasta lejía para frotarme la piel.
Pese a que Tom había creído que iba a tener problemas, esa esfera de energía oscura que creció en tu mano hizo su trabajo, lanzando a uno de los simios dos metros hacia atrás. Tu compañero entonces agarró al que quedaba del cuello y su feo rostro se contorsionó haciéndose aún más espantoso, hasta que quedó sin fuerzas y Tom lo dejó caer.
Ahora Anthony estaba entre los cuerpos de esas cosas. Tom se giró para poder verte y aprovechó para guiñar un ojo.
- Muy bien, contaba contigo. Los hemos machacado, pero ahora tenemos varios monos escapados del zoo de los horrores. Y esa ducha tuya, ahora mismo le vendría muy bien a nuestro amigo.
Señaló a Anthony, al parecer pensando que había que meterlo bajo el agua para despertarlo.
- En tu casa o en mi habitación de hotel, donde más te guste.
Dijo manteniendo la seriedad aunque la frase se podía malinterpretar y seguro que lo había hecho adrede.
- A estos los vamos a tener que dejar aquí, pero habrá que avisar a la poli para que recoja. No les va a gustar.
Por si no recuerdas a los monos:
Guapos de narices.
Entrecerré los ojos como si me estuviera planteando darle una patada en el culo, pues me había parecido fatal que se hubiera lanzado a pelear de aquella manera, pero terminé negando con la cabeza a modo de "no tienes remedio".
- ¿Vives en un hotel? - Pregunté cuando dijo aquello. - Mejor vamos a mi casa. Va a ser más discreto llevarlo inconsciente.
Si había querido malinterpretar aquello me hice un poco la tonta, a fin de cuentas, en aquel momento sólo quería salir de allí. Vale que hubiéramos ayudado a Andrew, pero entre dejar que el asqueroso aquel me tocara y haber tenido que dejar a Andrew en el mismo hospital, no es que estuviera de muy buen humor, la verdad.
- Dame tu móvil.
Esperé a que me lo diera y luego me quedé con él en la mano un segundo, mirándolo, como si de repente me hubiera alelado. Tras ello levanté la vista y se lo devolví.
- Puedes llamar ahora a la poli. No van a poder localizar la llamada.
Tom no hizo ningún comentario acerca del lugar, tan sólo se preparó para cargar a Anthony pero le detuviste para coger el móvil y "amañarlo". Después él lo tomó y lo miró.
- Eso seguro que no lo puedes hacer con un móvil de los viejos. Estos nuevos son un cúmulo de problemas.
Aprovechó para marcar el número de la policía.
- Oigan lo que les voy a decir, frente al hospital de Harlem, hay unos hombres en el suelo, en la azotea. Creo que están heridos. Son peligrosos, hay pistolas en el suelo.
Se lo había inventado casi todo. Lo medio confirmó y colgó lo antes posible.
- Más creíble así, seguro.
Sin más dilación agarró el cuerpo y lo llevó consigo a cuestas.
- Mira que estamos al lado de un hospital y nos tenemos que largar. Vaya vida más cerda.
Por suerte, podías usar tus propios poderes para llegar hasta tu hogar en pocos minutos. Así que una vez allí, aparecidos de la nada, Tom dejó al paquete en la primera cama que encontró.
- Bonita casa, princesa.
No la había visto apenas, pero se ve que tenía ganas de decirte cumplidos.
- Si hay cerveza en el frigorífico le daré un diez.
Le saqué la lengua haciéndole la burla cuando dijo aquello sobre los móviles.
- Puedo hacerlo con todos. - Protesté, pues sabía perfectamente que si me podía entender con mi tostadora, también me podía entender con un viejo Nokia de aquellos irrompibles que yo ni siquiera había llegado a usar.
No tardamos en llegar a mi casa y Tom dejó sobre la cama a Anthony quien aún seguía inconsciente.
- ¿Crees que estará bien?
Parecía que respirar estaba respirando, así que esperaba que se despertara, aunque eso sí, imaginaba que lo haría algo dolorido.
Tom halagó mi casa.
- Pues tengo que buscarme otro lugar en el que vivir, así que... Se me acaba el contrato que tenía ya y este piso es sólo para universitarios. Yo ya tengo mi título así que me tengo que largar. - Puse cara de circunstancia, pues al decir aquello me di cuenta de que no tenía tiempo para ponerme a buscar un piso con todo lo que estaba sucediendo. Encima, necesitaba que el alquiler no fuera demasiado elevado, claro, que por el momento, mi único trabajo era a tiempo parcial reparando aparatos electrónicos.
Abrí la nevera y saqué una cerveza para él y un monster para mí. Era de las que prefería la cafeína al alcohol, quizás a todas las horas que solía pasarme delante del ordenador, sobretodo, por la noche.
- Toma. Lo que no hay es comida, así que si quieres algo hay que pedirla. Cogí una jarra de cerveza de las grandes que estaba llena de papeles. Eran todo menús con los teléfonos de esos que te dan en los restaurantes que tienen servicio a domicilio.
Tom le dio un buen trago a la cerveza y por su expresión pareció sentarle de maravilla.
- Yo te puedo buscar un sitio discreto y barato. Pero hablamos de sitios pequeños que no sé si te gustarían.
Observó cómo le dabas un buen trago a la lata de monster.
- Nunca he probado una de esas cosas. Soy muy tradicional. - Dijo con un tono algo bromista. - Me gusta la cerveza y las mujeres pelirrojas con ojos llamativos.
Dio otro sorbo mientras te observaba y aquello era una clara insinuación.
- Anthony parece KO y lo mismo tarda en despertar. Y tú tomando esa bebida energética. Quizá en vez de cenar tendríamos que aprovechar para bailar un poco.
El hombre se acercó, dejando el botellín sobre la encimera.
- Me gustaría bailar mucho contigo, pelirroja.
Lo que pasaba era que por su mirada estaba usando "bailar" con un sentido diferente. Tom alargó la mano y parecía que quería acariciar tu cabello.
Me encogí de hombros cuando dijo aquello.
- Para mí sola no necesito mucho espacio. Con que tenga un sitio para dormir, para colocar el ordenador y para ducharme... - Sí, no pedía demasiado. - Además, no es que tenga demasiada pasta hasta que encuentre un trabajo decente.
No me importaba reconocer que aquel no era el mejor momento de mi vida, sobretodo, cuando encima se me complicaba más debido a esto de los poderes.
- ¿Crees que en Google necesitarán becarias? - Pregunté en forma de chiste.
Al decir aquello sobre bailar y darme cuenta de cómo me estaba mirando me sentí un poco tímida y eso que no lo era en absoluto, pero claro, me daba la sensación de que me estaba echando fichas y como era mayor que yo me sentía un poco cohibida. Aquello era un hombre y no un chico como los que conocía. Tampoco es que fuera una mojigata, que también me gustaba pasármelo bien.
- ¿Con ojos llamativos te refieres a fluorescentes? - La verdad es que a mí me gustaban, pero había tenido que comprarme unas lentillas para no tener que ir a todos los sitios con gafas de sol. - Cuando haga sol hablamos sobre estos ojos.
Después de la noche que habíamos tenido no me parecía mal divertirme un poco y bueno, me acerqué a él un poco.
- No sé bailar demasiado. - Era cierto, era cantante y me movía por el escenario a mi rollo, pero bailar con alguien era diferente.
Como no habíamos puesto música ninguna, hice gala de mi buena voz para ponerme a cantar una canción lenta que pudiéramos bailar.