Rui asintió, agradecido, a la mujer que le tendió el cordel para medir. Desde luego no era una herramienta precisa, pero poco importaba aquello en verdad. Su propia experiencia le daría a las medidas la precisión que el cordel no podría. Al menos el Lobetano había sacado ya algunas conclusiones de su examen. Los causantes de aquella carnicería no eran lobos ni, muy probablemente, osos.
Al punto comenzó a tensar el cordel para compararlo con los terribles cortes del pobre muchacho. Lázaro. Dudo que este Lázaro vuelva a alzarse y caminar..., pensó, distrayéndose un instante de su labor. Fue imposible ignorar las palabras del obispo, pues verdaderamente tenía buena capacidad aquél hombre, un don innato para la parla. Así, tan pronto terminó el sermón Rui asintió y regresó al cuerpo, escuchando las respuestas de los aldeanos, que sólo confirmaban lo que él ya había pensado.
Manipular un cadáver no era algo precisamente decoroso. Es más... Ni siquiera era algo digno ni propio de cristianos. Una tarea farragosa sólo delegada en cirujanos, carniceros, villanos saqueadores de tumbas o enterradores. En este caso, empero, Rui no dudó en darle la vuelta al chiquillo, buscando toda posible pista, toda clase de herida que pasara desapercibida. Y bien poco le importaba lo que de él pudiera pensarse o la prontitud con la que quisieran dar paz al cuerpo. Porque, ante todo, él sabía que aquél sucio trabajo era necesario si querían hallar la causa de tal funesto suceso. Y, sólo así, lograrían dar paz al alma, mucho más importante que el cuerpo.
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 28-
Resultado: 81 (Fracaso)
Nah, no se ve nada. Confiaremos en el crítico de Villalobos, xDDD.
¿Podrías darme algo de información acerca de las heridas del chico? Así como si encuentra Rui algo de pelo, como está buscando, o algún tipo de pista adicional en base al cadáver. O quizá debo tirar algo también, no lo sé. Ya me dirás, jeje. Ah, y gracias por lo de la canción, xDDDD
¿Talentos ocultos? no, Don Severo, me sobreestimáis. se trata de una simple intuición. Si una fiera salvaje que no teme al hombre anda suelta por las cercanías de la aldea ataca una vez sin ser descubierta o herida en el proceso, ¿no intentaría acaso repetir su hazaña para seguir alimentando su sed de sangre?
Y ahora cabría preguntarse si ha desaparecido alguien mas en el pueblo en los últimos días además del joven Lázaro a quién Nuestro Señor acoja en su reino. Pero es curioso...
Y mi mirada se dirije hacia todos los presentes, y estudio sus ojos como un juez estudiaría los de un reo que espera sentencia buscando un último atisbo de inocencia o culpabilidad que corrobore la opinión que tuviera formada de antemano.
¿Si fuera bestia salvaje, por qué esperaría varios días antes de abandonar su víctima? No conozco muchos animales que no ataquen y maten si no es para alimentarse; y ninguno de ellos la haría desaparecer varios dias antes de darla muerte pues el animal sigue su instinto y mata cuando tiene hambre y deja vivir cuando está saciado. Podría parecer obra del hombre si no fuera por...
E inmediatamente me acerco al cadáver e inspecciono sus heridas mas en profundidad para intentar adivinar la naturaleza de la herida que causó la muerte y la mutilación de este plebeyo. Pero algo me hace mirar a mi alrededor, algo nuevamente me llama la atención
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 21 (Exito)
Otear conseguido:
Cuando el tipo fornido les contó lo de las otras muertes, contemplásteis en un destello de iluminación divina (que más bien sería pura intuición o buena vista), que dos tipos sumidos entre aquella multitud miraban cabizbajos como negando toda esa reafirmación y júbilo de la gente ante la esperanza que los nuevos viajeros (es decir, vosotros) otorgábais con vuestras palabras y esa improvisada investigación, como si no se creyeran vuestras palabras... Sin duda que se mordían los labios, ¡tal que sí!
En esos momentos llegó de nuevo el cura de Navasilla. Ya no tenía a la mujer entre sus brazos, sino que venía con el bastón que le ayudaba a sortear la espesa nieve acumulada en los escalones de la iglesia. Venía con los mismos hombres que le ayudaron a acompañar a la mujer. Cuando estuvo a vuestra altura, hizo un gesto con la mano y afirmó a éstos mirando al cadáver.
Apártense, mis señores, si son capaces de hacernos ese favor... -dijo el Páter amablemente a Gil y a Rui que estaban examinando el cadáver y sus horribles heridas. El frio de las nieves que seguro han de venir terminará por congelar a este joven que aquí yace. Apártense, pues vamos a llevarlo a casa de su madre. Ella está allí y quiere velar el cuerpo, y nosotros podremos inspeccionarlo con más calma, al tiempo que se conserva. ¿Es que acaso son ustedes entendidos en estos aspectos, mis mercedes? Pueden venir si les place. ¡Proceded, hijos! -dijo finalmente.
En un breve espacio de tiempo, los hombres tomaron el cadáver cuidando que la capa que lo cubría no destapase al malogrado. Lo hacían con mucho cuidado. La gente comenzó a apartarse para dejar un espacio suficiente y poder pasar con la carga. Se estaban alejando.
Cuando vi que el párroco procedía a retirar el cuerpo, me adelanté con paso decidido y me puse a sus alcances, como séquito de las exequias del malogrado muchacho. Me santigüé y recé una queda oración por su alma.
Al término de la rápida oración, adelanté un par de pasos más para ponerme a la altura del cura - Me alegra ver que este pueblo cuenta con una ayuda tan diligente como la suya, pater... - dejé la frase en suspenso para que él la concluyera aportando su nombre.
En cuanto respondió, comiencé a hablar - Soy Jaume de Prades, obispo de Tortosa. Disculpe que no me presentara en la iglesia nada más llegar, pero tanto mi séquito como yo mismo estábamos muy cansados y debíamos almorzar para poder luego cumplir las obligaciones espirituales con más tino. - Me disculpé con una sonrisa - Conmigo viene fray Xavier, él tiene a bien atender en múltiples ocasiones a enfermos y heridos que llegan a nuestra diócesis en busca de remedios tanto para el alma como para el cuerpo, así que su opinión podría ser valiosa si pudiera inspeccionar al muchacho. - Dije, señalando a fray Xavier, que caminaba tras de mí. - Dicen sus parroquianos que ha acontecido en más ocasiones este tipo de desgracias. Es terrible. Entiendo que usted ha atendido primero el cuerpo y después las almas de los malogrados. Dígame pues, ¿siempre ha sido igual? Es decir, ¿siempre las heridas parecían de bestia pero sin haber señales de consunción?
Motivo: Elocuencia
Tirada: 1d100
Dificultad: 84-
Resultado: 47 (Exito)
Vuelvo a tirar Elocuencia, esta vez para conseguir que el cura sea solícito y locuaz al respecto del caso y de mis preguntas.
Acierto la tirada ;D
Sois caballero avezado y no puedo sino inclinarme ante vuestro razonamiento. - Contestó sinceramente don Severo a Maese de Oñate - Ruego disculpeis mis palabras.
Severo, de natural desconfiado, miraba a las gentes mientras el Obispo y el Páter hablaban y vigilaba al tiempo los trabajos para mover el cuerpo. Todo parecía vigilarlo y todo lo examinaba con rápida y aguda mirada, tanto que parecía un águila presta a avalanzarse sobre un diminuto conejo al que observaba al par que volaba.
Algo llamó finalmente la atención del infanzón. Dos villanos no parecían notar el natural entusiasmo de ver a tan altos señores hacerse cargo de la situación. Severo se acercó a ellos.
Vosotros -dijo Severo calmadamente a aquellos dos villanos - No os mostráis muy ufanos ante nuestras pesquisas. ¿ Acaso tenéis conocimiento de algo que sea importante ? - Ellos parecían sorprendidos al haber sido abordados de ese modo - Acercaos sin miedo, sólo debéis temer a Dios si no sois como se debe y decidnos qué os tiene tan preocupados.
Si es necesario hacer alguna tirada social lo que más alto tengo es mando, pero puedo usar tambien tortura :)
Un saludo
Rui se apartó del cuerpo tan pronto fue demandado, pues por ahora no podría extraer de él mucho más. Necesitaría calor, algo de bebida, agua para limpiar las heridas y bastante más tiempo. Sorbió con fuerza por la nariz, pues el frío invernal comenzaba a tener claros efectos en su cuerpo, y se puso de pie guardando el cordel para medir que le habían prestado. Luego, no obstante, lo devolvería tan pronto hubiera terminado con él. Recogió la espada envainada que había dejado en el suelo, junto a él, y observó cómo el señor obispo seguía los pasos del cura local y sus ayudantes.
Mas fueron sin duda las palabras de Severo las que despertaron más su atención. Como también los villanos con los que se encaró. El Lobetano, simplemente, ajustó el cuello de su gambesón y se acercó a donde su recién adquirido compañero platicaba. Nada dijo, pues parecía tener Severo todo bajo control y no tenía Rui intención de imponer su autoridad por encima de la de él, pero sí se colocó a su vera, con el gran espadón bien aferrado en la diestra, aunque sin desenvainar. No por ello resultaba menos amenazante...
Alternó la mirada entre los dos villanos, a la espera de cualquier respuesta que estos pudieran dar.
Mis ojos ya se habían percatado de la existencia de los dos villanos.
No tenéis por qué pedir disculpas por vuestras palabras. Le había respondido escuetamente pero inmediatamente mis ojos se clavaron friamente en los de los hombres que eran interrogados por Don Severo. Y su respuesta me interesaba muchísimo. Mis ojos buscaron cualquier reacción corporal que pudiera delatar a los hombres como particularmente nerviosos, o buscar cualquier síntoma que revelara que sus palabras no coincidieran con lo que sus corazones o su cerebro ya conocían.
En mi plática con el pastor de las almas de este pueblo, no puedo si no verme atraído por las acciones de los gentilhombres que ha tenido a bien reunir el Altísimo en este apartado paraje. Parece que les llama la atención la actitud de alguno de los presentes y así se lo hacen notar. Así pues, sin desviar la atención de lo que el sacerdote está a punto de contarme, mis ojos escrutadores y conocedores que las caras son espejos del alma, y sobre almas estoy versado, se posan sobre los plebeyos interrogados, escudriñando qué azaroso afán les mueve.
Motivo: Psicología
Tirada: 1d100
Dificultad: 53-
Resultado: 53 (Exito)
Estoy sembrado: acierto la tirada de Psicología :D
Luis..., Padre Luis. Y no se disculpe, su Ilustrísima -respondió mientras miraba el cadáver cuidando de que los aldeanos no lo cayeran-. Pues si, ciertamente las heridas han sido las mismas, tan horribles y espantosas; unas veces roidas las manos, otras el cuello, otras el pecho todo abierto... en fin, grandes impresiones hemos visto en esta humilde aldea, ¡los nuestros ojos han sufrido mucha incerteza!
Entonces el Páter y el séquito continuó avanzando hacia el hogar del cadáver.
Fue en estas que la multitud comenzó a dispersarse. Ciertamente, el Padre local era una gran personalidad de peso en el pueblo, y los habitantes, sabiendo que aquel desgraciado quedaba a su cargo (para el velatorio, misas, y demás), la vuelta a los quehaceres mundanos no debían darse a esperar. La mayoría del gentío miró con resignacion y algo de miedo al suelo y continuó yendo a sus destinos: labranza, ganadería, etc.
Acto seguido todo el grupo se interesó por los dos tipos que los Maeses Ruiz y de Oñate habían contemplado con otro semblante, distinto al de la mayoría. Al acercarse el grupo a ellos antes de que se esfumaran y Severo preguntándoles, ya con la gente yendo y vienendo por las calles como de costumbre, éstos hablaron:
Pues nos tienen preocupados las horribles muertes, mis señores -dijeron como intimidados por las armas y armaduras acercándose-. Lo que ha ocurrido es horrible, nada más...
Podéis hacer tiradas en función de lo que queráis hacer. Aún es posible acompañar al Páter a la casa del cadáver.
Tu tirada de psicología te revela que se quedan algo en el tintero...
Al ver que aquellas gentes que han sido interpelidas al dispersarse la multitud, no pude evitar darme cuenta que su nerviosismo no correspondía simplemente a la estupefacción por haber sido hallada tamaña desgracia en el pueblo. Otro origen obedecían aquellas caras.
- Continúe usted, Monseñor Luís. Fray Xavier le acompañará y yo me uniré a vos en breve. Quiero averiguar qué es lo que aquí sucede.
Les indiqué entonces a mi fiel pareja escolta que acompañaran a Fray Xavier, pues yo estaría más que protegido de cualquier imprevisto en compañía de los nobles caballeros que nos acompañaban.
Separándome de la comitiva del cadáver y acercándome a aquellos hombres de apariencia humilde, les conminé a que se explicaran.
- No teman vuestras mercedes de hablar. Dios Misericordioso nos muestra la verdad de inusitadas formas y quizá aquello que no comprendan vuestros ojos sea entendido por otros. No es momento de callar sobre lo acontecido, sino de hablar para esclarecerlo. Así pues, ¿qué es eso que tan dubitativos estáis en desvelar, hijos míos?
Mi voz emergía de mi garganta iluminada por el Altísimo. Yo mismo notaba que los semblantes cambiaban al escuchar mis palabras. Ello no podía ser si no, una vez más, muestra que Jesucristo estaba de nuestro lado y allanaba el camino para que diéramos fin cuanto antes al mal que atenazaba la aldea.
Motivo: Elocuencia
Tirada: 1d100
Dificultad: 84-
Resultado: 70 (Exito)
Severo escuchó la diatriba de su ilustrísima. Parecía poner en razones más claras lo que él había preguntado de modo más tosco. Quedaba claro pues que aquellos villanos escondían algo y lenta y distraidamente echó a andar sintiendo la adrenalina zumbando en los brazos. Rodeó a aquellos dos patanes hasta que se colocó de modo que evitaba cualquier tipo de huída y como quien no quiere la cosa apoyaba la mano en la espada.
Venga, suelten esas lenguas señores. Están ustedes trastornados o muy preocupados por algo. Hablen sin miedo que no tenemos más intención que conocer la verdad y resolver el entuerto.
Se veía en las facciones del infanzón que terminaban ahora mismo los titubeos. Era momento de hablar claro.
Cla... claro... -dijeron como intimidados. Pe, pero, vayámos a un lugar resguardado, ¡a la taberna! No les placerá que me ponga a hablar aquí mismo delante de estos frios y con la ne, nevada entre los pies, y a sus mer, mercedes tampoco, por lo que su, supongo.
Entonces los dos hombres se pusieron a andar hacia la taberna como si la aprobación del resto ya hubiese sido dada.
Nota: Los dos tipos se dirigen a la taberna. Monseñor Luis a la casa del muerto. Es posible que se den en ambos sitios algunas situaciones. Por ejemplo, que cuando acabéis de interrogar a los tipos, la "autopsia" (por llamarlo de algún modo) se haya acabado... y no es lo mismo que esté allí un pj que un pnj... (no se si me explico).
Asintiendo ante la propuesta de aquellos dos hombres, comencé a caminar tras ellos, esperando que los demás también los escoltasen hasta la taberna. La actitud tan misteriosa de aquellos individuos era sospechosa, pero poco podía hacerse ahora mismo que aceptar su propuesta de grado.
Al pasar junto al maese Lobetano le dije con resolución - Quizá vos debierais ir a donde el cura, ya que parecéis versado en los temas que allí se tratarán. Haced el favor, maese Bertrán, de decirle a mis hombres que uno de ellos venga a la taberna, por si necesitara de sus servicios. Que Dios se lo pague.
Dicho esto continúo a los alcances de aquellos dos hombres.
El obispo no tenía que decirlo. Cuatro hombres ya eran demasiados para tan solo dos villanos, aunque estos tuvieran poca intención de cooperar. Y alguien tenía que estar presente durante la autopsia. Máxime tratándose de tan peculiar caso.
-Así lo haré, Ilustrísima... -confirmó Rui, mirando de reojo a los dos evasivos pesonajillos a los que iban a interrogar-. Acudiré a la posada tan pronto termine ahí -infomó a todos-. Tened a bien, nobles señores, asegurarse de que el cordero sigue caliente... Un cordero frío no vale nada.
Ladeó una sonrisa y se alejó por donde habían marchado el sacerdote y los demás, serio de nuevo. Realmente necesitaba un descanso... Y esa maldita herida no dejaba de picarle bajo la tela del gambesón. Se rascó de nuevo la venda, incómodo y molesto. Al menos el calambre de la pierna había desaparecido ya...
Caminé silencioso hacia la taberna y mirando con desconfianza hacia los dos villanos.
Ciertamente yo mismo estaba deseando ir a protegerme del gélido viento en su interior y la propuesta de los villanos fue bienvenida por todos.
Me senté delante de ellos y clavé sus ojos en los suyos intentando detectar cualquier síntoma que revele que nuestros interlocutores estén contando embustes o falacias. Una vez tenían sus bebidas en sus manos y parecían mas tranquilos les dirigí la palabra
Hablad dije secamente
Perdón, que el jueves tuve que irme a madrid y luego he tenido un finde muy activo y no he podido conectarme hasta hoy.
Caminásteis todos hacia la taberna, a excepción de Rui Bertrán, quien parecía más docto en temas de "presas" y "mordiscos". Bertrán alcanzó a monseñor Luis antes de internarse en la casa.
En breves nueva escena.