Partida Rol por web

Morgan seguía tentado por investigar aquellas dos criptas, pero el bretoniano empezó a andar hacia la casa. También es cierto que aún conservaba cierto respeto por los muertos y que no quería molestar a quien era inocente. - Si, quizás mejor dejarlas. Si no las han tocado, tampoco deberíamos nosotros

Dicho esto, se puso en camino hacia la casa junto a Sir Landuin. Siempre alerta, andaba con la ballesta preparada por lo que pudiera surgir y miraba en todas direcciones intentando anticiparse a un posible ataque.

No hubo ningún imprevisto a la vuelta, aunque los ojos rojos que os vigilaban desde la linde del bosque se movían con vosotros, siguiendo vuestro recorrido. Sin duda, fuera lo que fuera lo que acechaba bajo las siniestras cúpulas de los árboles, anhelaba vuestra carne. La única pregunta era por qué no se había decidido a salir y obtenerla. 

Las puertas de la mansión volvieron a alzarse ante vosotros, y tras abrirlas con un siniestro chirrido, entrasteis de nuevo en el recibidor de Schloss Vonreuter. 

El camino de vuelta fue más tranquilo, quizás el saber que aquello que se ocultaba en el bosque no iba a salir de allí hacia menos tensa la situación. En la puerta de la mansión, el mercenario se quedó a un lado dejando pasar a sus compañeros con la ballesta preparada. No pasó nada, como era de esperar y entró el ultimo, mirando con anhelo el camino que entraba en el bosque. Suspiró y cerró lentamente la puerta tras de si.

Otra vez estaban en esa maldita mansión, en el recibidor donde están aquellas escaleras por las que bajaron los hijos de los Vonreuter. Alrededor varios pasillos. Esto le recordó a Morgan el laberinto que tuvieron que cruzar. No quería volver a meterse allí dentro pues la sensación de desorientación le desagradaba demasiado y llegaba a agobiarle. También estaban el salón donde cenaron. Aunque no habían visto toda la planta baja, Morgan dudaba que pudiesen encontrar algo interesante.

Caminó hasta el centro de la sala en silencio intentando escuchar o ver algo que le llamase la atención. Después se giró hacia sus compañeros y les susurro: - Creo que el piso de arriba nos espera. - Pero esperó a que estos se decidieran sin hacer nada más que seguir vigilando el entorno. 

Solo percibes lo que ya habías podido comprobar... Cierto aire de hostilidad y amenaza imperante en la casa, envuelta en sombras, con susurros provocados probablemente por el aire de vez en cuando y ni un alma en los pasillos... O eso esperas. 

-Pues vayamos para arriba -dijo el matador ya cansado de estar vagando y sin hacer nada- hay que matar a otro noble humano -esbozó una gran sonrisa- se está convirtiendo en rutina, ¿eh?.

Subís sin mucho problema las siniestras escaleras, sintiéndoos inquietos por el crujido de los escalones de madera, y esperando que cada uno de estos se corresponda con vuestros pasos y no los de algún enemigo al que no veáis venir. Por suerte, los temores parecen infundados en esta ocasión, y tras subir los últimos escalones, el grupo llega a un rellano con sólo dos salidas, cada una con una puerta. 

Por debajo de una de ellas se cuela una brisa fría, mientras que de la otra sale el inocente canturreo de la pequeña de los Vonreuter, Elena, que parece estar siguiendo las estrofas de una vieja cancioncilla infantil imperial.