Con este final, las cámaras se apagaron mostrando la programación habitual para el resto de los espectadores de todo Japón, los cuales fueron obligados a ver semejante masacre entre aquellas siete personalidades de distinta procedencia, ocupación, sexo y edad. Un pequeño apunte en el gran libro de la historia... pero... ¿Quién estaba detrás de todo eso?.
Lentamente la única puerta se fue abriendo dando al exterior, en aquella en donde se encontraban estaba lloviendo, y tan solo una figura sobresalía a contraluz. Un joven muchacho de traje que portaba un paraguas para no mojarse, fumando un cigarro esperó pacientemente a que la puerta, de forma automática se abriera. Dejando caer el cigarro a medio fumar en un charco del suelo, este dio un paso para ver a aquellos siete individuos...