Partida Rol por web

Teatro de la Ciudad, 00:00

Puedes sacar al chico del infierno, pero el chico simpre llevará el infierno dentro.

Viste desde segunda línea todo lo que ocurría, cómo Lynette se abalanzaba sobre la neonata para acabar con su miserable y corta vida, o como el príncipe se despedía con aquellos aires de superioridad que hicieron temblar a más de uno. Ni siquiera los más veteranos como era Artario o George se atrevieron a llevar una palabra hacia el llamado "Príncipe".

- Tod-Todos estamos condenados.-La titubeante voz de la mujer que se sentaba unos cuantos butacones más allá llegó a tus oídos, sontiéndose irritante y molesta.- La viuda negra acabará con todos nosotros si no obedecemos a las órdenes del príncipe.-Esta vez no titubeo ni tampoco vaciló al hablar, pero no dejaba de quejarse como una cría pequeña.

Una ojeada rápida por el palco presidencial te dejó ver que nadie se había movido de su butaca a excepción de la llamada Elizabeth. La "joven" de cabellos largos y oscuros estaba arrodillada junto al cuerpo de Emily, las manos de ella aferraban con fuerza las ropas de la otra mientras murmuraba palabras inaudibles incluso para el desarrollado oído de un vampiro como tú. Finalmente algunos grupos se fueron formando y de ellos surgían distintas conversaciones, era tu oportunidad para acercarte a la joven que aún sostenía a su "hermana" o quizás hacerlo a cualquiera de los grupos.

En tu acción por levantarte te das cuenta de que tu Sire está con el de las otras dos jóvenes y otras dos personas. Una mujer y un hombre, los dos perfectamente vestidos.

"No si obedecemos... o aparentamos obedecer, al menos" Fueron las palabras que pasaron por la mente de Velvec ante las continuas quejas de esa mujer. Realmente el joven estaba asustado, pues aquello había sido repentino, inesperado y tajante... Pero nunca le pasaría algo así... Él no cometería esos fallos. Al menos no sin tener una buena coartada... Pero, ¿qué habrá hecho la chica? ¿Por qué era una traidora? Sus ojos fueron a parar a George, uno de los antiguos, y sire de la asesinada. ¿Él tenía algo que ver? ¿Y la otra vástaga? ¿Estaban tramando algo contra el príncipe?

Sinceramente al joven no le importaba mucho lo que había pasado, salvo como aviso para ser más precavido, pero si se comportaba como siempre, y aparentaba interés, era posible que consiguiera algo. Mirando de reojo a su propio sire, se acerco con paso lento hacia Elizabeth, moldeando en los últimos pasos un gesto de lamento.

- Siento mucho lo de tu compañera... ¿Elizabeth, cierto? - Dijo en voz baja.

Alzó la mirada casi al instante y es que antes de que abrieses la boca, ella ya sabía que estabas allí detrás.-Sí, Elizabeth.-Su voz era suave, cosa que no te sorprendió al estar tan próximo a la joven. Era de rasgos delicados, como los de una muñeca de porcenala. Las largas hebras oscuras caían por sus hombros y espalda, cubriendo la pálida piel que el vestido dejaba al descubierto, pero eso no fue lo que más pudo llamar tu atención pues después de todo.

Su mirada, una mirada oscura como la misma noche y profunda como el mismísimo abismo te atravesó pudiendo intimidarte si ella quisiera, pero no fue así. En sus ojos parecía verse reflejado el dolor de la pérdida de Emily, pero era complicado de saber con exactitud pues te sugerían muchas cosas y eras incapaz de clasificarlas.- ¿Qué lo sientes? Mientes, puro teatro...-Lentamente soltó el cuerpo de su hermana, para entonces levantarse con un elegante y cuidado movimiento quedando así a tu altura (Aunque ella era más baja).

El vampiro apretó los dientes, pero intentando que no se le notara mucho. El problema no era que le hubieran calado, porque todavía podía actuar, el problema era enfrentarse a alguien tan directo sin tapujo alguno. "Por eso mismo durarás poco aquí... Como tu amiguita"

Velvec intentó serenarse y le dio la espalda a la chica.

- Tienes razón, Elizabeth. No siento nada, ninguno de nosotros siente más de lo que la sangre envenenada le permite. Pero al menos quería ser cortés, algo que no encontrarás en el resto. - Dijo, bajando cada vez más el tono mientras recorría la figura del resto de presentes con la mirada. En silencio, esperó la reacción de su interlocutora.

Una pequeña curva apareció en los labios de Elizabeth dándole aún más ese toque de niña delicada. "¿Molesto? ¿Tan poco y ya sacas los colmillos?" Un latigazo cruzó la cabeza de la joven que llevó la mirada hacia su creador, este lejos de decir nada solo la miró. "Ya basta Elizabeth, nadie aquí tiene la culpa de lo ocurrido" Ella cerró los ojos unos segundos, odiaba de sobremanera que George se metiese en su mente de esa forma tan osada y más cuando el motivo o razón era corregirla.

- Discúlpame, no quería molestar con mis palabras.-Alzó la mano hasta sus cabellos retirándolos hacia atrás, después miró hacia tu espalda.- Cualquier sentimiento de debilidad nos hace presa fácil...-Susurró detrás de ti- Por eso nadie se acerca, por eso y por miedo...-Rió de manera suave.-¿Cómo debo llamarte? Me gustaría saber tu nombre antes de que huyas de aquí.-Pese a que mantenía ese tono tan bajo y suave, en alguna ocasión dejó ver cierta 'burla' o 'dominio'.

Velvec aplacó su ira antes de volverse a mirarla de nuevo. Sus palabras eran viperinas, pero realmente ciertas. No pudo evitar fijarse en sus bellos rasgos, en su piel y en sus ojos... Sobre todo en aquellos ojos... "Tan joven... tan joven y tan hija de..." El joven devolvió la suave sonrisa.

- Velvec. Velvec es mi nombre. Y tranquila, no voy a huir. Pero parece que los ancianos están ocupados... Lo que ha ocurrido hoy... La amenaza. Ha sido algo... peculiar. Tampoco llevo mucho tiempo en... Tu ya me entiendes. - Parecía querer instigar a la joven a hablar, a soltar alguna pista sobre por qué narices su compañera acababa de ser decapitada. - Menos mal que no todos nos metemos en líos.

- ¿Peculiar? ¿Por qué peculiar, Velvec? -Sus finos dedos se deslizaron a lo largo de los brazos a la par que se abrazaba, tras eso sonrió con una tranquilidad jamás vista en ella, al menos hasta el momento.- Yo diría... Normal.-Asomó la lengua entre los labios mientras recorría los colmillos con la misma, era un gesto quizás sensual pero duró unos segundos, tras eso miró en otra dirección.- La vida es como un juego... Somos nosotros quienes elegimos como jugarla ¿No crees? .-Volvió a mirarte mientras relajaba los brazos, aunque una mano subió hacia ese mechón travieso que se cruzaba en su cara dándole un toque rebelde y desenfadado.- Emily... Solo era un peón más, una pieza mal movida.-Rió levemente mientras daba unos pasos hacia ti, tras tomar una distancia realmente corta alzó la cabeza para clavar sus oscuros ojos en los tuyos.- Cuida cada movimiento... La viuda negra podría divertirse demasiado contigo si llegases a equivocarte.-Su mano recorrió el borde de tu camisa, sobre el pecho.- ¿Quiere tomar algo? Esta conversación es demasiado seria y aburrida ¿No te parece?

"¿Un peón?! Y lo dice tan abiertamente... Esta claro que este trío era peligroso..." Estaba jugando con él. Mentaba a la viuda negra, pero Velvec no dudaba de que aquella joven podía llegar a ser tan peligrosa como la compañera del Príncipe. El joven hubiera tragado saliva cuando ella se acercó, si aquello siguiera entre sus funciones vitales.

Ni siquiera entendía el juego de "ir a tomar algo", pero quizás allí se enterase de algo más, aunque Elizabeth parecía soltar solo lo que él quería oír... Miró a su Sire unos segundos, aprovechando para poner un paso de distancia con la chica, perdiendo así su contacto.

- Si... Esta bien, vayamos a tomar algo... - Respondió finalmente, mirándola con una sonrisa tranquila.

Por más que intentas sonsacar información a la joven es imposible, ella se muestra demaiado confiada e incluso te deja caer algunas cosas que te hacen sospechar. Pero no son más que eso, sospechas. Estás con ella apoyado cuando escucháis la voz de tu Sire detrás llamando a los dos. Junto a él está el de la joven, que como hasta el momento sigue manteniendo ese semblante de tranquilidad.

- Velvec -Guia su mirada hacia la chica, pero la vuelve a posar en ti pues tampoco tiene gran autoridad para decirle nada a ella, ya lo hará su Sire si es necesario.- George nos abrió las puertas al refugio. Iremos hacia allí en breves.-Elizabeth te dedica una fugar mirada, pero termina alejándose de ti con paso tranquilo y lento.- Curioso.. ¿No crees? -Te susurra antes de acabar junto a su Sire, unos pasos por detrás.

- Elizabeth, llama a los demás, nos vamos.-La voz de George suena dura y fría. Sin duda esconde mucho más de lo que deja ver. Ella vuelve a mirarte y finalmente desaparece entre la multitud como un fantasma.

-Dejarla... Intenta llamar la atención.

No sabía cómo reaccionar ante la escena. Le daban ganas de estampar a la mujer contra el suelo y reventar contra él toda esa altanería y supuesta sabiduría que se traía, pero simplemente echó aire a través de la nariz... O eso pensó su cabeza, porque su cadavérico cuerpo no se accionó de ninguna forma ante los estímulos.

- Esta bien, mi Sire. - Fue lo único que contestó Velvec. Sólo miró cuando George le mencionó de nuevo a la chica, pero con la misma velocidad volvió a apartar la mirada, juntándose con su "mentor" y esperando en silencio.

Quizás hubieses preferido quedarte algo más para sacar alguna cosa más en claro. Pero finalmente os sacan de allí hacia la guarida. Durante el camino no habláis sobre nada en particular, ni siquiera Elizabeth parece muy por la labor de hablar. George es quien capitanea a todo el grupo, sobre todo a los suyos. Ahora falta Emily, pero ninguno parece tener ganas de comentar el tema, es que quizás saben que en cuanto lleguen él se encargará de hablar con todos los presentes.

Una mujer de avanzada edad te ojéa unos segundos, pero su mirada se esconde entre los cabellos plateados. Cuando os dais cuenta un local se levanta ante vuestros ojos. La pared parece descuidada, así como el letrero que cuelga en el alto, de dentro sale una música bastante movidita, Elizabeth es la primera en pasar y tras ella pasan unos cuantos más, George por el contrario espera a que todos estén dentro para girarse hacia vosotros.- Toda guarida necesita una tapadera. Esta es la mejor forma de evitar a los depredadores. Adelante.-Os hace un gesto con la cabeza de manera casi imperceptible.

El interior es un local de alterne de la época, en el insterior podeis ver distintas personas. Desde señores y damas de la noche, hasta jovencitas llevadas a la mala vida... Las llamadas "Putas de sangre" para los más barriobajeros o "aperitivos" para los más refinados. En una de las esquinas hay una joven de cabellos oscuros a la altura del mentón, quizás un poco más largo, sus ojos son oscuros y que muestran el miedo que corre por su cuerpo, sin duda acaba de llegar. Elizabeth aparece a tu espalda dándote un suave toque en el hombro.-¿Un aperitivo tal vez? O quizás una visita guiada por tu... Nuevo hogar.-Otra vez esa voz suave pero a la vez espeluznante.