-Se deja acariciar, pero primero tienes que dejar que se acostumbre. No está acostumbrado a los humanos -dijo generalizando mientras hacía una seña para que Skoll se acercara.
Quarion parecía algo tenso. Estaba allí con otros, pero aún no se fiaba de ellos y no tenía mucha idea de como podría acabar todo, así pues decidió que ya vería qué pasaba y reaccionaría en ese momento.
Skoll se acercó a los humanos olfateando el aire, pero se mantuvo como a unos dos metros de ellos. Estaba algo alerta, ya que eran desconocidos, pero de momento no le parecían una amenaza.
Sus ojos negros resaltaban sobre el pelaje marrón claro que los envolvía y lo que más destacaba era el signo que tenía en el pelo. No era pintado, era como si el pelo de esa zona hubiera tenido el capricho de tomar el color para dar esa forma.
Asha parpadeó encantada con el animal y se acuclilló ladeando el espadón que llevaba sobre su mochila. Contempló por un instante al animal y el dragón coleó alegremente muerto de curiosidad por comprobar la naturaleza del lobo. La chica sonrió espectante y tras las pupilas grisáceas se avivó el fuego blanco del tótem, dándole un extraño brillo.
-Es un animal maravilloso-dijo como si hubiera visto muchos.
El semielfo miró a unos y a otros. Parecían ser como Asha, gentes a las que les gustaba llenar el silencio de ruido. Solo el lobo guardaba la prudencia y el silencio adecuados, obedeciendo a su naturaleza. Al menos, algo había salido de provechoso de aquel encuentro. Un nombre y una dirección. Mas el absurdo se dibujaba una vez más en el aire. Un camino tenía una distancia que ninguna conversación acortaría por más que la humana recién llegada se obcecara en ello. Y así estuvo a punto de afirmarlo, mas se arrepintió con la consciencia de que carecía de sentido hacerlo, o se arriesgaría a nuevas palabras de escaso sentido en un intento por convencerlo de que la realidad no era como era sino como otros querían que fuera.
Se giró hacia la dirección de aquel lugar que habían llamado Kirsikka. El sol seguía avanzando y ellos estaban allí, parados.
-Un camino largo se hace corto cuando se avanza por él en la dirección adecuada -mencionó con voz suave-. Es hora de proseguir -dijo al tiempo que comenzaba a caminar.
Me acerqué al semielfo y le di una palmada en la espalda. En el fondo seguro que era un buen tipo. No se hace más corto, dije alegremente, pero al menos se hace. Y si la compañía es adecuada y no hay prisa, qué importa que sea largo.
Algo me decía que todo eso iba a acabar bien. Normalmente, los encuentros en las carreteras eran con caravanas de mercaderes, cada una con su propio montón de guardias malencaradas que miraban mal, sobre todo si papá iba conmigo. No se les podía culpar, pues aunque ese área era relativamente pacífica, no muy lejos, al sudoeste, tenían sus territorios varias tribus de humanoides hostiles con humanos y elfos. Además, papá tiene muchos defectos, pero aún es un tipo muy peligroso, si o desea, así que los guardias mostraban al menos buen ojo para juzgar a la gente.
Un poco más allá, la chica, Asha, se había puesto en cuclillas junto a Skoll. No me parecía la elección más sensata del mundo, pero las pelotas de la chica me parecían admirables.
Skoll mantenía un poco la distancia, que iba acortando a cada vuelta alrededor de la chica, pero aún no se dejaba tocar. Era muy reticente y desconfiado, aunque esa chica le indicaba que no la haría daño.
Al cabo de un rato la dio un toque con el hocico en la mano, a modo de saludo, y se la olfateó pegando las narices a la palma de la mano.
Asha se echó a reír cantarina llevando la otra mano bajo el hocico del animal hundiendo los dedos en el pelaje de su cuello.
-Cuando queráis-les dijo al resto para emprender de nuevo la marcha mientras seguía entretenida prodigándole caricias al lobo con cuidado de no acabar molestándole- así que vas con Qua...aa...-enarcó las cejas buscando en su cabecita el nombre del elfo- Quarion- no "cua cua"- menudo compañero tiene ¿no quieres venirte conmigo?-le propuso bromeando.
Una media sonrisa surgió de los labios del elfo cuando le propuso cambiar de "compañero" a Skoll- Bueno, puede ir contigo, aunque nosotros nos entendamos mejor -dijo con un tono algo alegre.
El druida miró el cielo y luego el camino- O nos ponemos de camino o buscamos un refugio, pero si seguimos mucho tiempo parados nos quedaremos sin ambas cosas cuando caiga la noche.
Y a los demás no sabía, pero a él no le gustaba pasar la noche en una zona agreste sin un refugio. Cosas de la experiencia.
Y de tal modo, proseguimos el camino, ya no dos, digo tres, sino cinco. Dos mujeres humanas, un hombre semielfo, otro elfo y un lobo. Después de tanto tiempo de soledad, estaba casi eufórica.
¿Qué hacéis en este camino, pregunté al darme cuenta de un detalle que me había pasado desapercibido, si ni siquiera sabéis cómo se llama el siguiente pueblo? ¿Os dirigís a algún otro lugar?
-El destino no lo marca un nombre -dijo Haizti, que no entendía que para dirigirse a algún lado hubiera que conocer su nombre. De ser así, jamás se descubrirían nuevas fronteras-. Y el mío, por de pronto, es ese pueblo que se vislumbra.
-Yo voy improvisando-explicó Asha, entretenida con Skol. Se inclinó hacia delante hasta apoyar la frente en el hocico del animal, adoraba la naturaleza y su dragón estaba que lanzaba fuego gélido de alegría con la presencia del lobo.
Al incorporarse se acercó a Hielo y apoyó una mano en su espalda pero no le dijo nada.
-¿Tenéis un destino concreto?-preguntó mirando a Berhanu y a Quarion- él lo tiene-indicó a Haizti- y yo solo me dejo llevar hasta que aprenda lo que se supone que debo aprender para concluir el peregrinaje.
Enarqué una ceja, o al menos eso intenté, porque el maldito gesto siempre me salía mal, y como en casa no teníamos un espejo desde que papá lo rompió por la frustración de cortarse al afeitarse, practicar mirando el reflejo en agua no es especialmente efectivo. Qué tipo tan raro ese semielfo. Por lo menos ella parecía maja.
Yo voy a Kirsikka, respondí, pero lo mismo me hubiera dado otro sitio. Simplemente necesito un lugar donde pasar el invierno sin morirme de hambre, y entre los dos que tenía más cerca, el azar, en forma de elfo, eligió por mí.
El semielfo comenzó a caminar una vez más tras la breve interrupción. No tenía sentido permanecer más tiempo allí, llenando el aire de ruido y ofreciendo sombra al suelo. Los recién llegados le resultaban totalmente indiferentes y no suscitaban en él curiosidad alguna. Su objetivo era aquel poblado humano y cuanto antes llegara a él, antes podría descansar.
-Yo voy de viaje, sin ningún destino concreto, así que no me importaba mucho tampoco el ir a ese pueblo -miré a ambos recién conocidos un momento.
Quarion escuchó las palabras de Asha- entonces estás en un viaje espiritual, como yo, y Skoll me acompaña porque le gusta viajar conmigo y ver sitios nuevos -dijo mientras el lobo le pasaba el hocico por todo el brazo, olisqueando a la chica como si fuera la primera vez que veía a una humana.
-Oh, que majo, como Baelnarth-dijo refiriéndose a su dragón interior, acariciando el hocico del lobo con el brazo que recorría con cierta insistencia. Sin reprimirse ni un poco, como si no le atemorizara la idea de que semejante criatura pudiera arrancarla la garganta de cuajo, abrazó al animal inclinándose de nuevo hundiendo las manos en el denso pelaje de Skoll.
-Skoll, cómete a Hielo... bueno, no, mejor no, que es un poco rancio-bromeó mientras miraba al animal sujetándole la testa. Se incorporó y silbó a Haizti, que había emprendido la marcha antes que ninguno.
-¡Echemos una carrera!-anunció alegremente. No esperaba que el druida o la muchachita se apuntaran y mucho menos tampoco lo esperaba del mestizo, pero ella echó a correr igualmente para adelantar camino.