Mustis había hecho uso del pequeño reloj, para ir a visitar el sector ajeno, al hacerlo se había transportado a aquel edificio administrativo, soso, y algo impersonal, en el cual había estado días atrás.
Salió de aquel lugar, para abrirse paso por las calles de la Isla Oeste de Nexus, el sector prohibido. Era una agrupación de islas, dependiendo de una isla principal central, donde estaba, con un Puerto ocupando la isla Norte, donde se guardaban otras naves. Al sur, el Mercado, uno más pequeño, al Este, donde estaba el resto de Nexus, había una serie de construcciones, entre los cuales ella sospechaba se encontraban las Casas de sus compañeros, y al Oeste un edificio encajado en la roca, unas bibliotecas altas, y rectangulares.
Esas eran las indicaciones generales, quizás había mas o menos, el Sector Oeste causaba que para ir de un sector a otro se debía caminar bastante, y eso limitaba las posibilidades de acceder a uno u otro lugar, puesto que era complicado acceder en ocasiones y en otras, el trafico de gente dificultaba el paso.
Caminando por las calles, el elfo Sombra pudo notar que si bien era igual de cosmopolita que el resto, pues podía ver elfos, faunos, ogros, humanos, félidos, enanos, incluso algún elfo sombra, y otras muchas razas, los aquí presentes eran mas destacados incluso. Muchos de ellos tenían el cabello pintado de otros color, similar al estilo de la capitana Nova, muchos tenían la chaqueta larga de los Capitanes y en una medida mucho mayor, algunos tenían brazos o piernas o partes prostéticas, se cruzo con un hombre con un ojo hecho de oro, que se movía por su cuenta, otra persona con una pierna extraña de un metal verdoso y un elfo con un brazo izquierdo de un metal brillante, como si fuera plata muy pulida. No le prestaron demasiada atención.
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Bueno, vamos a ver. ¿Centro, Oeste, Norte, Sur, Este? ¿Adonde se dirige Mustis?
La decisión ya estaba tomada y debía abstenerse a las consecuencias. Trató de despejar su mente mientras caminaba entre la multitud, algo que no le resultaba para nada cómodo. ¿Conocería a alguno de los elfos sombra que se había cruzado desde su primera vez en Nexus? Qué raro era verlos fuera su hogar, Onice.
Muchos de los que caminaban a su alrededor le recordaban al arrogante Capitán Iarbang, y deseó no encontrárselo por casualidad. Por esta razón decidió evitar el puerto, por lo menos por ahora.
Una mejor idea era visitar el mercado y averiguar qué tenían a la venta allí. Se echó la oscura capucha sobre la cabeza, dejando sus ojos apenas visibles, y se encaminó hacia el Sur.
Encaminándose hacia el Mercado, el Joven Elfo Sombra pudo caminar por el puente de los arcos de piedra entre dos superficies, ver gente charlando animadamente sobre alguna situación. Algunos lo observaban pasar, quizás, por lo llamativamente sombrías de su vestimenta y actitud. Incluso unos niños jugaban a un deporte de pelota en el que usaban tanto los pies como las manos.
Las calles estaban bien delineadas, y no necesito preguntar para llegar a la isla que era el Mercado Selecto que le habían prometido. un Barco Volador paso por encima suyo, sus elementales de Fuego rugiendo mientras se dirigía hacia la zona del puerto privado. El mercado de esta zona era considerablemente diferente a aquel que estaba al Este. Este era más pequeño, menos ruidoso y bullicioso que el otro, pero también más selecto y organizado. Eran dependencias fijas, edilicias, a diferencia de allá que eran en su mayoría tiendas, y podía verse que algunos incluso podían ingresarse a edificios de piedra. Era fácil organizarse, pues eran solo cuatro calles. Un par de horas de paseo en el lugar le dieron una buen pauta de que atenerse.
- “Calle de los Objetos Misceláneos”
- “Calle de las Armas & Armaduras”
- “Calle de la Alianza”
- “Avenida Arcana”
En la calle de los objetos misceláneos podía encontrar variadas cosas, desde botas, a alfombras, tapices, esferas, bolas de cristal, bridas, etc, la lista era infinita, lo mismo que algunos de sus precios.
En la calle de las armas y armaduras, existían toda clase de armas, la mayoría desconocidas a ella, completamente exóticas, cimitarras de dos manos, extraños sables, lanzas con cabeza de hacha, dagas arrojadizas como las de los elfos sombra, látigos, espadas que se desarmaban y se volvían a armar, como si fueran látigos, y armaduras que iban desde simples brazaletes, a petos con forma de cabeza de medusa, cascos con cimera y gorgueras, hasta armaduras de cotas de mallas de los enanos, o armaduras completas de caballero, como armaduras de cuero de dragón. Los precios iban de lo razonable en algunos objetos a astronómicos en la mayoría de ellos.
Avenida Arcana fue lo que menos le intereso a Mustis, debido a que en su mayoría eran libros, tremendamente caros, pergaminos de gran poder y precio, y materiales para ejecutar conjuros, lo cual no entraba en su área de conocimiento.
Y Avenida de la Alianza era quizás lo que esperaba que lo sorprendiese. Eran en su mayoría objetos extraños, y para verlos había que ingresar en alguna clase de lugar similar a un museo, protegido todo con vitrinas de vidrio. Allí había pistolones, mosquetes, brazos de metal, ojos de metal, compases diversos, y de distinto valor, y una munición y recargas que había visto con la Capitana Nova. Eter. Al parecer ahí proveían de Eter a los miembros capacitados para usarlo, tal como Compases, Brazos protésicos, armaduras o armamento.
Alli la gente no pregonaba sus dependencias, la gente parecía saber bien que iba a buscar y conversaba amablemente con los dependientes, arreglando la compra de uno u otro. Noto que no había acaloradas discusiones acerca del valor de algo, simplemente consultaban y o compraban o no lo hacían. Muchos de los hombres aquí presentes usaban la chaqueta de Capitan, o eran Eruditos de la Alianza en busca de algo, o Agentes, pero estos estaban finamente vestidos y pertrechados.
Mientras paseaba por esa especie de museo, observando los objetos en exhibición, pensó cómo iba a explicarle a sus compañeros el hecho de que él portara uno de esos curiosos artefactos de un día para el otro. No tenía idea de qué debería comprar. Decidió examinar nuevamente todo lo que había en aquel lugar y hacerse una idea más clara de las opciones que tenía. Disimuladamente, escuchó las conversaciones de los dependientes con los miembros de la Alianza que iban a hacer sus compras y consultas, con la intención de averiguar precios y ahorrarse preguntas.
Luego iría a preguntarle a alguno de los vendedores quiénes estaban capacitados para usar Eter, excusándose de ser un miembro nuevo y con un poco de curiosidad acerca de cómo funcionaban las cosas en Nexus. Aquello sería probablemente una de las pocas verdades que diría ese día.
En principio, el Elfo Sombra se dio cuenta de que lo misceláneo y común, se adquiría en el otro mercado, el Gran Mercado, donde debía revolver y buscar entre gente que no siempre tenia los mismos lugares en sus tiendas o puestos, y eran reemplazados por otros.
Aquí se venía por cosas especificas y al parecer para realizar encargos, si bien era cierto que tenían cierto material en exhibición, la mayoría de los productos eran personalizados o mandados a hacer.
Las preguntas sobre la naturaleza del Eter cayeron en las dos personas a las que pregunto, con algún que otro aire de desconfianza. Al parecer no había dentro de ese sector “miembros nuevos” por lo que debía limitar sus preguntas a lo esencial, si no quería levantar sospechas. Estaba en eso, cuando observo
- Que me aspen! Si es un hermano de Onice. Espero que no vengas a matarme, he pedido una botella de 100 años de antigüedad y no quiero morir antes de tomarla. -
El extraño hablaba en lenguaje común, pero con un marcado acento de Onice. Era un elfo Sombra, solo que más alto, y más viejo que él, aunque no se podría considerar que era maduro. Vestía con ropas de colores claros, extraño en un elfo sombra y una camisa abierta de seda violeta.
- Si, lo se. Hablo demasiado para un elfo Sombra. No me importa. ¿Me llamo Zakran y tu? -
Inmediatamente dejó de pensar en qué debería comprar, dirigiendo su atención al elfo sombra que acababa de presentarse. Aunque sus más cercanas experiencias con los de su raza no habían sido para nada satisfactorias, la familiaridad del acento con el que hablaba Zakran lo reconfortó. Caminó hacia él con lentitud y lo saludó con una leve inclinación de cabeza, como acostumbraba hacer. Cordialmente, le dijo:
-Estoy acostumbrado a tratar con gente que habla demasiado, así que supongo que eso no será un problema. ¿Por qué piensas que he venido a matarte?
- Eso carece de importancia. - dijo con una sonrisa. - Pareces un poco perdido, pero los perdidos no llegan aqui por casualidad. No. No te molestes en explicarme. ¿Quieres beber algo? Hay una taberna con buenas bebidas por aqui.-
Sin mirar atras se fue hasta una taberna moderna, que estaba a unos pasos de alli. Se sento en una mesa al exterior y pidio un trago de algo oscuro y caliente. El mesero escucho su pedido y fue a buscarlo.
- Bien. Porque estas aqui. No tu historia. ¿Que andas buscando.? -
Empezaba a creer que Zakran estaba más interesado en escuchar el sonido de su propia voz que en tener una conversación, o quizás era impaciente... o muy enérgico. Por lo menos no tendría que preocuparse por decir demasiado, algo que no le molestaba en absoluto.
-Vine a dar un paseo. Conocer un poco el lugar, probablemente hacer alguna compra. Me interesan las pistolas de eter. Justamente estaba preguntando acerca de ellas cuando me hablaste.
Mustis se sentó, pero no pidió nada. No porque no estuviera de humor para beber, sino porque hacía tanto tiempo que no compartía la misma mesa con uno de los suyos, que no pudo pensar en otra cosa que en su ciudad natal. ¿Cómo estaría su familia? ¿Seguirían con vida todos sus hermanos? ¿Y sus padres? ¿Qué pensarían de él después de lo ocurrido? ¿Quiénes serían los encargados de cazar y hacer las guardias ahora? ¿Habrían enviado a alguno de sus viejos compañeros a servir en Claroscuro? Con esas y más incertidumbres cruzándose por su mente, esperó a que el mesero dejara el trago que el otro elfo sombra había pedido. Cuando se alejó lo suficiente, hizo una sola pregunta:
-¿Cómo están las cosas en Onice?
El Elfo Sombra comenta que hace años que no pasa por ahi, pero que no llego ninguna noticia particular luego de la derrota del Nigromante ocurrida hace cuestión de cinco años.
El hombre conversa de temas intrascendentes.
¿Queres aprovechar para comentarle algo?
El resto del dia lo vas a gastar eligiendo esa pocion potente.