Partida Rol por web

Logré evitar la embestida del orco con una maniobra defensiva de manera que vi el costado del orco a mi alcance.

Era mi oportunidad de intentar de nuevo un ataque.

La pelea empezá a tomar fervor, espadas y flechas tomaban vuelo y cuerpo. El enemigo se había precipitado contra el grupo y con ello la poca comodidad para blandir el arco.
Con una zancada hacia atrás, se desplazó para tomar distancia y poder volver a disparar. Pero la geografía parecía jugarle encontra y tras tensar débilmente el arco, la flecha se perdía por el bosque tras el disparo.

Normalmente, el druida evitaba cualquier encuentro con animales usando su capacidad para calmarlos pero éste se trataba de un lobo amaestrado. Sin embargo, algo le hizo creer que no era necesario llevar esta batalla hasta el final.

El orco era delgado, vestía con harapos y su arma era poco más que un machete en comparación con las temibles hachas de su pueblo. Se trataba de un paria o un rebelde. Tal vez sólo un orco venido del extranjero que sufría las consecuencias de las acciones de sus congénes.

- No tenemos porqué seguir luchando. Ríndete y os dejaremos marchar. - trató de convencer al orco.

No obstante, no podía permitirse detener su ataque hasta que el orco decidiera hacer lo propio. Dio un paso lateral buscando la espalda del lobo y atacó de nuevo con un tajo descendente de su cimitarra pero el objetivo era demasiado rápido y se defendía con fiereza. 

Esperó que las palabras del druida fueran un truco para distraer al enemigo, pues él no pensaba que este enemigo mereciera vivir. 

Intentó colocarse en una posición adecuada para el ataque; pero erró de nuevo. Una pequeña rabia debido a los continuos errores en el ataque empezaba a florecer en el bárbaro semiorco, que intentaba contenerla para un enemigo más digno.