Partida Rol por web

Voy junto a Kei la mercado a comprar las cosas. Por fortuna (eso espero) ya no tengo que ir a la herrería a hacerle mantenimiento a mi escudete.

Rayos, todo está siempre animado, así da gusto salir. Al igual que Kei saludo a Imnam y a Nora, y le doy una colleja a Kei.

—¡OYE! ¡Ni se te ocurra usarnos como armas, hacedlo con los puños malditos cafres!

 * CLANK *

— Soji tio, que llevo ARMADURA y CUBRE-CUELLOS ¡Deja de intentar darme collejas, hombre, que te vas a hacer daño en la mano! — protesto — además, la idea es usar a Venise y a Jud, que Nora ya los ha usado antes ¡Y yo quiero probar un arma élfica, de origen 100% elfo! —  bromeo

—Vale, vale, tú quédate jugando con Nora, que ya me ocuparé yo de la compra— digo moviendo la mano.

Dicho esto reviso la lista y voy a comprar las cosas.

Kei te había dejado algunas cosas de las que consiguieron en la cueva, las botellas de vino están junto a un frasquito de líquido rosa oscuro, que cuando destapas para oler notas que no es perfume, tiene más bien un olor como a vinagre o aceto balsámico. Los libros quedaron amontonados también allí, mientras que los ingredientes alquímicos los dejó sobre un estante.

Arreglar la rodela de Sojiro no es nada complicado, sólo basta con recordar cómo era cuando estaba en perfecto estado y usar algo de acero que encuentras cerca de la fragua que hay en el rincón. La transmutación tiene éxito absoluto, incluso hasta puedes dejarle algún diseño decorativo, como por ejemplo una caricatura de tu cara guiñando un ojo o hacerle orejitas de gato.

Entre los ingredientes reconoces cosas que has leído, como por ejemplo cenizas de elemental de fuego, escamas de wyvern y esquirlas de espíritu de hielo. Con esas cosas puedes hacer que el portador del escudo sea resistente a variados elementos nocivos, pero imbuirlos te llevará unas buenas horas, sin contar los fracasos que podrías tener hasta conseguirlo, pero al menos tienes suficiente material como para intentarlo las veces que sean necesarias.

El pergamino se desenrolla nada más recogerlo, puesto que no estaba sellado ni nada. Allí se les presenta una impresionante ilustración en tinta de tremenda calidad, una hermosa elfa de cabello blanco larguísimo, llevando un vestido de lo más sensual y haciendo una pose provocativa.

En la parte inferior hay una firma hecha con pluma que dice "Selina", con abundantes florituras y el punto de la I es una estrellita, el nombre está rematado por una luna creciente que le agrega un bonito toque decorativo. Si fuera del mundo de donde vienen, esto no es nada menos que un retrato autografiado.

—¿A ti se te ha zafado un tornillo?
La voz de Nora acercándose a ustedes los sobresalta e inmediatamente Kei se guarda el tesoro que acaban de encontrar.
—Si quieres un duelo no tengo problema, pero ¿cómo vamos a golpearnos con gente? Necesitamos algo más duro, los elfos son blanditos y Jud da grima.

Sojiro, mientras tanto, procede a hacer las compras necesarias, preparándose para el viaje que se viene. Es un poco más complicado que ir al súper, aquí los productos no son para nada los mismos y hay que regatear, cosa que se le hace imposible.
—Creo que te debo una, déjame ayudarte con esas compras.
Viendo que tiene problemas para conseguir la loción para la piel, Isaac se le había aproximado a Sojiro para ayudarlo a que Gema se la dejara a un precio más accesible. Luego le enseña lo básico para pelear por rebajas con las doñas.
—Hago esto todos los días, si no no como, así que no me cuesta nada, no necesitas agradecérmelo.

Lo cierto es que del mundo donde venimos, este tipo de poses son más "Lindas" que otra cosa. Y este tipo de tipografia para firmar parecen propias de una adolescente.
¿En serio Selina se veía así cuando era más joven que nosotros? Caray con la realeza elfa

— En serio, un combate entre los más fuertes, eso tiene que ser lo más grande ¡Pero coñe, vamos a hacer una ronda de apuestas aqui, en el mercado, y así le ganamos algo de dinero! — le sugiero. En verdad quiero reunir un chorro de pasta gansa, para que todo el gremio se pueda venir con nosotros.
Que demonios, si ellos se vienen con nosotros, ya no nos olvidaría nadie. Y por lo que veo, Nora está más que dispuesta a repartir mamporros, y a venirse en la playa.

Casi me sale un hilillo de sangre por la nariz al ver el retrato del pergamino. ¡Esto es prácticamente porno del bueno! La voz de Nora hace que pegue un respingo y me excuso.

—¡Con permiso, tengo que hacer las compras!— digo con nerviosismo antes de irme de forma apresurada y algo sonrojado.

Esto de comprar es difícil, y para colmo hay que saber regatear. ¡Coño, que casi están subiéndome el precio! Menos mal que Isaac ha venido para echarme un cable y enseñarme los entresijos del arte de la negociación. Atiendo a la lección pues nos va a ser de utilidad. Además, es Isaac quien me está dando las lecciones.

—Da igual que me lo digas, que te lo agradeceré igualmente— digo eso con una amplia sonrisa —Lo vuelvo a decir, del sitio de donde venimos serías tremendamente popular. Sobre todo entre las chicas.

—Pero este hombre...— miré todo lo que me había dejado Kei, ¿para qué quería todo esto? ¿Podría acaso hacer algo con ello? Suspiré y metí todo en la sala, aunque para ello me hicieron falta dos o tres viajes.

—Bien— me remangué —, empecemos—. Puse primero el escudo en el centro del dibujo y, con algo de acero que encontré en la fragua, me centré en cerrarle las grietas y dejarlo como antes... o casi. El escudo ahora tenía unas graciosas orejas de gato, ¡una gran firma de una gran artista-maga!

Ahora faltaba ver si podía hacer algo con los ingredientes que tenía y si no caía rendida en el intento.

Lo primero que intentaría sería imbuir mi propio báculo, ¡estaría feo hacer pruebas con cosas que no eran mías! Así no me echarían luego cosas en cara si la liaba...

Cenizas de elemental de fuego: mi báculo.

Cenizas de elemental, escamas de wyvern y esquirlas de espíritu de hielo: el escudo de Sojiro. ¿Quizás el bote rosa? Olía como a vinagre, un buen aderezo... Eso podría hacer que Sojiro fuera un objetivo tentador y a mí me dejaran en paz. Uh, sí, sí, buen plan. Además, ¡no sería para tanto! Eso sí, no usaría todo el bote, no quería pasarme (ni que volvieran a reñirme si lo echaba a perder).

También podía ser una buena idea utilizar las escamas de wyvern con mi ropa usual... Y, teniendo en cuenta que no aparecería nadie por allí, me quedé en ropa interior para llevar la idea a cabo.

Isaac pone los ojos en blanco, como cada vez que Sojiro le comenta eso.
—Sí, como digas.
Mientras están con un verdulero él aprovecha y se lleva unas manzanas de muy buen aspecto.

—¿Seguro que conseguirás así tanto dinero? A mí me suena a delirio, pero bueno.

El escudo de Sojiro emite un leve tintineo y lo notas cálido al tacto, rodeado de luces multicolores que le hacen espirales hasta converger en su centro, se estremece brevemente y, una vez finalizado el encantamiento, vuelve a quedar inerte. Lo mismo ocure con tu bastón, cuando lo pruebas, aparece una llama de color azul en la punta, la tocas y no te quema, pero sí que prende fuego un trozo de papel cuando lo acercas a ella.

—Mierda, que me duele la cabeza...
Luego de un rato efectuando el ritual de encantamiento en tu vestido, oyes la distintiva voz de Jud bajando por las escaleras.
—Qué diablos con esa chica gato. ¿Seguro que no es uan chica gorila? Ah...
Lo ves aparecer, agarrándose la cabeza con una mano y frotándose la espalda, te ve y se queda paralizado, para después retroceder despacito sobre sus pasos andando marcha atrás y en absoluto silencio.

Sonreí satisfecha. Mi frente estaba perlada en sudor por el esfuerzo que me suponía mental y físicamente, ¡estaba agotada! Pero la felicidad de ver cómo todo iba saliendo me animaba a seguir probando más cosas.

¿Qué sería lo siguiente? Me llevé la mano al mentón mientras observaba y barajaba opciones, haciendo girar el bastón en mis manos.

La distintiva voz de Jud me sobresaltó, pero no podría entrar en la sala... ¿verdad? Me quedé con el bastón apuntando a la entrada por si acaso. Momentos después, apareció la cara de ese idiota gallina y pilluelo con madera para luchar.

—¿Se puede saber qué hacer tú aquí?— no bajé el bastón, pero sí entrecerré los ojos para parecer más amenazante. ¡No pensaba dejar que me robara el mérito de lo conseguido!

Me giro hacia Nora extrañado.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? Yo ahora estoy preparando las cosas para el viaje a la costa. No se puede ganar dinero si no descansa debidamente el cuerpo, y nosotros desde que llegamos no hemos parado.

Entonces recuerdo las otras cosas que tienen mis compañeros, y más vale que se hayan ocupado de tasarlos. Especialmente el vino, pues podría ser de los caros (y espero que a Kei no se le ocurra regalarlo, que entonces lo mato).

— Estooo... los vinos se los dejé a Kokoro. A ver si puedes... en fin... — digo al caer en cuenta del pifiote y preocupandome de haberle dejado el alcohol a una menor de edad.

—Bajé a buscar algo para el dolor de cabeza, vi la puerta secreta de la estantería abierta y me dio curiosidad —responde con displicencia—. Ahora me toca a mí preguntar, ¿por qué estás en paños menores?
Hace una pausa mientras observa tu cuerpecito, luego añade, prestándote ya menos atención y revisando los remedios para encontrar el que venía a buscar:
—A veces hay cosas que la magia no puede solucionar, pero paciencia, ¿tenías trece, no? Aún eres joven, ya crecerás.

Por animar el cotarro, busco una piedra grande, MUY MUY GRANDE, y trato de tirarla lejos.
(Hum... parece que pone "Cantera Obelix, Galia" No se por que pero me suena el nombre)

Y veo que la roca vuela unos pocos de metros

— Venga ¡A ver si tu lo superas! ¡Y tu también Soji! ¡Vamos a intentarlo! — exclamo en la plaza pública ¿Quien no se anima a probar un poco la fuerza?

Cuando veo que Kei está mirando una piedra enorme y la agarra ya sé lo que trama. ¿En serio piensa tirar ese pedrolo dentro del pueblo? No en mi guardia.

Tomo carrerilla y le hago una entrada al más puro estilo futbolista con intención de golpearle la pierna de apoyo y hacerle caer antes de que lance el pedrolo.

—¡Deja de causar problemas, maldita sea!— le grito mientras le hago la entrada.

Tras el barrido de Sojiro, Kei se tambalea y la roca cae pesadamente al suelo, provocando el giro de varias cabezas hacia donde están ustedes, un montón de cejas levantadas y ojos muy abiertos.
—Eeh, ¿podrían hacer eso en otra parte? Están asustando a los clientes.
El señor de la lotería se les acerca a pedirles con toda la amabilidad que consigue reunir, pero lo ven nervioso y asustado. Algunos detrás de él asienten rápidamente.

Nora se alejó completamente desinteresada, ahora está entretenida escudriñando y probándose unos bonitos sombreros mientras que la dependienta de ese puesto la elogia y le pide que decida comprarse alguno.

Rápidamente me inclino para disculparme y agarro de la nuca a Kei (con fuerza) para que haga lo mismo.

—¡Lo sentimos mucho! ¡Lo sentimos mucho!— me disculpo bastante apurado antes de mirar de reojo a mi colega y murmurarle entre dientes —¿Pero se puede saber qué haces? ¡Deja de armar lío, tronco!

Kei empieza a estresarme mucho, y se me nota en la cara. Hasta empiezo a plantearme dejarlo en tierra e invitar a otro en su lugar para asegurarnos relax, porque conociéndole es capaz de traerse a la orilla un kraken o algo peor.

Primero miré a Jud sin mucha convicción, como si ocultara la verdadera intención por la que había bajado... Aunque, pensándolo mejor, me daba igual.

Se me había olvidado por completo que me encontraba en ropa interior. Aun con el bastón apuntando hacia Jud recogí la ropa con rapidez y me tapé por encima como buenamente pude. —¿Q-....?— estaba demasiado ocupada tratando de ocultar mi cuerpo como para entender a lo que quería llegar con el tema de la magia.

—¡INSENSIBLE! ¡PERVERTIDO! ¡IDIOOOOTAAAA!— comencé a gritar todo esto seguido mientras mi cara se volvía de color rojo y comenzaba a lanzar golpes al aire con el bastón.

¡¡13 AÑOS!! ¡¡SE ATREVÍA A DECIR QUE MI CUERPO ERA EL DE UNA CRÍA PRE-ADOLESCENTE!! _{La lástima era que realmente esa etapa ya la había pasado y ya no había mucha esperanza....}

Algo decepcionado por la falta de interés de todos, me quedo cabizbajo

— Jo... yo sólo queria divertirme —  Eso, y hacer gala de mis músculitos de acero — Entonces ¿Que se te ocurre que podemos hacer?

— Y de paso ¿Que eran esas hierbas que le diste a ese chico rubio de ojos azules que cojeaba? Parecía... raro, la verdad.