Partida Rol por web

- Mi nombre no es de tu inconvencia, pero te lo diré y no lo olvides nunca: Thorfinn Kodran- escupió esas dos últimas palabras para darle un énfasis especial - No olvides nunca este nombre, traidor. 

- Vuelve a amenazarme y la última vez que se pronuncie será cuando se lo haga saber al que deba dejar constancia en tu tumba... - arrogante - eso, si no te echo a los lobos...

Ante vosotros se levantaba majestuoso el campamento lunar

Mi juventud me ha impulsado a callarme hasta ahora, puesto que esperaba que alguno de los más experimentados y maduros hombres de la tribu tomara cartas en el asunto. Sin embargo, veo que Thorfinn sigue provocando a Khalep a pesar de que ayer mismo perdió en buen duelo contra él y de que estamos poniendo nuestras vidas y las de los nuestros en sus manos. Otro día me hubiera podido contener pero hoy mi mal humor me traiciona.

Thorfinn, cálmate de una vez. Como no quiero herir su orgullo intento decirlo en voz baja, colocándome a su lado al caminar. En la aldea siempre se comentó que eras un cazador astuto. Este es el momento de demostrarlo. De lo contrario vas a conseguir que nos maten a todos.

Luego levanto la mirada hacia el campamento. Sabía que era grande pero ahora que lo tengo tan cerca me doy verdadera cuenta de lo enorme que es. Aquí y allá veo símbolos que supongo que querrán decir algo para los imperiales, pero que para mí son extraños y sólo pueden ser símbolo de la invasión y agresión de los lunares. Tuerzo el gesto y vuelvo a beber un trago de agua.

En fin, si vamos a hacerlo hagámoslo ya. Cuanto antes entremos ahí antes podremos salir.

El explorador no podía dar crédito a las palabras del traidor. Aquel desgraciado se atrevía a amenazarle.  Garnath, le conocía bien. Le tomó por un brazo y lo invitó a reflexionar. Thorfinn estaba perdiendo la compostura con toda aquella situación. Reconoció  que aquel muchacho tenía razón. Estaba poniendo en peligro al resto del grupo, delante de ellos se extendía el campamento lunar y no era lugar para resolver rencillas. A regañadientes se colocó junto a él y caminó con la cabeza agachada y las mejillas encendidas. 

Accedisteis al campamento, presenciasteis conversaciones en idiomas desconocidos para vosotros... y cayó la noche.