Partida Rol por web

El rostro del que parecía el jefe se relajó parcialmente al ver como finalmente bajaba el arco aunque su ceño se frunció nuevamente ante la pregunta de quienes eran. Tras un momento dio un suspiro.

—No esta bonito preguntar su nombre a alguien sin antes presentarse “Miauri”.—Agito la cabeza negativamente.— Melody, Ganon y miauvidorDumpty.—Dijo mientras señalaba primero a sus compañeros y posteriormente a sí mismo haciendo una pequeña reverencia doblando su torso.

—Y miau, dudo que eso sea vuestro. No cuando lleva la miaurca del jefe. —Dijo mientras se estiraba y ponía una de sus manos en la cabeza revolviendo su pelo como si no le gustara aquella situación. —Miuira, el propietario de este sitio es bastante estricto con sus cosas y si algo desaparece pensara que hemos sido los que miausamos la zona de paso.

El joven se llevó la mano al mentón de forma reflexiva.

—Vamos, el miultimo que se sepa le robó, ya no está vivo.Y no quiero ser yo quien le diga que vi como dos jovencitas se llevaban miaulgo y no hice nada.—Dijo mientras se cruzaba de hombros.— Dirá que somos miaumplices y nada bueno ocurrirá.

Tras unos momentos mirándoos finalmente volvió a hablar.

—No es que tengamos miauchas opciones, si dejáis eso aquí todos quedaremos contentos, a miausotros no nos darán una paliza y vosotras podréis iros sin problemas.—Explica tranquilo.— Nada habrá pasado.

—Si no lo dejáis tendremos que pelear… cosa que si soy sincero, no quiero.—Dice encogiéndose de hombros.— Miau, eso sería una paliza unilateral.

—Miausquenada porque si os marcháis tal cual y el jefe se entera nuestro cuello está en peligro.—Agito la cabeza negativamente.— Así que miau, tenéis que elegir una de esas dos.

—Prefiero no llegar a ello, pero si elegís la opción de pelear… para hacerlo miau fácil Mel y Ganon se quedaran atrás.

Ante aquella última frase, la joven que le acompañaba abrió la boca para protestar a su compañero pero este movió una mano haciéndola callar antes de lanzarle una mirada.

Cuando el joven menciona “la marca del jefe” te vuelves a fijar en aquella cajita que habíais encontrado. En la madera exterior, xerografiada en su lateral hay una “D” mayúscula con un circulo a su alrededor, como si fuera un tipo de sello o identificativo.

Aparte de esto pudiste darte cuenta que cuando el joven líder había hecho una reverencia en su presentación había deslizado su mano a una pequeña carterita que tenía al lateral de su cintura aprovechando para coger algo.

Dejando de lado que debía de ser de pequeño tamaño, desconocías que era lo que había cogido, pues el joven no había vuelto a abrir su mano desde ese movimiento.

Sus compañeros, al contrario, no parecían haber hecho ningún movimiento sospechoso, parecían estar esperando a lo que dijera el joven felino.

Si bien la persona que hablaba parecía bastante tranquila, sus dos compañeros estaban visiblemente nerviosos, más que nerviosos, temerosos. Al igual que las de su líder, sus ropas estaban rasgadas y remendadas varias veces, no parecía gente que tuviera mucho poder adquisitivo y tampoco parecían portar armas. A decir verdad, quizá ni si quiera tenían dinero para comprarlas.

Por la situación, estabas casi segura que ese chico que hablaba era el primero que quería evitar pelea y estaba en un verdadero dilema. A decir verdad, por sus palabras y el nerviosismo de sus compañeros, podías deducir que posiblemente cuando había hablado de una “paliza unilateral” era un gran farol… eso o escondía algún tipo de habilidad que no parecía mostrar de forma simple.

Por otro lado, el miedo que denotaba cuando hablaba del “jefe” del lugar, era palpable. Sabias perfectamente que las dos opciones que había planteado eran las únicas que le parecían verdaderamente factibles. Marchar de allí con la caja y sin pelear seria extremadamente difícil.

—Al distrito del entretenimiento se ha dicho entonces—Asiente el rubio mientras empieza a andar. —Y casi que lo agradezco, como mi querida compañera me encontrara en el barrio rojo creo que me quedaría sin oreja. —Mencionó mientras llevaba su mano al oído del que hacia un rato su compañera lo estaba arrastrando.

—Quizá lo primero que tenéis que saber de este lugar es que no está “estrictamente” bajo la mano del gremio. La mayoría de empresas que ha abierto sede aquí con objeto de entretener a los dioses y aventureros de la ciudad vienen del extranjero. —Explica el hombre mientras empezáis a avanzar.

En cierto momento las calles empiezan a ser más anchas y los edificios más grandes. Pueden verse varios casinos así como algunos teatros y otro tipo de edificios dedicados al entretenimiento de la gente. Casi en cada esquina podíais ver un guardia apostado vigilando.

—Y es por eso que quizá este sitio sea el lugar con más seguridad de la ciudad.—Dice el joven mientras inclina levemente su sombrero ante uno de los guardias el cual hace un pequeña reverencia como respuesta a su saludo.

Fuera quien fuera ese tipo parecía ser conocido o importante.

—Si ocurre algo aquí y no se maneja de forma correcta puede tener como desencadenante un conflicto político con algún país extranjero.—Dice el joven sonriendo mientras os guía.— Así que si alguien os persigue o tiene problema con vosotros, es el mejor lugar para ocultarse, la mitad de la familia Ganesha se le echara encima si intenta algo aquí.

Mientras va hablando llegáis a una pequeña plaza donde hay un pequeño puesto con la palabra “Loteria” escrita encima.

—Hablando de papeletas…—Dice el hombre antes de mirar al enano y dirigirse al pequeño puesto. Tras hablar unos momentos con la persona que parecía atender vuelve a vosotros.

—Veamos qué tan buena es la suerte de los nuevos aventureros. —Dice mientras os tiende dos boletos. —Tenéis que rascar cada uno de los sellos, si sale el mismo dibujo es que tiene premio. A estos invito yo. —Dice mientras os los tiende.

A medida que lo escucho, mi expresión se va relajando, hasta convertirse en una de pena, ya no de enojo. No por lo que va diciendo, sino por lo que observo. Luego de que explica todo aquello, me quedo mirándolo, sin saber exactamente qué decir. Bajo brevemente la mirada y luego me fijo en sus ojos, levantando un poco las manos, para que vea que las tengo vacías.
Doy unos pasitos hacia adelante, sin bajar los brazos, me acerco otro poco más, intentando llegar despacio y tranquila hasta Dumpty y entonces abrazarlo cariñosamente.
—Tranquilo, aquí nadie va a pelear —le digo, sin soltarlo.
Cuento unos segundos hasta que me separo, dejando mis manos sobre sus hombros.
—Tu jefe los trata mal, ¿verdad? —pregunto con preocupación—. Si así evitamos que les vuelvan a pegar, entonces les daremos la caja. No pasa nada, es sólo un trasto.
No llegué a examinarla bien para ver esa marca que dice, así conocerla y ser más precavida la próxima vez. Lo hago ahora, cuando la quito del sirviente invisible, antes de pasársela, trato de ver qué tiene pintado o marcado.
—Ten.
Se la entrego con una sonrisa gentil.
—Y sí, tienes razón, hemos sido muy groseras al no presentarnos. Mi nombre es Vivienne, puedes decirme Vivi si quieres.
Miro por encima del hombro a Mari, esperando que ella se presente también.

Luego voy hasta mi cinturón para sacar la bolsita con monedas y retiro cien Valis. Tomo la otra mano del hombre bestia con delicadeza y los deposito allí, cerrándola y acercándola a su pecho.
—Y eso es para que puedan conseguirse algo bien lindo para vestirse, ¿sí? Con lo que sobre quizás puedan permitirse una merienda en La Anfitriona De La Fertilidad, es un lugar muy bonito para comer con amigos.

Frunció el ceño ante aquellas palabras, más que nada porque significó que alguien de la casa había robado aquello y lo mantuvo escondido, siendo otro secreto más que existía entre esas paredes. Pero lo que más le molestó no fue el discurso del chico-gato, ni sus explicaciones porque sean una verdad o una mentira, la caja tenía una marca y le daba veracidad a lo dicho. El problema fue Viv como de costumbre. 

Ya había captado que el líder de ese grupito tenía algo en la mano, pero su compañero poco le importó porque fue a darle un abrazo a una persona que no conocía. ¿En qué mundo vive esta mujer? No la entendía, y sintió que le complicó el asunto más, pero no dijo nada porque estaba decepcionada. De todos modos ante la palabrería de la maga, alzó una ceja y se presentó desde la distancia, incluso pensó que podía ofender el orgullo de ese grupo dándole una moneda como si fueran niños pequeños. Faltó que le diga: Ve por tus caramelos. 

—Soy Marianne y me retiro, un gusto conocerlos. 

Sin más emprendió el camino opuesto a todo esto, estaba cabreada con su compañera. 

Sorprendido totalmente por el cambio de rumbo que había tenido la conversación el líder felino vio como la maga decidía acercarse para plasmarle un abrazo. El rostro del joven parecía sorprendido aunque no por ello agradecido Poco fue el tiempo que tardo en zafarse dando un par de pasos atrás.

—Pero… ¿Qué demonios? ¿No sabes lo que es el espacio person…?—Su frase fue interrumpida cuando la cajita le fue ofrecida no tardando mucho tiempo en alargar el brazo y tomarla.

—¿Ustedes están locas lo saben?—Pronuncio mientras de un rápido movimiento con una sola mano abría la caja y comprobaba el contenido antes de cerrarla.

Cuando termino de hacerlo y vio a Vivianne tendiendo el dinero y pronunciando sus últimas palabras pudisteis ver como la mano que sostenía la caja se tensaba, sujetándola con bastante más fuerza de la requerida. Su rostro había pasado de la sorpresa e incredulidad a enfado. Podía observarse incluso como una pequeña vena hinchada en su sien. Era evidente que aquel último ofrecimiento había sido tomado por el joven felino como un insulto.

—Tú, acaso t…— Tan pronto como había empezado la frase la joven que hacía unos momentos había intentado interrumpirlo tiro de su brazo reclamando su atención y negando con la cabeza.

Quizá aquello hizo que el felino recuperara su cordura pues cuando volvió a hablar parecía ligeramente más calmado.

—Ni queremos tu dinero ni tenemos jefe—Cortó tajante.—Dije el jefe de este lugar, no nuestro jefe. Y si no tenéis su permiso para estar aquí os recomiendo salir antes de que os encuentre alguien que si lo tenga por jefe.

—Por esto odio a los aventureros, se creen por encima de todo.—Murmuro por lo bajo mientras empezaba a andar hacia otro de los múltiples pasillos que tenía la sala.

Justo antes de tomar uno de ellos levanto la caja que le habíais entregado mientras empezaba a desaparecer junto con sus compañeros.

—Y la próxima vez que vayáis robar al menos ocultarlo.

Muchas gracias. Aun que quizás debería haber mencionado antes que los enanos, aun siendo algunas tribus famosas por nuestra suerte, no solemos ser buenos jugadores... Digo mientras comienzo a rascar los  sellos con la uña del pulgar.

Al ver los tres resultados dispares rio y comento: ¿Ves? Creo que nuestra fama está más enfocada a otorgarla que a poseerla. Tras una breve pausa añado sin pensar Como los jorobados, los trébol de cuatro hojas o las patas de conejo. Para luego quedarme pensando avergonzado un momento que quizás a acabo de comparar a las personas con joroba y a toda la raza enana con objetos del folclore popular que se usan como amuletos.

Acto seguido miro a Lance con la intención de decir "¿Te he dado suerte?" pero me quedo enmudecido y algo sonrojado por mi bocaza y solo espero que la conversación se amenice en otra dirección.

Luego de que se marchan, me quedo allí sin saber qué hacer, mirándolos irse.
—Lo siento —murmuro con un hilito de voz—. Yo sólo... em...
No sé ni qué decir. Me agacho a recoger la moneda y entonces me doy cuenta de que Mari ya se estaba alejando. Echo a correr de vuelta por el túnel de regreso a casa, pero antes de alcanzarla, dudo por un momento. Me detengo a unos metros de distancia y continúo caminando, manteniendo también el silencio, con la cabeza gacha.

No digo nada en todo el trayecto. Incluso al llegar y ver que la salida está a una altura considerable, me quedo callada y espero a que Marianne suba primero. Sonrío cuando me mira, pero se nota clarísimo que estoy casi a punto de llorar.

Sucedió lo que se esperaba, sí era demasiado evidente pero Viv a veces se comportaba como una chiquilla. Esto la dejó un tanto decepcionada a Marianne y prefirió irse con su lobo a estar un rato a solas. Con Aranis se lo estaba pasando muy bien, descubriendo como era él, pero fue aparecer ella y que todo cambie radicalmente. Había cierto reproche en la mirada, estaba segura de que no tenía mala intención, pero a la peliverde le costaba entender. 

Por ello subió y si necesitaba ayuda su compañera se la ofrecería, pero sin intercambiar palabras. 

—Gracias —murmuro sin decir nada más, no sólo para respetar el silencio, sino también porque con el nudo en la garganta que tengo, es probable que me ponga a llorar si digo alguna otra palabra.

Luego de subir, me sacudo el polvo de la ropa y me quedo mirando alrededor, viendo si Aranis o alguien más pasó por aquí mientras no estábamos y si el farol sigue en el mismo sitio.
—Ah, em...
Intento llamar la atención de Marianne, pero tratando de no molestarla hablando. Señalo su arco, que todavía sigue iluminado y agacho la cabeza, queriendo dar a entender si acepta que se lo apague.

En cuanto Viv llamó su atención, asintió conforme y le alcanzó el arco para quitarle la magia. De momento no tenía intención de hablar, quizás por lo desafortunado que había sido el momento. 

Mientras el tipo del sombrero explicaba Lance miraba a su alrededor disfrutando del ajetreo de una zona de entretenimiento y fijándose en que locales podían resultar interesantes para pasar un buen rato.

-Mi suerte es un perra, asique dependes del enano…- Dijo en respuesta al comentario de Gerda mientras comenzaba a rascarlos. Al observar el resultado soltó una risa.- Cerca, pero no lo suficiente ¿Estas seguro de que no eres un Pallum algo más robusto?- Se burló mostrando el resultado de la papeleta a sus acompañantes.

-Mucho guardia y seguridad pero en serio, ¿cuales son los sitios no tan seguros?- No terminaba de creerse que aquel barrio fuera tan seguro como decía, por desgracia aquel tipo de lugares siempre tenía algo turbio. No le interesaba meterse en el local equivocado y acabar estafado.

—Patas de conejo ¿Eh?.—Respondió a Gerda mientras miraba como ibais rasgando los papeles que os había pasado. —Oh…. Parece que no hay suerte. —Dijo el joven que os acompañaba mientras se encogía de hombros al ver el resultado.

Cuando Lance preguntó sobre los sitios no seguros una sonrisa apareció en su rostro.

— ¿Ves? Eso es una pregunta inteligente.—Dijo mirando a Lance.— Pero puedes responderla tú mismo… si muchos de los lugares de ocio aquí están pensados como pequeñas embajadas de otros  países quiere decir que la guardia tiene vetada la entrada a algunas zonas. En las cuales, será difícil saber exactamente qué ocurre.—Dice elevando las cejas durante un momento.

Mientras escuchabas las explicaciones de aquella persona que estaba con vosotros un voz suave sonó en tu cabeza.

—Cuidado con él.—Sonó la voz dulce y tranquila, sabias que era de Eris, la reconocías sin lugar a duda y, si bien parecía salir de tu colgante, no parecía que nadie mas la escuchara.

—Quien os acompaña es Hermes, es el dios de la joven de pelo azul que había el día que os unisteis a mi familia asi que probablemente os este examinando. — Notas como tu diosa está en intrigada y preocupada a partes iguales. —No menciones nada sobre que puedes conversar conmigo por el colgante, pero desconfía de él si ves que hace algo sospechoso. Si bien no busca ningún mal para la ciudad si tiene una forma… extraña de actuar.

Con dificultad por parte de ambas finalmente conseguisteis trepar nuevamente y subir al sótano de la mansión. Quizá no por vosotras, ya que juntas era fácil superar el obstáculo, pero tres metros de altura resulto ser algo excesivo para Nieve, el cual si tuvo que ser ayudadas entre ambas para subir.

Tras algunos esfuerzos finalmente conseguisteis subir todos. El sótano no parecía haber cambiado así que Aranis probablemente no había pasado por allí. Con el ambiente como estaba no parecía que el seguir limpiando allí abajo fuera una buena opción así que sin decir palabra entre ambas os dirigisteis por el camino de regreso.

Cuando finalmente salisteis del sótano visteis como sobre la mesa exterior que habíais almorzado el primer día que estuvisteis en la casa había tres botellas rellenas y tapadas con un corcho. Posiblemente Aranis las habría dejado allí, pero no había rastro de él.

En el otro extremo del patio cuadrado, donde unas enredaderas crecían dando sombra a un pozo estaba sentada Eris con un libro en el regazo, su mirada, por el contrario mirando al frente no parecía prestar atención ni al libro. Ni si quiera había  prestado atención a vuestra aparición de los sótanos. Parecía como si, aunque tuviera los ojos abiertos, no estuviera viendo lo que ocurría a su alrededor.

Me quedo unos segundos bloqueado, intentando asimilar toda la situación, aun que el cúmulo de emociones que van desde la ilusión hasta la preocupación se entremezclan en mi provocando que mis gestos sean tan dispares e intermitentes como si me estuviera dando un ictus.

Tras unos segundos me recompongo y mirando a Lance digo: Siendo tu suerte siempre tan mala, has estado mucho más cerca que nunca de llevarte algún premio. Le miro abriendo aún más los ojos y añado en tono satírico: De nada. 

Me giro hacia nuestro inusitado guía y, debido a mis dudas sobre cómo actuar, un leve tartamudeo se me escapa antes de que las palabras salgan definitivamente de mis labios: Se.. Es... Nos... Es bueno saber que estos lugares son embajadas pues no quedemos crear conflictos. digo finalmente Pareces realmente versado en todo lo que respecta a Orario. ¿Qué recomendarías realmente a los nuevos aventureros que acabamos de empezar?

Cuando veo a Eris allí sentada, retrocedo unos pasos para quedarme detrás del umbral, sin salir al patio.
—Ah, Mari, em... —Trato de llamar la atención de mi compañera, tocándole el hombro y hablando bajito—. ¿Te parece prudente hablarle sobre lo que vimos?
Hago una pausa allí. Se daría cuenta de que me quedo con más explicaciones, pero que me las trago para no estar incordiándola con tanta palabrería. De todos modos, creo que ha sido suficiente con la pregunta y que el resto de lo que pienso se sobreentiende.

A Nieve tuvieron que ayudarlo ambas y cuando finalmente pudo estar arriba, Marianne lo abrazó con fuerza. En verdad había sido todo un riesgo el bajar, pero al menos ya estaban los tres arriba. Un poco seria, quizás más de lo normal, la exploradora escuchó a su compañera y alzó la mirada para encontrarse a la diosa allí, suspiró por lo bajo mientras su mente estaba dando vueltas por un montón de cosas. 

—Ve tú, es como si fuera tu amiga. La vez que quise hablarle, no estaba muy predispuesta—dijo con un poquito de resentimiento—. Vamos Nieve, busquemos a Aranis. 

Sin más la peliverde se retiró de allí, pudo darle bastante curiosidad ver a Eris más de cerca e incluso comentarle lo que pasó, pero la actitud de la mujer y esa inclinación hacia Vivienne, le había cortado mucho. Por ello es que prefirió salir con su lobo y buscar a la otra persona con la que había establecido un mejor vínculo. 

—¿Eh? ¿Y eso por...? ...qué...
Nada, ya se marchó. Me quedo ahí, con la palabra en la boca, viendo a Marianne irse. ¿Por qué no estaría dispuesta? Pensé que trataría a todos por igual.
Observo por unos momentos a Eris, que parece distraída o... o tal vez demasiado concentrada en algo. Al final decido no molestarla. En vez de acercarme a ella, voy hasta el vestíbulo para subir las escaleras y volver al cuarto, necesito ver cómo se encuentra Vilfain.