Partida Rol por web

Howard escucho atentamente las palabras de sus compañeros de fatigas y vió como, poco despues de terminar de hablar, nuevamente se dirigian hacia la salida de aquella sala. Él opinaba en todo como sus compañeros,excepto en un pequeño detalle. Con sumo cuidado,y en un movimiento rápido y oculto a las miradas de guia y del joven, metió los dos medallones en su bolsillo. Quien sabe - pensó - podrian ser las llaves de salida...o un bonito recuerdo de esta amarga aventura... si al señor Sauke nada le ha pasado por llevar consigo un medallón....tampoco me pasará a mi - se dijo para si mismo-.

Palpando con una mano los medallones en un bolsillo y con la otra su pequeña libreta en el bolsillo contrario, Howard les siguió.

Siempre le había encantado el mundo egipcio, su belleza, su cultura, sus misterios......pero empezaba a notar que tanto tiempo bajo tierra estaba empezando a pasarle factura. Su mente ya no respondía con fluidez y aquellos geroglíficos, al igual que al guía, le parecían un auténtico galimatias. Tantos años de estudio para nada. Casi se le antojaba ahora una pérdida de tiempo dedicar su vida a aquellos menesteres.

Siguió cabizbajo, y unos pasos por detras, al señor Sauke y al señor Naguib.

El pasillo (p8), por el que pasasteis brevemente, cobijaba un nuevo jeroglífico que podía ser interpretado por alguien con los conocimientos necesarios.

El sol protege a los que nacieron ciegos

Sonidos extraños envolvían el ambiente según avanzabais por el siguiente pasillo (p9) que carecía de jeroglíficos. ¿Estaréis cerca de obtener una solución a esta pesadilla?

La sala recién descubierta (11) era tan silenciosa que ponía los vellos de punta.

Se comprobaba con normalidad que al fondo de ésta había el acceso a una sala secundaria (10) que probablemente escondería algún secreto digno de ser revelado.

Con la máxima precaución posible avanzasteis con intención de alcanzar vuestro destino, sin embargo tal y como estabais esperando aquello no iba a ser tan sencillo.

Un sector del suelo tenía un mecanismo oculto que tras ser pisado inocentemente activó que en el centro de la sala la tierra se hundiera revelando un foso repleto de afiladas púas capaces de atravesar los cuerpos como si fuese mantequilla.

Ahora acceder a la sala contigua no sería tan sencillo puesto que habría que saltar aquel foso para evitar ser ensartado tras una caída de casi 3 metros. ¿Merecerá la pena el riesgo?

Llegaba un punto que todos los pasillos me parecían iguales, me daba igual los jeroglíficos, me daban igual las pinturas y las estatuas, además cada vez estaba menos convencido de que saldríamos de allí, y a pesar de que el dolor de cabeza y el entumecimiento de las piernas ya había desaparecido casi por completo, mi cuerpo seguía avanzando por inercia.

Parecía que el señor Mahfuz seguía con esperanzas de salir de allí, el señor Castle parecía que ya había puesto los pies en la tierra, ya no soltaba sus típicos comentarios y bromas sobre Egipto, lo cual yo agradecía, cada vez faltaban menos salas por explorar y seguíamos vivos, pero aún con todo yo no conseguía ser positivo sobre mi situación.

Iba tan absorto en mis pensamientos que simplemente seguía al guía por pasillos y salas, totalmente ajeno a lo que me rodeaba, hasta que finalmente escuché un click bajo mi pie derecho, que me dejó congelado e inmóvil.

Acto seguido vimos como aparecía un foso ante nosotros. - Otra vez no, no puede ser... - susurré para mí mismo en voz alta. Era una distancia muy amplia y una caída brutalmente dolorosa, si mis compañeros no saltaron el último foso, no saltarían este, y otra cosa es que pudieran saltarlo... ¿Quién sabe?

- No podemos estar pensándonos tanto cada paso, - dije mientras avanzaba de espaldas hacia la entrada de la sala, sin dejar de mirar el foso, ante la mirada de mis compañeros. Cuando mi espalda chocó contra la pared de la entrada, empecé a correr hacia el foso, sin conocer la opinión de mis compañeros, realmente no me importaba, tenía que saltar, cambiar de ruta no era una opción. Al llegar al borde salté con todas mis fuerzas.

Abandonamos la sala 9 con los hombros caídos y la cabeza gacha... lo cierto es que el templo estaba minando nuestra voluntad de manera lenta pero consistente, incluso el alegre Castle parecía vivir una extraña desesperación, se limitaba a seguirnos de manera mecánica. O salíamos ya de allí, o acabaríamos perdidos en nuestro propio abismo.

El corredor número 8 nos dió la bienvenida con el ya típico sinsentido de las inscripciones que decoraban todas las paredes subterraneas, la de años de estudio que requerrirá el extraer sus secretos - pensé. Pasé la mano respetuosamente por unos relieves cuando algo llamó mi atención. Un texto se salia de la norma... Sol protección sin visión nacidos...  el Sol protege a los que nacen sin visión... el Sol protege a los nacidos ciegos - dije. Es enigmático, pero me atrevo a aseverar que este mensaje no hace si no confirmar mi hipótesis. Si nosotros somos los ciegos, debemos confiar en el dios Sol, bajo su protección podremos abandonar este laberinto. Debemos ser intrépidos, osados.

Entramos a la sala 11, donde nos recibió un silencio espectral, nos abrumó a todos, de hecho, si unos ojos extraños nos hubieran contemplados desde la neutralidad, le hubiésemos parecido que empequeñecíamos por momentos.

De pronto, se escuchó un ruidito mecánico, no se como ni quien lo activó, pero el caso es que el suelo bajo nuestros pies desapareció y de pronto se mostró ante nosotros toda la crueldad de esta cámara. Un gran foso de puas nos impedía acceder a la cámara 10, que era nuestro objetivo. 

Superada la sorpresa, conseguí serenarme lo suficiente para analizar de manera metódica nuestras posibilidades. 

Señores... no podemos franquear el foso, y no puedo pedirle, señor Sauke, que vuelva a arriesgar la vida. Antes dijimos que no deberíamos separarnos, y creo que debemos ser fieles a ello. Aunque saltar lo que parece ser unos diez pies... no se si yo al menos podré. Aunque estoy dispuesto a arriesgarme. 

Miré hacia los lados, buscando las miradas cómplices de mis compañeros... pero lo que vi me asustó. Solo veía miedo en sus miradas... de súbito, la mirada de Alex cambió del miedo a la resolución... lo vi como a cámara lenta saltar el foso...

¡¡Oh, por Osiris!! - y salté detrás de él

Aquel ensimismamiento que había acompañado a Howard en los últimos minutos saltó por los aires al ver como sus dos compañeros de fatigas saltaban aquel inmenso foso. Años de estudio, de preparación, de horas y horas dedicadas al único fin de conocer mas a fondo a aquellos malditos egipcios, a esas gentes de otra época, de pronto se habían vuelto algo casi irrelevante. Parecía solo importar el aquí y el ahora. Ni siquiera lo pensó. Al igual que hiciera primero el señor Sauke y justo un instante después el señor Naghib, Howard se acercó con dos largas zancadas a la pared mas alejada del foso, tomó carrerilla y saltó gritando a todo pulmon... "¡¡¡por las bragas de esparto de la amante de Raaaaaaaaaaa!!!".

Todo lo que ocurrió instantes después... lo vivió como a cámara lenta...

Lo peor había pasado. Habíais sorteado los tres el obstáculo y ahora podías acceder a la nueva estancia…

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..

...

Con cierta incredulidad, examinasteis la sala (10) comprobando que toda ella estaba repleta de esqueletos. Aquello hizo pensar que estabais cayendo en una trampa y que ahí tan solo estaban los restos de los infelices que al igual que vosotros habían sucumbido a esta trampa mortal, sin embargo, hubo un detalle bastante revelador al comprobar que aquellos esqueletos (que permanecían en mejor estado del que deberían) estaban aún portando armas egipcias en un estado misteriosamente exquisito. Aquí hablábamos de espadas y escudos que podrían marcar la diferencia ante un enfrentamiento, a fin de cuentas estabais aquí prácticamente desarmados.

Era fácil pensar que usar esas armas a vuestro beneficio podría otorgaros cierta seguridad en vuestros próximos encuentros en el laberinto.

Pero de pronto algo sucedió. El temblor que provenía de todas las paredes de la pirámide se repitió de nuevo. Esta vez con mayor intensidad.

Empezaron a caer cascotes y arena a mansalva, la sensación era asfixiante pero lo más desconcertante fue comprobar como un gran bloque de piedra taponó la misma entrada de la sala 10 por la que habíais accedido.

Un escalofrío recorrió vuestro cuerpo cuando comprobasteis que era imposible salir de allí con vida. Estabais atrapados, sumidos en la oscuridad... una extraña sensación que sabía a muerte...

Me quedé inmóvil cuando una roca de considerable tamaño cayó justo delante de la entrada a la sala, bloqueando el acceso. Durante unos minutos, luché con las pocas fuerzas que me quedaban por intentar quitar todas las piedras y cascotes, y salir de aquel lugar, pero cualquier esfuerzo fue inútil. 

- Se acabó, de aquí no saldremos. - dije con la mirada en aquella roca, para a continuación arrimarme a una de las paredes de la sala y dejarme caer, hasta quedar sentado al lado de aquellos restos y armas.

- Nunca volveremos a ver la luz del sol, quedaremos enterrados en este asqueroso lugar, mientras nuestros cuerpos se pudren. Maldigo el día que se me ocurrió venir a este lugar, por suerte Marlen cayó al principio, me consuela saber que no ha estado sufriendo sala tras sala para finalmente sucumbir. Bueno, no es lo único que me consuela, dentro de poco la volveré a ver en el más allá. - Apenas nos quedaba comida, y el cansancio se apoderó de mí, no tenía ganas ni fuerza para seguir luchando, parecía que nuestro final sería de lo más agónico.

Miré a mis compañeros, ambos estaban a pocos metros de mí, con la misma cara que tenía yo, el señor Castle podría morir analizando las armas que había por el suelo, quizás sería una última alegría para él. Sin embargo cuando miré al señor Mahfuz, me dolió en el alma ver su mirada, a pesar de todas las dificultades, el guía se había mantenido fuerte, dándonos apoyo y motivándonos a continuar, nunca se rindió por muy duro que se pusiera el camino, y ahora por primera vez, su mirada era la de un hombre que se rendía.

El camino hasta allí había sido muy duro, y ahora tocaba descansar. Al fin y al cabo, Marlen me estaría esperando.

¡¡Oh, por Osiris!! - y salté detrás del señor Sauke...

Aterrizamos con éxito al otro lado del foso, jamás lo hubiese pensado, yo dando saltos... supongo que la desesperación hace más fuertes y ágiles a los hombres.

Noté como el señor Castle aterrizaba torpemente a mi lado, lástimandome un poco la pierna, aunque nada importante. ¿Se encuentra bien, Howard? - dije. Los tres habíamos conseguido lo que parecía imposible, con lo cual encaminamos nuestros pasos hacia la sala 10. Sería una pena no poder salir por ahí y tener que volver a saltar, dudaba mucho que fuera capaz de repetir tan memorable hazaña.

Adelante... - dije, alzando la antorcha y echando a andar con paso decidido penetré en la cámara.

Supongo que ninguno estábamos preparados para encontrar lo que encontramos en dicha sala, entramos y nos acompañaban una miríada de restos húmanos, esqueletos de lo que antaño fueron hombres como nosotros nos miraban desde el insondable abismo de sus cuencas vacías. Involuntariamente los tres dimos un pequeño paso atrás, casi que dispuestos a huir de ahí con total presteza, de repente, otro gran temblor comenzó a mover todo a nuestro alrededor, perdimos más de un pie tratando de mantener el equilibrio, una multitud de cascotes nos golpeaban sin cesar y una gran estruendo a nuestra espalda confirmó el peor presagio... estábamos enterrados vivos en esta cámara.

Pasó el temblor en lo que fueron unos eternos momentos y exclamé: ¡¿están todos bien?! ¿Alex? ¿Howard? He perdido la antorcha, señor Sauke, por favor, ¿sigue teniendo la linterna a mano? - al intentar moverme hacia lo que parecía ser el señor Alexander Sauke comprobé con horror que una gran viga de piedra había caído sobre mi, dejándome las piernas atrapadas. ¡Oh, Horus, Isis y Ra, creo que en breve me reuniré con vosotros! - traté de liberar las piernas, nada. Imposible. Oí a Alex hablar, o divagar junto a mi - Señor Sauke, por favor, ¿le importa iluminar? Ayudenme a liberar las piernas, tenemos que tratar de salir, debe de haber alguna alternativa... oh como duele... - me desmayé.

Tuve pequeños momentos de consciencia. Atrapados allí abajo, sin ninguna posibilidad, era sencillo olvidarlo todo y entregarme a la pérdida de conciencia. Notaba la pierna húmeda, con toda probabilidad debía de tener serias heridas, y sangraba abundantemente. El fatal desenlace estaba más cerca que lejos...

Querido Alex, señor Castle, siento que esta aventura haya terminado de este modo. Lo siento de veras. Jamás pensé que fuese un lugar peligroso, y siento que no pueda recuperar el cuerpo de su esposa. Páseme la linterna por favor, voy a intentar dejar escrito nuestro epitafio para que en el futuro, si excavan el templo, puedan recogerlos y llevarlos a su lugar de origen, si ese es su deseo - dije, totalmente hundido y apesadumbrado, especialmente por la pareja de jóvenes viajeros, era responsable de ellos y fracasé. - ¿Le puedo pedir algo, señor Sauke? Por favor, vuelque su frustración hacia mi, o hacia el azar, pero no sobre la cultura constructora del templo, al fin y al cabo, nosotros somos los intrusos, desafortunados, pero los intrusos al fin y al cabo. Este es un lugar de reposo, y aquí reposaremos. Créame, siento de veras que haya acabado así - y cerré los ojos esperando el final.

Anubis, estoy preparado, puedes venir cuando consideres, extraer mi corazón y llevarlo a presencia de Maat para que lo pese en la balanza y, si soy digno, permanecer el resto de la eternidad junto a mis ancestros.

Escuché atentamente las palabras del señor Mahfuz, y rápidamente le pasé la linterna, creí que dejar un mensaje sería lo más apropiado. 

- Usted no es el culpable, ni este sitio, tuve un momento de debilidad a causa del dolor y la pérdida, pero no me sirve de nada tener rencor a nada, es más estoy feliz, más de lo que he estado desde que Marlen dejó de respirar, porque en muy poco tiempo volveré a estar a su lado.

Escuchaba al señor Castle respirar pero no decía nada, quizás aún estuviera asimilando la situación, tanto adoraba está cultura, sus momias y pirámides, ahora pasaría a formar parte de todo eso, desde su punto de vista tal vez fuera una manera de morir más llevadera. Volví a dirigirme al guía, - dejando de lado todo lo malo, me alegra haberle conocido señor Mahfuz, a pesar de ser tan distintos, creo que en otras circunstancias hubiéramos sido buenos amigos, despeje su mente y no piense en que me ha fallado, - notaba como poco a poco mis fuerzas iban menguando, no aguantaría más de un par de horas, herido como estaba, sin comida ni agua... Pero en ese momento, nada de eso me importaba, agarré la alianza de mi esposa que colgaba de mi cuello, miré al guía y esbozando una sonrisa, añadí - Marlen me está esperando, tengo ganas de volverla a ver.

De repente se escuchó un ruido seguido de un chasquido de lengua.

- Matt, te dije que tuvieses más cuidado - dijo casi susurrante una mujer.

- Deja de quejarte Koraline, hemos llegado muy lejos como para que reproches eso - contestó con tono seguro un hombre.

Las siluetas se deslizaban entre las sombras de aquella fría cueva mientras voces de asombro revelaban que algo acababa de ser descubierto.

- ¿Seguro que es ésta cámara? - comento de nuevo la mujer.

- No hay duda, debe ser aquí... pero entre tanta nieve es imposible verlo - aclaró una tercera persona que también estaba allí.

Uno de ellos empezó a retirar nieve en grandes cantidades.

- No hay duda es aquí... y pensar que hace 60 años este lugar estaba debajo de un desierto - comentó uno de los más curiosos.

- Deja de aburrirnos con clases de historia listillo, todos sabemos que tras la 3ª Guerra Mundial el invierno nuclear asoló todo... pero aquí hemos venido a por una sola cosa, a por el Sol de Ra - dijo el tipo que parecía más nervioso y ansioso por avanzar.

Aquel que parecía liderar la expedición empezó a examinar todo con máximo detalle.

- Fijaos... debajo de la nieve aún se puede comprobar la piedra... los grabados... Incluso antes sin que lo supiéramos hemos atravesado un foso que ha quedado sepultado por el hielo -  analizó.

- ¿Y murió gente aquí? - dijo la chica con tono triste.

- Eso me temo... de hecho lo que buscamos debe de estar aún en el cuerpo de uno de ellos - sentenció el líder de la exploración.

Tan solo necesitaron varios minutos hasta poder dar justo con lo que estaban buscando.

- Y aquí está... parece que el derrumbamiento les dejó atrapados... fijaos... el paso de los años los ha descompuesto pero... el frío ha dejado los huesos casi intactos... -

- ¿Tendrán algo que ver con el otro cuerpo que vimos enterrado en la otra sala? - comentó ella de nuevo.

- Es probable... o quizás de una expedición diferente... lo importante es que uno de ellos lleva justo lo que buscábamos... - y con sumo cuidado arrebató del cuerpo inerte un elaborado colgante...

- Ah... el Sol de Ra... aquí está la clave de todo... ha merecido la pena haber invertido tanto dinero en esta expedición... vamos... este lugar antiguamente estaba plagado de trampas y no sabemos si aún hemos dejado alguna sin activar - con sumo cuidado el grupo abandonó la cámara para seguir con sus fines... ¿cuáles serían? Quizás eso forme parte de otra historia... una historia que Howard Castle dejó a medias...