Recoger el tablero de nuevo no le apetecía en absoluto. Era de noche, día de Halloween, con las luces terroríficas y chavales barriobajeros merodeando por las calles. Los fantasmas daban un cague curioso que más tarde podría estudiar, en cambio la real a esa hora de la noche podía dar diarrea.
—Sí, sí, ahora mismo lo sacamos. No nos arriesguemos.
Se levantó descalzo y con un mareo que casi le hace regresar al sofá. Recogió la pala con la que habían enterrado la madera y dio pasos hacia la puerta. No tenía miedo.
—Voy a por la tabla, no tardo —les dijo, dejándoles a solas con Margarita en los siguientes minutos.
- Gracias... - susurró aliviado - Mañana a las ¿cuatro? ¿O más tarde? - quiso especificar esperando que no fueran muy tarde y que aún hubiera luz diurna. Mientras esperaba la respuesta de Margarita observó a Luisa y a Daniel sin prestarles del todo atención.
- Bien, a las cuatro está bien. Nos vemos allí.
Daniel recupera el tablero sin ninguna dificultad. Todo está en calma. Una leve tormenta parece cernirse sobre la ciudad.
A no ser que queráis hacer algo más, damos paso a la siguiente escena.
Daniel regresó con la tabla llena de garabatos. Estaba mugrienta de tierra húmeda, pero como estaba barnizada fue fácil pasar un cepillo devolviendo su aspecto de madera conglomerada. La cosa de poner los dedos, que ya se le había olvidado el nombre, la traía en la otra mano.
—Eh, tías, ya tengo la tabla. —Cogió una bolsa pequeña del Mercadona y la metió dentro—. He pensado en ir a la floristería antes de conectar con Guadalupe. Si le gustaban tanto las flores, se pondrá contenta.
No había mucho más que decir por parte de Daniel. Seguramente quisiera seguir con la fiesta el resto de la noche, la fiesta que en su mente pensaba. Lo más probable sería quedase dormido en cualquier esquina del sofá.
Por mí, siguiente escena.
Sara se lanzó al sofá, sentada, mirando a la nada con ojos vidriosos -Por mí vale, mañana a las cuatro. Creo que tengo que hacer algo pero no me acuerdo ni putas ganas de mirar la agenda.
Cayó de lado en el sofá, y se quedó frita con un ligero babeo en la comisura de los labios.
Siguiente escena.
Luisa estaba nerviosa. Tenía en la cabeza algo chungo cuando Daniel se fue a desenterrar la tabla. Estaba claro que el muchacho prefería quitarse aquella cosa del medio que tenerla cerca para siempre. Así que cuando volvió con ella sin ningún problema, Luisa se quitó un peso de encima.
— Es buena idea lo de las flores, al menos, para que nos haga el favor — dijo cansada —. Es tarde y tengo la cabeza como un bombo... mañana seguiremos... — finalizó acomodándose en el sillón donde estaba, dejándose llevar por Sara.
Sí, avanzamos :)