Partida Rol por web

El libro era rarísimo  y la ninja no entendía gran cosa. Examinó los dibujos y leyó las frases de... ¿de poder? Pero sonaba a chino. Menos mal que Elodie sí que parecía comprender algo. ¿De verdad que iban a intentarlo, el ritual? 

Se sintió excitada, la adrenalina presionando en sus sienes, aporreando con fuerza en los agitados ríos de venas y arterias. 

-Siento como una tempestad en mi interior. Nunca antes he sentido nada parecido. Ni cuando me zampé tres bolsas seguidas de chuches con una Coca Cola de litro. Solo me dio pis y náuseas. Y un poco de energía. Esto es distinto. -se comió un puñado de ositos- Quiero correr y saltar, y gritar. ¡¡Auuuuuuuuu!! 

Se le escapó ese aullido. -Glubs. Jajajaja.

Después el ritual funcionó. Elodie era una crack. Cogió una piedra de su mochila. Porsi. Entonces se quedó helada con lo que anunció Em. 

-¿Qué has dicho, Emily? Eso es muy loco.

Se fijó en el circulo. No podía ser tan malo, ¿no? Bueno, Tony estaba chamuscado, más que eso. ¿Quién se iba a ofrecer a semejante cosa? Reflexionó un instante, a su manera, se encogió de hombros.

-Va, yo lo haré. Si está Emily con nosotros, nada saldrá mal. Y si no, bueno, tengo muchas hermanas, ni se va a notar que no estoy. No debe ser tan malo morirse, es como si te duermes y no despiertas. A lo mejor luego soy un fantasma, un espíritu del bosque.Y tengo un poco de miedo. Bastante, jajajaja.

Estiró el brazo y abrió la palma de la mano- Va, Elodie, ¿dónde hay que cortar? 

Mientras Elodie le daba indicaciones, Sabine fue ayudando a colocar las velas tal y como le iba diciendo. De tanto en cuando echaba vistazos al libro para intentar entender lo que estaban haciendo. Además, tenía cerillas en el kit de scout, y con eso y poniendo arena alrededor de las velas, pudieron encenderlas. 

Pero una vez estuvo todo listo, llegó el problema con lo que dijo Em. Sabine la miró algo espantada, porque internamente aún tenía la esperanza de que sirviese con entregar los restos de Tony. Y de ella, su mirada se fue hacia Hannah cuando se ofreció voluntaria. Las pupilas de la scout se dilataron del susto. 

—P-pero Han… ¿eso no será muy peligroso? ¿Y si el bicho va a por ti y no podemos detenerlo?

Miró a Emily, asustada.

—¿Crees que podrás chamuscarlo antes de que alcance a Hannah?

Como fuese, buscó por el suelo hasta encontrar un par de piedras contundentes. Se quedó una y le dio la otra a Mike. 

—Si Alex y MJ cuidan de los niños y Elodie hace el ritual, Hannah es el cebo y Em echa fuego… —fue enumerando—. Nosotros podemos darle una buena pedrada si vemos que se acerca demasiado.

Mike esbozó una media sonrisa nerviosa ante las palabras de Em.

—Pues si les gusta el miedo, se van a dar un banquete... —murmuró.

Entonces Hannah se ofreció como "sacrificio", después de lanzar un aullido. Definitivamente, se les estaba yendo la pinza, y no era raro que la primera en manifestarlo fuera ella. Y lo que dijo después sólo lo confirmaba.

—¡Hannah! ¿Pero cómo no se va a notar que no estás? ¡No digas eso!

Era más que normal que la chica tuviese miedo. Algo dentro de Mike le urgía a detenerla y tomar su lugar, pero sabía que le daría igual todo lo que dijera. Como siempre, le entraría por un oído y le saldría por el otro. Además, en realidad aquello no era tan mala idea... Después de todo, si la cosa salía mal, quien mejor podía dar esquinazo a uno de esos bichos era Hannah. Antes había desaparecido de la vista de todos como si se hubiera esfumado en el aire sin más.

Estaba pensando en eso cuando Sabine le puso una piedra bastante grande en la mano. La verdad es que el plan de la scout sonaba bien. Bueno... en realidad sonaba a locura absoluta, pero dentro de las posibilidades que les quedaban parecía sin duda la mejor. Ojalá saliera todo como esperaban...

—Si algo sale mal, corre —le susurró a Sabine mirándola a los ojos muy serio, mientras preparaba el pedrusco y se adelantaba un paso para formar una especie de "segunda línea" tras Hannah y Elodie—. Coged a los niños y corred todo lo que podáis...

Necesitaban un sacrificio, y Hannah se ofrecía voluntaria. Alex estaba flipando. Parecía una heroína de película en el círculo. Hablaba mucho más que las heroínas de películas, pero en fin. 

—Igual no hace falta cortar, vale con la sangre de Elodie de la camiseta —dijo Alex con bastantes dudas en la voz— está bastante fresca. 

Los consejos de Mike eran mejores —Eso para todos. Si no funciona, toca correr. 

No quedaba sino esperar, Elodie había conseguido rehacer el ritual y eso ya era alucinante. 

Miré desde la lejanía cómo mis amigas realizaban el ritual del libro, sin saber muy bien qué hacer más allá de consolar a los niños. Cosa que parecía imposible, aunque les entendía perfectamente. No quería ni imaginarme lo que debía ser estar en su pellejo ahora mismo. Entonces Hannah aulló, y del susto casi me caigo al suelo.

― Tía, estás majara.

Las palabras de Em me helaron la sangre. No sólo por lo que decía, sino por la sencillez de su tono. Como si nos estuviera pidiendo que nos cortásemos un mechón de pelo. Pero no, había que darle a alguien. Sangre. Abrí la boca para decir algo, pero la ninja, siendo la más rápida, se adelantó. La miré con el ceño fruncido.

― Ni de broma, Hannah. Por mucho que corras como ese bicho te agarre te hará trizas, y paso de volver a vivir lo que hemos vivido con Elodie.

Alex propuso algo que me pareció lo más obvio del mundo.

― Claro, podemos usar la sangre de Elodie y protegerla bien a ella. ¿No? Así nadie tendría que correr peligro.

No más del que ya corremos todos…

Había estado alienada mirando el libro, interpretando y pensando cómo proceder, pero con las palabras de Em, las ganas de desaguar casi vuelven a mojar su pantalón. "Sabía" lo del sacrificio, si bien no lo había asimilado o digerido, así que la mente simplemente lo había omitido hasta ese momento.

- No, no, ¿cómo te vas as cortar? Puedes pillar cualquier cosa... - dijo Elodie rápidamente a Hannah, siendo después consciente de que implicaría que fuera el cebo, de un... a saber qué. 

La segundo opción dibujó un gesto de alarma en su rostro. Sintió una oleada de pánico.

- ¿Mi sangre? ¿Cómo? - seguía empapada en su propia sangre, si, pero no estaba segura. Ni de que fuera a funcionar, o de estar preparada para ser el cebo - ¿Qué tengo que hacer? - miró a Em con dudas y miedo. Si, quizá era el cebo ideal.

Hannah se ofreció a hacer de cebo, por alguna razón no le pareció mal o no era consciente del peligro. Sus amigos parecían claramente preocupados por lo que pudiera venir cuando Elodie comenzara a leer lo del libro. Sabine y Mike se armaron con piedras por si fuera necesario defenderse, aunque estaban tan aterrados como el resto ante lo que pudiera aparecer.

Ante la pregunta de Hannah, Em se acercó a Sabine y, sin preguntar, cogió su navaja multiusos y pinchó uno de los dedos de Hannah como respuesta. Una gota roja de sangre afloró de la yema del dedo. Rápidamente devolvió el instrumento a su dueña.

Con eso parecía que Elodie podía comenzar el supuesto ritual o la llamada del ser. La chica comenzó a leer las palabras del libro, con bastante acierto y sin trabarse ni una vez. Se notaba que leía mucho en la biblioteca y que, por alguna razón, había comprendido a la perfección cómo hacer aquello. Las palabras que soltaba por la boca eran muy raras, algunas sonaban como si las hubiera inventado un trol enfadado o algo así.

Cuando acabó de leer todo, el grupo de amigos miró alrededor y no vio nada. No oyó nada. Pero aquello era aún más extraño teniendo en cuenta que estaban en mitad del bosque, rodeados de animales salvajes. Sus ojos recorrieron los árboles cercanos. La oscuridad no les dejaba ver mucho más allá del claro donde se encontraban y, entonces, lo vieron.

Unos ojos rojos les miraban en la oscuridad. La criatura que se acercaba era grande y sus pasos pesados. Si los otros monstruos no llegaban a medir ni metro y medio, este sobrepasaba los dos metros. Se movía entre la oscuridad con fluidez e iba directo hacia el círculo donde se encontraba Hannah.

Pese a que el grupo de amigos estaba realmente aterrado, Em dio un paso al frente y, antes de que entrara en el claro, hizo que el ser estallara en llamas. Pero aún en llamas, siguió acercándose al círculo de fuego donde se encontraba Hannah.

Alex estaba realmente aterrado, y cuando los sonidos se apagaron y el silencio llenó el claro esperó que la criatura saliera del círculo... ¡Pero no, claro, venía de fuera, había salido antes! 

—No viene de su agujero quemado, le ha llamado que vuelva del bosque. 

Aquel ser era terrible, la madre de las pesadillas. Y el poder de Em le hizo estallar en llamas... ¡Pero aquello no lo detuvo! 

Pero Alex tenía un plan, un plan anterior... y era un tipo de ideas fijas. Subió por la escaleras de piedra, como retrocediendo, como huyendo... ¡Y en cuanto el ser se aproximó al círculo, a Hannah, levantó una piedra de las de arriba, un buen canto, y se la tiró! 

—¡Maldito bicho! ¡Seguro que te gusta el metal ese y muerdes murciélagos! —dijo recordando una anécdota muy famosa y muy reciente— ¡Toma! 

Asintió al susurro de Mike, aunque le costó un poquito no distraerse con sus ojos que la miraban tan fijos. Viéndolos desde tan cerca encontraba un montón de matices y detalles en ellos que no solía ver y que le encantaron. Cuando el chico dejó de mirarla, las mejillas de Sabine se habían coloreado y tenía un cosquilleo en el estómago. 

Tenía la piedra en la mano, bien sujeta con fuerza, estaba preparada; al menos lo más preparada que iba a estar… pero el bicho no apareció por dónde debía, sino por el bosque, y se puso nerviosa. 

—¡Ay, ay, no! —exclamó al ver que la criatura horrible avanzaba sin que le importasen las llamas ni nada—. ¡Deja a mis amigos y vuélvete al infierno! —le gritó, decidida, envalentonada por tener las piedras y a todos sus amigos allí. 

Echó el brazo hacia atrás y le lanzó la primera piedra a aquel demonio, intentando darle en toda la cabeza. 

Mientras Mike se volvía, notó una sensación curiosa. Había poca luz y era difícil ver detalles, pero... ¿no se había ruborizado Sabine un poquito mientras asentía? Estaba seguro de no habérselo imaginado... y la verdad es que aquello le agradó. Incluso en su propio rostro notó un cierto calor. Estuvo a punto de volverse para mirar de nuevo a la chica, pero... ¡no había tiempo para pensar en eso! ¡Estaban a punto de morir! Aferró la piedra con todas sus fuerzas y tragó saliva, concentrándose en lo que pudiera pasar.

Em no dudó un instante en hacerle un pinchazo en el dedo a Hannah, y en cuanto lo hizo, Elodie empezó a leer aquél libro en una lengua extraña. Cuando terminó, se hizo un silencio que a Mike le heló la sangre. Era antinatural. Entonces llegó... eso. La mandíbula del chico se desencajó al ver al monstruo y sobre todo al sentir sus pisadas.

—No puede ser...

La mano en la que tenía la piedra le temblaba tanto que temió que se le cayera al suelo. Alex dijo algo, pero él no podía escuchar nada, sólo temblar con cada pisada de aquella mole espantosa. Cuando Em se adelantó e hizo que el ser estallara en llamas, Mike apretó los dientes al comprobar que seguía caminando hacia ellos como si tal cosa. Y cada vez se acercaba más a Hannah...

La lluvia de piedras comenzó. Alex se había encaramado a las escaleras para atacar desde arriba, Sabine lanzó la suya... Era el momento, así que Mike dominó sus temblores, respiró hondo y se concentró en la cabeza de aquella cosa enorme. Lanzó la piedra tan fuerte como pudo.

—¡Déjala en paz! —gritó furioso.

Sus amigos quisieron quitarle la idea de la cabeza, Hannah no añadió nada, le parecía bien su decisión pero si a los demás, no, pues vale por ella. Como siempre, no iba a discutir. Bueno, haría que los ignoraba, claro. Sin embargo, y a pesar de que parecía que Elodie tomaba su lugar, al fin y al cabo tenía su sangre y era la que más conocimientos tenía de todo esto, llegó Em y le pinchó a traición en un dedo.

-¡Ay! Avisa antes, jolines. -Su intención fue chuparse el dedo, pero no, tontaína, que la sangre es para atraer al vampiro.

Y el vampiro monstruo se presentó.

Al principio no pasaba nada, todos tensos, sudorosos, aguardando atemorizados a la llegada de la criatura maligna. No apareció por el círculo de fuego en el aire, desde otra dimensión, sino que ya estaba ahí. A lo mejor por eso Em ya lo sabía, lo había visto antes salir, eso era. Pero a Hannah no le dio tiempo a pensar mucho más en nada. En blanco su mente como una llanura fantasmal de los documentales de la Antártida.

Silencio antinatural. Un estallido de fuego. Piedras. Más piedras. El monstruo avanzaba a por ella. Hannah miraba a esa antorcha encendida, sus ojos abiertos como ruedas de neumático fijos en esa cosa. De manera mecánica, solo atinaba a llevarse puñados de ositos de gominola a la boca. Sintió tantísimo miedo como nunca jamás en su vida. 

Tienes que aguantar, le decía una vocecilla en su cabeza.

El pánico electrificó su cuerpo, en vez de paralizarlo, esta vez descargó en ella un revitalizante rayo de energía, como si reanimase a un "Frankenstein". Esperó lo que pudo, hasta que, finalmente, Hannah saltaría fuera del círculo, para correr con intención de desaparecer entre los árboles. 

Dio igual que propusiéramos hacer algo que evitase poner en peligro directamente a Hannah, porque la niña lanzallamas se adelantó y le pinchó el dedo. En cuanto su sangre estuvo a la vista, el bosque enmudeció. Fue rarísimo. Haber pasado decenas de horas en el bosque me había más que acostumbrado a los ruidos de la naturaleza, pero aquel silencio era… Antinatural. Tragué saliva y esperé en silencio, y cuando pensaba que ahí no iba a pasar nada más, esos ojos anaranjados aparecieron en la oscuridad, helándome la sangre.

Apreté un poco más a los niños contra mí, sin saber muy bien qué hacer. Sólo esperaba que no llorasen y llamasen la atención de aquel ser, que era mucho más terrorífico que el resto. Imponía. No sólo daba miedo, mirarlo te daba la certeza de que no ibas a salir de ahí con vida. Y cuando Em utilizó sus poderes y lo envolvió en llamas, y el tipo siguió moviéndose como si nada, sentí que se me caía el alma a los pies.

― Mierda. La hemos cagado.

Alex desapareció de mi lado y me quedé sola con los niños, impertérrita.

― Tranquilos, no pasa nada… No pasa… Nada… -les decía, girándolos hacia mí para que no vieran aquella cosa.

El resto empezaron a tirarle piedras, algunos con más acierto, otros con no tanto. Pero aquello parecía decidido a llegar a Hannah. Tuve el impulso de salir corriendo, agarrar cualquier cosa que encontrase por el camino y liarme a puñetazos y patadas con aquella cosa. Pero no podía dejar solos a los niños.

― Joder, Hannah, espero que las habilidades ninja funcionen… ― murmuré, agarrando a los niños para consolarles… O para consolarme a mí misma.

Finalmente se sintió secretamente agradecida de no ser ella el cebo, aunque la integridad de Hannah le preocupaba si ocupaba ese lugar. Si bien, trató de quitarse funestos pensamientos de la cabeza. 

Elodie entonó el ritual decidida, como si hubiera nacido para ello. A pesar de que la sierpe del miedo se removía en sus entrañas, se prendió en ella algo mucho más fuerte. Pensó en todas las familias que habrían perecido en el bosque y sacó el coraje suficiente para no dudar ni trastabillar en aquellas frases tan extrañas.

Cuando acabó de leer todo, el silencio en el que se sumergió el bosque le hizo tragar saliva. No era la persona mas campestre, pero no era necesario para percatarse de la tensión tangible que había hecho acto de presencia. Habían pasado mil ideas por su cabeza, aunque jamás esperó ver algo de la envergadura del ser que se les apareció.

Comprobar que los poderes de Em en este caso no eran útiles, fue un verdadero balde de agua fría y el miedo en su interior volvió a retorcerse desbocado. No podían esperar mucho de su músculo, pero mientras sus compañeros la emprendían a pedradas contra el bicho y Hannah corría, ella ojeó de nuevo el libro nerviosa, con manos temblorosas, por si decía algo que se le hubiera podido escapar acerca de como matarle. 

Alex subió a lo alto de las escaleras, pensando que una piedra desde lo alto haría mucho daño a aquel monstruo. Desde luego se lo hubiera hecho a cualquiera, si Alex hubiera tenido la fuerza suficiente para proyectar aquella enorme piedra hacia delante. Pasó que la gravedad hizo su efecto y cayó a peso al suelo, sin llegar a acercarse ni a dos metros de aquella criatura. Sabine intentó lo mismo, con una piedra más pequeña desde su posición y con un resultado similar.

Mike, sin embargo, tuvo más acierto. Su piedra golpeó al bicho en la cabeza, siendo de un tamaño considerable esta, hizo que parara y mirara alrededor confuso. Sin duda el chico le había desorientado con aquel golpe. Estaba tan cegado con conseguir a Hannah que no había visto al resto de niños. Aquella piedra le había hecho bastante daño, porque se quejó con un gruñido y les habló.

La voz del ser ponía los pelos de punta y daba casi más miedo que verlo en persona. Aquel tono que usaba y esas palabras removían recuerdos en los niños. Les hizo pensar en sus peores pesadillas hechas realidad. Les hizo sentir un miedo primitivo, que les crecía en el estómago y subía hasta oprimirles la garganta y dejarlos mudos.

Hannah aprovechó para salir corriendo y volver a desaparecer. Fue vista y no vista y por ello era la mejor para hacer de cebo, nunca la podrían pillar si decidía que era hora de salir por patas. Mientras ella huía, MJ escondía y consolaba a los niños, que habían escondido sus caras en su hombro, para evitar seguir viendo tal horror. Aquel monstruo era mucho peor que los pequeños.

Elodie mientras se esforzaba por encontrar algo en aquel libro. No entendía las palabras, se debía guiar por los dibujos. Muchas de las páginas que parecían clave se habían quemado y le costó encontrar algo que le sirviera, aunque en una de las páginas medio quemadas había algunas frases que le pareció que podrían valer.

El portal comenzó a reaccionar a las palabras que Elodie se esforzaba por gritar sin tartamudear. Se puso a girar en espiral de forma violenta y en dirección contraria a la que lo había hecho hasta ese momento. Además se cerraba poco a poco.

Que el portal girara en la dirección contraria, hizo que el monstruo parara en seco su avance. De repente parecía que se veía atraído hacia el interior del portal contra su voluntad, pero no con la suficiente fuerza como para acabar dentro. Había unas escaleras de piedra que debía subir y el vórtex apenas le movía unos centímetros hacia su interior cada vez. El ser gritó enfadado por el resultado del conjuro de Elodie.

Em aprovechó y se situó en la dirección contraria, dejando al monstruo entre el portal y ella. Juntó sus manos, se concentró y comenzó a formar delante de ella una enorme bola de fuego. La bola apareció de la nada y al mismo tiempo se alimentaba de las llamas que salían del agujero de fuego. La lanzó contra el monstruo y este entró de un golpe al portal. Para cuando el ser pasó por el agujero, este se cerró y fue como si nunca hubiera estado ahí.

Em empezó a notar una respiración pesada y le costaba mantenerse sobre sus pies parecía. Trató de de dar un par de pasos para moverse, pero le fallaron las fuerzas.

Su nueva amiga cayó exhausta al suelo, como cuando las mujeres tenían un mareo en las películas de terror. Aquella bola había debido ser un esfuerzo muy grande para ella. Pero habían empujado al monstruo dentro del agujero y se las habían arreglado para salir vivos de ello, algo que no había pasado con Tony.

El grupo de amigos se acercó como pudo a socorrerla, pero una voz les paró los pies.

-Quietos, esta broma ya ha ido muy lejos- dijo una voz que pertenecía a uno de aquellos hombres de traje negro. Cuando miraron alrededor vieron que había al menos diez más de estos tipos trajeados y armados.

Dio algunos pasos en dirección a Em y comprobó sus constantes vitales.

-¡Está viva!- informó a alguien que se escondía entre la oscuridad de los árboles.

Un hombre con bata asomó entonces de entre los árboles y se agachó a coger a Em. Enseguida lo reconocieron, aunque no fuera demasiado visto por el pueblo, pero su aspecto era sin duda característico como para olvidarle: era el padre de los hermanos Kirby. Em se removió volviendo levemente a la consciencia.

-Tenemos que volver, Ember. Ya has visto lo que ocurre si te marchas, hay que volver al trabajo- le dijo y se marchó con ella en brazos, portándola con cuidado. Su retirada fue cubierta por los hombres de negro, que hicieron un gesto al grupo de amigos para que se quedaran quietos donde estaban.

Cuando se hubieron marchado todos, quedó un silencio extraño, que fue roto por el sollozar de los niños pequeños. 

El grupo de amigos quedó con un sabor agridulce tras aquella noche. Habían perdido a su amiga, pero habían rescatado a los niños pequeños y salvado el pueblo. Nadie quería pensar en qué hubiera pasado si ese monstruo hubiera llegado a Romeo y se hubiera paseado por las calles de su amado pueblo.

Tras la escapada casi nocturna, apenas fueron reprendidos por sus padres. Habían rescatado a dos niños pequeños, así que quedaron como héroes locales. Incluso les dieron unos vales para gastar en las recreativas y unos pases para subir a todas las atracciones en la feria del melocotón, cuando llegara en septiembre. La feria del melocotón era la que indicaba que el verano se acababa, pero lo hacía por todo lo alto.

Aún quedaba mucho verano por delante y muchas aventuras por vivir hasta que llegara la feria.