Partida Rol por web

Enrielle ni siquiera se tomó un momento para observar a la bruja forcejeando. Aprovechando que tenía los brazos levantados para apartar de sí tanto la daga de Thorwyn como las dentelladas de Jilhazhí, Enrielle se agachó de forma poco elegante y sin piedad hundió el acero en un hueco de la armadura de placas. Extrajo su espada, dispuesta a seguir, pero Lizbet ya no se movía, ni lo volvería a hacer tras el ensañamiento del enano y el latonado.

Tras ese terrible espectáculo del que fue incapaz de separar los ojos, Enrielle salió tambaleante de la niebla. Miró a Lluvia Estelar, que aguardaba alerta con su lanza. En su mirada, bajo las profundas ojeras, el vacío. Vacío que se intensificó al no ver allí a Kylian y a Lowen, confirmando lo que se temía.

Papá ha muerto, había escuchado decir a Lluvia. Dejó caer la espada y el arco y se sentó en el suelo, agachando la cabeza. Bajo la armadura de cuero, las ampollas, cortes, mazazos y la sangre seca y tirante le empezaron a doler. Estaba exhausta.

Alzó la mirada, ojerosa, hacia sus compañeros.

—Hemos de asegurar este sitio. Abajo quedaban algunas puertas cerradas— dijo secamente.

Con un esfuerzo infinito y una nueva mueca de dolor recogió sus armas y se levantó.

Acabado el trabajo, al fin la fría mente del enano del grupo dejó de sostener su cuerpo por pura fuerza de voluntad y éste se desplomó en el suelo, boca arriba, dejó caer la daga a su lado, que repiqueteó metálica en el suelo del templo y jadeó, extenuado. Durante unos segundos el mundo estuvo en paz. Entonces sonaron las voces de sus dos compañeras vivas. Dadas las circunstancias, si hubieran sido masculinas, hubiera sido francamente preocupante.

En el rostro de Thorwyn se dibujó una mueca y éste contestó en susurros, claros pero que no ocultaban el agotamiento físico del arcanista.

─Estamos bien. Lizbet está muerta. Recojamos lo que se pueda aprovechar y asegurémonos un lugar donde descansar unas horas...

Dicho lo cual, una vez más movido más por su mente que por su cuerpo, el enano se levantó, recogió su daga y empezó a inspeccionar los cuerpos en busca de cosas que pudieran ayudarles.

Enrielle suspiró amargamente. No quería volver a acercarse a la niebla. Miró una vez más a Lluvia Estelar.

— Esa bruja se los ha llevado, ¿verdad? — apretó los puños reprimiendo las ganas de gritar. Tenía ganas de acercarse a los cuerpos de sus dos compañeros caídos y zarandearlos. Gritarles a la cara que dejaran de hacer el idiota, que todo esto era culpa suya y que se levantasen de una vez para continuar.

Pero eso era una necedad. No iban a levantarse más. No volvería a ver la figura imponente de Lowen alzarse contra multitud de enemigos, luciendo orgulloso su sobrevesta, ni a Kylian dar la murga a nadie más con su neutralidad. También le dolía, a pesar de todo. Desde la caverna del rey hobgoblin sentía que le debía una.

Pero eso era lo que había. Deseó que sus almas se reencontrasen con sus respectivos dioses y obligándose a volver a asuntos más prácticos acompañó a Thorwyn en la tarea. No había terminado aún. Tenían que sacar lo que pudieran de allí y buscar un lugar seguro, y lo hizo deteniéndose de tanto en tanto para escuchar si alguien se acercaba.

—Quizás debíeramos volver a la barbacana en lugar de hacernos fuertes aquí. — preguntó en un momento dado — Allí debe seguir nuestra cuerda, y aquí... si nos asaltan no podremos escapar. Y sin ellos...

Thorwyn paró un momento de revisar pertenecias al oír la propuesta de Enrielle.

─¿Entonces toca una retirada? No me parece ninguna insensatez. Ahora mismo no podríamos contener ni un resfriado, es mejor volver a campo abierto, donde no podrán encontrarnos con facilidad. En especial sin ayuda de los bakali.

Era poco probable que los bakali supervivientes, si es que había, fueran muy propensos a seguirles la pista después de la matanza que el grupo de héroes había provocado en la fortaleza. Más o menos igual de probable que el trío superviviente (cuarteto si contaban con la cría de dragón) fuera capaz de aguantar un intento de asalto bien organizado de la torre en la que se encontraban. La única opción lógica era retroceder hasta el pantano y refugiarse, aunque fuera sólo unas horas. El grupo necesitaba descansar con urgencia. Reposar, restablecer sus heridas, ordenar los pensamientos y rehacer sus capacidades sortílegas, rellenar sus arsenales arcanos. Sin la potencia física y habilidad marcial de Lowen y sin la ayuda del clérigo de Gilean las cosas serían más difíciles que nunca. Salvo en lo que tocaba a tomar decisiones. Los supervivientes eran probablemente los más propensos a llegar a acuerdos inteligentes y razonables y a seguirlos de la manera más lógica. A diferencia de los dos fallecidos ellas sí contaban con sentido común...

Aunque había otra opción: una huída hacia delante. Tal vez buscar los calabozos de la fortaleza. Si quedaba alguien allí sería un aliado potencial, o al menos un potencial generador de caos. Esa opción era más caótica, basada en la intuición, dependiente de la suerte y necesitada de discreción. Tal vez el enano todavía podría sacar partido a sus escasas reservas mágicas para hacerse pasar por un hobgoblin o un bakali herido y explorar la fortaleza, localizar los calabozos y conseguir nuevos aliados para el grupo. Pero haciendo eso quedaría muy expuesto y no habría nadie que pudiera respaldarle...

─Retirémonos. Hoy creo que ya han sucedido demasiadas cosas. Mañana, con las energías repuestas, podemos hacer nuevos planes. Tal vez volvamos aquí, pero no en estas condiciones. Si volvemos lo haremos para acabar de tomar la fortaleza y hacerla volar a donde queramos. O para diezmar a los seres malignos que la pueblan y retirarnos nuevamente. Nadie había dicho que tuviéramos que tomar la fortaleza en un único asalto.

Retroceder a la barbacana, escondernos de vuelta en el pantano, regresar incluso a mi poblado en Abanasinia y fingir que nada de esto ha pasado... todas esas son ideas que cruzan nuestros pensamientos en estos momentos de luto y que afloran incluso a nuestros labios.

—¿Y qué pasa con Lowenherz y con Kylian? —pregunto a mis amigos, esperando que ellos tengan una respuesta mejor que las que se me ocurren a mí—. ¿Los dejamos aquí abandonados como los trasgos que se pudren en el patio? ¿Despojamos sus cadáveres como ladrones de tumbas y echamos en un saco todo lo que podamos cargar? ¿Los arrastramos escaleras abajo y escaleras arriba y los tiramos desde lo alto de la barbacana como si fueran desechos?

Suspiro. Estoy convencida de que no están proponiendo nada de eso, aunque estoy tan cansada que es lo único que soy capaz de entender de lo que oigo.

—¿Quién dice que sea más seguro el pantano que este torreón de piedra con una sola entrada que vigilar y cerrada desde dentro? ¿Es más segura acaso la barbacana, que no tiene siquiera una puerta que la separe del resto de la fortaleza? Aquí tenemos escritorios y estanterías llenas de libros que interponer entre nosotros y el exterior.  Y también colchones sobre los que descansar para recuperar fuerzas. Reconozco que no es ideal y que preferiría no tener que pernoctar aquí, pero el confort de Kalaman está muy lejos y también la seguridad de mi tribu. Creo que deberíamos quedarnos, pero os seguiré si decidís lo contrario.

Mientras Lluvia respondía, Enrielle permaneció mirando los cuerpos de sus compañeros. La barbacana seguía pareciéndole más segura por el simple hecho de tener a la vista el puente y una vía de escape descendiendo por la cuerda de Thorwyn, pero las palabras de Lluvia Estelar eran sensatas. Ella misma no se veía con fuerzas como para acarrear los cuerpos de Lowen y Kylian. Además, quedarían a la vista en el patio de armas a no ser que lo hicieran al amparo de la noche.

— De acuerdo, quedémonos aquí. Atranquemos las puertas con todos los muebles que podamos y tratemos de reponernos. Volver a campo abierto... — hizo una mueca — Quién sabe si esa maldita naga no está acechando en alguna parte.— se encaminó hacia las escaleras con paso cansado — Ya después, o mañana, prepararemos la pira. — añadió, sombría, ya bajando los primeros escalones.