Partida Rol por web

Tienes razón, si no sabemos antes que está envenenando el agua del pozo no tiene mcho sentido tartarla. -mientras se puso manos a la obra, cualquier cantidad que pudieran recoger ahora que llovía sería de provecho mientras no pudieran hacer otra cosa.

Borzos se rascó las barbas.

-Debemos hablar con el jefe de avanzada, sí. A ver si él sabe cómo purgar el pozo. Igualmente, deberíamos echarle un vistazo también. Quién sabe si averiguamos algo sobre el origen de la corrupción.

Levantó la vista mirando los enanos trabajar, los cuales empezaron a tomar cajas y cubos y se disponían a salir al exterior para recoger agua. Suspiró profundamente por el esfuerzo y se dirigió a ellos.

- Estamos trabajando precisamente en intentar purificar el pozo, en la medida en la que podemos hijo. El piso inferior de la construcción se encuentra actualmente cerrado por un problema que hemos tenido con las ratas. Pero en el sótano hemos abierto un hueco entre la roca para dar con la balsa de agua que surte el pozo. Si queréis echar una buena mano, hablad con Jilda, se encuentra en el último piso, ella os abrirá la puerta. Allí podréis dejar esos cubos y que se llenen. - terminó recostándose en la cama. - Oín se encuentra en el primer piso si queréis hablar con él – añadió refiriéndose al jefe de la avanzada.

Ya sé lo que vas a decir Kroggar, pero por mí el jefe puede esperar, no entiendo por que demonios no se ha personado el ante nosotros dadas las condicione en las que está su gente. Vayamos a ayudar a Jilda con los cubos allá abajo y ya cuando hayamos hecho algo de provecho iremos a pedirle explicaciones al tal Oín, y vaya si tiene que dar explicaciones. ¿Os parece? -Miraba sin reservas a Kroggar a la espera de que soltase algo sobre el mando y la disciplina enana y esas puñetas que siempre tenía en su dura mollera.

—Serrá lo mejorr. Si no crreo que acabarré abrriéndole la cabeza a ese crretino.

Los tres enanos ascendieron a lo largo de los dos pisos superiores cargando con los cubos hasta alcanzar finalmente un tercero donde se encontraba la cima de la torre. En las salas anteriores la visión era similar, intercalada por armamento y camas improvisadas. En uno de esos pisos pudisteis observar un par de camas libres, las que ya había mencionado el jefe de pelotón.

Al salir al exterior pudisteis ver a Jilda. No parecía una mujer enana en absoluto.

Portando una ballesta, daba paseos de un lugar a otro de la cima de la torre, asomándose por las terrazas que coronaban la construcción. Se trataba de una robusta enana, más alta que la media, y mucho más fuerte que algunos de los soldados varones que habíais conocido tiempo atrás.

Vigilaba sin cesar en busca de posibles enemigos. Al escuchar movimiento a su espalda se giró y os miró. Se quitó el casco y se aproximó.

- ¿Habéis subido a ayudar? - preguntó mirando los cubos que portabais los tres.

Borzos nunca hubiera imaginado que una enana sin barba pudiera resultarle atractiva pero Jilda se lo pareció. Sin duda alguna. El hecho de que fuera tan alta como él, un portento físico, ayudó a despertar en él sentimientos incómodos pero no era el momento de amoríos.

-Efectivamente. Venimos de Khazad Felek. Hemos traido la brea pero, al saber de vuestras dificultades, pretendemos ayudar en lo posible. Éste es Kroggar, éste, Toril y yo soy Borzos. Tenemos ideas y preguntas que plantearte.

Y toda la ayuda que podamos darte y necesitéis, señora- dijo levantando las manos y mostrando los cubos mientras daba un paso adelante, bastante forzado, justo al lado de Borzos. Maldita sea, tenía que haber estado más espabilado, pensaba para así mismo. Aquella magnifica enana podía ser el inicio del resurgir del clan Altoroca, vaya que si podía. Y después de un silencio incómodo- bueno, nos han dicho ahí abajo que podías necesitar ayuda para llenar cubos, que tu podrías darnos la llave, y es cierto que tenemos preguntas, nadie parece saber que emponzoña el agua tan gravemente.

A Helmuth no le pasó indiferente tampoco el aspecto de Jilda, la cuál le recordaba vagamente a Gilda Hojabrillante (curioso que compartieran casi el mismo nombre porque los enanos conocen las diferencias entre una G y una J), una sacerdotisa de Hela que había llegado hacía poco a Khazad Felek y con la que el enano había hecho buena relación. Pero la herida de Breda escocía todavía demasiado como para pensar en otras mujeres.

—Hemos subido rrecolectarr agua de la lluvia parra los enferrmos. Corrren el rriesgo de morrirr deshidrratados. También querremos en drrenarr el pozo empozoñado, parra poderr averriguar qué es lo que está pasando.  Uno de tus compañerros enferrmos nos dijo que hablásemos contigo.

La soldado miró a los tres enanos que se explicaban casi al unisono arqueando una ceja. La situación la debió parecer en cierta medida algo graciosa y esgrimió una medio sonrisa bastante disimulada. La verdad no esperaba tanta iniciativa por parte de tres desconocidos que acababan de llegar a la fortaleza.

Sea como fuere, y pese a las pequeñas rencillas que había entre los tres enanos, las cuales en ocasiones provocaban un ambiente de tensión que podría cortarse igual que si fuera mantequilla, estaban demostrando que eran verdaderos hijos de la montaña, dispuestos a ayudar a sus hermanos si lo necesitaban.

- Podéis dejar los cubos aquí y que se vayan llenando. Si queréis investigar el pozo, vais a tener que lidiar con un problema que hemos tenido con un anidamiento de ratas en el subsuelo. Y… me temo que no hay llave. Vamos, os acompañaré – dijo la enana haciendo un gesto para que dejaran los cubos en su sitio y la acompañaran escaleras abajo. En sus gestos y en su forma de hablar parecía exactamente igual que cualquier buen soldado, quizá más práctica que muchos de los que habíais conocido en ese día.

Nuevamente descendisteis por la torre recorriendo los pisos que ya conocíais. Al cabo de pocos minutos llegasteis de nuevo al hall, a la planta baja. Señaló un trozo de la construcción en el que no habíais caído a la entrada. Se trataba de una enorme roca de granito que estaba colocada encima de lo que parecía una especie de trampilla. La roca, apenas contrastaba con las paredes de piedra de la construcción, lo que hacía pasar a aquel sitio bastante inadvertido para una pasada de vista normal.

- Es ahí. No hemos podido encargarnos por la falta de miembros activos en el pelotón, y ya sabéis cómo es esto. Las órdenes son lo primero. - estas últimas palabras parecían haberse clavado en vuestros corazones en cuanto las pronunció. - ¿Necesitáis preparar algo antes de bajar?

Por alguna extraña razón empezabas a sentirte cada vez más afianzado en tus creencias. Lo que en un principio se iba a convertir en una formación donde te metieran en vereda y acataras normas, de pronto empezó a convertirse en una oportunidad tras otra para demostrar al resto quién eras realmente.

La empatía que sentiste al ver a tus camaradas en aquella situación, ser el primero en tomar la voz cantante para interactuar con los soldados enfermos, y movilizar a tu grupo para tomar la iniciativa y dar explicaciones a Jilda, era algo nuevo para ti. Por alguna razón, todo aquello empezaba a despertar sentimientos de camaradería y honor de verdaderos hijos de la montaña.

Tus creencias empezaban a tambalearse ligeramente. Sentías fidelidad por Khâzad Felek. Sentías que le debías grandes cosas a aquella comunidad enana que te salvó la vida en su momento. Pero de pronto te veías saltándote instrucciones directamente de un superior, quien os había pedido volver tras finalizar vuestra misión.

No eras capaz de describirlo con exactitud, pero empezabas a sentir que había algo superior en todo aquello, algo por lo que realmente sí merecía la pena luchar. Empezabas a sentir, que estabas consiguiendo que el grupo se moviera al unisono, te estabas convirtiendo en el nexo de conexión entre Borzos y Kroggar. Empezabas a ver que la situación por la que habías pasado antaño se había convertido en una valiosa lección aprendida y veías hacerse realidad el dicho de muchos de tus superiores durante la formación. “Somos una malla, todos unidos, tan fuerte como el más débil de nuestros eslabones”

Compañeros, - digo echando un brazo por encima de cada uno de sus hombros y uniendo nuestras cabezas- la mayoría de las cosas que necesitan pueden solucionarlas por ellos mismos aun, pero si no tienen soldados activos, esto tenemos que hacerlo nosotros. Yo soy el primero que quiere volver y dar por terminada nuestra misión, no quiero seguir en entrenamiento toda mi vida, no quiero ser degradado, no quiero fallar a Khâzad Felek, pero estemos donde estemos, todos los enanos somos unos. Si no pensáramos así quizás yo hubiera muerto en las montañas cuando la milicia me recogió, pero me salvaron, y ahora nosotros debemos ayudar a estos compañeros aquí abajo, donde ellos no pueden llegar. Entremos, hagamos lo que sea necesario, y volvamos después, aunque sea a rastras, para terminar nuestra misión y solicitar la ayuda necesaria después de saber que diantres pasa aquí abajo.

-Necesitaremos luz mi señora, unas antorchas serían suficiente...

Borzos miró a Kroggar, asintió y miró de nuevo a la roca de granito. Se escupió en las manos y se preparó para trabajar con el calvorotas para despejar la trampilla.

-Por unas ratas? Que se preparen ellas mejor, hermana. Toril, borrico, podemos ver en la oscuridad. 

Vamos vamos- farfulla avergonzado Toril- es que nunca habéis cazado ratas con antorchas no sabéis divertiros- dijo la primera estupidez que se le ocurrió para salir de aquella, mientras seguia embobado con los ojos de Jilda, En que estás pensando Toril, espabila, se dijo asi mismo.

Igualmente, tampoco acertó a ayudar a sus compañeros mientras movían la trampilla y seguía allí plantado mirando a Jilda.

Las palabras de Jilda tuvo más efecto que la cuchillada que el trasgo le había dado, pero sí había algo que estaba por encima de la terquedad del sacerdote enano, era su corazón de oro. En su viaje a Khazad Felek el enano pasó por un pueblo enrabietado porque una de las niñas se había acabado revelando como tiflin. Kroggar ignoró cualquier posible, válido y más que justificado prejuicio que pudiera sentir, se encaró con la muchedumbre y sin llegar a dejarles actuar se llevó a la madre y a la niña. Lo último que supo de ellas, fue cuando se despidieron en el tramo final del viaje. Ellas marcharon hacia Argluna y Kroggar siguió junto con Breda hasta la ciudad enana. Y si el clérigo había sido capaz de darlo todo por una chiquilla tiflin, no iba a abandonar a su suerte a sus enfermos hermanos. Aunque eso significase un problema con Barbabronce.

—Vamos a ayudar a nuestrros herrmanos—dijo con firmeza en respuesta a las palabras de Toril.

Entonces el explorador hizo su mención a las antorchas y Kroggar solo pudo llevarse la mano a la cara avergonzado. ¿De dónde diantres había salido ese tipo?

—Esto es lo que pasa porr pasarr tanto tiempo al airre librre. Aunque a decirr verrdad, tienes la cabeza un poco alarrgada. ¿Estás segurro de que no tienes sangrre de mediano? Explicarría...—el enano hizo un elocuente gesto con la mano—. Bueno, explicarría todo.

Después se froto las manos y se dispuso a levantar la rejilla junto con Borzos.

—Vamos allá.

Miró a los enanos lanzarse pullas entre ellos debido al extraño error cometido por Toril. Si no fuera por sus compañeros por un momento era probable que hubiera creído que no erais parte del pueblo robusto. Seguidamente perpleja, les vio ponerse manos a la obra.

- Bueno, creo que no vais a necesitar preparar nada. - dijo sin más al ver a los enanos actuar. - Voy a ir a avisar a Kelldur para que me ayude a colocar la piedra una vez entréis, no vayan a escaparse. Golpead la trampilla tres veces cuando queráis salir. Estaremos vigilando. - dijo y se marchó hacia los establos dejándoos solos durante unos instantes mientras iba a buscar ayuda.

De esta forma, Borzos y Kroggar se pusieron a ambos lados de la enorme roca dispuestos a levantarla.

En un primer intento, ni con la ayuda de Kroggar pudieron mover la roca. Tuvo que ser a la segunda, que se coordinaron ambos y el enorme peso comenzó a rodar hasta salir de su camino. 
-Bien hecho, Kroggar! Estas fuerte como el vinagre!