Partida Rol por web

Bargenta se presentó una vez más mediante el llamado del sacerdote. Un fulgor apareció en el medallón del abuelo de Kroggar junto con el lanzamiento del conjuro. El brujo rugió ante la presencia del dios enano mientras babeaba y se producía espuma en la comisura de sus labios.

Aquél estado alterado le estaba haciendo totalmente irracional, y sus instintos más bajos aparecían. Apenas era capaz de mantener la mirada fija, debido a las convulsiones de los músculos de su cuello.

Borzos se abalanzó sobre el brujo gritando, rugiendo y arrojando babas a su paso. El bárbaro le lanzó una patada voladora y luego se lió a mamporros con su bastón contra el maldito kobold.

La paliza del bárbaro hizo que el brujo quedara reducido a un montón de carne informe en el suelo. Una amalgama de sangre y miembros hinchados que apenas se distinguían de lo que originalmente era.

El combate había acabado, y el brujo se encontraba muerto en el suelo. El silencio se hizo en la cueva, nada vivo quedaba allí salvo los tres enanos que habían derrotado a aquella especie de aquelarre, del cual sólo quedaban los cadáveres y los utensilios del brujo al otro lado del río.

Aparte de lo puesto, os llamó ciertamente la atención un objeto peculiar que poseía, y que se encontraba ahora en el suelo, desprendido de su inerte mano. Un martillo, hecho enteramente de piedra y que poseía unas extrañas runas. Por la naturaleza de dichas diríais que podrían ser de origen enano, pero no estabais seguros de aquella información pues os eran en primera instancia imposibles de leer.

Borzo se irguió sobre la masa amorfa que era ahora el hechicero kobold y soltó el aire en un largo soplido. Podía sentir una vez más su furia, desvaneciéndose mientras él observaba sus restos. Entonces vió a los demás y dijo:

-Examinemos bien sus utensilios - dijo.

Entonces se fijó en el martillo. 

-Echadle un ojo, amigos. No tiene pinta de ser una vulgar herramienta.

—Espera, quiero revisar lo que he visto antes, donde el brujo estaba preparando algo con esas pociones y arrojando los restos al agua.

Toril esperaba encontrar allí la respuesta que el brujo ya no podría darles, la verdadera razón de su presencia en las montañas.

Así que se dirigió a la hoguera en la que había descubierto al brujo.

Kroggar sonrió satisfecho al ver como Borzos acababa encargándose del jefe brujo. El enano miró el simbolo sagrado herencia de su abuelo, en madera policromada representando las Hachas Cruzadas de Clanggedin Bargenta. Lo más característico era un corte que tenía en medio, lo cuál lo afeaba un poco, pero para el clérigo enano era un motivo más de orgullo. Su abuelo le contaba cuando era un imberbe que ese corte fue provocado por el ataque de un orco y que el medallón le salvó la vida.

Sin embargo le llamó la atención que su actuación ante el conjuro no había sido la habitual. ¿Qué había pasado? El enano se inclinó sobre el brujo para examinar sus restos y el peculiar martillo. Quizás encontrara algunas respuestas.

Toril se lanza al río para observar lo que hay al otro lado. El corpulento enano empieza a chapotear de manera ruidosa en el interior de la cueva perdiéndose poco a poco en la oscuridad, yendo en dirección a la otra orilla donde se encuentra una hoguera, que tiene múltiples colores a su alrededor.

Anteriormente había mencionado que era allí donde el brujo se encontraba y estaba tramando algo.

Avanzaste por la oscuridad sin percibir presencia alguna de enemigo. Efectivamente te diste cuenta a los pocos minutos que habíais conseguido limpiar aquél lugar por completo, al menos en apariencia. Quizá algún kobold hubiera huido por una gruta en la pared, pero parecía poco probable dada la agresividad que poseían y el interés por que no salierais vivos de allí.

Al llegar pudiste apreciar un puesto de alquimia, lleno de hiervas y líquidos de diversa naturaleza. El lugar estaba lleno de frascos como el que había roto el brujo instantes antes de su muerte, que había llevado a su transformación. En el centro de todo aquél lugar había un enorme perol lleno del mismo líquido transparente que humeaba el mismo gas que había utilizado durante el combate.

Debía tratarse de un kobold especialmente dicho en tácticas de guerrilla, y estaba allí para dar soporte al grupo más grande con sus brebajes. No podía haber otra explicación. Lanzar las cosas al agua debía ser por tanto una consecuencia de su falta de preparación o de su descuido a la hora de actuar. Sin embargo yo pese a todo, una pregunta más importante rondaba tu cabeza. ¿Por qué se habían asentado allí?

Examinaste aquél martillo hecho enteramente de piedra, que poseía unas ornamentaciones exquisitas. Varias runas alrededor de la cabeza adornaban la pieza, y un mango que formaba una espiral sobre sí mismo. No se trataba de ninguna clase de herramienta, si no de alguna clase de utensilio mágico. Lo habíais visto utilizar en combate, y habíais visto cómo el kobold había abierto una gruta en la pared con él. Era el instrumento que habían utilizado para abrirse paso en el subsuelo con mayor rapidez y facilidad. Pero ¿qué querían decir aquellas runas?

Miraste en profundidad esforzándote con bastantes dificultades debido a las graves heridas que sufrías por el combate. Era algo sumamente extraño, parecían runas enanas, pero mezcladas con alguna clase de otras runas que no alcanzabas a distinguir con facilidad. ¿Un idioma nuevo? No podía ser, además aquél martillo tan bello en su forma y manufactura sólo podía ser fruto de alguno de los miembros del pueblo robusto con mayor rango en el gremio de artesanos.

Aquello era muy confuso, no sabías exactamente de qué se trataba, y cuanto más lo mirabas más dudas te generaba. A los pocos minutos sentiste un pequeño escalofrío, tal vez producto de tu poca experiencia en busca de nuevas maravillas del mundo, o por el abrumador sentimiento por el que intuías que había algo desconocido y que escapaba a tu comprensión estaba ante tus ojos.

No veía mucho más de lo que había visto antes escondido, así que antes de volver hizo un último intento de buscar alguna pista sobre sus intenciones además de husmear en los restos de pociones, en busca de alguna de utilidad.

Después volvería con sus compañaeros a examinar aquel martillo que les había llamado la atención.

En tu búsqueda efectivamente encuentras varias pociones que estaban listas para ser usadas en combate. No sabes con certeza sus efectos ni cómo funcionan sobre humanoides no kobolds, pero ahí están, en esos viales toscos de un cristal formado a duras penas.

Sobre las intenciones del brujo kobold no había ninguna pista aparente, ni papeles ni ningún registro de órdenes. El resto de posesiones son una amalgama de resto de huesos, hiervas y otros mejunjes de naturaleza dudosa.

Toril cogió las botellas con los extraños mejunjes y se dispuso a atravesar de nuevo la corriente de agua para regresar con sus compañeros, cuando se vio momentáneamente arrastrado por el agua

—¡Ayuda, ayuda! — gritaba a sus compañeros antes de que el agua se lo llevase lejos de allí.

Riéndose, Borzos le lanzó su cuerda a Toril.

-Agárrate, cenutrio! He visto a columnas nadar mejor que tú!

Muy habilidoso, Borzos utilizó su cuerda ayudando a Toril a llegar hasta la otra orilla sin problemas. Los ríos subterráneos tenían algunas corrientes y remolinos que conformaban la estructura del caudal que podía hacer que un pequeño error acabara en una situación como la que acababan de vivir.

A los pocos minutos el grupo estaba de nuevo reunido.

Borzos tiró de Toril para sacarlo afuera y luego le preguntó, curioso.

-Bueno, ¿Qué era eso que casi te cuesta ahogarte? ¿Sabeis reconocer algo de ese montón de cachibaches? 

 —He podido rescatar estos tres viales de pociones, son parecidas a las que estaba tomando el brujo, pero no puedo saber para que servirían o qué efecto tendrían en nosotros, Tampoco sé si tienen algún valor.

—Pero no he encontrado el motivo de su presencia aquí, es seguro que la preparación de estos mejunjes es lo que contaminaba el agua, así y eso parece solucionado, y es seguro que traman algo, pero no puedo saber que es. ¿Habéis averiguado algo sobre ese martillo?

Kroggar sintió como un escalofrío recorría su espalda desde la rabadillas hasta la nuca. ¿Qué era esa cosa y qué hacía ese kobold con ella? Sin duda no podía ser nada bueno. Ahí había poder, poder en manos de un inútil pero que en otras como las de un taimado elfo... El sacerdote negó con la cabeza, no iba ni a imaginarse con esa posibilidad.

Entonces Toril se cayó al agua sacando al enano de su ensimismamiento. Rápidamente tomó un paño y envolvió el martillo en él para a continuación acercarse a sus compañeros.

—Siemprre sabes como superrarrte Torril—dijo riendo entre dientes—. Ahorra erres un experrto nadadorr. El marrtillo es...

Kroggar hizo una pausa buscando las palabras adecuadas.

—... peligrroso. Hay poderr en él. Parrece enano perro... es extrraño. No quierro ni imaginarrme qué hacía ese kobold con él.

Las palabras de Kroggar preocuparon al luchador bárbaro. La magia tenía la tendencia de enredarlo todo.

En cualquier caso, ya nos hemos saltado bastante las reglas. Deberiamos volver ya a informar ¿No os parece?

Toril se sacudía el agua y la dignidad, puso a buen recaudo las pociones, y asintió.

—Volvamos si, es urgente informar de todo lo que ha pasado, si hay movimientos más grandes en juego, no son algo que podamo resolver nosotros. Quizás después de nuetro bautismo tengan algo mejor para nosotros que llevar carros de brea.

No pudo evitar notar la ironía de darse por bautizado ahora que estaba calado hasta los huesos.

El grupo se reorganizó de esta manera, abandonando el lugar que tanto esfuerzo les había costado limpiar de aquella plaga. Un nuevo objeto de origen extraño estaba ahora entre sus posesiones, y con él, se llevaban la duda de cómo gestionar aquella situación en este instante. ¿Cómo explicarían todo esto a sus superiores?