Partida Rol por web

Toril espera a un lado de la puerta, también en posición defensiva, pero en silencio concentrado, como era su costumbre cuando la cosa se ponía tensa. En cuanto aprecieran esas ratas y fallaran su ataque le iba a caer una buena lluvia de golpes encima.

El conjunto de ratas de menor tamaño se movilizaron contra la puerta intentando salir y llevándose a Borzos en la medida de sus posibilidades debido a su reducido tamaño. Las gruesas botas de Borzos no se vieron más que ligeramente mordisqueadas, en un vago intento de abrirse paso con el fin de encontrar carne.

Sin importar si sus compañeras estaban o no de por medio, los enjambres comenzaron a adelantarse pisándose unas sobre otras instantes después, y pasando entre medias de las ratas que se habían adelantado en un primer instante.

En esta ocasión el daño si que fue patente debido a que el número que formaban, les daba una ventaja a la hora de colocarse en una posición en la que pudieran encontrar un hueco en la armadura de Borzos.

Como había hecho antes cuando curó a Borzos, Kroggar volvió a tomar el medallón de su abuelo con sus dos manos y rezó una nueva oración a Clanggedin Bargenta. En esta ocasión su objetivo no era curar a su compañero, sino bendecirlos a todos para ser más efectivos en el combate. Si alguien podía ayudarlos en la batalla, ese era el Señor de las Hachas.

Intentando caminar entre sus compañeras, el animal de mayor tamaño lo tenía difícil, pues todas se apiñaban en la entrada, rabiosas y asustadas por el movimiento de un olor nuevo en aquél sitio. Agitándose de un lado para otro era imposible que pudiera avanzar, así que se limitaba a levantarse sobre sus dos patas traseras olisqueando el aire y buscando una salida.

Borzos sintió el poder de los dioses alimentando su ya portentoso salvajismo. El enano sonrió con gesto maníaco y comenzó a repartir leña con su bastón, que se abatió sobre el primer enjambre con un golpe demoledor. A continuación, poseido por la furia, usó sus piernas para patear violentamente una vez más, sin saber ya si golpeaba a uno o a otro enjambre.

-WAAAARGGG!!

Borzos impactó al enjambre sin remordimiento alguno, produciendo una sinfonía de huesos rotos debido a los mamporros. La furia del bárbaro se apoderaba de él por momentos, imbuyéndolo en una furia berserker de la que no saldría hasta unos minutos después.

En ese preciso momento Toril se posicionaba con sus dos hachas dispuesto a participar de la dantesca coreografía. Una melé de golpes, chasquidos y gruñidos empezaba a aparecer, creciendo en presencia por momentos.

Aquella asquerosidad aguantaba más de lo que parecía, así que sin miramiento ninguno empezó a agitar sus hachas a diestro y siniestro como lo hiciera Borzos, la batalla no sería para que la cantara un estúpido bardo, pero siempre era mejor seguir vivo para contarlo.

Las afiladas hachas de Toril profirieron dos certeros golpes al enjambre, llevándose a varios miembros con cada uno de ellos, provocando que no quedara ninguno más vivo. Un problema menos y un problema más, al hacer que ese hueco fuera seguidamente sustituido por más ratas que pasaban por encima de los cadáveres de sus compañeras.

El roedor de mayor tamaño en ese instante intentó proferir mordiscos a Borzos, asustado por la agitación y los golpes del bárbaro, en un inútil intento en el que sus dos dientes se quedaron clavados en la bota del bárbaro. Uno de esos animales mellados poco podría hacer.

Por encima suya ahora se arrastraba uno de esos enjambres, un rey de las ratas que intentaba adueñarse del espacio y morder por donde podía. Debido al poco espacio que ahora tenía por culpa de los cadáveres de sus compañeras, comenzaron a escalar por el marco de la puerta encontrándose con Toril de frente. El pobre enano sorprendido por lo que de pronto se abalanzaba sobre él tuvo que retirar los brazos del suelo, donde estaban tras su último golpe, pues esos pequeños animales se cebaban con los pocos huecos que quedaban blandos debido a su armadura y protecciones.

La situación empeoraba por momentos, pero aquella batalla, en aquél sencillo lugar, os hacía recordar a las épicas batallas que se contaban en las gestas cantadas por los bardos en las tabernas de Khazad Felek, donde unos pocos enanos luchaban contra innumerables orcos o trasgos.

—¡Borrzos échate a un lado! ¡Deja que avancen un poco más!

Preparando tácticas, los enanos estaban listos para los futuros movimientos que aquella manada de ratas hiciera. Al final de la sala se seguía viendo movimiento, pero apenas pasaron unos instantes cuando Borzos entró en acción.

Desde la escalera, Borzos, con los ojos inyectados en sangre, abatía su bastón sobre el enjambre como intentara clavar la nube de ratas al suelo del sótano. De vez en cuando, no satisfecho con ello, también las aplastaba con sus pesadas botas, como si fueran cucarachas hiperdesarrolladas.

Desde el lado opuesto Toril le asestaba hachazos a cualquier cosa con ojos que assomase su nariz por la puerta. Sin descanso, rata a rata.

Los contundentes golpes de Borzos contra el segundo enjambre reducen a la mitad la cantidad de miembros que lo formaban. Los cuerpos de las ratas, casi innumerables empiezan a apilarse a la vez que aumenta la furia del enano por momentos.

En ese instante las hachas de Toril hicieron por terminar la faena, reduciendo a 0 al enjambre que quedaba aún vivo.

En esa situación, los enanos tenían la entrada taponada, con una pequeña rata sin dientes que intentaba hacer por atacar a Borzos sin éxito ninguno debido a su falta de dientes.

Las ratas no avanzaron y Kroggar no pudo descargar su hacha contra ellas. Así que en su lugar uso el poder de los dioses enanos para ello.

—Las hachas de Barrgenta fuerron forrjadas en la forrja de Moradin—anunció—. ¡Enfrréntate a su fuego!

Moradin mismo se presentó en aquél sótano, pudisteis ver cómo las llamas de su forja salían de las manos del clérigo achicharrando al corrupto animal y purgando el sótano. El fuego atemorizó a dos de las bestias que estaban detrás suya, no así con la de mayor tamaño quien se lanzó contra el clérigo con la boca abierta.

Aquella rata gigantesca se lanzó directamente a por el clérigo enfurecida por las llamas, pero al pasar entre Borzos y Toril dejó sus flancos desprotegidos a merced de las hachas hambrientas.

Borzos lanzó un lanzazo profundo contra la rata, que arrancó a sangrar inmediatamente.

Borzos y Toril partieron por la mitad al enorme animal que ejecutaba un salto hacia Kroggar para clavarle los dientes. Los enanos se colocaban en una posición de ventaja frente a la manada de ratas, bastionados tras los muros de la pared, teniendo como única vía de acceso la puerta.

El movimiento empezaba a ser cada vez más y más pausado en el subsuelo, parecía que lentamente estaban haciendo desaparecer a la plaga que azotaba el sótano.

Borzos avanzó, entró en la sala y, para dejar paso a sus compañeros, se apartó de la puerta. Entonces atacó con la lanza a la rata que estaba frente a la puerta y, acto seguido, le dió una fuerte patada.

Los últimos golpes de Borzos acabaron con aquél encuentro. Aparentemente no había más ratas a la vista en las cercanías, y la tranquilidad volvía al entorno.

Volviendo en sí tras la adrenalina soltada por el combate, el grupo se percató del enorme agujero en la pared que existía en la cueva. Los enanos de la avanzada habían excavado a través de la roca para llegar al manantial que existía bajo el subsuelo, y que actualmente se encontraba emponzoñado. Tras haberse deshecho de los seres, durante unos segundos de silencio lo único que se escuchaba era el correr de una especie de arroyo que daba lugar a alguna clase de manantial. El grupo se encontraba cerca del origen de la ponzoña.