LA TIERRA ANTIGUA
Se sabe poco sobre el pasado del hombre. Lo más habitual es reconocer que incluso en las mejores historias hay un marcado componente de fábula.
Lo que se rumorea es que hace muchos años, varios cientos, el antiguo hogar del hombre, un planeta llamado Tierra, acusó el exceso de población, y a pesar de las colonias exteriores, se diseñó un proyecto innovador, nunca imaginado. Se dibujó un mapa con rutas hacia los sistemas más cercanos que podrían contener planetas y se construyeron naves gigantescas que contendrían una población suficiente para poblar esos planetas. La tecnología terraformadora ya era suficientemente potente y los sistemas de impulsión permitían el viaje en unas pocas generaciones. Pero, ¿quién sabe de eso?
Lo que sí se sabe es que muchos años después, un grupo de tres inmensas naves llegó a este sistema y durante los siguientes siglos los primeros colonos exploraron y terraformaron cada uno de los planetas y satélites. Descubrieron que uno de ellos ya contenía vida: Galacca, hogar de los galaccianos. Encontrar vida inteligente, aunque menos desarrollada, no entraba en los planes iniciales, de manera que el acercamiento fue torpe y pronto se declaró una guerra breve y brutal que solo podía terminar de una manera.
Mucho después, con la terraformación ya completada, los vigilados galaccianos fueron perdonados y se les permitió, en grupos de muy pocos de ellos, salir del planeta natal, siempre para no regresar, de la misma manera que los humanos se habían comprometido a no entorpecer el desarrollo natural del planeta y vigilaban sin ser vistos desde un continente situado en un polo congelado.
Eso se cuenta, al menos. Pasó más tiempo hasta que el gobierno dejó de actuar de forma expeditiva en los planetas. Contrató a locales para que sirvieran de enlaces y de espías para ellos, nombró alguaciles gubernamentales, inspectores y agentes, mientras que los demás poblaron el espacio.
Cuentan que están planeando algo. Ahora, el gobierno del sistema mantiene un absoluto silencio en cuanto a sus intenciones, pero parece que saben lo que hacen. Recorren los planetas cerrando tratos comerciales por recursos, contratan personal fuerte para los puestos de minería, atrayendo a los jóvenes con promesas de buenas pagas y la oportunidad de salir del pueblo donde han pasado toda la vida.
Pero hay descontento. Se habla de que las libertades están empezando a coartarse y que, además, la gente en general está empezando a sufrir problemas psicológicos cada vez más acusados. La vida se empieza a oscurecer. Algo pasa.
O eso dicen.
Esto es un resumen de lo que diría un individuo de un pueblo apartado en cualquiera de los planetas del sistema. Alguien con más conocimientos planetarios o de historia podría saber más...
CODDOS, 4º satélite de INTHA
La historia oficialmente aceptada acerca del nombre de este satélite es que el ingeniero Ero Coddos, detectó un error garrafal durante el programa de terraformación. Gracias a él, aunque el daño sobre la superficie se había producido, el efecto sobre la remodelación final del planeta se pudo llevar a término. Coddos nació deforme, pero vivo, gracias a la dedicación y el esfuerzo de ese hombre y su equipo.
Cientos de años después, el satélite conserva visibles sus cicatrices. La superficie del plantea es una enorme meseta surcada por cañones en los tres supercontinentes que lo forman. Tanto es así, que los seis océanos que los rodean son considerados por muchos simplemente como supercañones que forman parte del mismo sistema.
Debido a este hecho, la vida terrestre en Coddos se ha visto dividida en dos clasificaciones principales. La vida sobre la meseta y la vida en los cañones. Sobre la meseta, muchas corporaciones han medrado hasta el punto de construir ciudades grandes, de más de 10000 habitantes, que se protegen por cúpulas de los fuertes vientos y tormentas, y que horadan la roca para conseguir la preciada agua. De forma opuesta, la luz es un bien mucho más común en la meseta, aunque los cañones son variados y algunos pueden ser muy anchos, con más de 6 horas de luz directa (o más, según su orientación), mientras que otros son muy estrechos y apenas disponen de 2 ó 3 horas de luz. Éstos últimos, además, suelen atrapar formaciones nubosas que descargan y no se disipan en varios días.
En los cañones, la vida vegetal ha encontrado un nicho para crecer, sobre todo en aquellos cañones orientados hacia los vientos y las nubes bajas de lluvia. Las cuevas y cavernas naturales también son comunes, y los pobladores de los cañones estudian las más estables de ellas para convertirlas en aldeas y poblaciones que queden, sobre todo en algunos cañones, protegidas de los huracanes que recorren los valles.
Así pues, la vida no siempre es sencilla en el satélite. Excepto algunas porciones afortunadas de cañones, la mayoría, así como las poblaciones expuestas en la meseta, están sometidas a un tiempo variable y generalmente inestable, donde las estaciones se suceden proporcionando tanto días y semanas enteras de sol y luz intercalando tormentas rugientes.
La relación entre los habitantes de la meseta con los de los cañones es en general escasa, perpetuando la máxima de "vive y deja vivir". De vez en cuando, los de la meseta comercian con tecnología y productos exteriores, ya que controlan casi todos los accesos a los astropuertos que salen del satélite, y los habitantes de los cañones les proporcionan productos naturales, desde madera, arcillas de mejor calidad, comestibles frescos...y la siempre valiosa agua, que a ellos les sobra.
Los transportes entre ciudades en la meseta son tan escasos como frecuentes son entre poblaciones de los cañones. Estos últimos han desarrollado sistemas de trenes rápidos a prueba de tormentas, que requieren un continuo mantenimiento, por otro lado, pero que permiten una relación mucho mayor entre ellos. En la confluencia de varios cañones suelen levantarse los pueblos más grandes, algunos de hasta 10000 habitantes, como Escamera, una gran urbe donde los colonos pueden encontrar todo el ocio que tanto falta en los intrincados cañones.
LUGARLAND
Lugarland es uno de tantos pueblos abandonados a lo largo del cañón de Hyfe, un recodo estrecho cuyo extremo se adosa al más agradecido y fértil cañón de Fallahan. No se sabe con exactitud qué hizo que la población de las aldeas, pueblos y ciudades, sin importar su posición en el valle o en las laderas, abandonaran el cañón.
Pero lo hicieron. Hace 30 años.
Al menos, una buena mayoría de ellos. No se sabe nada de aquellos que se quedaron y la posible verdad se ha visto envenenada por leyendas, rumores, locos que se hacían pasar por supervivientes. Seguro que existen montones de documentos bien guardados que narran los hechos con todo lujo de detalles y seguro que no fue algo tan terrible como algunos rumores sugieren, pero para la mayoría de la población de Fallahan, es mejor no complicarse la vida. El gobierno del cañón ha metido mano para asegurarse. Incluso los familiares más cercanos de antiguos residentes han cedido y ya no hablan de ellos ni hacen nada al respecto. Pocos han pasado página. La mayoría son almas tristes. Algunos se han suicidado.
Actualmente, el acceso al cañón de Hyfe está vedado, al menos desde el cañón de Fallahan (nadie se preocupa mucho sobre si algún habitante de la meseta entra en él a su propio riesgo), por orden del propio Consejo administrador. Durante todo el día y toda la noche, una guarnición bien equipada evita que absolutamente nada vivo salga del cañón. La muralla que lo contiene tiene un tamaño y un grosor de pesadilla, y para atravesarla sólo se puede acceder a una serie de puertas y caminos laberínticos en el interior de la muralla que evitan la invasión hacia el exterior por la fuerza del número.
Hace muchos años que nadie sale, que se sepa, y hace otros tantos que nadie entra, también que se sepa. Entrar en el cañón de Hyfe es una condena de por vida. Nadie que entra puede salir. Ésa es la ley.
NYOMA
El enorme complejo industrial de Nyoma nunca fue del agrado de los habitantes del cañón de Hyfe, pero la confluencia de afloramientos de carbón y minas de azufre, así como de otras sustancias de difícil recolección y tratamiento hicieron demasiado atractivo el emplazamiento para que varias familias adineradas miraran hacia otro lado. En menos de diez años, los edificios se sucedieron uno tras otro, convirtiendo el valle en un laberinto de cemento y cristal, plástico y calor. El cauce del río fue soterrado y cargado con los residuos de decenas de fábricas que trabajaban día y noche, envenenándolo mientras el aire se llenaba a la vez de humos malolientes de enfermizos colores.
No pasó mucho hasta que los habitantes del cañón de Fallahan, en cuyo río desembocaban los residuos vertidos en su afluente (cuyo nombre era Jano), se quejaran y buscaran ayuda para poner coto a la entrada de aguas contaminadas, que intoxicaban al ganado, arruinaban las cosechas y enfermaban a la población.
Con el tiempo, el gobierno de Fallahan ganó la contienda y se obligó a controlar las emisiones y los vertidos a las empresas de extracción, quienes ampliaron el complejo construyendo enormes e intrincados almacenes donde guardaban los bidones con los desechos. Durante más de diez años, los habitantes de ambos cañones se mantuvieron contentos... hasta el éxodo que se produjo en Hyfe y el posterior cierre.
Siempre hubo quien pensó que ese éxodo tenía que ver con la contaminación del aire o del agua, y los rumores corrieron en ese sentido, pero las mediciones que se tomaron durante los primeros años de aislamiento demostraron que la calidad de ambos era buena, de modo que se descartaron fugas o incumplimientos como motivo de la huida de los habitantes de Hyfe.
Por lo que la gente sabe, el complejo de Nyoma se encuentra al otro extremo del cañón, donde las paredes del desfiladero tienen pendientes más suaves, hay más horas de exposición solar y la vegetacion es más tupida. El cañón de Hyfe, hasta donde se ha dicho, estaba ciego por ese extremo, es decir, que no desembocaba directamente en otro gran cañón, sino que se dispersaba por estrechísimos pasos, algunos de los cuales se cerraban sin más, otros, con los días, terminaban desembocando en otro lugar, pero lo más habitual era buscar la forma de remontar la pendiente, si uno quería moverse por ese extremo, hasta alcanzar la altura de las mesetas.
Era, en ese sentido, un entorno privilegiado, ya que en Coddos no hay tantos tránsitos naturales entre el fondo de los cañones y la altura de las mesetas. Un lugar de conexión que nunca se ha aprovechado, ni se ha intentado, donde no hay caminos que conecten un tipo de vida con el otro.
GASLAN CITY
Embebida en el cañón de Fallahan, Gaslan amenaza los límites verticales y obliga a transitar por sus atestadas calles a todo aquel que quiere atravesar el cañón de un extremo a otro. La ciudad no es demasiado antigua, sino que en los últimos años ha adquirido una inusitada trascendencia al ser la que más cerca se encuentra de la muralla que corta la comunicación con el cañón de Hyfe.
De alguna manera, la administración ha sacado provecho y todos consideran a Gaslan como la custodia del bienestar de Fallahan, a pesar de que no es ni mucho menos la que más recursos propios maneja. Sus principales gobernantes forman todos parte del Consejo del cañón, que por cierto tiene su sede en la ciudad. Sus habitantes se dedican a oficios diversos, claro, pero mucho más comúnmente a cuestiones administrativas que al cuidado de la tierra u otras tareas manuales.
Por este curioso giro del destino, Gaslan es el cerebro de Fallahan, y sus nerviaciones se incrustan en cada vericueto o sendero, en cada carretera o paso, permitiendo la realización de obras, la construcción de nuevas vías o, al contrario, denegando las solicitudes que le llegan por toneladas.
Como no podía ser de otra manera, el centro de ocio y entretenimiento, sobre todo nocturno, se concentra entre sus abigarrados edificios. El censo actual aproximado del área metropolitana es la nada despreciable cifra de 19800 habitantes. El alcalde ha prometido montar una fiesta por toda la ciudad cuando se alcancen los 20000.