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Duel4it: Copa Umbría

Retransmisión de los duelos

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25/04/2014, 17:54
Director

Notas de juego

He pensado que este sitio puede ser para el que quiera desarrollar el duelo como se lo ha imaginado mientras jugaba. Así le damos rienda suelta a la imaginación.

Obviamente se puede narrar como quieras, siempre que quede claro quién ha sido el vencedor real :P

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29/04/2014, 17:16
16 - Bran Bresal

Las puertas se abrieron y caminé tranquilo a la arena de duelos. Mi expresión cambió completamente al ver a mi oponente. Sabía que me enfrentaría a una mujer, pero no a una tan hermosa. Su antifaz no conseguía ocultar la belleza de su rostro y durante un momento me quedé contemplando una sonrisa que no auguraba nada bueno.

El juez del duelo dijo su nombre: Anghara. Por algún motivo un color azulado acudió a mi memoria, pero no tuve más tiempo para pensar en ello, porque tras escuchar mi apellido el duelo estaba a punto de empezar.

La costumbre hizo que mis dedos reaccionasen más rápidamente que mi cerebro y sólo me di cuenta de que había cargado mi pistola de duelo cuando vi que la mujer había hecho lo propio con la suya. No pude evitar sonreir al ver que coincidimos nuevamente al montar un perno en nuestras ballestas. Aún ligeramente desorientado, añadí más balas a mi pistola. En ese momento, ella se movió. La detonación de un disparo, seguida por un punzante dolor en el brazo me recordó que esto iba en serio. Demasiado tarde, porque la primera sangre derramada era mía.

Sólo importa quién hace la última herida, me recordé a mí mismo empezando a moverme rápidamente. Tras un primer impacto imaginé que mi oponente optaría por defenderse, así que apunté con mi ballesta. Sin embargo ella sabía tan bien como yo que abastecerse de munición es vital si quieres sobrevivir a un duelo. Mi poyectil se hundió en su piel, haciéndome recordar que las mujeres hermosas también sangran. Después de todo, no había venido aquí a disfrutar del paisaje, sino a vencer un torneo.

Rápidamente, intercambiamos sendos disparos, más para empezar a tantearnos que con verdadera intención de acabar con nuestro oponente. La mujer se movía grácilmente y parecía tener el gatillo fácil, lo que hizo que decidiese protegerme de sus disparos. Su bala rebotó en mi armadura de duelo mientras agradecía que no hubiera optado por utilizar su ballesta.

Por fin tenía la ventaja de un disparo y Anghara lo sabía. Lo aproveché debidamente para alcanzarla una vez más mientras recargaba su pistola de duelos. Ahora la cosa iba en serio y ella no podía permitirse ningún error. Las palabras de la instructora Summer retumbaron en mi mente mientras las dos pistolas abrían fuego casi simultáneamente: "¡Es muy difícil apuntar con cuidado cuando estás bajo fuego enemigo!".

Sin embargo, sabía que no podría aguantar este intercambio de balas mucho más tiempo. Asumiendo que me saldría caro, me paré un momento para cargar otro perno en mi ballesta. Un agudo dolor en la pierna confirmó mis sospechas. Ahora estábamos completamente igualados una vez más. Casi a la desesperada, vacié el cargador de mi pistola de duelos, sólo para encontrame que Anghara había hecho lo mismo.

Durante un instante, sólo un momento, pensé en utilizar la Derringer que ocultaba bajo la muñequera de cuero que cubre la mitad de mi brazo. Sin embargo, en la Sociedad de Duelos no importa únicamente ganar, sino hacerlo con honor. Así pues, abandoné la idea para optar por la única opción posible: disparar mi ballesta para forzar a Anghara a fallar su disparo, no sin desear que la mujer se equivocase en su acción.

No fue así.

Desarmados, nos encontrábamos exactamente igual que al inicio del duelo, salvo por las heridas acumuladas que harían que el más mínimo error acabase con nuestras vidas. Durante un momento nos miramos y me pareció distinguir una sonrisa bajo la máscara de la mujer. Yo mismo estaba sonriendo, disfrutando de la emoción del combate. Recargué mi pistola, esperando obtener ventaja de la bala adicional y sonreí al ver que ella había optado por su ballesta. Durante un instante mis dedos acariciaron otro virote, sabiendo que si aprovechaba para cargar la ballesta el duelo sería prácticamente mío. No obstante, sin saber por qué, opté por disparar. Craso error, pues tal y como había supuesto, Anghara se estaba protegiendo.

Me gustaría decir que el sol me había deslumbrado o algo así, pero no sería cierto. Me equivoqué y no supe reaccionar a ello. Demasiado tarde, retomé mi idea original de cargar mi segunda arma, esperando que mi oponente siguiese a la defensiva para asegurar el siguiente disparo. En el fondo de mi mente escuché un chasquido mientras mi mano agarraba el perno de la ballesta. Sin embargo, el proyectil que sostenía no estaba en mi carcaj, sino clavado en mi estómago.

Levanté la vista y observé a Anghara limpiándose el sudor, sabiendo que había estado cerca de la muerte y, pese a todo, había vencido. Sonreí una última vez, reconociendo el valor de la mujer que me había derrotado. Al menos me llevaría a la tumba el recuerdo de su sonrisa, pero justo antes de morir me descubrí imaginando el rostro de mi oponente bajo su antifaz.

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29/04/2014, 17:26
13.-Fred Snutzer

Entro al gran estadio, que parece exactamente un coliseo romano, si no fuera porque ha sido acomodado a la gente de la época. Un griterío de gente se aturrulla. Es la primera vez que entro en el coliseo, y sé que posiblemente no vuelva a salir con vida de allí, a no ser que me esfuerce de sobremanera. Me haré el más legendario de la arena, seré el más temido.

Gott in himmel.- Grito haciendo el saludo a mi caído Hitler. Entonces se abre la otra puerta, y surge una raza particular, notablemente inferior. Un simio. Se ven pocos simios inteligentes, y suelen ser muy ágiles... pero no me da miedo. 

La cuenta atrás comienza, mientras nos miramos y tomamos posturas adecuadas para el duelo. Yo estoy excesivamente recto y con los músculos en tensión. Finalmente comienza el duelo.

Cojo rápidamente mi ballesta y la recargo con una flecha, luego saco mi luger y meto las balas que me da tiempo. Estoy disciplinado en el arte de la guerra. Disparo la primera bala con mi luger, la cual es esquivada. Mierda, es rápido. Él también dispara, pero su flecha ni me roza.

Él se cubre, se cree que le voy a disparar, pero aprovecho para recargar mi luger. Pero no sabe que una flecha bien disparada es más letal que una bala de luger, así que lanzo una flecha de la ballesta que tengo en mi mano aún cargada mientras guardo la pistola, en un gesto confuso. La flecha le alcanza el hombro. Se escucha como grita la gente... pero el duelo aún no ha terminado.

Sabía que en este momento tenía que recargar, había perdido tiempo cubriéndose, así que mientras recargaba saco mi luger y le doy un tiro en las costillas. Ya eres mío. Pero en ese momento siento cómo una flecha se clava en mi muslo derecho, atravesando el músculo.- Argggg.- Grito. La gente se vuelve loca desde sus asientos... esto se pone interesante.

Esquivo con una voltereta hacia delante mientras me vuelve a disparar, en ese momento estoy recargando la ballesta. Finalmente caigo sobre mi rodilla buena y disparo una flecha, que acaba clavándose en su cuello.- Auf wiedersein.- Susurro para mí.

Me levanto y cojeando miro a todo el mundo, mientras giro sobre mí mismo.- ¡La raza aria prevalecerá!.- Grito. Entonces un par de soldados rasos entran y me ayudan a salir del lugar. Ha sido la primera victoria. Espero que no la última.

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29/04/2014, 17:31
Director

Me ha encantado tu relato Brand!! te aplaudo!! es muy emotivo!!

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29/04/2014, 20:17
15 - Anghara

El Coliseo de los Duelos, cuántas historias habré escuchado sobre este lugar; desde bien pequeña me sentaba cerca del fuego de la taberna que regentaban mis padres y me quedaba embobada con los relatos que hacían los viejos cuentistas de los grandes duelistas. Yo quería ser como ellos, quería emular sus hazañas; cuando se lo dije a padre me soltó un bofetón que me dejó la cara dolorida durante el resto del día, "eso nunca será para tí" me dijo con acritud y me mandó a recoger las heces de los establos. Una sonrisa de triunfo aparece en mi cara al pisar la arena por primera vez, tengo una ventaja sobre mis rivales, yo ya he ganado.

Totalmente tapada por mi traje de combate y con el rostro velado por una máscara, solo mi pelo, mis ojos y mi boca son visibles para mi adversario; espero no mostrar mis intenciones y coger así al adversario desprevenido. Frente a mi se halla un joven con sombrero de copa y gafas de aviador, parece que sabe lo que se hace, pienso en un arrebato de inseguridad pero rápidamente me quito esas palabras de la mente y saludo con una ligera inclinación de cabeza.

- Señor.

Ambos nos preparamos y en cuanto suena la señal lanzamos nuestras manos a recargar la pistola y la ballesta, cojo de nuevo la pistola y hago el amago de cargarla pero en vez de hacer eso disparo desde la cadera, al bulto; por suerte mi táctica ha funcionado y él estaba recargando cuando la bala le impacta en un brazo. Entonces me confío, no sé dónde se me va la cabeza y me pongo a recargar tranquilamente sin darme cuenta que él tiene el cargador casi lleno, y que debe estar bastante enfadado por la herida recibida; el resultado es una bala en mi muslo, ciega de ira por el fallo cometido disparo a lo loco, pero al ver su arma apuntándome me lanzo a un lado y ambos tiros fallan. Todavía no me he recuperado del movimiento brusco, que ha hecho que sienta un agudo dolor en la pierna, y disparo de nuevo para cubrirme, él se mueve con soltura evitando la bala y aprovecha que estoy recargando para acertar de nuevo, esta vez en el hombro.

Siento el dolor atravesarme y me maldigo, ¿en qué estás pensando? vuelve a hacer lo que mejor sabes, me digo a mi misma y vacio el cargador en mi oponente; he conseguido un impacto pero me he quedado sin munición, cambio a la ballesta y vuelvo a disparar, nuestras flechas se desvían mutuamente. En un último intento desesperado recargo el arma aprovechando que él hace lo mismo, ruedo por el suelo apretando los dientes por el dolor mientras su bala silva por encima de mi cabeza, y al mismo tiempo que me incorporo extiendo el brazo y disparo la saeta que me da la victoria por fin.

Me levanto cojeando y sujentándome el brazo dañado, me acerco a mi oponente, que no adversario, y veo que mi proyectil se le ha clavado en el estómago... y veo una sonrisa adornando su cara. Sonrío de vuelta de forma automática, y sin saber porqué me arrodillo a su lado y presiono con la mano buena su herida mortal en un intento de que ese no sea su final.

- Bran no te vayas...