Partida Rol por web

Tarsthein tomo todo lo que tuvo a mano, ya fuese madera o piedra, y se dedico a romperlo todo. Primero borrando todo rastro dejado por aquel que creo aquel circulo y luego incluso intento cavar sobre el picando la tierra para luego arrojarla en los alrededores a fin de que no quedase nada.

El enano meditó entonces – podríamos incluso tomar los muros caídos y sepultar todo esto bajo una pila de tierra y roca. Claro, después de deshacerlo por completo – sugirió.

No tenía ni idea de magia, y menos de este tipo de cosas, por lo que hago caso a la maga cuando dice lo de desfigurar el circulo, aunque no sabía como, así que cogí un trapo, le escupí y me puse a intentar borrar las señales.

Tras intentarlo con piedras y algún palo os dais por vencidos. Nada de eso puede dañar los suficiente como para desfigurar el símbolo completamente.

Afortunadamente el cuervo burlón apareció con multitud de herramientas para la labor; cinceles, mazas y picos que había traído de ese almacén del que habló.

Tras una hora picando el círculo de invocación estaba tan desfigurado que podría haberse confundido con cualquier otra obra de canalización, pues a parte de ser un portal, no podíais quitaros de la cabeza que la sangre de personas habría recorrido esos canales para que pasan hordas de demonios sin importar que las víctimas fueran mujeres, niños o ancianos.

Mathilda volvió con el semblante torvo e indignado. Pasó a vuestro lado y se dirigió por donde habíais venido tan ensimismada que ni siquiera os saludó a su paso.

Con paso firme entró en la taberna del Enano de Roble. 

Buscando entre los restos algo con lo que poder dañar el círculo, encuentras debajo de un trozo de mampostería un hacha de doble filo bien templada y con manchas de sangre reseca, sin duda, de la terrible batalla allí acontecida hace meses. 

No es de factura enana, pero su equilibrio y robustez te complace al manejo y al tacto. Un poco de piedra para agudizar el filo será mas que suficiente para tenerla preparada para el combate.

-¡Posadero!.- Como un vendaval la hechicera entró en el Enano de Roble echa una furia. -¡Quiero vino!.- Dijo plantando una corona de oro en el mostrador con un golpe de su mano.

 -No hay vino en diez leguas a la redonda. Tendrás que ir hasta Dietershafen para conseguirlo.- Añadió el posadero sin dejar de vigilar la valiosa y reluciente moneda.

 -¡Maldito cabeza hueca, el que tienes escondido, o reduciré esta pocilga que llamas posada a cenizas!.-

Las palabras intimidantes de la humana, su demostración de magia con los demonios y la corona de oro que desapareció en el bolsillo del chaleco del posadero, bastaron para que este se dirigiera a la parte de atrás, hasta un barril donde escrito en tiza se leía "salmuera" y vertió su líquido en una jarra de barro que colocó después delante de la hechicera.

El flagelante observó con curiosidad la actitud de aquella hechicera. Pese a que habían seguido sus instrucciones y habían destruido el círculo arcano que servía como portal, no parecía muy satisfecha, sino todo lo contrario. Eso le llevaba a pensar dos hipótesis.

La primera hipótesis que se planteaba contemplaba la posibilidad de que aquella mujer ansiara entrar en combate y acabar con algunas bestias del caos. Podía ser que solo de aquella manera estuviera satisfecha. Eso la convertía en una demente un tanto peligrosa. 

La segunda hipótesis era todavía más peligrosa. ¿Y si aquella mujer que se hacía llamar azote de caos (aunque eso había sido una aportación propia), era en realidad una sectaria del caos y al ver destruido el portal había visto frustrados sus dementes planes? 

Franciscus estaba dispuesto a averiguarlo. Por ello se sentó junto a Mathilda. Esta de muy mala leche y el posadero pronto lo notó. 

- Con esa corona sobra para dos copas. - Le dijo al enano y señaló con el índice la barra, justo en frente de él. - Vino aquí. - Le pidió. Entonces no miró a la hechicera. - ¿No estáis contenta? Hemos destruido el portal. ¿Qué os aflige? - Le preguntó.

Tan solo te queda terminar de fregar por dentro un gran perolo usado para ese potaje al que llama sopa, cuando la puerta se abrió de repente y la comitiva que marchó antes apareció de nuevo allí.

Agachado y con la cabeza medio dentro de la olla pudístes ver el brillo del oro en la barra. La hechicera había dejado una moneda de gran valor y es posible que tuviera más en su poder. O tal vez la del enano fuera más fácil de sustraer, aunque seguro que si te pillaba... bueno, no sería peor que lo que una hechicera pudiera hacerte.

El Cuervo había aportado herramientas para que los demás pudieran hacer un buen trabajo, así que mientras el dirigía las tareas e iba y venía del almacén el resto picaban a buen ritmo. El trabajo duro, solo cuando era necesario, y ahora no había necesidad dado que el enano trabajaba por cuatro. Quizás con el hacha no fuer el mejor, pero con el cincel ¡loado fuera Ranald! por la pericia de este con las herramientas de cantero.

Al cabo de un rato volvió la hechicera, no hizo falta ser muy sagaz para darse cuenta de que la reunión con Barón no había ido muy bien. Se afanó en recoger las herramientas antes de seguir a la mujer hasta la posada, no pudo evitar sonreír cuando el miedo desveló el escondrijo del vino en el tonel de salmuera, algo que muy pocos sabían en Hargendorf. Lo que si fue una sorpresa fue ver al flagelante sumarse al refrigerio, quizás el vino fuera uno de los pecados a redimir por aquel hombre, aunque eso no era de su incumbencia. Inicialmente pensó en devolver las herramientas, sin embargo desechó la idea rápidamente pensando en que si había más de esas tallas deberían ser destruidas. Por el momento las conservaría, bien pudiera ser que las necesitasen más tarde.

Se sentó en la barra junto a aquellos dos.-Parece que la cosa no ha ido como esperabais Her Mathilda. No me extraña que estemos solos en esto, mejor solo que mal acompañado, así reza el dicho. ¿Cual será nuestro siguiente paso? Tanto si ese circulo es creado con magia como si es tallado no es algo que se pueda hacer con discreción, harán ruido o llamarían la atención. Igual deberíamos hacer rondas nocturnas. Por otro lado al haber encontrado uno eso ¿podría daros alguna indicación de donde pudiera haber otros?. Desconozco estas cuestiones, pero quizás entre ellos formen un circulo, un pentágono más grande, pretendan rodear la ciudad con ellos o quizás formar ocho vértices. Tal vez sean meras sandeces mías, sin embargo prefiero comentarlo en voz alta por si alguna de mis elucubraciones os diera alguna idea.-ciertamente Krueger quería ayudar, pero su desconocimiento sobre la magia le hacia ir a ciegas.

Seria facil con el enano, pero el era pobre no ladron... asi que cuando termino se acerco por dentro de la barra con un tamburete, lo dejo delante de la maga y se subio con un salto.

Y bien jefa, donde nos vamos?

El posadero miró a la maga cuando el flagelante le pidió vino, Mathilda le devolvio una severa mirada sin decir nada y el enano descargó la jofaina en un segundo vaso de barro.

-Lo que me aflige, flagelante,- dijo todavía con rabia cargada en la voz -se llama Derhufer Hulsbrietch. Un maldito pomposo nombrado Barón por lamerle las botas al Conde Elector que se las da de ingenio táctico, y lo más cerca que ha estado de una batalla es cuando la meretriz de un burdel le ha azotado con el látigo.-

Otro trago de vino dejó espacio para que Kruger hablara, exponiendo el problema del que precisamente Mathilda había sido enviada a Hargendorf. Si había más portales escondidos, podría suponer una grave amenaza para el hombre y el recién nombrado emperador.

-No podemos arriesgarnos. El Barón Hulsbrietch no va a permitir ni mover una piedra para, dicho con sus propias palabras, "buscar falsos símbolos magicos e instaurar el terror en el corazón de la gente. Si hay problemas deben venir a la fortaleza donde se les defenderá".-

Entonces donde vamos? a la fortaleza? ahi no creo que haya. Jefa.

- ¿Hacen eso las meretrices? - Preguntó. - Igual podría contratar a una para que me flagelase cuando estoy tan cansado que no puedo hacerlo yo mismo... - Bromeó. A Mathilda no parecía haberle hecho gracia. - Si, no es el momento. - Hizo una pausa. Aquella mujer no tenía sentido del humor... - Los gobernantes son así muchas veces. Es una lástima. El poder les acomoda y se vuelven temerosos y sin iniciativa. -  Se encogió de hombros. No recibir ayuda estaba dentro de lo previsible. - ¿Cuál es el plan, entonces? ¿Emborracharnos hasta que aparezcan más demonios? - Ese plan le iba a bien a Franciscus. ¡Ese vino estaba bien bueno!

De entre los escombros, el enano se había encontrado con una nueva hacha, no era de manufactura enana y no era como la suya, pero era buena, de doble filo y muy bien equilibrada. Suficiente para luchar contra las hordas del caos. O al menos eso se dijo a sí mismo. Con la tarea completa y el circulo destruido por completo, tocaba la hora de volver a la aparente misión o aventura que se cernía sobre su destino.

No obstante, las noticias de la hechicera no eran buenas, al parecer el poder local que representaba al emperador, no había dado el visto bueno a las tareas que ella quería realizar. A Tarsthein no le era claro si aquello era una prohibición para que la maga realizará lo que ella consideraba trascendental, o si más simplemente no la ayudaría; en cualquier caso, siempre se podría hacer algo, o al menos eso esperaba él. – Pero seguro hay alguna forma de darle la vuelta a todo esto y cumplir con nuestro deber. Nosotros te ayudaremos – exclamó el enano sin saber si en realidad todos seguirían a la bruja.

Kruger se rascó la barba sucia de hacia pocos días mientras pensaba en como darle la forma a la situación. No pudo evitar reírse ante la ocurrencia del flagelante, no se imaginaba a una mujer de vida alegre dándole a Franciscus el servicio que necesitaba. Bebedor y lo suficientemente vago como para dejar de azotarse cuando estaba causa, tampoco era para tanto. Aquel hombre no era un fanático era un santo varón, conocía a miles de almas mucho más pecaminosas que la suya. Ojalá aquella tarea le concediera el acopio de fe suficiente como para perdonarse a si mismo.-Bueno, podría ser peor, podría llover.- Kruger hizo una pausa mientras metía una dedo en el vaso de vino de Franciscus para luego hacer un pequeño bosquejo sobre la barra.-Estamos solos en esto, mejor solos que mal acompañados. El barón no nos brinda ayuda alguna, sin embargo no parece querer entrometerse y eso ya me parece un dolor de cabeza menos, digno de mención. Como ya he dicho no se mucho de magia, este pequeño dibujo es la forma de Hargendorf, aproximadamente por aquí encontramos en símbolo.-marcó un punto con el dedo, envolvió Hargendorf en un círculo para luego tratar de marcar de forma aproximada el símbolo de la estrella de cinco puntas.-La posada esta situada en el interior, así que el que hemos destruido no puede ser un vértice. Si lo que digo tiene algún sentido el resto de puntos deberían estar en estas zonas.-marcó los puntos de intersección entre las líneas-Buscar los vértices ahora sería como buscar una aguja en un pajar, al tener un único punto podríamos intentar calcular en que distancia y dirección estaba ese circulo del centro de la ciudad. Luego podríamos ir a buscar otro en la zona opuesta aproximada, como si viéramos su reflejo en un espejo. No se si me explico, con lo que tenemos es lo único que se me ocurre. Una cosa esta clara, si otro portal se activase llamaría mucho la atención, no es algo que nos vaya a pasar desapercibido.-la experta en la magia era Mathilda, quizás el enano fuera el mejor para llevar a cabo las mediciones. El Cuervo Burlón se dejaba llevar más por su sexto sentido, por sus intuiciones y teorías, buscar aquello en la ciudad podía parecer una locura; tal vez o tal vez no. Si uno no buscaba no encontraba, con la ayuda de Ranald quizás tropezasen con aquello que buscaban. Como bien decía el credo: un hombre encuentra su destino normalmente cuando trata de huir de él.

- No se que podría yo aportar en todo ésto. - Dijo cabizbajo. - Ni se sobre arquitectura, ni sobre medidas, ni nada. - Bufó enfadado consigo mismo. - Pero por supuesto podéis contar conmigo para lo que sea. Decidme qué tengo que hacer y lo haré lo mejor que pueda. - Apretó los puños y se puso en pie. - ¿Que tengo que hacer? ¿Nos vamos ya, no? - Preguntó ansioso.

-Si uno de esos símbolos se activa sea intencionadamente o por accidente, créeme que agradeceremos tú presencia y fervor en el combate mi buen Franciscus. Cuantos más seamos mejor, ni que sea para vigilar. De todos modos si el primer intento es infructuoso siempre podemos preguntar a las ciudadanos, este tipo de cosas no deberían pasar desapercibidas.-a más manos menos esfuerzos. Ahora mismo el sacerdote prefería preocuparse por la moral, si la gente se desanimaba antes de empezar aquello no prosperaría de ninguna de las maneras.