Partida Rol por web

Viveca se adelantó salpicando de barro las faldas del sucio vestido que llevaba. La nieve se derretía bajo ese sol, ese inusual día de invierno que Ranlad había concedido como una ventaja para quienes supieran aprovecharla, y la tierra deshelada se convertía en barro allí donde muchas huellas habían pisado.

Lo cierto era que no podía rebatir los razonamientos de aquel hombre. Rudd Van Haffen era sin duda un hombre extraordinario que entendía la fe como pocos. Franciscus podía aprender mucho de él si seguía tiempo a su lado, lo cual parecía a posible, pues ambos tenían la misma idea de futuro, ayudar en todo lo que estuviera en sus manos a las pobres gentes de Hargendorf. 

- Mi cuerpo merece el justo castigo que le infrinjo, amigo. - Le comentó a sigmarita. - ¡Bien te lo puedo asegurar! Ni en siete vidas de flagelación podrían mis pecados ser perdonados... - Comentó con suma tristeza. - No obstante, eso no influirá en mi objetivo de hacer todo el bien por los demás que sea posible. Pero flagelarme, me flagelaré. Eso tenlo por seguro. - Sonrió. - ¡Pero ahora probemos esas viandas de la posada de las que tanto habla la gente! 

había encontrado a un par de soldados, lo cual era bueno, ya que podían indicarme donde estaba el cuartel o la sede de la milicia local, "Buenas" le digo a los guardias, con un claro acento, "Estoy buscando el cuartel de la guardia, ¿sabría donde están, por favor?"

Los dos soldados te miran apoyándose en sus alabardas. Las gorras verdesdestacan sobre la brillante armadura y una borla roja, signo de veteranía, cuelga sobre su pecho.

-¿Y tú quién eres?.- Espetó uno de ellos. -No eres de por aquí, ¿verdad?.

"No, mi nombre es Valentida D'Hondt, soy patrullacaminos y vengo a ofrecer mis habilidades, si son de utilidad claro" le digo al guardia 

-¿Tus habilidades?.- Ambos guardias se echaron a reír delante de ti sin miramientos. -JajajajajajajajJaj....... Si vienes en busca de la recompensa que el Barón Hulsbreitch concedía por cabeza de norse, siento decirte que hace tiempo que no se ven norses. Ni cerca ni en los bosques. Nosotros mismos acabamos con ellos.- Dice el soldado golpeándose el peto orgulloso. 

Una multitud de gente comienza a amontonarse a la entrada de una casa. Unas voces airadas y amenazadoras salen de su interior congregando a los curiosos.

Rudd se detuvo al ver el espectáculo que tal situación estaba generando.

-¡Por la corona del emperador! ¿Qué ocurre aquí?- Preguntó sin demora al ver que la posada donde pretendíais comer, se había convertido en un bizarro espectáculo. 

 -Al parecer el enano esta ajustándole las cuentas a un alborotador.- Respondió una chica que se encontraba allí. -Aunque no se porqué. 

La muchacha salió corriendo calle arriba. El enano al que se refería era el dueño de la posada El Enano de Roble, y parecía tener problemas. 

Sin esperar más, Rudd comenzó a hacerse hueco entre la gente. - ​​​​​Por Sigmar bendito, ¡apartaos os digo!-

Poco a poco se hizo hueco entre la gente logrando entrar en la casa reformada que hacía las veces de posada. 

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La bronca comenzó a atraer la curiosidad de la gente y pronto una multitud de curiosos se habían reunido a la puerta de la casa medio quemada reconvertida en posada. 

Viveca volvió corriendo. No era necesario preguntar el motivo, al fondo de la calle, a la puerta de la casa medio quemada y reconvertida en el Enano de Roble, una multitud de curiosos se arremolinaban a la puerta. Algo pasaba allí dentro.

-Bendito Ranald, ¡eso es un hervidero de bolsas sin protección!- Declaró la chica mientras te lo anunciaba. -El posadero tiene una bronca con un cliente y este parece tan tozudo que no me extrañaría que el enano le partiera esa olla con sopa pescado en la cabeza. Voy a ver si averiguo algo mas.-

Bien sabías que la pícara muchacha iba a hacer la recaudación del mes. Pero si lo que dijo era cierto, Marak Piedranublada, el enano dueño de la posada, podía poner en peligro la raccion de sopa de pescado de hoy, ¡dejándote sin alimento! 

- ¿A dónde vas Rudd? - Le preguntó a su nuevo amigo. - ¿Vamos a intervenir? Es un conflicto privado y...

Franciscus tenía hambre y no quería meterse en líos. Rudd le había hablado tan bien de la comida d aquel lugar, que tan solo quería comer y estar tranquilo. No es que aquello ayudara a su redención, pero el sigmarita le había convencido de que debía cuidar su cuerpo para poder redimir mejor sus pecados. Y bueno... ¿Por dónde mejor empezar a cuidar el cuerpo de uno que por el estómago?

- ¡Va, está bien! - Dijo al fin. - ¡Vamos a ver qué sucede! - Se quejó mientras seguía los pasos del sigmarita a través de la gente que iba apartando.

A medida que la bronca se intensifica, la gente se arremolina en torno a la puerta. Curiosos y espectantes la gente asomaba la cabeza para ver u oir el espectaculo del enano con el tullido aldeano. 

De pronto se hizo un hueco y un sacerdote de sigmar apareció pidiendo paso para imponer paz. Le seguía un harapiento flagelante, que intentaba con poca gana dtenerlo.

-¿Que es este alboroto? Por Sigmar que estais causando un gran revuelo en la calle. 

A Franciscus no le gustaba la idea de meterse en líos, pero ya estaba en uno. Ir de la mano de un sigmarita tenía aquello. Por lo tanto, el harapiento hombre dio un paso al frente colocándose junto a Rudd y miró con dureza al mesonero enano.

¿Qué podría haber hecho aquel tullido para enfadar tanto al dueño del local? Posiblemente se tratase de algún robo menor. Aquel tullido sin duda tendría hambre y quizás había desviado algún trozo de pan, queso o lo que fuera, al interior de su bolsa. Así empezaban muchos de los altercados del Viejo Mundo. 

- Decidme, ¿qué sucede con ese tullido? - Preguntó. - ¿Qué os ha hecho ese hombre?

Rufus Trill casi habia conseguido pasar desapercibido entre toda la desgracia del lugar, sus ropas eran muchas, pero todas roidas y agujereadas, su gran truco era llevar muchas capas y ue los agujeros no coincidieran. 

Las desgracias siempre se cebaban con los mas desfavoridos, como Rufus...nadie pensaba con ellos, bueno tampoco pensaban con el cuando las cosas iban bien, pero ahora incluso era menos.

Una limosna buen hombre...nunca funcionaba dos veces...asi que tenia varias frases estudiadas. 

La gente se quejaba de sus trabajos mal pagados...el suyo era mucho peor....trabajabas a la intemperie y a veces solo por 4 moneas de cobre...eso si estabas siempre sentado.

Lo peor de la guerra....sin duda la perdida de su fiel compañero...el baston para apoyarse al suelo...alguien lo uso para alguna estructura...te giras un poco y te roban todas tus cosas. QUE HIJOSDEPUTA.

Parecía que había llegado tarde, por lo que no me quedaba otra que continuar mi camino, "Muchas gracias señores, me despido de ustedes" les digo y continuo mi camino en busca de un lugar para descansar, ya luego me preocuparía de alguna manera de ganar unas monedas.

Un muchacho que rondaba la veintena se paró al verle mendigando junto a la posada, llevaba una ropa bastante sencilla, debía tratarse de algún trabajar o algún viajero. Sacó un penique pero no lo depositó en su plato, ni se lo entregó con desdén e indiferencia como hacían la mayoría para perderle de vista cuando antes, sino que se acuclilló para quedar a su altura y poder hablar con el mendigo frente a frente mientras le miraba a la cara. Algo en el rostro del chico indicaba que no sentía lastima por aquel hombre, sino más bien respeto.-Buenos días buen hombre, ¿cual es vuestra historia? Esta maldita guerra nos ha quitado demasiado a la mayoría. Si os place me la podéis contar dentro junto al hogar y  a un plato de sopa de pescado caliente al que yo os invito, creo que mejor eso que una fría moneda ¿qué me decís?¿aceptáis mi invitación?. Todos lo hemos pasado bastante mal en estos tiempos y si en algo puedo ayudaros intentaré hacerlo, tengo un amigo, Guillem el Carbonero. Ha acogido a algunos de los más necesitados en su almacén, allí se duerme seco y caliente. Con un poco de suerte os podrá ofrecer ropas, a los muertos de poco les sirven y según las habilidades que tengáis tal vez os pueda dar trabajo. Soy Kruger, decidle que vais de mi parte y os tendrá en consideración. Más no puedo daros, pero al menos os ofrezco una oportunidad como al resto de ciudadanos que hemos sobrevivido al horror.

Por cierto sabed que mañana es el día sagrado de Sigmar y en el castillo entregaran pan recién horneado a todos los que allí acudan. -Kruger se levantó y le ofreció la mano a modo de saludo, además de ayudarle a levantar si lo precisaba para que le acompañase a la posada.

Él había ofrecido su invitación de manera sincera, aunque dejaba que el mendigo decidiese su propio destino. De todos modos Kruger ya se adentraba en el Enano de Roble, sorprendido por todo el bullicio que allí reinaba. Cierto era que se trataba de última posada en toda la ciudad, pero ni la sopa, ni la compañía, ni el ambiente invitaban a que hubiera tanta gente. Algo estaba pasando en el lugar y Kruger quería enterarse de lo que allí se estaba cociendo.

Hice un esfuerzo por pasar AÚN más desapercibido, pues la pelea entre el tullido y el enano había mencionado la corrupción de los Poderes Ruinosos... y como por arte de magia un sigmarita se había presentado en la taberna. Haber salido pitando hubiera sido llamativo, especialmente por yo era inocente de cualquier cargo, y los inocentes que huyen siempre son los primeros en levantar sospechas. De modo que me acurruqué en mi rincón y fingí que estaba medio dormido, como si aquella discusión fuera algo que me había despertado y solo quisiera volver a dormir.

En uno de esos barridos de ojo, veo al Cuervo Burlón entrar junto a un mendigo, sin duda otro de sus futuros cómplices de fechorías, aunque el mendigo aún no lo supiera. Primero, las palabras amables; luego, los favores. Siempre era así con Kruger. Útil, pero mejor no fiarse demasiado del clérigo de Ranald (si es que de verdad lo era).

El hafling levanto la mirada, sabia que los hombres no querian que les miraran a los ojos directamente, asi que no levanto la vista mas alla de la moneda...siempre habia algo a cambio, en este caso era aguantar a ese...señor a contar sus batallitas y como era de bueno en lo suyo....

alargo sus dedos temblorosos y sucios para coger la moneda, pero sus uñas tenian un grado de suciedad nunca visto....pero le estaba ofreciendo comida...hacia rato que no comia, se habia saltado el desayuno, desayuno de trabajo, el primer descanso, el tentempié, el aperitivo de las once, la comida, la sobremesa, la merienda solo le faltaba continuar perdiendose cosas.

Buen señor, si le acompaño a comer no querra ninguna cosa rara a cambio, verdad? he visto cosas demasiado feas....que la misma guerra le entrarian ganas de echar el higado pro la boca.

-Nada más que charlar con vos, saber de vuestro origen y condición. Tenéis mi palabra.- Valiente promesa pensó para si. Al fin y al cabo no tenía ninguna mala intención para con él, pero no podía evitar que le hiciera gracia que un hijo de Ranald diera su palabra para algo, aquel juramento tenía menos valor que los ropajes que vestía el mendigo.

Tras preguntar a unas buenas gentes, estas te comentan acercan de la única posada disponible que hay. 

Solo sirven sopa de pescado para comer, desayunar y cenar. La cerveza escasea y Marak Piedranublada, el enano dueño del establecimiento, tampoco es que busque alicientes nuevos para el menú.

Tarsthein no dudó entrar, si había problemas en la posada quizá el podría sacar provecho de ello, quizá podría incluso patear el trasero de algún malhechor o de un inquilino no deseado. Con algo de suerte y unas buenas ostias, seguramente conseguía hacerse con algo más de fama local.

Bateando la puerta para abrirse paso rápidamente, el endurecido enano se adentró en la posada buscando poner atención a todo lo que allí acontecía.