Resultado de Escuchar:
Por lo que has podido llegar a escuchar, ha habido momentos en que se apreciaba una respiración regular y algún amago de ronquido. Para Freya, y sobre todo teniendo en cuenta lo que acaba de ver, el compañero que yace en el suelo está más dormido que despierto.
Dado que las protestas provenientes del interior de la habitación habían cesado, los tres compañeros que se mantenían en torno a la puerta por donde debía aparecer el bandido, imaginaron que este había conseguido al fin calzarse la bota. Sólo fue necesario aguardar un par de segundos para confirmar que, efectivamente, así era. El sonido de unas botas arrastrándose por los bloques de piedra que formaban el suelo fue haciéndose cada vez más audible.
Al tintineo de una botella rodando casi a la altura de la misma puerta le siguió una maldición que sonó tan clara y cercana que Aldar y Freya creyeron captar el aliento avinagrado del cabreado bandido. Acto seguido y de la forma más natural de mundo, un somnoliento individuo de barba rala y profundas ojeras abrió con desgana la puerta. Fuese por la escasa iluminación, por la resaca, por no esperar encontrarse a tres desconocidos armados hasta los dientes al otro lado de la puerta o por una mezcla de todo lo anterior, lo cierto es que Urien, que era como se llamaba, tardó mucho en reaccionar. Su primera reacción fue abrir los ojos de forma desmesurada. No lo hizo por la sorpresa, sino como un mero acto reflejo para obligar a su vista a descartar cualquier ensoñación que aún perviviese en su aletargada mente. Sin embargo, para su desgracia, aquella visión tenía mucho más de real de lo que habría gustado.
Al estar la puerta abierta por fin, los tres compañeros más adelantados distinguieron un bulto del tamaño de un hombre arropado con una capa mugrienta al fondo de la habitación. Yacía hecho un ovillo y su actitud distaba mucho de ser la de alguien alerta. Probablemente, las pocas palabras que había dedicado a su molesto compañero habían sido más una respuesta casi inconsciente que algo meditado.
Esta habitación, aunque utilizaba como alcoba, mostraba claros indicios de haber sido utilizada en su día como celda, pues un par de gruesas caderas y unas argollas de metal aún colgaba de la pared del fondo.
Ini. | Pers. | CA | Pg. | Estados/ Efectos |
Duración |
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14 | 17 | 16/16 | |||
13 | 13 | 12/12 | |||
6 | 17 | 23/23 | |||
4 | 15 | 25/25 |
|
||
2 | 14 | 11/11 | |||
- | Bandido |
En este momento es cuando contaríais con una acción Estándar por la sorpresa. Así que los tres más adelantados podrían hacer un ataque de querer hacerlo. No hace falta que respeten la iniciativa entre ellos si no quieren. Para ello podéis poneos de acuerdo en el off topic.
Avlin y Zafira, aunque ven al bandido, tendrían muy mal disparo en caso de querer disparar contra él. Además de aplicar el -4 al ataque por no tener disparo preciso, el bandido tendría un +4 de cobertura contra ellos.
Por lo que puedes ver, las puertas han sobrevivido bastante bien al paso de tiempo. Fabricadas en madera de roble y con casi tres pulgadas de grosor probablemente aún aguantarían decentemente una embestida o un ataque con un arma afilada. Es por eso que imaginas que en su día fueron celdas para mantener a gente recluida y evitar que mantuviesen contacto con otros presos.
Una puerta de ese grosor, cerrada a cal y canto como están el resto, es una barrera bastante eficiente incluso contra el sonido, por lo que si hay alguien dormido al otro lado, o incluso vistiéndose en esos mismos instantes, sería casi imposible escucharlo de no ser que realizase una actividad muy ruidosa.
De todas formas y pese al grosor de las puertas, Zafira ha tenido el suficiente tiempo en silencio como para estar bastante segura de que no hay nadie preparándose para la lucha detrás de las demás; lo que no quiere decir que no haya alguien más dormido.
Los reniegos de aquel bandido suponían todo un rayo de esperanza, dado que ni él ni su acompañante en el interior de aquella habitación parecían muy por la labor de realizar una comprobación adecuada de la seguridad del lugar. Aquello obraba en nuestro favor, ayudando a salvaguardar nuestra intención de mantener la discreción en aquella incursión el máximo tiempo posible.
Me situé a un costado de Freya, aproximándose el guerrero enano por el costado contrario. No me pasó desapercibida la ironía oculta en nuestras posiciones, esa alimentada por lo que mi hembra me había confesado acerca de Balakar. Sin embargo, no era momento ni lugar para dejarse llevar por tales pensamientos, y muy al contrario, lo era para concentrarse en la puerta que se abría.
El bandido no nos esperaba, de eso no había duda alguna. No esperaba nada en absoluto, a tenor de la sorpresa de su rostro. Y así debía seguir siendo, de modo que a pesar de la incómoda postura, pegado a la pared y con mi portentosa bárbara obstaculizandome el paso, traté de alcanzarle con una fina estocada aprovechando la longitud de la hoja élfica, en un intento de ensartarle y evitar que pudiera gritar por ayuda.
Motivo: Ataque con espada larga +1
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 15(+4)=19 (Exito)
Motivo: Daño con espada larga +1
Tirada: 1d8
Resultado: 3(+4)=7
Avlin maldijo entre dientes. Su posición era magnífica para mantenerse a una distancia prudencial y hasta estaba razonablemente protegido. Lamentablemente, también significaba que iba a ser de mucha ayuda. Apenas podía ver el cuerpo del bandido entre los de sus compañeros así que dejó caer la ballesta. No iba a arriesgarse a clavar un virote en la espalda de alguno de sus compañeros.
Calculó la distancia a ojo para ver si alguno de sus hechizos podría solventar la papeleta pero estaba demasiado cerca. Solo le quedaba rezar porque fueran lo suficientemente rápidos y certeros como para que aquellos mequetrefes no tuvieran tiempo de avisar a sus secuaces.
Y si eso ocurría...
Volvió a analizar su posición.
- No, gnomo estúpido- se dijo a sí mismo entre susurros- aquí no.
Con un rápido movimiento, Avlin se desplazó hasta la entrada de las escaleras, desde donde tenía una posición clara para sorprender a cualquiera que tratase de subir por las escaleras. Sus compañeros le tapaban la espalda así que el cubriría la suya. El hombrecillo aseguró la ballesta en su brazo y apuntó hacia el fondo de las escaleras.
Voy por "abajo" avanzando hasta colocarme cerca de la boca de las escaleras, apuntando hacia el piso inferior. (20'=4 casillas)
El rostro mal afeitado y somnoliento del bandido apareció en el umbral, todavía farfullando por culpa de una botella vacia que tintineaba en el suelo. Sus ojos se abrieron como platos al descubrirnos al otro lado de la puerta pero antes de que siquiera consiguiese aclarar sus pensamientos y articular un grito de alarma, la espada de Aldar siseó como una vibora.
El mordisco del acero hizo que una flor carmesí se abriese en su pecho y una fina lluvia de sangre salpicó mientras la espada elfica del hombre de los bosques volvía a las tinieblas de donde había salido.
Cargué contra el bandido que se desplomaba como un saco de patatas, tratando de sostenerle contra la pared antes de que se cayese del todo y alertase al individuo que yacía en la habitación del fondo.
Como pude, apoye el escudo contra el pecho del bandido, para evitar que gritase. Confiaba en que el relampagueo del hacha apoyándose en su estomago y la propia sorpresa se confabulasen para evitar que diera la alarma.
Motivo: Retener
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 1(+5)=6 (Fracaso)
Como bien apunta Aldar, no estaba muerto, que estaba de parranda. Así que en lugar de sostenerle para que no caiga de golpe ( o además de), Balakar trata de callarle la boca sin matarlo...
Mientras Aldar y Balakar se aproximaban a la puerta, se dejó de escuchar a aquel tipo que trataba de calzarse, lo que hizo evidente que en cualquier momento se presentaría frente a nosotros mientras su compañero parecía dormir; y así fue.
Sus ojos se abrieron cómo platos ante nuestra presencia, pareciendo no creer lo que tenía en frente, momento que aprovechó mi valeroso explorador para colar su estoque por un lateral y ensartarlo en aquel tipo.
La sangre comenzó a brotar en cuanto Aldar retiró el arma, dirigiéndose entonces Balakar hacia el herido. No tenía muy claro qué pretendía, ¿quizás placarlo?, pero sin detenerme a pensar en ello me colé por el lateral del individuo y me situé en su retaguardia, ocupando un lugar en aquel pasillo.
Sin más dilación, levanté mi hacha y le ataqué con ella de forma descendente, abriendo un tajo en diagonal en la espalda de aquel desgraciado sin remordimiento alguno. No sabía en qué grado, pero aquel miserable estaba colaborando en retener a aquellas personas, en privarlas de libertad, una de las peores cosas a las que se podía someter a una persona; algo que yo había tenido la desgracia de vivir en más de una ocasión.
Motivo: Hachazo
Tirada: 1d20
Resultado: 14(+6)=20
Motivo: Daño - Hachazo
Tirada: 1d12
Resultado: 5(+3)=8
Movimiento: Me sitúo en el pasillo tras el tipo.
Acción estándard: Ataque con gran hacha.
El resto de las puertas tienen a los prisioneros, seguramente.
Dado que no sería de utilidad su arco en esta primera emboscada, Zafira mejor lo guardó y aprestó el pergamino de amistad animal por si los perros eran atraídos hacia este asalto. Lo dudaba, el equipo estaba siendo muy efectivo en eliminarlos antes de cualquier cosa.
Que bueno que nos tomamos el tiempo para abrir la escotilla con poco ruido.
* ready action por si perros, si no, sólo aguarda.
La combinación de cortes y estocadas fue tan rápida y certera que el desgraciado que acababa de abrir la puerta apenas tuvo tiempo de reconocer a sus agresores. Cuando la espada de Aldar atravesó su pulmón izquierdo la tímida luz que iluminaba la estancia dejó de existir para él. Tintineos metálicos, empujones y, por último, la nada, la más completa oscuridad.
Al retirar Freya su hacha ensangrentada de la espalda del bandido, éste cayó sobre los brazos de Balakar con los ojos en blanco y con la boca abierta de par en par. La sangre que escapaba su pecho resbaló por los brazos del enano hasta llegar a los codos, donde empezó a gotear y a teñir el espacio bajo el marco de la puerta. El ataque combinado no había durado más de un pestañeo, pero había sido más que suficiente para reducir a aquel hombre no sólo antes de que tuviese la oportunidad de dar la voz de alarma, sino ante incluso de que tuviese la oportunidad de quejarse de sus heridas.
Así, habiendo provocado menos ruido que el que hubiese causado puerta al golpear contra la pared, los compañeros se encontraron de nuevo en silencio, con el único sonido de fondo de sus aceleradas respiraciones y, procedente del fondo de la habitación, los crecientes ronquidos de un individuo que iba a tener el peor despertar de su vida.
Tirada oculta
Motivo: Escuchar (bandido dormido)
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+3)=5
Salimos de iniciativa.
Un golpe no letal para el carcelero dormido. Ya luego que los prisioneros decidan su destino. -sugirió en un susurro la elfa, quien buscaba las llaves de las celdas entre el ropaje del muerto.
La muerte llega rápida a aquella angosta estancia.
La sangre de aquel pobre desgraciado manchaba mi pecho y mancillaba mis barbas.
En los túneles de las ciudades enanas es una compañera inseparable y se vivía y moría en la oscuridad. No era aquello lo que me perturbaba, mientras forcejeaba con el cuerpo del ahora difunto centinela. Aldar y Freya habían seguido sus instintos y habían acabado con él con rapidez.
Comprendía el porque ambos habían hecho lo que su naturaleza, salvaje e indomita, les dictaba. Vivían según un credo que no terminaba de gustarme y, de alguna manera, parecían dispuestos a morir según ese mismo credo.
"Y la niña ha vuelto a salvarme el pellejo, malditas sean mis barbas..."
Apenas había conseguido dejar el cuerpo inerte en el suelo cuando Zafira, salida de quien sabe donde, se abalanzó sobre él para registrarle. Una oleada de algo similar a la repugnancia me asaltó al contemplar esa escena y me aparté, cuidando de no vociferar en aquel espacio tan reducido.
"Pero... Maldita sea... tenías que hacerlo cuando el cuerpo todavía está caliente? Madre de Moradin... Que tarde o temprano habría que hacerlo, pero... Buff."
Convertido en la viva imagen de un matarife, dediqué un gesto de aprobación y agradecimiento a Freya, llevandome el filo impoluto de mi hacha a la frente, manchada por la sangre de otro.
Con sequedad, indiqué al fondo, donde el otro guardia parecía querer sumirse en una modorra alcohólica que yo mismo empezaba a desear... Lentamente, eché a andar por el pasillo, escudo al frente, listo para acallar a aquel hombre si se despertaba antes de que pudiese taparle la boca. Consciente de que mis compañeros cubrían mi avance, dejé el escudo apoyado en la pared, a fin de tener una mano libre con la que evitar que gritase y mantener el hacha presta por si era su destino no despertar jamás de aquel sueño etílico...
Pues eso. Sería:
- Acción de movimiento: Llegar hasta el camastro donde descansa el otro tipo.
- Acción Gratuita: Dejar el escudo con cuidado.
- Acción estandar: Taparle la boca para que no grite y echarle el hacha al cuello, para que quede claro que si grita, muere.
¿Tiradas?
Una vez caído el primer peligro potencial, avanzamos por aquel corredor angosto hasta la celda que hacía las veces de aposentos para aquellos truhanes. Balakar tomó la delantera y con sumo cuidado se acercó al que, aún sin saberlo, era ya nuestro prisionero. Y es que la idea de poder obtener de primera mano información sobre aquellos a los que asaltábamos no era baladí. Dejé hacer al guerrero, manteniéndome a su costado en cuanto fue posible y mostrando la espada que portaba en cuanto los ojos de aquel bandido se abrieron, para que el brillo de su hoja refulgiera en su retina, rojiza por la sangre de su compañero, a modo de advertencia.
Tu vida depende de lo listo que seas ahora... -Susurré, mirando al tipo con un gesto amenazante- Si colaboras, vivirás. Si no, el de ayer habrá sido tu último amanecer...
Avlin se desplazó hasta colocarse justo enfrente de la escalera, apuntando con su ballesta hacia el agujero que se extendía ante él. Parecía que sus compañeros habían acallado al primero de los guardias. Apenas unos segundos más tarde, sus orejas se movieron ligeramente al detectar como se encargaban de un segundo guardia.
Pese a que su curiosidad innata le invitaba a echar un vistazo tras de sí, el hombrecillo se conminó a mantener la vista puesta en lo que ahora creía que podía ser su amenaza más directa, lo que fuera que podía ascender por aquella escalera.
En el silencio nocturno, cada susurro sonaba en su mente como un griterío ensordecedor. La espada de Aldar atravesó al pobre desgraciado mientras Avlin casi podía contar cada una de las hebras de la camisa que el metal iba rasgando en su avance. Sin duda la mente jugaba muy malas pasadas y eso nadie lo sabía mejor que un ilusionista.
Sintió como una pequeña gota de sudor le surcaba el costado mientras la ballesta continuaba apuntando.
Aquello había sido pan comido, demasiado. Me extrañaba que los rehenes estuvieran únicamente custodiados por aquel par de ineptos, y volví a mirar aquellas puertas que nos rodeaban con desconfianza.
Antes de decidir siquiera qué hacer, Zafira ya estaba registrando el cadáver como si de un ave carroñera se tratara. Pensar en aquello me hizo sonreír, dado el amor de la elfa por los animales, aunque en seguida mi gesto se tornó serio al escucharla. Aunque quizás serio fuera poco decir. ¿Molesto? Puede que algunos dijeran que daba miedo.
- No me jodáis, o le interrogáis o le cortáis el pescuezo, ¿cómo que simplemente dejarlo inconsciente? Eso es un peligro. – protesté entre susurros, mientras Balakar y Aldar ya se dirigían hacia el tipo.
Miré a Avlin, quien parecía continuar observando aquellas escaleras, y me acerqué a él un instante.
- ¿Los tuyos no veíais mejor en la oscuridad? ¿Puedes intentar ver qué hay en el fondo? – le pregunté, observando la oscuridad en la que se perdían las escaleras.
Supuse que los calabozos estarían abajo, pero no teníamos la certeza de que aquello fuera así, y es que cabía la posibilidad de que aquellas puertas que nada me gustaban resultaran ser una especie de celdas.
Me acerqué entonces a una de ellas, pegando mi oreja a la puerta para tratar de adivinar si había alguien al otro lado.
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+4)=16
Escucho tras una de las puertas de la parte de arriba del mapa, la que está a la derecha.
En un primer momento, cuando la callosa mano de Balakar se cernió sobre su boca y presionó su cabeza contra el suelo con tal fuerza que le fue imposible hacer amago de incorporarse, Erregol creyó que se trataba de otra estúpida broma de su compañero. No obstante, al abrir los ojos alarmado por la dolorosa presión y ya dispuesto a proferir mil y una clase de insultos, su impulso fue rápidamente refrenado por la visión de dos rostros desconocidos para él. El primero correspondía a un individuo barbudo y de hosca mirada, a quien no tardó en identificar como un representante del pueblo enano; el segundo, un varón de rasgos más finos, pero con el mismo semblante acusador, le susurraba pegado a su rostro.
Aunque no podía ver a nadie más dada su postura, con la cabeza prácticamente anclada al duro suelo, el bandido reparó en otra presencia y más movimiento cerca del pasillo. Sólo entonces acudió a su nublada mente el sobresalto con que su compañero le había importunado en algún momento de su plácido sueño. - ¡Un golpe!
Temeroso de que el filo del hacha que sentía sobre su cuello acabase separando la cabeza de su cuerpo, Erregol asintió como única respuesta a las palabras de Aldar acerca de su cooperación, cualquier otra acción habría demostrado ser una estupidez.
Fuera de la sala, allí donde Freya, Zafira y Avlin controlaban el acceso inferior y las puertas que se abrían al espacio central de la torre, se vivía la misma calma tensa con que momentos antes habían irrumpido desde el altillo: ningún ruido se captaba a través de las gruesas puertas de madera y sólo algún que otro eventual ladrido llegaba desde la parte inmediatamente inferior. El gnomo, que no perdía ojo de los últimos escalones de piedra, no podía hacer más sino esperar a que alguna figura doblase la esquina donde el tramo de escaleras finalizaba, pues lo único que veía era una pared de piedra de la misma manufactura que las que tenía alrededor.
- El fondo de la escalera de piedra hace esquina, con lo que Avlin no puede ver nada más que una pared al fondo. Eso sí, no se distingue claridad de ningún tipo.
- No se escucha nada a través de las puertas. Todo está muy tranquilo.
- Voy a destaparte la boca.- Anuncié en voz baja, con mi mano firmemente apoyada en su rostro.- No voy a perder el tiempo amenazándome, ¿comprendes lo que quiero decir?.- Esperé a que aquella advertencia calase en aquel tipo, esperando que no cometiera ninguna estupidez y retiré la mano lentamente, cuidándome de mantener el ennegrecido filo de mi presto. Le concedí unos segundos antes de asaetearle con una sucesión de preguntas cortas, precisas y rápidas. - Queremos saber dónde están los prisioneros y si hay guardias, trampas o cerrojos custodiándolos... Responde, vamos.
Avlin volvió a agitar sus orejas, parecía que habían dado con alguien más en el interior. La voz de Balakar le llegó a él en forma de susurros inaudibles que no fue capaz de discernir. Por un momento, tuvo la tentación de empezar a bajar la escalera para echar un vistazo más allá de aquel de muro gris pero pronto se dio cuenta de que sería una estupidez. Empezaba a cansársele el brazo de la posición pero no había duda de que seguir apuntando al vacío de la escalera era lo más útil que podía hacer en aquel momento por el grupo. Aburrido pero necesario.
La evidente amenaza de Balakar, unida al apoyo que yo prestaba al captor de aquel bandido, parecían ser suficiente para que se percatase de la inutilidad de hacer otra cosa que colaborar, prontamente y con la suficiente diligencia como para que pudiéramos agradecerle sus servicios. Y ese agradecimiento, no cabía esperar otra cosa, sería en todo caso el perdón a la pena capital con que le estábamos amenazando. Una que, si mis sospechas acerca del estado de los prisioneros se confirmaban, sería más que merecida.
El enano hizo las preguntas adecuadas, al menos un resumen de lo que esperábamos de él. No valía la pena incidir en cada uno de esos puntos, hasta comprobar si el delincuente cumplía ofreciendo información relevante. De modo que guardé silencio, alternando mi mirada entre él y la entrada de aquel aposento que en otro tiempo fuera una celda. Si cumplía, alcanzaría a ver el amanecer, atado y amordazado, y era mucho más de lo que se merecía en mi opinión.
Fuera de la estancia, nuestros compañeros custodiaban todos aquellos accesos, tanto la escalera como las múltiples puertas que, suponía, podían ser igualmente celdas donde retendrían a los prisioneros o parte de ellos, o aposentos para más de aquellos bandidos. Temía esa última opción, por el riesgo que suponía una voz de alarma si de cada puerta surgía un par de hombres. Claro que también existía la posibilidad de que fueran estancias vacías, por supuesto. En cualquier caso, no deseaba alargar innecesariamente aquel interrogatorio más de la cuenta. Esperaba que el tipo nos diera la información necesaria y continuar moviéndonos, pues en movimiento le daba menos vueltas a las cosas y el temor a lo que pudiera pasar se veía reemplazado por el nervio propio de la acción.
Esperando a que el gnomo me respondiera, miré hacia atrás, observando que Aldar y Balakar se encontraban junto al tipo que dormía. No podía ver bien lo que pasaba, pero era fácil de imaginar. Al volverme de nuevo hacia Avlin, agité la cabeza, negando. Aquel gnomo no tenía término medio, o no paraba de hablar, o ni siquiera te contestaba.
Me encogí de hombros, acercándome a una de aquellas puertas, pero no oí nada. No se escuchaba nada tras ninguna de ellas, el único sonido que nos llegaba era algún ladrido ocasional que venía de abajo.
Me mantenía alerta entre la puerta que llevaba a la estancia en la que se encontraban Aldar y Balakar y la escalera que daba abajo, sujetando mi hacha con ambas manos por lo que pudiera pasar.