Partida Rol por web

Los enanos de Caerûm hemos tomado nuestra posición y llegado el momento os guardaremos vuestros traseros, tenedlo por seguro. Míos no son los planes, nuestra es la esperanza. Tendréis apoyos en La Ciudad, pero sois vos quién jugaréis un papel importante, las runas lo han predicho. Lo han visto con claridad, entre un futuro incierto.

Mientras habla, el enano manipula un pedestal cercano al portal. Tan pronto como su discurso termina, una energía recorre la estructura que se activa violentamente dejando ver otra estancia a su través. Se trata de una visión luminosa y traslúcida, en la que parece que alguien ya te está esperando.

Volveremos a vernos Baggogh, aunque me temo no será en mejores circunstancias. Que las Runas te sean propicias hasta entonces.

Tras la trampilla se ven unas escaleras que descienden hasta unos cinco metros bajo el suelo. Tras la bajada le sigue un largo pasillo que también desciende hasta donde se pierde la vista. El pasaje ya se encuentra iluminado por antorchas y ofrece una buena visibilidad. Camináis durante diez minutos sin pausa y en completo silencio hasta que finalmente oís voces y ruidos provenientes de un grupo de personas.

- Cargadlo todo, estas son las últimas. Hay que darse prisa, pronto zarparemos.

El término del pasillo da paso a una sala en la que un grupo de hombres se afanan en sus tareas. Podéis ver a cinco, de los cuales uno está dando órdenes, otro picando la pared y los restantes cargando y transportando enormes cajas.

Cajas, picar la pared, zarpar... que raro me suena todo esto... ¿Y qué tendrán que ver estos con Verdi?

Me asomo de nuevo con cuidado para que no me vean y hago un esfuerzo por ver el número completo de ellos y ver si alguno de ellos lleva armas y si son armas a distancia o cuerpo a cuerpo.

Cuidado de que no te vean, tengo una idea. - susurra Calez a Arcturus.

 No me gusta esto, Calez. ¡Date prisa!

¡Maldición! Jamás dejaría que me guiasen a un lugar lleno de rufianes, seguro que además han sido ellos quienes nos han atacado, pero habrá que pedir refuerzos si queremos vencer a nuestros enemigos. Y debemos evitar ser vistos, salvo que deseemos enfrentarnos cara a cara a saber con cuantos. 

Me sorprende mucho la agilidad de este... guardabosques para ver lo que tiene a su alrededor, y su forma de mirar, su gesto... me recuerda a... un amigo, me parece, pero no le veo con claridad. No sé quien es. En fin, pueden ser meras visiones difusas por el tiempo que ha pasado, pero no creo que sea tanto.

El joven se reguardó de nuevo de la mirada de sus posibles enemigos, ya había obtenido la información suficiente... vió a cinco hombres y todos llevan armas de cuerpo a cuerpo. La idea que tenía se esfumó al darse cuenta que el pasillo del que venían era demasiado ancho para sus planes, de todos modos se dispuso a actuar.

No temas Arcturus, creo que son cinco, y tres de ellos están marchándose, esperemos unos instantes a que se vayan e interroguemos a los dos que quedan. - Susurró Calez a su compañero.

¡Yo que tú tendría más cuidado, Calez! No sabemos a que clase de enemigos nos estamos enfrentando, pero estoy esguro de que si atraigo a uno de ellos, podrías tenerle a tiro, y además, podríamos fácilmente atacar al otro. Pero si los otros vuelven... no sé si será buena idea que traigamos a los refuerzos de Nerf. No creo que sea tan mala idea. ¿Qué opinas? 

Calez susurró apresuradamente a Arcturus: No te preocupes compañero, tres de ellos ya se han ido hace un buen rato, con lo que seguramente quedarán sólo dos. Además, ¿no te das cuenta? Ha dicho que pronto zarparán, si volvemos por los soldados, quizás ya no sigan aquí... Dialoguemos primero, queremos saber quienes son y qué hacen aquí, no tendrán muchas oportunidades si no nos responden.

Estos malditos... como sepan algo de Verdimel... Yo no me aguanto, tengo que saberlo...

Y entonces Calez salió del pasillo y se descubrió frente a ellos en la sala manteniendo una distancia prudencial y permaneciendo cerca de su compañero armado. Miró a su alrededor lo suficiente para avisar posibles enemigos. Tenía la flecha en el arco, pero sin tensar, de manera no amenazadora; y se dirigió al que había dado las órdenes: Me presento, soy Calez Belsanar, habitante campesino de estas tierras, estoy buscando a una chica joven, su nombre es Verdimel.

 No me gusta nada tener que salir a este encuentro. Lo veo extrano, porque no sé como actuarán esos señores. Puede que sólo sean mercantes, pero no puedo ir mostrando mi bracamarte. Será mejor que acompañe a Calez, con el bracamarte cubierto bajo la capa, no sea que tengamos problemas. 

¡Maldición! Tengo un mal presentimiento, aun asi tendré que presentarme, no sea que yo mismo provoque lo que deseo evitar.

Justo al acabar de presentarse Calez, el Paladín con cierto grado de precaución saluda a los hombres...

Y yo soy Arcturus, acompaño a este joven en su búsqueda...

El que parece el cabecilla del grupo se gira hasta ubicaros y, por un momento, su mueca que esbozaba una fugaz sorpresa se torna en una sonrisa socarrona.

No estoy del todo seguro si habéis escogido un buen sitio para buscar a la chica. Jajaja

El hombre desenvaina una cimitarra de su cinturón y se abalanza contra Calez. Su compañero al ver la escena, pico en mano se dirige contra el paladín.

 Arcturus no se queda impasivo frente a tan peligrosa amenaza. Decide luchar contra ellos... Primero contra el lancero, me parece más fuerte.