Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
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Tirada oculta
Motivo: Escuchar
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¡Por el amor del profeta! exclamó Talib con júbilo al descubrir el sobre con las misivas del mismísimo rey de los infieles castellanos. Estaba seguro que en las manos adecuadas podían valer una fortuna. Guardó una de las antiguas misivas como prueba y guardó el resto de las mismas en el mismo sobre, entre el resto de legajos.
Después vino el ruido, y Talib se escondió tras la puerta, esperando un rato antes de bajar a investigar
Joder, se me borró todo lo que había escrito al intentar ir a la ficha.
Lo vuelvo a poner, Talib espera unos minutos y después baja
Guardaste una de las misivas de tu maestro. Aquello podía valer una fortuna; eso sí, si descubría que lo robabas, antes siquiera de la primera lección, tal vez prescindiera de tus servicios. Quedaste pues a la espera de acontecimientos, pues habías tenido ya suficiente, y el día acababa de comenzar, como quien dice. Tras unos minutos de calma, bajaste abajo, pues sentías que debías hacerlo (para descubrir si había algo más de importancia o no). Tras bajar las escaleras con cautela, viste que había una figura en el espacio diáfano del hogar de Benahatín...
¡... Era Benahatín! Tu maestro estaba tendido sobre tres cojines, tomando un pequeño tentempié aguado que se apoyaba sobre la mesita baja, todo ello sobre la llamativa alfombra de hilo.
-Ya estoy aquí... -te dijo el anciano maestro-. Ha habido complicaciones en la caravana. El viaje duró menos de lo previsto, y ya he vuelto a la ciudad. Aquí abajo está todo en orden; más... -y pasó su dedo por el suelo-: ¡limpio! ¿Has hecho lo mismo arriba? -te dijo sonriente-.
No he considerado tus siguientes intentos de Escuchar (demasiado seguidos). De todas formas, aguardas el tiempo necesario y bajas cuando has creído que había calma.
Por cierto, doy por hecho que el anillo está arriba (creo recordar que te lo quitaste o lo dejaste)
Talib bajó con precaución esperándose problemas, pero lo que seguro que no se esperaba era a su maestro. Casí prefería tener que lidiar con un segundo monstruo que con él, casi.
Dado que su plan de intentar esconder el cadáver era ya imposible, no tuvo otra opción que la rendición más absoluta. Talib se lanzó a los pies de Benahatín sollozando. - ¡ Maestro, yo estaba, estaba cumpliendo sus órdenes! ¡ Limpiaba su piso de arriba cuando vi un anillo y en un momento de soberbia me lo puse para averiguar qué se sentía llevando una pieza tan cara! ¡Solo lo limpiaba y me lo puse un momento para ver cómo quedaba puesto! - Se secó las lágrimas con una manga para acabar su historia - ¡Y apareció un monstruo! ¡Casi me mata, mirad aquí las heridas que me hizo! - enseñándole los golpes y hematomas del pecho y la pierna - ¡Salí con vida de milagro cuando se lanzó sobre mi y se empaló en mi cuchillo!
Sí, el anillo la verdad es que tanto Talib como yo mismo lo habíamos olvidado por completo :)
En ese momento confesaste. Confesaste todo.
Bueno, no había nada que confesar: en realidad le contaste sobre la presencia de la criatura, pues no había delito alguno en ponerse un anillo de oro y luego tratar de salvar la vida con las armas propias.
-Levanta muchacho, ¡levanta! -te dijo mientras te enjugabas las pocas lágrimas-. Ya ha pasado todo, no hay peligro alguno, al menos si yo estoy aquí. ¡Y aquí estoy! -decía soriendo-. A mi juicio estás ya preparado, pues... has superado la prueba.
Te extrañaste un poco. No entendías muy bien a qué se refería tu maestro.
-A partir de hoy mismo, esta misma tarde, comenzaremos el camino de mis conocimientos. Pondré, si entras en disciplina y pones mucha atención, toda la enseñanza que pueda darte en tí. Me alegro que estés vivo, pues esto ha sido un peligro real. Un peligro que yo mismo he diseñado. Al hablar contigo ahora mismo es señal de que eres digno de mis saberes: No iba a mostrar mis secretos a cualquier joven de tres al cuarto. Te lo has ganado.
Entonces entendiste que todo el embrollo de la criatura había sido una prueba, una prueba de fuego de tu maestro. ¿Tal vez la prueba definitiva que necesitaba para confiarte sus secretos?
Esa misma mañana Benahatín te preparó un té, subió a ver qué habia ocurrido arriba y luego bajó con el anillo en la mano. Entonces te lo regaló. Dijo que para practicar algunos hechizos había que enfocar los saberes arcanos en un objetos, y tal vez necesitaras algunos de importancia (como ése). Después, antes de que te marcharas para prepararte para la tarde, te hizo beber un extraño líquido de color verdoso...o tal vez morado (a cada momento que lo mirabas parecía cambiar de color). El mago aseguró que así estarías mejor, pues las heridas causadas por la criatura habían sido demasiadas.
-Te irá bien, estarás mucho mejor antes de que vuelvas a verme -te dijo-. Te curará las heridas.
Haz un último post de partida.
Talib no podía creerse lo que estaba oyendo. Era su sueño hecho realidad. Benahatín le ofrecía todo lo que él había soñado con obtener. Ni siquiera una queja por haberse puesto algo que no era suyo. Ni siquiera una queja por las manchas de sangre. Todo una prueba...
Cuando le dio el té para beber, Talib, desconfiado por naturaleza al estar acostumbrado a que la gente le golpease, no a que le ofreciesen cosas, se lo metió todo en la boca sin tragarlo y con un gesto se despidió de Benahatín con el anillo en la mano. Ya de camino tragó un poco del mismo y esperó... esperó a ver si venían los dolores, los retortijones del veneno. Tan solo si se sentía mejor iría tragando poco a poco el resto de la pócima, asombrado porque en la ciudad de Granada hubiera alguien que dijera lo que pensaba sin mentir, que ofreciera conocimientos a alguien como él, que no quisiera robarle o matarle.
Aquel te sabía bien, al menos el sorbito que le diste de camino a casa. Y antes de llegar a tu puerta, ya lo habías bebido todo... En cuanto al líquido entregado, olía muy parecido, y lo cierto es que de ser algún tipo de veneno bien podría haberte ya causado la muerte, o tal vez luego. Pero nada ocurrió. El té estaba muy bueno, y lo cierto (esta vez sí), es que aquel brebajo entregado aparte te curaría las heridas. A partir de ese momento hubiste de prestar tus servicios a Benahatín, el filósofo de Granada, y ser el único que estuviera bajo su mágica tutela.
EPÍLOGO: La auténtica VERDAD
Aquel hermoso anillo no era si no una pieza enviada por Pedro I desde los reinos cristianos a Benahatín junto a una de sus cartas. Era, en realidad, un presente "envenenado" con un inestable sátiro en su interior, destinado a hacer daño al mago por las últimas respuestas en sus cartas. Al parecer, Benahatín le ha estado advirtiendo de augurios descifrados en su contra (lo cual es cierto*), pero El Cruel no creyó tales infundios y pensó que el filósofo se había vuelto en su contra (pues en realidad era, para él, un consejero infiel), devolviéndole malos consejos.
El rey pretendió entonces acabar con éste a través de un artilugio que encerraba un mal que le haría perecer. Sin embargo, Benahatín era conocedor de la magia, como ya sabemos, y sospechó que tal regalo, por alguna razón, puede ser dañino. Por ello, a sabiendas que tenía un pupilo al que adiestrar en no mucho tiempo, preferió colocarlo como conejillo de indias para ver la magnitud nociva del anillo. Dejó pues el anillo entre los papeles que le mandó ordenar, y le dejó las llaves de su hogar. Comprendió, finalmente, que el rey Pedro había roto su amistad con él, pero lo había comprobado con el joven Talib. Sin embargo, a éste le hizo creer que era una prueba de voluntad antes de entrar como aprendiz. Y el joven Talib jamás supo ésto, ni tan siquiera cuando se transformó, con el tiempo, un gran usuario de la Magia y sucesor del viejo Benahatín.
FIN
Recompensas: Por sobrevivir a los sucesos, 20 p.Ap.