Normas de la partida
Información de El Paraíso
Se trata de una casa de prostitución que se erigió a principios del siglo XX en un pueblo de Luisiana, Estados Unidos. Ha pasado de dueño en dueño desde entonces hasta el anterior, quien lo tuvo durante unos cincuenta años. Ernest vendió el prostíbulo el mes pasado, cuando decidió retirarse, y se lo quedó La Madame. Es una mujer de negocios y se sabe que tiene otros dos burdeles más, pero no demasiado más de ella.
El antro de putas que había sido El Paraíso desde casi su nacimiento estaba ahora irreconocible para algunos de sus clientes habituales. Se había vuelto a pintar, la decoración había cambiado, se había hecho una limpieza a fondo y algunas de las chicas habían sido despedidas, siendo reemplazadas por otras. Ya no se paseaban con un simple tanga por el local o, simplemente, desnudas. Las había hecho cambiar de vestuario y les exigía tener algo de clase si deseaban conservar el empleo.
El asesinato de la prostituta
Amaia Westwood tenía 20 años cuando fue asesinada. Afroamericana, buena chica, extrovertida y servicial con los clientes. Se sabía por sus compañeros que no le gustaban las nuevas condiciones de La Madame y dejó el trabajo. Dos días después su cadáver fue encontrado a tan solo un par de manzanas del club, con un disparo en el pecho. Era una chica más, por lo que su asesinato no tuvo relevancia alguna en las noticias, solo una pequeña noticia en los periódicos locales.
Hace seis días desde su asesinato.
Normas para el personal del club
Desde el hotel al que habían ido la Madame y Hermann, la mujer lo tenía cada vez más claro. Estados Unidos había sido su tierra desde que llegara siendo una niña, pero sus negocios —su estilo de vida— no eran comprendidos allí. Mucho menos en Luisiana, en el conservador sur del país de la libertad. Estaba segura de que terminarían cerrando El Paraíso tras lo sucedido con Amaia, pero era alguien a quien debía quitarse de encima si no quería algo peor, como la cárcel.
Por ello, animada por Hermann, decidió que vendería sus locales y se iría con él a Alemania. Allí el negocio del sexo no era ilegal, y podría comenzar lo que siempre había querido con el dinero que sacaría de la venta de los negocios. No sería nada como la famosa Calle Roja de Amsterdam, sino algo con clase, elegante y para gente de cierto nivel adquisitivo.
En cuanto los hubo vendido, pasaporte en mano, puso rumbo a su siguiente destino junto al que una vez fuera cliente de El Paraíso, Hermann. De esa forma podría olvidarse de los posibles problemas que pudiera tener con la ley debido a algún cliente o algún empleado que quisiera buscarle la ruina. Además, si se descubría que había dado la orden de acabar con la vida de Amaia, estaba lejos de cualquier jurisdicción americana. Era libre.