Partida Rol por web

-Interesante-Cogió los libros y los hojeó por unos instantes, deteniendose en títulos de capítulos o párrafos al azar, intentando atisbar algo sobre el estilo y contenido.-Me los llevaré, con tu permiso. Serán una buena lectura esta noche.-Heike miró a su hermano por encima del libro abierto delante de ella y no pudo evitar sonreir, a medias divertida por el embrollo en el que Sig se había metido por su propia inconsciencia, a medias satisfecha de que su hermano hubiera encontrado a alguien capaz de desestabilizarlo de ese modo. Alguien que no era simplemente un peón conveniente, sino alguien por cuya opinión se preocupaba. Alguien con quien no sólo compartiera una casa sino su vida. Además, en el caso de Sigmund, que le hiciesen sentir no tan seguro de sí mismo de vez en cuando no sería algo malo.

-De acuerdo, mañana intentaré conocer a tu enamorada y convencerla de que, a pesar de las apariencias, mi hermano mayor no tenía intenciones maliciosas y que en realidad todo se debe a su estupidez. Después de todo, para que estamos las hermanas sino para convencer al mundo de la estupidez de nuestros hermanos mayores. Oh, y hablando de encuentros, hoy he conocido al presidente del gremio de mercaderes. O creo que lo he conocido hoy, él parecía conocer mi nombre mejor que yo el suyo. Un tipo desagradable, me pareció. ¿Sabes algo de él?

- ¿Wernher? No sé mucho sobre él. Es respetado en el gremio aunque hay gente a la que le parece demasiado despiadado. Los miembros del gremio no son ingenuos sobre el tipo de cosas que suceden en el mundo de los negocios, pero por lo que dicen ha logrado molestar a algunos con su tendencia a aprovecharse de cualquier pequeña debilidad. No he tenido ningún trato con él así que no sé si es cierto, pero no te conviertes en el presidente del gremio siendo una buena persona.

Sonríe de una forma cálida.

- De todos modos no hay nada sorprendente en que reconozca tu nombre. Eres mucho más conocida que cualquier otro miembro de la familia. Así que esa falsa modestia es innecesaria.

Tras un momento.

- Hablare con Karin por la mañana y te enviare un mensaje con el lugar de la comida, espero que antes de la una.

-Conocido sí, pero Wernher se puso sumamente nervioso cuando supo que era yo quien estaba sentada cerca. Alguien tan encantador como yo no suele dar tanto miedo, ¿verdad? En todo caso, hice que Erika lo siguiera y vio que se dirigía vestido con ropas de incognito a algún edificio del barrio antiguo. Puede que sólo sean los habituales chanchullos de un mercader que prefiere mantener algunos de sus negocios discretos, pero me intriga. En fin, hazme llegar ese mensaje. Los próximos días tengo algunos asuntos de los que ocuparme, pero intentaré dejar sitio para asegurar la futura felicidad conyugal de mi hermano.-dijo en un tono no exento de una cierta burla.

El resto de la cena consiste en un intercambio de las anécdotas que os han sucedido desde tu último viaje.

Antes de salir de la casa te encuentras con Orbert. Tras comunicarle tu encargo de intentar averiguar los planes del canciller y los jueces y comentarle tu encuentro con Wernher te dice algo interesante.

“ El lugar en que perdió de vista a Erika es un grupo de edificios que se comunican entre sí con aperturas añadidas tras la construcción, y en realidad toda la manzana es un único edificio. Es un lugar donde se ofrece alojamiento muy barato a aquellos que lo necesitan y es conocido por la facilidad con que puede encontrarse cualquier tipo de criminal que se necesite o alguien que puede hacerle llegar un mensaje a la persona que se busca. A menos que exista un motivo extraordinario, si alguien se encuentra allí es pobre o tiene tratos con el submundo, y la reputación o la habilidad necesarias para evitar convertirse en una víctima de sus contactos.”

Tras despedirte de él te diriges con prisa hacia tu destino.

Al entrar en la Real Escuela de Música puedes ver que una cuarta parte de los asientos siguen vacíos a pesar de que solo quedan quince minutos para que empiece la representación. Entre los asistentes puedes ver al canciller, Josef Sparsam, en una de las primeras filas aparentemente solo. También puedes ver a Janna Eberhauer hablando con uno de los músicos, Ar-Ulric ojeando un pequeño libro en su asiento y cerca de él a Emmanuelle Schlagen y Gotthard Wernher manteniendo una conversación que parece más educada que amistosa.

Heike se felicitó mentalmente por su buena suerte, había localizado al canciller. Ahora la cuestión era crear la ocasión de hablar con él. Con un poco de suerte, quizás Emmanuel pudiese presentarles, si es que lo conocía. Y si no era así, tendría que buscar alguna excusa. Se dirigió hacia el asiento donde estaba sentada, suponiendo que no objetaría a ser rescatada de su conversación con Wernher.

-¡Emmanuel! Que agradable sorpresa encontrarte aquí. Señor Wernher, parece que no encontramos de nuevo. Parece que el destino conspira para que nos encontremos-le dijo al presidente de los mercaderes con una amplia sonrisa, observando su reacción, intentando dilucidar si su nerviosismo de esa mañana se debía a alguna superstición con los magos o a algo más.

- Ah, sí. Eso parece fraulein.

Tras una pausa.

- Debe de ser el carnaval.

Parece estar nervioso pero no más que al mediodía.  

Te sonríe y se mueve de tal forma que Wernher queda fuera de su vista en su lado derecho.

- Es un encuentro agradable pero no es muy sorprendente. Si hubiera sabido que estabas en la ciudad este es el tipo de acto en el que esperaría encontrarte. Supongo que has aprovechado el día para encontrar viejos conocidos.

-Por supuesto. Los primeros días despues de regresar de un largo viaje siempre tengo la impresión de estar en un lugar tan extraño como aquellos por los que he pasado. Siempre me lleva un tiempo ponerme al día y volver a aclimatarme. Por cierto, viendote ahora, se me ocurre que hay algunas cosas de las que me gustaría hablar, ¿te importa acompañarme un rato? Me disculpo con el señor Wernher por privarle de tu compañía, pero estoy segura de que me perdonará que quiera hablar con una amiga a la que hace tanto que no veo.

Cuando Emmanuelle se levantó, enlazó su brazo con el suyo y así avanzaron por el pasillo unos pasos hasta que Heike pensó que Wernher ya no podría oírlas.

-Pensé que no te importaría tener una excusa para dejar a tu compañero de asiento. -le susurró, con el gesto de alguien que comparte confidencias con una amiga-No parecía que estuvieses disfrutando mucho de la conversación. Aunque lo de que quería hablar contigo es cierto. Si conoces al canciller lo suficiente para presentármelo, es un caballero con el que me gustaría mantener una charla.

- Supongo que nos encontraremos de nuevo pronto.

Ves como se dirige a un asiento vacío cerca de Janna.

- Es molesto ciertamente. Aunque tu también debes estar acostumbrada a tratar con gente así.

Tras una corta conversación intrascendente su mirada se dirige hacia el canciller.

- Aunque no creo que nadie le conozca realmente hemos tenido el suficiente contacto para que pueda presentarte. ¿Cómo debería explicarle tu curiosidad hacia él?

-No creo que un motivo sea necesario. Estoy segura de que el canciller está acostumbrado a que la gente quiera obtener una oportunidad de conocerle, por el simple hecho de que es canciller. Pero si realmente muestra curiosidad, puedes decirle que quiero mostrar mi reconocimiento a uno de las personas que trabajan para mantener la prosperidad de esta ciudad.
 

El asiento a la izquierda del canciller está ocupado por un mercader menor al que conoces de vista, pero por como están sentados y su lenguaje corporal no parecen conocerse. El asiento a su derecha está vacío. Los pequeños movimientos que realiza te hacen creer que el canciller está impaciente por algo pero la expresión apagada de su rostro parece decir que no espera que suceda lo que quiere.

Emmanuelle se coloca en frente de él y le hace una pequeña inclinación.

- Espero que disculpe la molestia canciller pero una de mis amigas tiene una gran curiosidad por conocerle.

Sonríe un momento.

- Aunque debo decir que me sorprende que no haya tenido todavía la oportunidad de separarle de los grupos entre los que se encuentra en la mayoría de los eventos sociales.

Puedes ver como oculta solo parcialmente el desagrado que le inspira Schlagen pero su mirada se vuelve neutra al verte. Se queda en silencio durante medio minuto antes de hablar.

- Oh. Ya conozco a fraulein Heigner pero nunca he tenido una conversación larga con ella.

Se levanta y se coloca frente a ti a una distancia un poco mayor de la habitual en la ciudad.

- ¿Qué es lo que hace que busque mi compañía?

Emmanuelle se despide y se dirige hacia Ar-Ulric, le saluda e intercambian unas frases antes de que ella se dirija al asiento en que se encontraba cuando llegaste.

-He vuelto a la ciudad hace poco y no he podido evitar oir algunos rumores preocupantes. He oido que algún grupo disgustado con los nuevos impuestos le había asaltado. Aunque siendo como soy hechicera reconozco que no estoy de acuerdo con esos impuestos, no me gustaría que se creyese que alguien del gremio estaría dispuesto a rebajarse a esos extremos. No puedo hablar de manera oficial por el gremio, pero estoy segura de que muchos de mis colegas me apoyarían si les pidiese ayuda para encontrar a eos delincuentes y disipar toda sospecha ¿Quizás pueda decirme si son ciertos esos rumores y si se sabe algo de los culpables?

Su expresión se vuelve más fría cuando te responde, aprensiva.

- Oh, en realidad no fue un asalto. Me encontré rodeado por un grupo de enanos y tuve que soportar sus gritos y el impacto de la fruta que lanzaron contra mí cuando me aleje de ellos lo más rápido posible.

Su rostro se suaviza y sus labios se curvan en una sonrisa débil durante un momento.

- Es una experiencia mucho más estresante de lo que parece. Y aunque sé que existen los enanos hechiceros también sé que son lo bastante raros como para que no tenga ninguna sospecha de que el gremio está implicado. Solo espero que no se repita y que los ánimos se calmen en unos días.

Vuelve a sentarse y espera a que te sientes a su lado, te mira a los ojos.

- Puedo entender que los objetivos de los nuevos impuestos protesten pero nunca habrían sido establecidos si no supiéramos que pueden permitírselo y están justificados.