Partida Rol por web

Cojo las riendas y las echo hacia atrás para que el caballo frene, la orden de Arturo había sido clara, debíamos esperar a que Tristán y Gawain se adelantaran para saber lo que había más adelante, sin duda no parecía haber mucho revuelo por las proximidades, pero no nos podíamos fiar...

Mire de manera seria a Arturo y seguí a Tristán al galope...

 Avanzáis, la aldea no tiene ninguna defensa, aparte de unos cuantos guardias que mas que guardias parecen aldeanos bien pagados y con lanzas. Los aldeanos están asustados, el retumbar de los tambores se hace mas fuerte, y temen que sea una invasión (Nunca estarán mas acertados).

En el centro de la aldea una gran casa se eleva, y en ella podéis ver a un señor bien ataviado y monjes a su lado, parece que os esperan, pues están los equipajes hechos y esperan a su lado lo que parece ser su esposa y su hijo.

 No sabéis porque, pero pasáis de largo la aldea, algo os dice que allí no está lo importante del asunto, pero también os dice que se acerca presuroso por el valle. Los tambores se hacen cada vez mas fuertes y una imagen os inquieta un poco. 

Un jinete toda velocidad se acerca presuroso hacia vosotros... es Ginebra, parece asustada por lo que ha visto, deberéis avisar rápido a todos los demás.

 Rápidamente, me giro y cabalgo a toda velocidad hacia mis compañeros, sin mirar si Tristán me sigue o no...

Una vez llego, espero un momento y tomo aliento

Ginebra viene hacia aquí a toda velocidad señor - digo para todos pero mirando fíjamente a Arturo - Además, se pueden oir tambores más allá de la aldea

La situación no parece ser muy buena - me digo a mí mismo un poco nervioso, mientras me giro para ver a Tristán y, a lo lejos, a Ginebra - 

Miro a Arturo

-Los sajones se acercan, si queremos tener alguna oportunidad deberíamos darnos prisa-.

Bien, preparad el convoy... acogeremos a todo el que quiera venir. Lancelot vamos a hablar con nuestro invitado. Digo mientras me cabalgo hacia el centro del pueblo. (A Lancelot) ¿Qué te pasa con la picta? ¿Estás molesto?

Me preparo en mi caballo, apoyando la mano en la empuñadura de la espada, listo para atacar.

-Tal vez deberíamos preparar alguna especie de emboscada... Así ganaríamos algo de tiempo y ventaja con suerte...-

Comento en voz alta.

Se mantuvo a la espera, impaciente, a que Arturo dictara órdenes, y una vez que las escuchó, respondió algo confuso - pero... Arturo. Si intentamos sacar a todo el mundo del pueblo, los sajones acabaran con nosotros. Serán un lastre insalvable y nos garantizarán una muerte casi segura. Creo que deberíamos recomendarlse que huyeran cada uno por su lado.

Aunque era el primero en ayudar al necesitado, en aquella situación los necesitados eran ellos, y necesitaban salir de allí cuanto antes o no lo contarían. No obstante, si Arturo así lo estimaba oportuno, él pondría todo de su parte para lo que fuera.

Bors, si lo deseas puedes irte, el salvoconducto será tuyo de una manera o de otra, sé de tu lealtad. No tienes nada que demostrarme, pero yo no dejaré morir a gente inocente por el simple hecho de que mi vida peligre... Mirando al resto. Todos habeís conseguido vuestra libertad, quien desee irse que se lleve a los romanos, yo me quedaré con el convoy.

Unos breves instantes de silencio precedieron las palabras de Arturo.

Culpabilizándose por la respuesta que había conseguido de su líder, algo cabizbajo y refunfuñando, Bors respondió a Arturo ofuscado - no me has entendido, yo... - levantando la cabeza y mirando a su amigo a los ojos, continuó con más energía - no pienso dejarte el placer de ser el único que saboree la sangre de esos demonios. Empecemos a organizarlos, hay que sacarlos a todos de aquí.

Escucho el comentario de Arturo y bajo levemente la cabeza.

-No, no estoy molesto, ¿por qué debería estarlo? Es solo que de vez en cuando la gente no sabe de lo que dice y eso si me suele cabrear-le contesto a Arturo y luego escucho las palabras de los demás.- Yo tampoco pienso dejar que muera nadie más, tendríamos que esconderlos en algún lugar mientras nosotros combatimos...

 - Ya era hora... hace siglos que os espero, esos bárbaros del norte vienen a por mi y no puedo morir aquí.- Dice mientras hace una orden para que 2 sirvientes coloquen todo en el carro.- ¡Vamos, gandules, trabajad mas rápido u os juro que os mataré yo mismo!

El hombre parece bastante irritante y no se preocupa por sus súbditos, los cuales parecen tenerle miedo. El extraño hombre mira a los caballeros como si fuesen monstruos.- Espero que estén bautizados, si no menuda basura contrata roma para sus servicios...

Tristán y Gawain llegan al galope tan pronto como les permiten sus caballos, y Ginebra les sigue. Parecen muy preocupados, y no hay otro motivo para ello que no sean los Sajones que vienen por las montañas como os cuenta Ginebra después.- Es un contingente de unos 100 hombres... parece una avanzadilla, y unos 6 jinetes bien armados han emprendido el galope hacia aquí, no tardarán en llegar. 

La alarma se apodera de la gente, que no pueden evitar correr, dejando ganado y cultivos, provisiones que llevaban para el largo viaje, atrás.

Miro al romano con desprecio. No están bautizados, así que supongo que prefiere que la basura bautizada le dejen aquí... Me bajo del caballo y le doy las riendas a Lancelot. Hermano, coje a Bors, Dagonet y Tristan y salirles al paso. No podemos permitir que lleguen al pueblo y provoquen victimas. No deben huir.
Después miro al romano, y cojiendo uno de los pesos que ha mandado cargar a los criados se la doy a él con un gesto brusco. Si, vos ayudaís todo irá más rápido. Miro al sirviente y le digo: Avisa a la familia de tu señor: Tienen cinco minutos para estar listos.

Viendo como menosprecian al pobre sirviente - un puñetazo te llevabas de mi parte - se sonríe ante la defensa a ultranza de su señor. Tras oír las órdenes, se dispone presto, y algo agradecido en cierta manera, a acatar su tarea - Arturo, no olvides a la familia de éste pobre hombre. - dice señalando al creiado - Si vamos a proteger a éste - ahora señala al señor - aprovechemos el viaje . - concluyó