Partida Rol por web

Andábase Gabino guerreando, ahora guardamano y ropera, contra los dos fideputas que tenía delante. Su acero rechinaba contra el de sus enemigos, y tal que así que el espadachín le endosó medio palmo del acero de la guardamano a uno de ellos, provocándole la muerte al instante, mientras que el otro se abalanzaba sobre él sin éxito. Lo dicho, uno de los tipejos que hostigaban al antiguo soldado de los Tercios cayó seco hacia atrás, rompiendo su cuerpo una silla en la caída.

Por contra, que Toribio peleaba ahora contra el que hacíase apodar Dedos Cortos, y también con otro tipejo. El Tunante logró endosarle al cabecilla de la banda un severo puñetazo en la nuez que lo dejó unos instantes desprevenido y confuso. Instantes después, el susodicho se llevó las manos a la garganta, fruto del dolor y el golpe, y murió en el acto,cayendo estrepitosamente al suelo. Y tan grande había sido el impacto de Toribio que así quedó. Finalmente, el otro lagarto aprovechó para endosarle la picuda ropera, estaba vez en el abdomen... Toribio volvió a quedar herido.

Quedando uno a uno pero estando el Tunante bastante herido, la cosa se ponia cruda... 

Toribio, nada de ser un heroe, defiendete que no llevas armas en la mano. Usa una silla Copón!!!

Por otra parte, ahora a Gabino solo le quedaba un enemigo... asi que con los ojos inyectados en ira, arremetió contra él con un a fondo de su ropera, lanzandose con el impetu que le dió el salto de la mesa hacia su contrincante, apartando la hoja del jaco con su daga.

Y tu, reúnete con tus antepasados en la mugre del infierno!!! Sin Cuartel!!!

Toribio se siente aliviado al derribar al "Dedos cortos". Por fin se ha quitado uno de ellos de encima, pero de bien sabido es que la alegría en casa del pobre dura bien poco. "El Tunante" recibe el acerlo de la ropera como si fuera un leve arañazo, pero cuando se lleva la mano al abdomen nota algo caliente que no es más que la sangre que brota de la herida que le acaba de hacer este hideputa.

Con la mano ensangrentada, y con rabia por la herida, desesperado se lanza contra el matón para propinarle una patada en la mano que blande la ropera con el objeto de separarla de él, aunque si le rompe la muñeca, ¡tampoco estaria nada mal!

Ahora el lance, estando más igualado, que parecía tornarse a bien a Gabino, experto soldado a sueldo y hombre de Tercios, y al Tunante, cuyo cuerpo ya imponía de por sí y sus puños y piernas hablaban con gran destreza. Sin embargo, que mientras quedó enrocado el fulano que arremetía contra Gabino, y viceversa, que ninguno logró golpear más al otro excepto con un tintineo de choque de espadas (BING, BANG, ¡¡FASSSH!!); y que por otro lado, la patada que quiso aseverar contra su contrincante Toribio no la pudo poner en práctica, mientras que el otro le hirió de nuevo, esta vez cortándole con la hoja de guardamano.

¡Fideputas! -gritó el que estaba luchando con el Tunante-. ¡No sabéis dónde os habéis metido!

Gabino, pensó en una treta e intentó ponerla en funcionamiento, solo esperaba que El Tunante le siguiera una vez mas.

Ese deslenguado que nos acaba de insultar, Tunante, dejamelo a mi. Veremos quien es mas hideputa!!!. Cambia de objetivo YA!

En un rápido giro sobre si mismo, digno de la agilidad de una liebre, y gracias a su buen juego de piernas, Gabino encaró su hoja hacia el enemigo del Tunante, esperando alcanzarle por un costado en un rápido lance que le pillara por sorpresa. Naturalmente Gabino esperaba que Toribio, se interpusiera y se ocupara del que hasta ahora había sido su contrincante. Si todo salía bien, esperaba que la chance les diera resultado, como otras tantas veces ya había ocurrido, pues no era esta, ni debería de ser la última pelea que desempeñaran juntos.

La DAGA  de guardamano la mantenía en guardia baja, para desviar algún lance del enemigo y en caso de cerrar espacios, metérsela por los bajos vientres al malnacido, hasta la misma empuñadura.

Toribio vuelve a echar la mano al vientre, pues la sangre no deja de brotar tras la nueva estocada. Por un momento se siente dolorido, pero la voz de Gabino lo saca de su estupor. Aún recuerda, cómo en Toledo, tuvieron un encuentro similar, cerca de la ermita de Santa Bárbara. Rápidamente cambió el foco del rufián, y nuevamente (al que antes estaba con Gabino) le propinó una patada en la guarda para, otra vez, intentar lanzar la ropera lejos, y que no le vuelva a pinchar... Lo que no puede permitirse es cerrarse en cuerpo a cuerpo, pues con la daga de guardamano... ¡vive dios que duele!

Gabino cambió rápidamente de objetivo, algo que los dos tipejos no se esperaban. Toribio, que andaba muy compenetrado con su compañero hizo lo mismo, y ahora cada uno comenzaba a atacar al otro. El espadachín de los Tercios trataba de cerrar espacios para poder ensartar con la empuñadura de la guardamano a su adversario (que siempre sabe uno que es mejor apuñalar con ésta que picar con la ropera, y tal vez más efectiva). El caso es que esta técnica resultó ser bastante efectiva, pues mientras el nuevo rival de Gabino pareció luchar con fiereza, de nada le valió (Gabino le ensartó medio palmo de acero con su daga, removiéndole los higadillos internos), y nuevo contrincante de Toribio no pareció reaccionar muy bien, y se llevó una soberana patada que lo mandó hacia una silla, volando hacia atrás, y destrozando esta hasta caer al suelo.

Los tipos estaban bastante heridos, y la cosa parecía no pintar mal del todo. Julieta estaba nerviosa, pero no tanto como antes, y observaba el juego de piernas de Gabino mientras contemplaba la fuerza de Toribio.

Toribio crujió sus nudillos, pues parece que le picaban las manos después de recibir esos tajos... ¿Falta de riego Sanguíneo?¿Dolor muscular? Seguramente fueran ganas de hacer chasquear algún que otro hueso mientras ve volar al fulano que tiempo atrás estaba batiéndose con Gabino.

Según le ve que apoya sus posaderas en el suelo, se acerca, con el ánimo alevósico de dejarlo sin sentido en el suelo. extiende la mano, la deja rígida y le golpea, como ya ha hecho muchas veces, entre el cuello y la clavícula, sí, en "lo blando".

Esta vez, las distancias cortas eran favorables a Gabino. Este seguía retorciendo la daga dentro de las tripas del jaco. Si quería librarse de ella, debería romper el combate y entonces se comería 3/4 partes de acero toledano, de su hermosa espada.

Por de pronto decidió seguir empujando con su daga y golpear con la cazoleta de la espada en los morros del matarife.

#Tocar a esta mujer te va a llevar a la tumba... Triste botín para un diablo como tú.#

El acero clavado en el torso del fulano causó terrible dolor en el tipo que era presa de Gabieno, el cual éste le propició con la cazoleta de la ropera un severo golpe magistral. El tipejo movió su cabeza hacia atrás, y entonces el de los Tercios sacó la guardamano, y la suya mano se bañó en sangre de su enemigo. Su rival cayó hacia atrás, llevándose una mano a la boca y otra al costado, apuñalado. No le dió tiempo a dedicarle a Gabino un "vive Dios, que te mataré a la primera que pueda", pues escupió sangre por su boca y se desplomó hacia atrás, encima de otro cadáver. Y allí yació.

Acto seguido, Toribio le ofreció un soberano sopapo al infame hostigador, que no pudo hacer nada con su guardamano en la mano, y ésta salió volando. El impacto brutal hizo pestañear a Julieta, vividora y espectadora de todo cuanto ocurría, y el tipo cayó hacia un costado, golpeándose la cabeza contra el suelo. Otra mosca más caída en desgracia, en la tela de araña...

¡¡MMMmm...!! -Julieta trataba de llamar la atención detrás de su mordaza-. Y todos en derredor estaban muertos: El Dedos Cortos y su banda habían caído en desgracia y a vuestros pies. Entonces desatásteis a la joven.

¡Toribio! ¡Gabino! -sus ojos llorosos y a punto de estallar en lágrimas de miedo y alegría no lograban tapar sus vergüenzas, puesto que su ropa estaba rasgada por las malas intenciones de los hideputas descosidos ahora. ¡Creí que moriría! ¡Me habéis salvado! -decía agradecida quitándose ella misma los nudos de sus tobillos, una vez liberadas las manos-. ¡Vámonos de aquí! ¡Vayámonos ya! ¡Os lo ruego!

Toribio abraza a Julieta, una vez que la han desatado. Se quita su capa y aunque está un poco manchada por la sangre de los lances que ha recibido se la pone encima a la bella Julieta y la tapa, para ocultar sus vergüenzas y devolverle la dignidad que estos malnacidos han intentado robarle (y mira que es una ladrona de categoría... y eso digno.. ya decían que muy triste es pedir, pero más triste es robar)... En cuanto Julieta siente la capa, parece que mejora su situación y Toribio dice: -Querida, el único miedo que teníamos era poder perderte, pero por suerte, te encontramos a tiempo. Yo creo que nos deberíamos ir a casa, pues en dos días mira el reguero de sangre que hemos vertido en la villa. Descansemos y vayámonos, pero ahora... - Calla un momento y coge las manos de la jóven - Debo hacer una cosa -Sonríe pícaramente y se vuelve a Gabino y le abraza. Una vez fundidos en el abrazo, se separa a un palmo y le dice: -Gabino, otra vez más salvamos el culo, más sabes que, tanto pinchazo no es bueno. De hoy no puede pasar, pues el temor de perder a Julieta, y ver las testas abiertas de estos hideputas me ha enseñado lo rápido que nos llama la muerte, y lo pronto que le podemos hacer caso. Gabino, querido amigo, demorar más no puedo el sentir que te tengo, amigo. Sé que es bastante complicado, pues un soldado de los tercios, combatiente en Flandes, bravo y fiero, no puede cohabitar con otro fulano y no querría ponerte en un aprieto, más alla de los jaques y reyertas que hemos pasado, amigo. Sólo decirte que, aunque Julieta ya se imaginaba algo, enamorado de tí me hallo y mil aventuras hemos pasado, mil besos que te habría dado. Entenderé cualquier reacción que tengas, amigo, pero yo me retiro. Me voy a la posada, descansaré y seguiré, como hasta ahora, viviendo día a día. Quien me quiera acompañar, ya sabe donde encontrarme.

Toribio se da la vuelta y poco a poco se va andando calle abajo dirección a la posada

Vas a escandalizar a la pobre Julieta con tus confesiones... y vas a provocar que me sangren los oídos, ademas de los tajos que llevamos ambos!!!.

Te tengo por compadre, y te quiero como un hermano, mas allá de nuestra distinta condición de cuna. Nunca te vi como algo más, aunque no tienes mal talante, bribón!!! pero ya puestos a sincerarnos entre nosotros, yo he de decir que es Julieta la que me tiene el corazón robado... aunque nunca osase ponerle un dedo encima, o declararme...

Tras esta vida de perros a veces, y de truhanes otras, bien que pensé pedirla en matrimonio, JAJAJAJAJA. Que para alguien de sangre noble como yo, sería una declaración de intenciones, con respecto a lo que pienso de los señoritingos de rancio abolengo.

Es lo que tiene ser la oveja negra de mi familia... 

A donde vas?, espéranos Toribio, que somos algo como una familia... vamos a tener que lamernos las heridas entre nosotros, pero somos como lobos...

Julieta, te quiero,y este hombretón tiene su que... deberíamos ir los tres a ver que nos depara la suerte, quizás camino de Sevilla y allí buscar una Nao que nos lleve allende de los Mares, donde la libertad sea nuestra razón de vivir. Quieres compartirla con nosotros?

Gabino, siempre había envidiado la fuerza de su compadre... y es cierto que le parecia un tipo atractivo...pero no podía ignorar lo que sentía cuando julieta estaba cerca... aunque siempre se guardó de comportarse como un animal sediento de placer... Sería que a su manera amaba aquellas dos almas que sus brazos rodeaban...

En aquella guisa quedásteis los tres: Julieta desatada de sus prisiones de cuerda, los tipejos que la habían raptado, malnacidos truhanes del Dedos Cortos (y éste mismo), allí arrojados, despojos cadáveres alimento de ratas y gusanso; y vosotros dos Toribio y Gabino, habiendo el primero hecho alta confesión al segundo, y quedando por causa de Gabino como hermanos, familia como de sangre, y habiendo el de los Tercios también confesado el amor por la bella Julieta.

Y tal que así, que era mejor espabilar y marcharse de allí; pues cuando los corchetes llegaran al tal lugar del barrio de la Germanía, y sobre todo aquel corral del Tío Raimundo, sobre el que se alzaba el almacén, no habría alma con vida o libre de desembarazarse de cargos por tal desaguisado. Asíque, sin pensarlo demasiado, y la joven Julieta aún con el miedo en el cuerpo, os cubrísteis de la oscuridad de la noche, salísteis a las calles nevadas de la Villa, y anduvísteis en silencio, a la luz de antorchas colocadas en las paredes o en hornacinas, hasta la posada del Rey Fernando. Allí, que Hermenegilda os guardaba la habitación, y decidísteis pasar la noche en tal lugar, lejos de las miradas y sospechas ajenas. El caso es que teníais en vuestro poder una bolsa con algunos candelabros, uno de ellos de puro oro, y ello os proporcionaría un buen tiempo de sosiego y tranquilidad (que bien la íbais a necesitar).

De las aventuras y desventuras de Gabino, Toribio y Julieta no queda más que relatar que no acabaron aquí, pero las siguientes se relatarán cuando sea menester, aunque cabe decir que siguieron juntos bastante tiempo antes de que sus caminos se desviaran.