Partida Rol por web

Apenas dura en segundo. En menos de un parpadeo, el grupo ha pasado de estar en la habitación a estar en un enorme y elegante jardín, adornado por setos, rosales de rosas blancas y estatuas. Con una fuente de mármol en lo que parecía ser el centro del lugar. Todo parece normal, a excepción de la luz solar, que es de un tono azulado. 

Lilim está en el suelo, sentada con los brazos cruzados. Su hermano en pie, con una media sonrisa nerviosa en la cara, mirando hacia una imponente mansión.

-Genial... La he hecho buena... En fin. Hogar dulce hogar- Se gira hacia los dos humanos. -Bienvenidos al infierno- Comenta con sarcasmo. A continuación echa a andar hacia la casa. -Voy a tantear el terreno... Esperar aquí si no os importa- 

El ambiente es inquietante y tranquilo. Todo está en silencio. A excepción del fluir del agua de la fuente, no es oye nada mas. Ni viento, ni animales ni nada. 

-Puh- Se queja Lilim. -Yo no quería volver todavía- 

Matt, quien aun sigue perplejo tratando de asumir lo que ha pasado se acerca a la chica. -Entonces... Esta es tu casa. Es enorme. Seguro que hay un montón de gente que te ha echado de menos- El joven trata de animarla lo que puede.

En un abrir y cerrar de ojos todo a nuestro alrededor cambia. -Maaatt...- repliqué con tono de "ya la has vuelto a liar". Al menos no nos habíamos desperdigado en aquel mundo, estábamos todos juntos.

Asentí con la cabeza cuando el hermano de Lilim anunció que iba a tantear el terreno. Mientras, continuaba observando el paisaje, tan parecido y diferente del habitual. -Sí que es una casa impresionante- admití. Pero me inquietaba estar allí. -¿Tú no sabes abrir portales como tu hermano? ¿Cómo llegaste entonces a nuestro mundo?- me sorprendía que no pudiera viajar por ambos planos cuando le apeteciera.

Tras unos minutos de jugar con el agua de la fuente, comencé a impacientarme. -Voy a investigar- no era mi naturaleza quedarme quieta en una jaula de lobos, esperando a que me encontrasen o acechasen. Prefería hacer un reconocimiento del lugar.

Matt sonríe nervioso al oír su nombre en ese tono. -Si... La lié- Comenta. 

-Ya lo se- Contesta Lilim aun enfurruñada, a los comentarios sobre la casa. -Pero no quería volver. Puuuuuuh- Se pone en pie y se dirige hacia el joven Matt, escalando su espalda y quedándose a caballito. -Estoy enfadada. Puedo permitírmelo- Replica. 

La pregunta sobre los portales parece animarle, pues le da la oportunidad de hacerse la lista. -Veras, ingenua mortal. Para abrir portales necesitas un artefacto especial. Y yo no tengo. Llegue a vuestro plano hace más de un año, cuando me escapé por uno que abrió Padre- Si, se había escapado. Y hace bastante tiempo. Tal vez la reacción de su hermano no era tan exagerada.

Pasado un rato, Eru comienza a impacientarse y decide explorar el jardín.

Un amplio jardín que parece ser trasero, pues está completamente rodeado por un muro. En la parte de atrás del todo puede ver lo que parece ser un invernadero. La zona está salpicada por varias estatuas blancas. Algunas muy antiguas y desgastadas al punto que no se distinguen las facciones de los modelos. Otras mas nuevas, entre las que destacan una de un hombre parecido al hermano de Lilim, pero más adulto. Y otra, la más nueva, de cierta diablesa que Eru conoce bien. 

Dejé a Lilim montando a caballito sobre Matt mientras me iba a explorar los alrededores. Mi inquietud no disminuyó lo más mínimo. Más bien aumentó al ver que no había salida aparente, a no ser que me aventurase a atravesar la casa.

Deseché la idea y me encaminé hacia el invernadero para ver lo que cuidaban los demonios como la familia de Lilim. La curiosidad palpitaba en cada poro mirando las esculturas, algo tétricas a mi parecer. ¿Serían personas de verdad petrificadas? Cuando llegué a las que parecían más familiares parecía clara la negativa a esa pregunta. -Scatha- siseé al reconocerla en la siguiente escultura. La rodeé para apreciarla bien, buscando detalles en ellas. Nombres o algún otro dato de utilidad.

Eru parte hacia el invernadero. De camino se entretiene a observar las estatuas , una en concreto, por si hubiera algún dato de interés. Y nada. Ni nombre, ningún dato... Nada de nada. Más allá de lo bien hecha que está, no hay mucho que ver.

Al entrar en el invernadero puede notar como el ambiente cambia. Es más húmedo y cálido. Muy parecido al de Antibaar, pero sin la brisa y el olor a mar. Dentro crecen plantas de varios tipos. Muchas de ellas las reconoce de sus viajes. Plantas y árboles del mundo humano. 

Según avanza por las calles, empieza a oír una voz tarareando una melodía que nunca había escuchado. Una melodía suave y tranquila. En parte reconfortante

Conforme la sigue, se va haciendo más y más clara, hasta que llega a una zona algo más abierta, en la que una mujer de cabellos negros está arrodillada en el suelo, cuidando algunas flores.

Con una mueca, dejé atrás la figura de Scatha.

Me aventuré al invernadero. La temperatura y el paisaje me eran familiares, por lo que no me sentía del todo incómoda en aquel rincón. Continué caminando, pero el sonido amortiguado de mis pasos y de mi suave respiración quedaron eclipsados por un cántico hermoso. Casi hipnótico. Cerré los ojos para disfrutar de su melodía. No tardé en caminar buscando el origen de esa voz.

Vi la espalda de una mujer de cabellos negros, era la que cantaba. Me quedé agazapada entre las plantas para poder observarla un poco más. Sus movimientos eran casi tan bellos como su entonación.

La mujer sigue a lo suyo con mimo y esmero, tarareando la canción. No parece haberse dado cuenta de la presencia de Eru después de todo. 

Pasados algunos minutos, la mujer se levanta y gira, descubriéndose como una mujer de media edad, con rasgos amables y gran parecido a Lilim. Va bien vestida, aunque con algunas manchas de tierra en la falta y manos. 

La mujer mira hacia donde se ha escondido Eru, esbozando una suave sonrisa. -Vas a salir o piensas quedarte ahí agachada hasta que me vaya. Porque no es de muy buena educación espiar a tus anfitriones- 

Parece que esconderme entre las sombras de una frondosa planta no había surtido el efecto deseado.

-Yo... Emm... Lo siento- la miré realmente azorada mientras salía de mi escondite. -No pretendía ser maleducada...- iba a alabar su hermosa voz, pero entonces caí en la cuenta de otro tema. -¿Cómo que anfitriones?- ladeé la cabeza hacia un lado, confundida. ¿Sabía de nuestra presencia en aquel plano?

-Hemos llegado aquí por accidente. Nos marcharemos en seguida- o eso esperaba de corazón. Aunque la mujer parecía realmente agradable, también demostraba su parentesco con Lilim. Y, por tanto, a Scatha. No podían ser buenos.

La mujer sonríe al oír la pregunta. -Estás en nuestra casa. Así que somos tus anfitriones- Contesta en un tono amistoso. Después se sacude las manos para quitarse gran parte de la tierra.

-Y mucho me temo que vas a estar aquí unos días. Las piedras de portales tardan un tiempo el recargarse. Especialmente si varias personas lo han cruzado- Explica. -Mientras dure tu estancia espero que estés cómoda. Y si hay algo en lo que pueda ayudarte solo tienes que decirlo- La mujer se acerca a la espadachina y tiende su mano. -Mi nombre es Lilith. Soy la señora de la casa. Tu debes de ser Eru ¿Cierto? Lilim y Scatha han hablado de ti en algunas ocasiones- 

Desvié la mirada, incómoda ante la idea de ser huésped en aquel lugar. Aunque, bueno, mejor eso a ser una prisionera.

-Oh- no sabía muy bien qué decir ante la revelación acerca del tiempo de recarga de esas piedras que permitían viajar entre mundos. -Soy Eru, sí- respondí a su pregunta. -¿Y os parece bien que seamos vuestros huéspedes hasta que podamos regresar?- al fin y al cabo, no era algo que ellos hubiesen decidido y no quería imponer nuestra presencia.

-Hasta donde entiendo, vuestro hijo fue en busca de Lilim porque se escapó hace un año más o menos. Tengo muchas preguntas, pero no quiero ser descortés- después de todo, Lilith parecía estar ocupada con sus cuidados de la flora del lugar. -Volveré con Lilim y Matt hasta saber cómo proceder.