Partida Rol por web

Mar y tormenta. Hincho mis pulmones por placer del aire impregando de sal característico de zonas marinas, es un gesto agradable y nunca me canso de este olor. En el interior de la tienda, el ambienta era más acogedor. Extendí parte de la falda de mi vestido hacia un lado, dejando visibles mis rodillas. -No se preocupe, intuía en todo momento sus pretensiones, Sean.

Escucho atentamente su opinión respecto a lo dicho por Abellone, y ciertamente yo también estoy de acuerdo con lo que dice. Si nos lanzamos a Medina, es posible que las demás pequeñas fortalezas puedan atacarnos y crearnos problemas mayores. Algo desanimada, suspiro mirando hacia otro lado que no fuera el de el cainita y di con la lámpara de aceite que nos ilumina. Tendrán que dejarse los juegos de la corte para otro momento. 

Algo resignada, expreso mi aceptación de aquellas palabras aderezadas de fuertes gotas que golpean la tienda. -Eso que dice es muy cierto, no había sopesado esa idea.- digo refiriéndome al múltiple ataque de otras fortalezas. -En ese caso, creo que no hay más que hablar. Partamos hacia Azebush, confío en su experiencia.- vuelvo a mirarle y asiento. Quizás allí aún haya cabida al arte del diálogo, ¡sólo quiero ponerme a prueba! Otras veces me he arrepentido de este tipo de misiones estrictamente militares, pero los aires venecianos no siempre son entretenidos. Siento la irrefrenable sed de pedir alguna condición que asegure mi divertimento, pero no la encuentro en este breve tramo de tiempo. 

Me levanto de mi sitio y paseo un poco por la estancia, sujetando el faldón del vestido que va goteando por donde paso en el brazo. -Sin embargo, no me parece muy acertado salir ahora. La caminata sería dificultosa tanto por la noche como por la tormenta, ¿qué dice usted?- ceso mi paseo y cambio de brazo la parte de faldón que sujeto para escurrirlo, mojándome el agua las piernas.

Afortunadamente no se ha sentido insultada. Ella debe estar acostumbrada a las cortes donde los insultos, he oído decir, están envueltos en capas de elogios y parabienes.

– Dejaremos la dirección de la guerra a Abellone hasta que le podamos señalar un blanco concreto de nuestro interés. – sonriendo – Me refiero a cuando localicemos donde están los vastagos de Malta. Unos proyectiles incendiarios si cesa esta tormenta pueden ser muy útiles para desorganizarlos y acabar con ellos uno a uno.

No puedo evitar fijarme en sus piernas nunca había estado a tan poca distancia de una dama de la nobleza y ahora soy un no-muerto.

Después hace referencia a la conveniencia de adelantarnos a Azebush, o eso me parece entender. – No lo aconsejaría. Si usted estuviera disfrutando de esta noche en un castillo y viera llegar a alguien por el camino. No pensaría que bien podría no ser un humano.

Ahora cambia de lado el faldón del vestido y no puede hacer ver que cree estar sola.

– Aconsejaría avanzar con el ejército hasta las puertas de Azebush y caiga o no  mañana salgamos a dar un paseo si no llueve. Puede que encontremos alguien o más bien nos encuentren. Si tuviéramos la suerte que uno de ellos fuera un servidor de los vástagos de Malta. Podríamos finalmente obtener información. – y descubriendo muy poco a poco los colmillos en una sonrisa amistosa. – O una cena.

Por tu experiencia militar sabes que un ataque directo a Medina, sería fatal para ellos. Al estar en una colina elevada los ballesteros y arqueros los arrasarían en poco tiempo, la maquinaria de asedio no llegaría a tocar los muros. Por otro lado, los caballeros quizás si resistiesen la tanda de proyectiles, pero tardarían demasiado en penetrar en la ciudadela. Los lanceros como bien apuntas, estarían guardando tras los primeros muros de la ciudad y eso significaría la derrota final para el enemigo. No..... tanto tu como Raalkifiir, suponéis que su estrategia será el asedio por hambre. Rodearán y acamparán cercando la ciudadela, cortarán toda comunicación comercial y esperarán a que os muráis de hambre.... quizás meses, un año o dos años.... ellos tienen provisiones, el mar y el río. Lo que ellos no esperan es que vosotros podáis salir secretamente de la fortaleza para abasteceros.... y quizás cuando los túneles sean suficiente grandes, hacer un ataque fatal.  

Tras la reunión, cada uno os dirigís a vuestras tiendas particulares para reflexionar sobre lo que os espera a la noche siguiente. Cada una de vuestras tiendas está vigilada por seis guardias que escogisteis personalmente del mismo ejército real, son soldados del rey, altamente calificados en el arte marcial y sobre todo, extremadamente leales. Una orden sagrada que los seis deben defender con su propia vida, <<durante el día, NADIE entra en la tienda>>. Vuestro ghoul es el último en atender vuestras necesidades antes de pasar las horas de día en vuestro ataúd (son anticuados, pero necesarios en estas situaciones).

Los tres siguientes días pasan sin pormenores, el ejército avanza a caballo siguiendo el curso del río, mientras los barcos snekke (los más rápidos) navegan por el Azebush con la maquinaria pesada. La sorpresa ha estado, el ver que los castillos menores de Azebush, Luca y Rabbato (el más grande y comercial) han caído con una resistencia casi nula. Las huestes que habían dejado protegiendo estas fortalezas menores, eran simbólicas, únicamente de desgaste (arqueros y ballesteros)... La ciudad de Rabbato es muy comercial y la gente parece seguir haciendo su vida normal, como si nada ocurriera, el castillo estaba vacío y ara domináis la ciudad. Parece que saben exactamente cual será vuestra estrategia, así que los nobles y el grueso de sus tropas, sospecháis que ya están en Medina tras los grandes muros...

Al llegar la cuarta noche, el ejército ya ha entrado en las llanuras de Medina. La capital se alza imponente sobre una colina, desde donde se domina todo el territorio a kilómetros radio. No hay ejército esperando en el exterior de la capital, ahora confirmáis que se han atrincherado en el interior de Medina y que será imposible hacerlos salir en la inmediatez, han tomado la decisión más inteligente, pues no durarías mucho en un ataque directo contra tan magna ciudadela.

De nuevo os encontráis reunidos los dos vástagos, esta vez ante la tienda de los generales. Veis a los cientos de antorchas que iluminan una ciudad que parece tener vida propia, ahora mismo no os extrañaría si los muros de Medina se alzasen y la ciudad se echara a andar... la belleza de la vista es innegable, especialmente en esta noche despejada aunque fría y húmeda.    

SIgamos interpretando la reunión entonces.

Mi mirada queda fija en el rostro de Sean. Aquí a la entrada de una importante elección que hacer, recuerdo la última reunión. Espero que esta vez sean capaces de considerarme. Sin duda, estoy algo incómoda entre estos hombres y dudo ser tan permisiva con su actitud con la última vez. Suelto un suspiro de resignación. 

De brazos cruzados, retiro la mirada del cainita, y me alejo un poco de la entrada, mirando hacia la vitalidad en el aire que rezumaba Medina. -Y dígame, Sean, ¿qué pretende decir ahí dentro?- Ante el atrincheramiento del ejército de Medina en su interior, no se me ocurren muchas soluciones, todas inconcebibles para los hombres en el interior de la tienda. Lo mejor será asentir y sonreír, quiero hacerme con Medina, dejaré que hagan lo que quieran mientras vea que realmente acabará bien. Sean parece tener conocimientos sobre las guerras y asedios de manera más directa que yo, así que principalmente, me fiaré de su criterio en esta reunión. 

La noche aunque fría y húmeda, se presentaba despejada, con un cielo plagado de estrellas. Nada más despertar, tu ghoul te informa de las nuevas. Parece que ya es evidente, los normandos se dirigen a Medina y en su camino han ido conquistando los castillos menores de Luca, Rbbato y Azebush, mañana ya estarán en las llanuras de la capital. 

Más tarde en la reunión, te encuentras sentado a la derecha de Raalkifir, el consejo de los cinco se encuentra presente al completo. Además, tal y como ordenaste, también están los estrategas militares y los maestros constructores. Te mantienes callado, observando, sabes que no es prudente hacerte oír tan pronto, en apariencia el derecho a la apertura de la reunión le pertenece a Raalkifir. Pandora obviamente no está en la reunión, como mujer no le pertoca una silla en esta reunión... aunque sabes que ella te espera después de la misma, donde realmente se va a decidir el destino de estos mortales.

El emir empieza su discurso como siempre con una oración a Alah, a continuación pone sobre la mesa las nuevas que hace unos minutos te daba tu ghoul. La reunión se desarrolla sin sorpresas, los nobles menores despotrican de los bárbaros invasores, pero reconocen su ventaja de ataque. Parece que todos están de acuerdo en continuar con la estrategia del atrincheramiento y la resistencia, Luca apunta que es inporante que los bárbaros crean que las cosas van mal en el interior de la ciudadella, que se mueren de hambre... Los constructores informan de que el proyecto de los túneles ya se ha iniciado, y en menos de seis meses (si Alah lo quiere), estarán en el Azebush...

Os informan que las reservas de comida que tenéis, durarán sin problemas al menos para un año y medio, ya se ha iniciado el plan de racionamiento. Raalkifir ordena que haya un pelotón de guardias exclusivamente dedicado al a vigilancia de las bodegas y alacenas.      

Respetados señores, creo que tengo una idea, y espero que los maestros estrategas me corrijan si la creen inoportuna. Comentó Rodrigo, siguiendo el protocolo normal.
Quizás lo mejor que podemos hacer sea aguantar a la defensiva, pero prepararnos para un ataque. Su poder viene de los caballos. SIn embargo, deben tener algún pienso para alimentarles lo que dure el asedio o los perderán enseguida. Quizás podamos dividir nuestras fuerzas y mandar una parte a Santa María de la Grutta o de Gémona para que aguanten también allí, dado que no creo que vallan a atacar algún lugar que no sea Medina. Comenzaremos a darles a entender que morimos de hambre, y haremos que bajen un poco la guardia. Entonces, la guarnición de Santa María hace un pequeño ataque quemando el pienso y los barcos. De esa forma no pueden irse y no tienen su ventaja. Luego, entre infanterías, seremos superiores.

El río no llega hasta Medina, la capital está en una llanura elevada desde donde se dominan varias millas a la vista. El  río Azabar nace mucho más al sur de la isla, en las únicas montañas importantes que hay, una gran parte del trayecto que recorre lo hace por vía subterránea, en la práctica solo es navegable hasta Rbbato Sigeo, la última ciudad que hay antes de Medina y la más comercial y próspera de la isla -que ya habéis tomado-. 

Abrir una brecha en el muro sin máquinas pesadas de asedio es casi imposible. Si quisierais inflitraros tendríais que hacerlo escalándolo, como la ciudadella es muy grande, podría ser que algún punto estuviese menos vigilado. Para vosotros una hazaña así no sería difícil, sin embargo lo tendrían más difícil vuestros guardias.

No hay foso en la ciudadella. 

Esperaba que hubieran hecho la ciudadela aprovechando el rio pero han aprovechado esa colina. – Todavía estoy renegando desde que lo vi. – Todo lo que había planeado ahora no nos sirve.

Asintiendo con una leve inclinación a Fia. – Les preguntaré por si hemos hecho algún prisionero. Lo mismo nos vale un oficial que un mero soldado. Incluso estos últimos suelen conocer antiguas puertas y corredores que el mismo castellano* desconoce.

¿Puedo confiar en ella como para hablarle de mis disciplinas? Más bien no puedo permitirme un fracaso o indolencia el sargento cada vez está más pendiente de mí.

Acercándome a ella para susurrarle. – Sino siempre podemos intentar cazar vivo un gato o mejor un perro e intentar hacer que nos guie al interior de la ciudadela. No es seguro ya que podría pasar por alguna oquedad muy pequeña o que la puerta abandonada ahora este cerrada pero en este último caso podría no estar vigilada.

Haciendo una pausa antes de continuar. – Yo no puedo percibir a través de puertas cerradas, ¿podéis vos? Sería práctico antes de intentar forzarla.

Asiento ante su contestación. Parece que está más interesado en la entrada con ejército y controlada que un pequeño asalto para colarnos. Giro sobre mis talones para mirar hacia otro lado, quedando de espaldas a él. -Mis intuiciones bien pueden no ser acertadas, pero creo que usted plantea un asedio serio...- hago una pausa y me vuelvo para mirar directamente hacia sus ojos -...y aburrido.- Sonrío pícaramente y suelto unas risitas. -Y quizás me aventure, pero la idea de un animal que nos guíe no me parece muy acertada, confío más en mis propios sentidos, francamente. Y seguro que usted también.

Mi rostro expresa confusión, súbitamente, ante su comentario sobre la puerta, pues me ha dejado algo desconcertada. -¿A qué puerta se refiere usted exactamente?

Pensaba que conocía, por haber oído hablar de ella, la disciplina gangrel de animalismo pero parece que no.

– Lo siento no estoy acostumbrado a trabajar en equipo y menos con no gangrels. – Efectuó una leve inclinación. – El asalto no sería tal, entraríamos nosotros con nuestra escolta, los que saben lo que somos.

Continuo con mi costumbre de caminar mientras hablo. – El animal lo influenciaría para que nos guiara para entrar en la ciudad. Ellos seguro que saben cómo hacerlo sin que los descubran los humanos. – Sonriendo con ironía – Otra cosa es que nosotros podamos entrar si es una grieta en el muro. Confió en que sea una puerta abandonada o sólo con un guardia.

Me quedo unos minutos en silenció mientras busco una alternativa a que no podamos actuar a través de puertas cerradas. Puede que como vástagos no pero ella…

La miro a la cara mientras le digo. – Por si la puerta contada con algún guardia se me ha ocurrido una forma de lograr que abriera sin alertar a sus compañeros previamente.

– Espero no ofenderos con ella, ¿sabéis árabe? – Espero unos instantes por si recuerda lo que suele ocurrir con las mujeres, sobre todo jóvenes, en las guerras. – Tendríais que haceros pasar por una dama árabe que está huyendo de la horda de infieles que asolan Malta. Añadir que estáis sola y le ofrecéis alguna joya.

Confiando en no haberla ofendido continúo. – La piedad, avaricia o lujuria le harán abrir la puerta. Si fuera la piedad os rogaría que la tuvierais con él dándole una muerte rápida y sin dolor. Si fuera aprovecharse de lo que cree una dama indefensa…

Comienzo a reírme, pues las ideas que propone el Grangel realmente me divierten. A esto me refiero yo, algo que haga que el haber venido no sea en vano. -¿Cree que va a ofenderme un plan tan súmamente entretenido, Sean?- sigo riéndome entre dientes. -No, no está acostumbrado a trabajar con vampiros ajenos a su plan.- digo señalándome con ambas manos. 

Dejo de reírme, pero prosigo hablando con una sonrisa. -Efectivamente, sé árabe, por lo que su plan podría salir bien, si no fuera por este color de piel...- me acaricio la mejilla -...y este pelo.-  cojo con mechón y lo acaricio con una mirada sugerente. -Suerte que las mujeres aquí llevan pañuelos.- Eso sí, espero poder probar la sangre de ese guardia si es un lujurioso... Bendito Camino del Pecado, me digo sonriendo, regocijándome en mis pensamientos pellizcando mi labio inferior. 

Dedico una vista rápida a la entrada de la tienda. La emoción por proponer aquel plan de actuación casi me devuelve a la vida.

Sonrió a Fia cada vez con más confianza. – No os preocupéis por el color de vuestra piel los nobles árabes son de tez blanca. Contra más clara su piel más elevada, normalmente su clase social, como entre nosotros.

Pero su color de pelo sí que no es muy usual entre ellos.

– Como bien decís y para verlo de noche tiene que ser con iluminación que aunque fuera negro se reflejarían las llamas.

Los ricos pueden permitirse ropa para cubrirse en verano sin asfixiarse de calor cosas que no podían hacer los pobres.