Melissa, tras dejar a la nueva jugadora en su habitación se dirigió a la sala de personal del Himmelmeister donde descansaban un rato antes de volver al trabajo durante las veladas. No siempre le daba a uno tiempo a descansar en su habitación, por eso usaban esa sala.
Al entrar se encontró a Úrsula y a Sherley hablando, pero en aquel momento Sherley se levantó y con un gesto de despedida salió de allí, dedicándole una sonrisa cariñosa a Melissa. Melissa avanzó y miró a la norne, que le sonrió.
- Hola Úrsula. ¿Preparada para otro viajecito? - dijo Mel, ella asintió y se acercó a su compañera. Se acercó demasiado. Melissa se quedó rígida de golpe y el brazo de Úrsula rodeó su cadera, juntándola a su cuerpo. La rubia besó los labios de Melissa y esta pudo sentir como algo se encendía en su bajo vientre. Al romper el beso Úrsula volvió a sonreir: la respiración de Melissa había aumentado considerablemente.
Úrsula acercó su boca al oído de Melissa y dejó que su cálido aliento rozara la oreja de la aion antes de hablar. - Hoy... me apetece pasármelo bien. Ya está bien de juguetear sin hacer nada... - no contenta con el beso, la norne adelantó su pierna izquierda y la colocó entre las piernas de su compañera, presionando en aquel punto. Melissa se estremeció y eso hizo que Úrsula volviera a ampliar su sonrisa.
La norne se apartó y eso provocó que su compañera suspirara.
- Esta noche te buscaré en uno de mis descansos... - y se dirigió a la salida de la sala, no sin antes depositar un corto beso en la comisura de los labios de Melissa y pasar un dedo desde su cintura hasta la base de su pecho. - Hasta luego, preciosa. -
Melissa tuvo que apoyarse en la mesa cuando Úrsula salió por la puerta y lanzó un largo suspiro. Se suponía que ella tenía que ser la seductora y no la seducida, había sido hermana de Selene y estaba entrenada para aquellas cosas... pero Úrsula ejercía algún tipo de efecto de éxtasis sobre ella y con poco que hiciera la asesina no controlaba su cuerpo. La norne había conseguido encenderla con lo que había hecho y ahora se le había subido la sangre a la cabeza. Tuvo que hacer acopio de fuerza de voluntad para no ir a su habitación a satisfacer aquello que Úrsula le había inducido a sentir, pero se controló y comprobando en el espejo de la sala que seguía arreglada se dirigió a buscar a otros jugadores que hubieran llegado recientemente al navío.
Stefania miró por la ventana de su camarote el despegue del Himmelmeister y le dió otra calada a su pipa. Aquel iba a ser el viaje clave, ella y sus dos compañeros llevaban un mes preparando aquello. Si tuvieran que guiárse por la información que habían conseguido podría decirse que estaban en pañales, pero tenían conocimiento de algunos procesos de funcionamiento del Señor de los Cielos y empezaban a conocer personalmente a la tripulación (pero no sus capacidades).
Estaban preparados para su objetivo, ahora sí tenían posibilidades. Los Cuervos ya habían fracasado anteriormente en conseguir capturar el navío, pero ellos tres eran los mejores y los más cualificados para conseguirlo... Tenían que serlo.
Aquel maldito Allen Guybrursh tenía demasiada suerte. Siempre las cosas habían funcionado bien pero en el último momento algo tiraba al traste los planes de los Cuervos y fracasaban. Ellos no correrían su misma suerte: todo estaba planeado.
Se giró para mirar a sus dos compañeros, el plan empezaba.
Alek se ponía los calcetines mientras bostezaba, tirado en la cama. Stefania ya estaba rancia y malhumorada porque el plan empezaba aquel día y tenía miedo de que las cosas salieran mal.
Razón para pensar así no le faltaba, pues las tres incursiones de Cuervos en el navío habían fracasado anteriormente y aquella misión iba a ser muy complicada y peligrosa. Él estaba relajado, aunque al fin y al cabo siempre lo estaba. Harían lo que tenían pensado hacer y ya verían como iban saliendo las cosas.
Pero en el fondo el maestro de armas estaba preocupado. Pese a que llevaban dos meses en el navío se encontraban casi a ciegas en una misión muy complicada en la que no había apenas escapatoria... exceptuando a Christian.
Christian ya llevaba un rato preparado y estaba meditando y relajando su mente sobre la cama de Stefania. El mentalista era el más 'místico' de los tres y el menos hablador, pero aun así había sabido hacer su papel en el plan de captura del Señor de los Cielos. A diferencia de Alek y Stefanía él no había hecho 'amistad' con nadie de la tripulación, pero simplemente aparentaba ser alguien no muy propenso a esos temas, sólo dedicado al juego.
Todo aquello empezaba a ser normal, Stefania se ponía nerviosa y Alek intentaba aplacar esos nervios con su encanto natural. Él estaba calmado pese a la dificultad de la misión, pero al fin y al cabo siempre lo estaba.
Horas más tarde, cuando todos estaban ya en la sala de juegos disfrutando de la fiesta que les ofrecía el Himmelmeister, Christian se había colado en la sala de máquinas tras conseguir burlar los sistemas de seguridad. Eran muy buenos y la tal Bridget que los llevaba parecía ser muy buena, pero no había contado con la presencia de Stefania allí.
Christian gastó un minuto de su tiempo en pensar en la mujer: era indudable que, independientemente de su mal genio o su narcisismo, Stefania era una genio. En dos meses ya había destripado la mayor parte de los misterios de aquel aparato (aunque no le cabía duda de que había cosas que todavía podrían sorprenderles), y gracias a ello ahora mismo podía estar haciendo lo que iba a hacer. Christian no conocía a nadie que fuera convertido en Cuervo simplemente por su inteligencia. Pero tenía trabajo que hacer, no era recomendable alargar el plan.
El mentalista se movió entre la semioscuridad que le brindaba la sala de máquinas hasta que llegó a su objetivo, uno de los motores del navío. Ahora sólo tenía que concentrarse lo suficiente como para bloquear el motor y...
...algo no fue bien. El motor principal se paró durante unos segundos, pero entonces Christian sufrió un impacto en su pecho que le estrelló contra la pared. El motor seguía funcionando y aturdido se levantó del suelo, sujetándose la cabeza con una mano.
Aquello no estaba en los planes... y seguramente ya habrían enviado a alguien para que fuera a ver qué pasara. Debía esconderse.
Al cesar el temblor Stefania supo comprender que algo había salido mal. Aquel movimiento no debería haber parado todavía, el navío debería haber entrado en barrena y el pánico debería ahora primar en aquel lugar. Pero el temblor había parado, el capitán había avisado de que todo iba bien y que estaban en ello... y ahora ella estaba furiosa.
Nadie iba a chafar SU plan. No se había pasado dos meses quebrándose la cabeza para algo así, así que en cuanto toda su mesa (exceptuando los dos tipos) se levantó y se fue la novel aprovechó para ir a su habitación. Revisó rápidamente todas sus notas sobre el Señor de los Cielos y fruncía el ceño ante las palabras que ella misma había escrito. Estaba segura de que Christian lo había hecho todo bien pero... ¿qué había fallado?
Tenía que comprobarlo con sus propios ojos, así que dejó las notas sobre su cama y salió disparada a la sala de máquinas, con cuidado de no ser vista por nadie de la tripulación. Al fin y al cabo si algo salía mal Christian podría defenderse muy buen y Alek estaba alerta por lo que pudiera pasar.
Bridget llegó a toda prisa a la sala de máquinas, preocupada y agitada por lo que había pasado. Había estado haciendo comprobaciones esa misma mañana y era muy poco probable que hubiera liado alguna para que fallaran después los mecanismos... No soy una novata, maldita sea.
La novel se acercó al motor principal del Señor de los Cielos, mirándolo de arriba a abajo. Parecía haberse parado, lo que había hecho que el resto de motores se bloquearan durante unos pocos segundos. Por suerte las medidas de protección del navío (y las que ella había creado para éste) eran muy buenas y habían restaurado el par motor antes de que la cosa se pusiera peor.
Entonces se percató de algo. Su instinto le dijo que algo fallaba allí, pudo notar una presencia que irradiaba oscuridad... y comprendió que no había sido un fallo técnico: alguien había intentado manipular los motores.
En ese preciso instante algo golpeó su nuca y Bridget cayó al suelo, inconsciente. Tras ella, Christian posó en el suelo la llave inglesa que había usado para noquear a la mujer.
Sherley no se fiaba de lo que había pasado y se dirigía a la sala de máquinas espada en mano. Era mejor pegarle un susto a Bridget y descubrir que había sido un simple error de mecánica que no verse indefensa ante un posible saboteador.
Entró con cautela en la sala, con las dos manos en su espada y concentrando su poder mental. Aquel sitio estaba terriblemente oscuro, ¿por qué a Bridget no se le había ocurrido iluminarlo? Alguna vez le había dicho que era mejor así, pero no entendía por qué.
Se dirigió a donde creía que estaba el motor principal y se quedó mirando a los alrededores unos segundos. Bridget debería estar allí... no se la había encontrado por el camino y no había otro camino de vuelta.
- ¿Bridget? - preguntó la duk'zarist. Fue demasiado tarde, porque cuando vió el cuerpo de Bridget en el suelo sintió la presencia del intruso. Christian lanzó uno de sus poderes psíquicos contra Sherley, que hizo que sus riñones explotaran en el interior de la guerrera mentalista. Ésta cayó al suelo y, aunque permanecía consciente le era imposible moverse. Le costaba trabajo respirar y se sentía muy idiota por haber caído en semejante trampa.
No pudo pensar mucho más, pues sintió un duro golpe en su nuca que le hizo desvanecerse. Christian no iba a permitir que quedara nadie despierto para avisar al resto. No todavía.
Tirada: 1d100(+140)
Motivo: Pot. Psíquico
Resultado: 75(+140)=215
Tirada: 1d100(+125)
Motivo: Proy. Psíquica
Resultado: 16(+125)=141
Tirada: 1d100(+50)
Motivo: Def Sherley
Resultado: 34(+50)=84
Tirada: 1d100(+75)
Motivo: RF Sherley
Resultado: 12(+75)=87
Tirada: 1d100(+106)
Motivo: Critico Sherley
Resultado: 28(+106)=134
Tirada: 1d100
Motivo: Loc. Critico
Resultado: 33
Tirada: 1d100(+40)
Motivo: Res. Dolor Sherley
Resultado: 27(+40)=67
Alek se dirigió a su camarote mientras silbaba una canción. Había sentido como Christian se acercaba a la sala y eso sólo podía significar que el plan ya estaba en marcha. Pues bueno, tocaba pringar, pensó el maestro de armas.
Abrió la puerta de su camarote y se acercó al armario. Allí estaba puesta una enorme armadura de campaña (que Christian había conseguido subir al navío con mucha maestría) que empezó a ponerse sin prisa. No quería sulfurarse, porque si lo hacía todo aquello podría irse al traste. Y quería que todo fuera sobre ruedas...
Alek siguió colocándose la armadura para coger después su escudo y su espada bastarda. Se pegó un par de golpes suaves con el mango de ésta en el estómago para asegurarse de que todo estaba en su sitio. Antes de salir se miró un segundo al espejo: joder, se encantaba cuando se veía así.