Como si la maquinaria de una fábrica acabase de volver a la vida, empezó a sonar, más bien a retumbar el golpeteo de lo que parecía un martillo contra un yunque, monótono, acompasado con el chirrido de lo que podía ser el giro de unas bisagras mal engrasadas e incluso acolchando todo aquello el murmullo de aire a presión. Las luces se encendieron, eran iguales a las velas que flotaban en el Gran Comedor por la noche. Sobre cada uno de los montones había una campana extractora, que hasta entonces no habían podido ver. Extendiéndose en la distancia los montones que no habían podido ver contenían juguetes sucios y rotos; prótesis mágicas como eran ojos, dentaduras, órganos y extremidades, fácilmente visibles como artificiales; otro alto montón con varitas de todas las longitudes, maderas, curvaturas y decoraciones; gemas pequeñas, que más bien parecía bisutería barata con variedad de colores y al fondo del todo una alta puerta enrejada, de las que solían cerrar el acceso por la noche a los cementerios muggle.
Un torbellino de luces bajó de las alturas, como si los polvos mágicos de campanilla se hubiesen vuelto locos y envolvieron a Maxwell, que desapareció al instante, al igual que la polvareda brillante.
Poco después, de las campanas pertinentes cayeron unos vaqueros, una sudadera, un par de zapatillas, unos calzoncillos y una varita y finalmente con un eructo una baratija de color negro y amarillo, tras lo cual se volvieron a apagar las luces y la sala volvió a quedar en silencio. Todo aquello se parecía demasiado a lo que había estado llevando Maxwell hasta entonces. Si alguna de las niñas que quedaban allí se fijaba en el montón de los pijamas, se daría cuenta que había un camisón idéntico al que llevaba Erzsébet y un conjunto muy parecido al que había estado luciendo Matthew, pero resultaba ya tan difícil identificar nada con la vuelta de la oscuridad...
Las tres niñas acababan de perder a su compañero sin conocer la razón. ¿Qué había causado que el sonido comenzase, que las velas se encendiesen y que aquella especie de luciérnagas simulando un tornado hicieran desaparecer a Maxwell?
Gabi parpadeó para acostumbrarse a la súbita iluminación, alcanzando a hacer de viscera con la mano derecha.
-Pa- No alcanzó a decir lo que le parecía ahora la sala porque unas luces bajaron rápidamente y envolvieron a Maxwel hasta desaparecerlo.
-¡Max! ¡MAX!?- La niña gritó buscando a su compañero y un escalofrío la recorrió justo antes de que las luces desaparecieran.
Miró atónita a las otras niñas, sin comprender muy bien lo que sucedía. -Desapareció... las luces se lo llevaron.- Dijo en voz baja,más para sí misma que las demás. En el fondo de su mente recordó vagamente un programa muggle de aliens y gente que decía más o menos la misma frase que ella acababa de decir, la descartó e intentó pensar, cosa que no le gustaba mucho, pero lo intentó.
-¿Por qué? ¿Por qué se lo llevaron unas luces? ¿Acaso tiene que ver con lo del sacrificio? Pero esto parece un cementerio.. ¡Ay no entiendo! Gabi piensa, piensa.- Frunció el entrecejo y miró a Kelly.
-¿Acaso es por las ideas? Como cuando Erzy dijo lo de los insectos, pero no parece...- Añadió insatsfecha con su razonamiento. Sentía que le faltaba algo.
Paseó la mirada por los montones de ropa y se fijó en una que era igualita a la de Erzsébet. Se acercó al montón de las pijamas y tiró de la prenda. -Mira Erzy ¿No es igual a la tuya?- Le preguntó a la gemela.
Motivo: Investigar
Dificultad: 0
Habilidad: 13
Tirada: 1 4 6
Total: 4 +13 = 17 Éxito
Tiro investigar por si acaso me ayuda de algo, que nos veo cruuudas xD
Abrió mucho los ojos al contemplar el espectáculo de las luces que alumbraban los diferentes montones que habían distribuidos por la sala. Y de pronto algo sucedió, un torbellino de luces que envolvió a Max y se lo llevó, había desaparecido como si nunca hubiese estado allí.
-¿Qué ha pasado? ¿Dónde ha ido? –era una pregunta estúpida que nadie sabría responder, bueno, seguro que Erzsébet tenía alguna extraña teoría al respecto. A su entender Max no había hecho nada diferente del resto, aunque quizás había accionado algo puede que algún tipo de botón en el suelo.
Kelly se movió al lugar donde se encontraba el niño tratando de descubrir que le podía haber pasado.
Motivo: Investigar
Dificultad: 0
Habilidad: 0+11
Tirada: 3 7 10
Total: 7 +11 = 18 Éxito
Erzsébet se quedó con la boca abierta al encenderse todo aquello, como si una gran maquinaria acabara de ponerse en marcha. La desaparición de Maxwell y la caída de sus pertenencias hizo que pensara en las antiguas fábricas de conserva, donde metían animales enteros, los hacían puré, los mezclaban y envasaban en recipientes destinados a mascotas, potitos de bebé y abono de jardinería. La niña levantó los brazos, con las palmas pegadas, tratando de hacerse más delgada y que los bichos bajaran a por ella también, pero las luces se fueron y todo volvió a quedar en silencio.
No hemos hecho nada fuera de lo normal, decidió Erzsébet, que pensó en qué habían hecho desde que entraron en la sala de los montones. Gabriela se había probado ropa y ella se había agenciado unos pololos. Vio que Kelly se movía al sitio donde había estado Maxwell y se quedó esperando. ¿Un trasladador?, preguntó la pequeña, esperando que Kelly también desapareciera.
Cuando escuchó a Gabriela, se acercó y se quedó mirando el camisón. Miró la prenda que tenía la chica cogida y la suya propia, sí, eran demasiado parecidas. Pero era imposible que fuera de su hermana, ella había entrado por otra puerta. El miedo que no había sentido por Maxwell empezó a sentirlo ahora, como cuando hirió a su hermana con los conjuros de duelo. ¿Crees que le ha pasado algo a Orsi?, preguntó con la voz temblándole.
Las pupilas de las pequeñas empezaron de nuevo a acostumbrarse a la penumbra. El brillo que llegaba desde la entrada era cada vez más débil, y la sala empezaba a refrescar. El viento que soplaba a lo largo de la estancia dejaba frías a las niñas que aún no habían conseguido que sus ropajes se secasen.
Kelly no averiguó nada al colocarse en el sitio donde antes había estado Maxwell. Pero desde ahí vio un pequeño montón que les había pasado desapercibido. Estaba compuesto por apenas media docena de escobas y un par de alfombras.
Como si las puertas enrejadas no quisieran que nadie fuese a su encuentro, casualmente la atención de Gabriela también se vio desviada a las escobas, que antes tampoco había visto.
-Seguro que Orsi está bien- dijo tratando de tranquilizar a Erzsébet –En cuanto descubramos que está pasando con el tiempo volveremos a encontrarnos y todos estarán bien – dijo con firmeza.
La idea de que hubiese un traslador le pareció factible, Kelly solo los había visto en los libros y parecía magia bastante avanzada por lo que examinó los objetos con mucho cuidado –¡Mirad! –Dijo con sorpresa cuando encontró las escobas –Quizás podríamos utilizarlas para ver mejor que hay por la sala.
Gabi se arrepintió enseguida de haberle señalado la ropa a Erzy,dudó entre tomarle la mano y darle un abrazo para calmarla, pero no hizo ninguno de los dos. No sabía muy bien cómo reaccionaría la gemela ante ese tipo de muestras de cariño.
-Quizás estas pilas imitan nuestra ropa o quizás la puerta por donde ella se fue queda justo encima de aquí y ella dejó caer su ropa.- Intentó tranquilizarla con explicaciones alternativas, sí, eso estaba mejor.
Kelly también intentó consolarla y señaló un lugar en la cueva, Gabi siguió con la mirada la dirección que había dicho la rubia y sus ojos se abrieron sorprendidos, enseguida todo el temor que había sentido y las dudas se despejaron. De pronto recordó cómo había visto a Booky en el salón de las puertas y sonrió un poco.
¡Si! ¡Eran escobas! Quizás con ellas podrían salir de allí, como Kelly había dicho, todo iba a salir bien.
-Vamos chicas, de prisa.- Apuró a las demás mientras se acercaba a las escobas. -Con esto podremos salir de aquí y encontrar a Max y el resto.- Dijo contenta, el elfo no las había dejado solas, ni por un momento.
Eso espero, contestó Erzsébet que por primera vez se la veía cabizbaja. No podía haber nada peor que perder tu otra mitad, y en este caso no era ninguna historia de amoríos infantiles que daban ganas de vomitar, no, en este caso era algo mucho más intimo, el de haber compartido todo desde que sus almas fueron atraídas a los cuerpecitos feuchos que flotaban dentro de madre. ¿Orsi quedarse desnuda?, preguntó. Le sonaba tan raro. Ella siempre era la lanzada, no su hermana. Lo veía tan poco probable. No importa, sigamos..., decidió. No podía hacer nada ahora.
Se acercó junto a Kelly y Gabriela al montón de las escobas y rebuscó hasta encontrar dos en buen estado. Sonrió al fin. Si algo se la daba bien era volar. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a ver que hay allí? indicó la verja que había al fondo de la estancia.
Ató una de las escobas a los lazos de su vestido y colocó la segunda entre sus piernas. Si encontramos a los demás, necesitarán alguna escoba, aclaró. Con tres no podemos llevar a nueve, ¿no? O a más..., pues no sabía si solo ellos habrían sido los elegidos de aquella noche.
[Tirada de vuelo normal, creo recordar que era dif 10.]
Kelly miró hacia la verja que señalaba Erzsébet, en la cual no había reparado antes. -Sí- dijo -Es una buena idea- y acto seguido cogió una de las escobas.
A diferencia de la gemela no tenia ningún sitio donde sujetar otra escoba ya que su pijama carecía de lazos así que tuvo que contentarse con la que tenia. Solo había conseguido volar una vez en clase de vuelo por lo que aun no tenía mucha experiencia, aun así puso todo su empeño, sujetó la escoba entre las piernas, dio una patada en el suelo y... No pasó nada...
-Tendré que ir andando, de momento... -dijo algo desanimada.
Motivo: Vuelo
Dificultad: 10
Habilidad: 0+8
Tirada: 1 5 6
Total: 1 +8 = 9 Fracaso
Erzsébet revisó la escoba que tenía. Era una antigualla, casi más que las que una se podía encontrar en el montón de segunda mano del campo de Quidditch. Pero si algo bueno tenía las escobas de tiempos ignotos era que se hacían para durar.
Ven Kelly, agárrate a mi, ofreció Erzsébet, bajando la escoba para que su amiga se colocara detrás y así cuando la escoba se elevara, ambas pudieran volar.
Motivo: E: Vuelo con acompañante
Dificultad: 20
Habilidad: 0+16
Tirada: 4 9 10
El dado ha explotado: 3 6 7
Total: 17 +16 = 33 Éxito
Gabriela siguiendo la estela de sus compañeras, eligió una escoba no demasiado desarreglada, con una cerdas algo despeinadas pero aún brillantes. Se elevó la primera y esperó a ver si la escoba de Erzsébet era capaz de aguantar el peso de dos niñas y dos escobas supletorias.
La escoba se elevó un poco renqueante, como si se hubiera olvidado de volar y estuviera desentumeciéndose. Aquellas escobas podían al menos aguantar pesos de diez arrobas, por lo que no tuvo problemas para dejarse guiar por la maestría de Erzsébet.
Las dos escobas en vuelo, las tres niñas y las dos escobas de equipaje subieron primero hasta las campanas, que de lejos habían parecido tan grandes. Al verlas de cerca los conductos resultaban tan pequeñas que hubiera sido imposible caber por ellos. No, no podían seguir aquel trazado en busca del origen de las prendas de ropa y objetos personales de Maxwell.
Sobrevolaron los montones de ropa y llegaron hasta la gran verja. ¿Qué más daba que estuviera cerrada si una podía simplemente pasar por encima? Las pequeñas aterrizaron al ver su avance cortado.
Una inmensa construcción llenaba todo el umbral de la cueva. Unas antorchas encendidas lanzaban grandes sombras, acentuando la altura y anchura del edificio. De mármol blanco, el frontal simula un mausoleo gótico, ¿acaso lo sería? Las puertas están abiertas. Solo hacía falta saber si las niñas se atreverían a entrar.
Motivo: Vuelo Gabriela
Dificultad: 10
Habilidad: 0+12
Tirada: 3 4 5
Total: 4 +12 = 16 Éxito
-Buena idea- Kelly, dejó la escoba y corrió hacia la escoba de su amiga, pero después lo pensó mejor y volvió a cogerla -Seguro que necesitamos esto también, por si acaso el otro grupo necesita algo para volar.- Después se subió detrás de Erzsébet, mientras la agarraba con un brazo de la cintura, con el otro sujetaba la escoba.
Fue una suerte que pudieran elevarse y volar, como eran dos iban un poco más despacio, pero eso facilitaba que Kelly pudiese sostenerse mejor en el aire, viendo el tamaño de las campanas le pareció un poco inverosímil que Max hubiese podido caber por ahi y esperaba que estuviese bien, donde quiera que estuviera.
Pasaron la verja sin problemas y frente a ella encontraron otro tipo de edificación, le parecio muy bonita pero un tanto siniestra. Estaba abierta e iluminada, como invitándoles a entrar, Kelly miro a sus amigas y dijo -¿Vamos?.
Las tres niñas entraron. Solo había una cosa que daba más ganas de entrar que una puerta con candado y era una entornada.
El espectáculo que se encontraron podía haber sido perfecto para una celebración muggle de Halloween, o incluso de una casa encantada de un parque de atracciones, porque realmente era grotesca. Mesas ovaladas contenían todo tipo de manjares: pollos, fruta, carnes y pescados, pero todo podrido, con telerañas y una capa de polvo que podía haberse ido acumulando durante milenios. Los comensales de las mesas eran todos niños. Al lado de cinco sillas vacías se encontraban los cadáveres de Maxwell, Matthew y Orsolya, desnudos y con un rictus en el rostro de auténtico pavor. A su lado había más niños y según la mesa acababa y comenzaba la siguiente, los cuerpos muertos estaban peor conservados. Desde los comensales recientemente muertos como eran los tres huffle, a cadáveres que iban perdiendo la piel, los músuclos y los nervios hasta quedarse en los huesos, pues así eran los niños que se sentaban a lo lejos, en una hilera interminable de mesas idénticas. Miles de niños muertos, pasto de la podredumbre, pequeños sin alma que habían desaparecido de sus escuelas para siempre, año tras año, desde que el mundo era mundo.
Poco tiempo tuvieron las pequeñas para llorar, para atemorizarse, para lamentar la suerte de los tres niños; pues las mismas luces que anteriormente hubieron bajado a por Maxwell, esta vez rodearon a las tres niñas. Una polvareda que las consumió. Según desaparecían de aquel lugar, vieron como las cinco sillas vacías se ocupaban, con los cuerpos desnudos de las cinco niñas que quedaban: Asterope y Willow, y ellas mismas, Kelly, Gabriela y Erzsébet, blancas, rígidas, en un banquete eterno.