Partida Rol por web

Hogwarts: Génesis

Prólogo. ¡Bienvenidos a Hogwarts!

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02/12/2015, 08:08
Marshmallow Bowen

Había saludado con simpleza a sus compañeros, moviendo un poco la mano con cada nueva presentación, mucho más centrada en el bollo, en la habitación, en Remmy y en sus perturbadores recuerdos de hacía un instante. Demasiadas cosas para una niña tan pequeña.

Además, era imposible no prestar atención a aquella criaturilla extraña cuando le hablaba de cosas difíciles de concebir, aunque por lo menos la sacaba un poco de las garras de la ignorancia que la atenazaba respecto al mundo mágico. Aunque no acabara de comprender todo lo que decía supo que se trataba de un gran halago, inmerecido, cuando dijo que ella sí podría usar magia sin varita, a lo que murmuró un apenas audible "gracias, señor", sin querer ganar notoriedad ante los demás y preguntándose de dónde nacía aquella afirmación.

Seguía tirando del hilo de aquel nuevo pensamiento cuando la mención del sombrero salió a colación, haciendo que mirara los demás sin entender nada. Había estado tan confusa, distraída e incluso intimidada ante aquellos grandes señores que se había perdido en la mitad de su palabrería y se había limitado a juzgarlos como pedantes elocuentes, aunque obviamente con otras palabras menos elaboradas de su exiguo diccionario de adjetivos.

La explicación de Remmy al respecto la dejó con el leve sabor de la expectación paladeándose como otro dulce bollo de aquellos. Cualidades. Ella había tenido cualidades. Y las seguía teniendo. Aunque lo supiera más que lo sintiera, quería creer que no había quedado anulada por la amenaza de la muerte en cada esquina o por los abusos de Mamá Pig.

Su cerebro aún no había podido dar forma a las mil preguntas que se arremolinaban en sus circunvoluciones cuando Niall mencionó el tema de la ropa, haciendo que dirigiera la mirada a la suya propia, que tampoco estaba en granes condiciones. Vieja, desgastada, grande y remendada por varios sitios. Su anhelo por ropa nueva no iba por el mismo camino que Glinda pero desde luego volver a sentirse digna o limpia la ayudaría en gran medida.

Aquel momento de distracción por su parte bastó para que Remmy desapareciera. Así, sin más. Se evaporó en el aire, dejándola boquiabierta mientras su lengua luchaba por no pronunciar la palabra "imposible" cuando evidentemente no lo era.

Durante un momento se quedó ahí, estática, incapaz de sentirse cómoda ante tanto lujo. Aquellas camas parecían mucho más cómodas que su pobre camastro que perdía paja por todos lados. Y más limpias, desde luego. Sin piojos hasta que ella se estirara.

- No sé - murmuró a la pregunta de Olli sobre qué hacer. Hacía mucho que no trataba con niños y aunque antes había salido a jugar durante largas horas, ahora se sentía prisionera de lo desconocido e incluso de los modales. Algo le decía que cualquier cosa que pudiera hacer podría tomarse como un agravio -. Tendríamos que esperar al señor Remmy, ¿no? - al fin y al cabo, no tenía muy claro que pudieran salir de la habitación y jugar en ella no parecía apropiado. Fue entonces cuando preguntó por el Callejón Diagon, aquel lugar de ensueño mágico en el que habían estado hacía unas horas -. ¿Seguían los duendes por ahí?

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02/12/2015, 09:34
Niall

El chico rubio se relamía los retazos de azúcar del bollo de canela que se habían quedado adheridos a las comisuras de sus labios momentos atrás mientras se perdía en más y más cavilaciones. Sin darse cuenta, había apoyado su espalda en una de las camas y, aunque no quería deshacerla o estropear aquella perfecta comunión entre la madera y el algodón que brindaban la posibilidad de un sueño como jamás antes había podido experimentar, su cuerpo, hendido de cansancio comenzaba a anhelar un jergón mullido sobre el que reposar aunque solo fuese un instante. Así pues, suspiró con pesadez y, de una vez por todas, dejando atrás remilgos y vergüenzas, de un salto leve y ágil, el chico se sentó sobre el catre que lo recibió esponjoso como una nube de cálida lana.

Sonrió sin tapujos... la sensación era indescriptible. Tanto que su cuerpo se envaró en un largo bostezo que hizo que le crujieran sonoramente las vértebras de la espalda de pura satisfacción.

- Creo... creo que me pido esta. - anunció a sus compañeros como si acabase de colonizar un nuevo continente. - Al menos "de momento"... - apuntó haciendo alusión al carácter provisional de aquel emplazamiento.

Acto seguido recordó el preciado bien que guardaba en su correspondiente cajita; su varita de madera de sáuco. Aún había muchas preguntas que aquel misterioso objeto le suscitaba y no veía el momento de comenzar a blandirla como si un caballero con su espada fuese. La examinó y pasó sus ennegrecidos dedos por cada pliegue o veta de la madera grisácea con cierto deleite. A tiempo, su mente vagaba por aquella explicación que el elfo les había dado acerca del asunto del sombrero. Resultaba extraño y difícil de creer pero, ¿qué de todo aquello no lo era?

- Me pregunto cuál será el más poderoso... el mejor, el que mejor magia sea capaz de hacer. De ellos, quiero decir, de los cuatro Fundadores. - Una pequeña pausa le hizo reflexionar hondamente sobre ello, asintiendo con la cabeza ante su propia idea. - Yo le quiero a él... al mejor.

La afirmación sonó grande... demasiado incluso. Como si más que un anhelo o una petición fuese una imposición del muchacho. Niall se sintió avergonzado y aturdido por su propia contundencia. Tanto que sintió la necesidad de justificar su postura.

- Bueno... ya habéis oído al artesano. Ésta... - refiriéndose a su propia varita. - es una varita muy especial destinada a traer un destino grande a su portador. 

En un impulso de valentía o de inconsciencia, Niall agitó su varita con fuerza a la vez que decía...

- ¡Ropa...!

Quizá hacer magia era tan sencillo como decir lo que querías.

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08/12/2015, 17:47
Adelaide E. Gleann (Della)

Della escuchó todo lo que decían mientras acababa con el dulce y cogía otro, lo eligió de canela pues Niall dijo que estaba muy bueno y le hizo caso, sus cejas se alzaron en un gesto apreciativo. No es que a ella le faltase nada que llevarse a la boca pero ante la exquisitez había que rendirse. Que el Sombrero Seleccionador hubiese sido creado por uno de los fundadores la impresionó, la niña creía que era más antiguo y misterioso, y que fuese Gryffindor le hizo sentir curiosidad por el hombre de mirada noble. Ella tenía a sus favoritos, bueno más bien es que no quería defraudar a su abuela, y se preguntó dónde la asignaría el mágico objeto.

Cuando hablaron de ropa, y después de la mirada que recibió por parte de Glinda, Della no pudo evitar sentirse fuera de lugar y echar de menos sus viejos vestidos. No se podía quejar pues tenia más de lo que necesitaba, pero ella era igual de feliz con menos -¡No! Siempre orgullosa de lo que eres, no lo olvides- pensó reprendiéndose y mordiendo ligeramente su labio inferior. Los niños comenzaron a elegir cama y Olli formuló una pregunta que seguro les quemaba a todos, pues la respuesta no era sólo para ese momento, si no qué es lo que iban a hacer en el castillo hasta que empezasen las clases. La niña lo tuvo claro, si de ella dependiese explorar todo el castillo sería su ocupación. Con la última pregunta su mente volvió al lugar mentado, a su abuela, a su padre, y a como estarían.

-¿Qué pasaba en el Callejón? Un grupo de magos han ido para detener a los duendes, ¿no? ¿Lo han conseguido? - su rostro y su voz expresando cierta preocupación -No han dicho que debamos quedarnos aquí, todavía faltan días para que empiecen las clases -dijo mientras se acercaba a otra de la camas y se sentaba en el borde, intentando aparentar calma -pero mejor esperamos a... Remmy y le preguntamos si nos puede hacer de guía y si sabe qué pasa fuera. 

La niña oyó y vió al rubio y una risa se escapó de sus labios.

-Seguro que cada uno se vota a sí mismo. -dijo en un murmullo.

-Bueno, quizás la señora Huffelpuff no- reconoció para sus adentros, la verdad es que la actitud de todos los demás le había recordado a cierta persona, creyendo ser la mejor y actuando en consecuencia: sin preguntar.

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11/12/2015, 17:41
Molly Blackcap

Molly examinaba la habitación con ojo crítico mientras escuchaba las explicaciones de Remmy. Estaba inquieta, el asunto de que una prenda de vestir hurgara en su interior no terminaba de convencerla del todo, más aún después de la manera que ese pájaro la había engañado para traerla hasta aquí. Todavía sentía esa desagradable sensación de que unos ojos le aguijoneaban la nuca, pendientes de cada paso que daba y no podía evitar preguntarse si el regreso de … ¿Cómo debía llamarle? No estaba muy segura de que “padre” fuera un termino apropiado, no al menos hasta que se presentara como era debido. ¿Quien se creía que era para ir por ahí espiando lo que ella hacía o dejaba de hacer?. No le gustaba y no estaba bien. Aun con todo, no podía evitar preguntarse si su regreso tendría algo que ver con la revuelta de los duendes de la que despotricaba Mordag o solo había sido una curiosa casualidad.

- ¿Quieres otro? - Le preguntó entonces al niño rubio, Niall, ofreciéndole amablemente el bollito que ella aun no había tocado. El chico parecía realmente hambriento relamiéndose todas las migas y la verdad es que ella no tenía tanta hambre.

- Dicen que es por todo eso de las varitas… - apuntó a propósito de la conversación entre Olly y Marshmallow sobre lo ocurrido en el callejón, dejando el bollito con su servilleta sobre la cama de Niall y acercándose hasta la puerta, al principio dudosa. Aun no había decidido como debía posicionarse con respecto a todo ese asunto de la revuelta ni tampoco si debía hacerlo. Todo aquello le sonaba a un problema de lejos, del extranjero, uno que no tenía que ver con sus montañas y que, por lo tanto, no le concernía.

Fue entonces cuando el niño rubio volvió a hablar, esta vez sobre sus pereferencias con respecto a los fundadores y su propia varita. Ella ya se había acercado hasta la puerta con intención de salir, pero se volvió brevemente para centrar otra vez su atención en aquel chico harapiento, tan sorprendentemente ambicioso. - Hay que tener cuidado con lo que se desea, a veces se cumple… - Dijo con mayor severidad de la que pretendía y de repente, por algún motivo se acordó de Duke aquella tarde en el bosque. Frunció el ceño como si algo la molestara y sacudió la cabeza como si quisiera deshacerse de ello. Sin más, volvió a girarse para asomar la cabeza por la puerta, esta vez decidida. - Es verdad que nadie ha dicho que tengamos que quedarnos aquí... – añadió de acuerdo con Della, empezaba a sentirse un pelín encerrada.

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12/12/2015, 18:49
Geert Ollivander "Olli"

  Su pregunta inspiró otra que escapó de los labios tímidos de Marshmallow. Quizás para la suya propia no, pero para esa segunda sí tenía respuesta.

  Afirmó asintiendo con la cabeza.

  —Seguían allí.- dijo recordando al respecto de los duendes y su revolución.

  —Myrddin me dejó de nuevo en casa. Estaba… -paró en seco y rectificó para incluir a su prima que entre ellos se encontraba —…estábamos justo allí, a primera línea, viéndolo todo por la ventana del comedor. Horrible. Todo se estaba llenando de hollín y sangre. Fue horrible. Lo es. Vimos como se desataba una guerra por todo el callejón.- Recordó visiblemente turbado y dolido. Dedicó una mirada a Della con el pensamiento puesto a esos que ella decía que habían ido a detener la rebelión.

  Para él pasó completamente desapercibido la selección de camas de Niall y las dudas sobre cuál sería el mejor hechicero de entre los fundadores. Él también tenía su propia elección sobre con quién prefería ir, pero su mente viajaba en esos instantes muy lejos del colegio y del presente. Tuvo que hacer acopio de valor para seguir, aunque nadie se lo pidiese. Como si necesitara sacarlo todo de dentro o de lo contrario las palabras lo hubiesen ahogado.

  —Llegaron esos magos con capas carmesíes. Venían supuestamente a protegernos, a… detenerlos, sí. Pero todo fue mucho peor. E hicieron… - Era difícil, sino prácticamente imposible, para un niño contar con palabras lo que los del Wizengamot hicieron con el primer duende. Y más complicado resultaba contar todo lo que pasó después, así que lo simplificó. —Se mataron. Se asesinaron unos a otros.

  De repente, todo aquél que lo escuchase podía ver como hablaba más para sí mismo que para ellos, aunque su voz rota seguía siendo audible.

  —Y Cronos se… se reía.- Apretó los dientes con rabia mal contenida. —Hubiese querido hacerlo callar a golpes.- dijo mirándose el brazo herido como si solo aquello se lo hubiese impedido.

  —Mi… - Según contaba lo ocurrido, sus ojos se anegaron de lágrimas que se resistían a verterse y humedecer sus mejillas. —Mi padre, mi padre y mi tío lanzaron hechizos para defender la tienda. Le-le prometí… prometí que cuidaría de ellos. Debería haber cuidado de ellos, al-al fin ya tengo varita, ya somos magos ¿no? Y…yYy, ahora. Y ahora estoy aquí.- Resopló vaciando sus pulmones. —No pude impedirlo. Sólo, sólo cogí la carta del cuervo y la leí. No lo sabía. No sabía que vendríamos aquí.- Cerró el puño y los ojos con fuerza, obligándose a no llorar.

  Luego se restregó la manga por la cara y se serenó. ¿Qué habría pasado después en el callejón Diagon? Se repitió su pregunta sin respuesta, y si no la tenía era porque a los fundadores les había importado un comido respondérsela o aliviar su pena.

  Cuando alzó de nuevo la cabeza, el blanco de sus ojos había mutado a rojo, igual que lo había hecho su nariz. Su ardilla tiraba de su pelo, quizás en un ademán estéril de consolación.

  Sintió el peso de aquellas cadenas invisibles. No aguantaba seguir ahí, notaba que posiblemente se había convertido en el centro de atención y necesitaba sentir un aire menos viciado que el que se antojaba en aquél espacio. Así que, si bien en cuanto a esperar al, como había llamado su compañera, el señor Remmy, se encontraba en una posición de opinión intermedia entre lo objetado por Marshmallow o Della y lo que defendían el resto, no tardó en aceptar salir de allí a explorar o distraerse de alguna forma, en lugar de seguir nadando entre la incertidumbre.

  Se dirigió a la puerta donde se encontraba Molly, dispuesto a seguirla.

  —Vamos.

Notas de juego

Sorry, por la demora. ^^ Y repito que gracias por los ánimos, hoy estoy de mejor humor.

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12/12/2015, 21:37
Molly Blackcap

Molly tenía una mano puesta en el picaporte, pero no pudo evitar volverse para escuchar el relato de Olli. Tiempos Oscuros… había dicho Mordag. No había querido explicarle como de oscuros eran, e ignorando con irritante maestría las preguntas de la niña, la vieja Mordag había terminado divagando por derroteros menos incómodos dejando a Molly tan frustrada y confundida como al principio. O eso pensaba ella…

Desde donde estaba observó al niño tullido, al principio turbada por la vívida y horripilante historia, después poco a poco fue notando como su corazón bombeaba con más fuerza, por algún motivo irritada. Molly se había criado ahí donde las piedras eran tan duras y viejas como los huesos de la tierra, entre escarpados riscos, altos prados e interminables bosques. Desde hacía generaciones, los Blackcap apenas participaban en la vida del pueblo del valle, cosa que tanto unos como otros parecían agradecer y a veces, Molly, no podía evitar sentirse más afín a las criaturas con las que compartía sus montañas que con algunas personas.

Cuando Olli se acercó hasta ella, la niña le dedicó una diminuta sonrisa comprensiva en señal de apoyo, tendiéndole la mano e invitándole así a acompañarla. - A mi también me engañaron para traerme hasta aquí – Dijo compartiendo al menos en una pequeña parte, la frustración y la impotencia del chico. - Vamos… - Sin más, salió fuera de la habitación. Si creían que iban a poder encerrarla y mantenerla en la inopia sin que hiciera nada por evitarlo iban listos. ¿Que se habían creído?. Ya podían haber “fundado” veinte castillos que a Molly le importaba un comino, ni siquiera ellos podían ir por ahí haciendo lo que les daba la gana con la gente.

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13/12/2015, 21:36
Niall

La voz de aquel niño herido centró la atención de Niall que le miraba con verdadera empatía. El dolor... el dolor era un sentimiento que cuando se experimentaba, inoculaba un veneno en tu cuerpo capaz de hacer entender el de los demás como si del propio se tratase. Y así se sentía el muchacho irlandés; cómplice y conviviente de aquella amargura que se destilaba de las palabras del otro chico. 

Las cosas que decía estaban impregnadas de un sabor ácido y acre que cerraba la garganta en un nudo de soga y abría los ojos a un escozor malsano que hacía arder las cuencas del que escuchaba. "Se asesinaron unos a otros..." y "Cronos se reía..."  y "No pude impedirlo" y "Todo se llenó de hollín y sangre...". Abrumaba. El horror se pegaba como un baño de melaza.

Niall no terminaba de entender exactamente el cómo y el porqué pero sí compartía aquella emoción a la vez que Olli la experimentaba. ¿Capas carmesíes...? ¿Wizengamot...? ¿Quién demonios era Cronos...? ¿Y la carta... qué decía aquella carta? Él no había recibido ninguna.

El chico finalmente se repuso. Respiró hondo y se dirigió a la puerta y, como por ensalmo, Niall sintió también alivio. No conocía a Olli de nada pero no le gustaba verlo sufrir. Quería en cierto modo aliviarle... consolarle. Quizá efectivamente acabasen siendo amigos. Quería posar su mano en el hombro del compañero y decirle: "todo va bien". Pero no... nada iba en realidad bien. Niall sabía eso desde hacía casi una semana. Las cosas iban de mal en peor... tal vez aquella iba a ser la constante a partir de entonces en su vida, tal y como el artesano de varitas le había vaticinado.

Por eso no se dirigió a su compañero para asegurarse de su bien estar. Se levantó, sí... pero para otro motivo.

- Espera... eh, espera. - dijo a Olli casi con carácter autoritario. - ¿Quién ganó? - espetó tras una pausa de unos segundos. - En el callejón... ¿quién ganó el combate; los magos o los duendes?

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15/12/2015, 13:34
Glinda Ollivander

—Fue todo un horror— intervino Glinda, con la mirada algo perdida, asintiendo con la cabeza al escuchar la conversación. Lo que estaba pasando en el Callejón Diagon era algo que debía de solucionarse cuanto antes, pero nunca hubiera imaginado que algo así fuera noticia en todos los lados.

Vio las ropas de los demás en cuanto se mencionaron, y se encogió de hombros al ver las suyas propias. Poco le importaban. Lo que de verdad quería era explorar el castillo, como Molly también quería hacer.

Y bajó de la cama, y se puso a su altura, sonriente, aunque dijo aquello de que iba a salir.

—Eso, eso, vamos a ver cómo es todo esto— dijo, asintiendo con la cabeza.

No quería seguir encerrada. No quería estar allí como en una jaula, esperando a que les dieran instrucciones. De un lado para otro, siempre. Los adultos, los hermanos mayores, los nobles, los magos poderosos, todos decían dónde y cuándo debían ir los niños pequeños, y estaba harta. Era hora de cambiar eso. Y allí sólo estaban ellos. Era su oportunidad.

—A lo mejor podemos ver las clases— dijo, entusiasta, aunque se dio cuenta de que tendría un curso entero para grabarse en la cabeza la estructura de cada trozo de piedra de la pared de su aula.

Sonreía, pese a ello, y se imaginaba que encontrarían algo magnífico, divertido y mágico. Rozó con la punta de sus dedos su cabello, algo nerviosa por lo que estaban a punto de hacer, y sintió que el corazón se le paraba cuando Molly abrió la puerta.

Pensó en la valiente que era, y en quién demonios era la figura alta y con cara malhumorada que estaba delante de ellos. 

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15/12/2015, 13:35
F-Rowena Ravenclaw

—Los magos— respondió una voz como el cristal, fría y punzante.

Miró a todos los niños desde arriba, desde su gran altura, y es que para ser una mujer era bastante alta, erguida, y tenía un halo de nobleza que la rodeaba de manera invisible.

Con un simple gesto de sus manos níveas, hizo que los niños volvieran a la habitación acondicionada por Remmy, y entró en ella, analizándola con mirada crítica. La impresión que le dio bien se la guardó, y no comentó nada, pero terminó suspirando al verlos.

—Remmy me ha dicho que iba a por ropas para vosotros— indicó, y chascó los dedos, sin pronunciar ningún hechizo, tan solo unas ligeras chispas salieron de entre sus dedos, y, al instante siguiente, los niños, todos ellos, vestían las mismas ropas.

Las niñas llevaban puesta una túnica vaporosa, oscura, y fresca, con una capa y capucha a la espalda, con el emblema de Hogwarts grabado en un lateral, discreto. Los muchachos llevaban un ligero jubón, también oscuro, sobre una camisa negra, y calzones del mismo color. Los zapatos de todos, niños y niñas eran de cuero y suela firme. Muchos nunca habían visto tales lujos.

—Será vuestro uniforme mientras no pertenezcáis a ninguna Casa— informó Rowena, examinándolos con ojo crítico—. Cuando la Selección se haya hecho, y el Sombrero haya decidido vuestro lugar, los colores cambiarán para representar a vuestra Casa.

Alzó la mirada con cierto orgullo, y una sonrisa fría se asomó a sus labios, pensando que bien deseaba que los magos y brujas que estaban allí, con talento, fueran a parar a su Casa.

—Comeréis y cenaréis hoy aquí— dijo Rowena—. Remmy os ayudará en todo lo que necesitéis. Y mañana ya podréis salir de aquí. El castillo está siendo arreglado para el comienzo del curso, y no podréis molestar al resto de elfos domésticos mientras trabajan, ¿lo comprendéis?

Sí, era mejor decir aquello. Lo otro les asustaría.

—Lo que ha ocurrido hoy en el Callejón Diagon— prosiguió, suspirando—, ha sido algo que no debe de volver a repetirse. Los duendes serán castigados por sus destrozos y osadía, y los libros de historia se harán eco de ello. Fracasarán si vuelven a intentarlo— aseguró, y casi parecía que se lo prometía a sí misma—. Sólo los más capacitados deben de manejar una varita o tener el derecho de usarla. El mundo muggle está lleno de ejemplos terribles cuando se le da un arma a un inexperto— arrugó la nariz al mencionar aquello, casi sin poder entender cómo se podía cometer tal error.

Se hizo el silencio durante unos instantes, y continuó:

—La ceremonia será en unos días— dijo—. El comienzo de curso será todo un acontecimiento por sus extraordinarias diferencias con los años anteriores, y por la manera en que sus alumnos de primero han sido traslados al Colegio. Realmente, este no es el procedimiento, pero la revuelta de los duendes está haciendo estragos no sólo en el Callejón Diagon, sino también en otros lugares de Inglaterra. De hecho, tu padre ha ido a condado de Lancaster, a encargarse de una facción— dijo, señalando con la barbilla a Della—. Volverá en un par de días, me imagino.

De nuevo, el silencio, casi glacial. Rowena no estaba cómoda, se le podía notar, pero no por ello iba a dejar que aquellos muchachos estuvieran en la más absoluta de las ignorancias. Debían de saber. Era importante.

—Disfrutad de vuestros últimos días de vacaciones— sonrió de manera ladeada, e hizo aparecer una pequeña mesa con sillas, y algo de comer. Sopa, ternera, pan recién hecho, salsas y algo de mantequilla apareció sobre la mesa, dispuesto a hincarle el diente—. Comed algo de verdad— indicó, mirando la bandeja de los bollos de Remmy, que desapareció en cuanto Rowena bufó por la nariz—. Bienvenidos al Colegio.

Inclinó un poco la cabeza, y salió de la estancia con un leve susurro de sus ropas aterciopeladas azules y plateadas, dejando a los muchachos con el olor de la comida recién hecha, y con casi más preguntas que respuestas.

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22/12/2015, 13:09
-Director

—Después el tiempo pasó— siguió la voz narrando, casi con nostalgia—. Los niños se pusieron a comer, a charlar, algunos pensaban en sus cosas, distraídos. Otros, echaban de menos a sus familias, y se preguntaban qué era lo que había pasado. Y lo que vendría.

La voz carraspeó, y pidió un poco de agua para aclararse la garganta. Una bruja le concedió tal deseo, e hizo aparecer a su lado una copa transparente.

Durante unos segundos, no se escuchó nada en aquella oscura sala. Pergaminos y plumas estaban quietos. Algo se sentía en el ambiente. Algo malo.

—Pasaron los pocos días que pudieron juntos, durmiendo en aquella Sala de Menesteres, siendo asistidos por el pobre Remmy— dijo la voz, algo más clara y suave que antes—. Sin embargo, el día de la Selección llegó, y todos se habían hecho a la idea de que podían convertirse en rivales el resto de los años que pasaran en el Colegio.

Tragó saliva con dificultad, y siguió.

—No dejamos que supieran nada del exterior por el momento—. Era lo mejor. No debían saber. No por el momento.

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27/12/2015, 16:47
Molly Blackcap

Espoleada por la gravedad de Rowena, Molly dio un paso atrás a regañadientes. No protestó, pero su expresión de desconcierto lo decía todo. Era evidente que se sentía incómoda vestida con aquellos ropajes, no eran suyos y parecían muy caros, por no hablar de los zapatos a los que no dejaba de mirar con expresión evaluadora.

Molly no había llevado zapatos en toda su vida, no eran muy prácticos para andar por las montañas y no es que fuera desagradecida, pero la niña tenía tendencia a desconfiar de las cosas nuevas, era cosa de familia. Sus botas le iban por lo menos un numero grande y no eran tan bonitas, eso era verdad, pero eran buenas botas, unas que sabían bien lo que era caminar. Sin embargo esos zapatos … esos zapatos no tenían ni poquito de su “boticidad” y ahora Molly se sentía medio desnuda, preguntándose a donde puñetas habrían ido a parar sus botas.

Al menos la mujer se dignó a contarles algo más de lo que sucedía más allá de los muros del castillo. Molly la escuchó en silencio, observándola con el rostro pétreo mientras hablaba del conflicto con los duendes. Tal vez los hombres de las capas carmesíes lo hicieran, pero según lo que les había contado Olli, a Molly no le parecía que los magos que vivían en el callejón hubiesen ganado nada, más bien al contrario. Además, ¿Que pasaría si alguno de los niños no fuera tan diestro como ellos esperaban?, ¿También correrían su misma suerte?. Le importaba un bledo lo que pudieran decir los libros de historia de aquella mujer. Había cosas que estaban BIEN y cosas que simplemente no lo estaban.

Cuando Rowena se marchó, Molly se quitó discretamente los zapatos que le apretaban y no le dejaban sentir la tierra. La magia del castillo le produjo un agradable cosquilleo cuando sus pies tocaron el suelo. Algo había despertado en su interior, algo que se desperezaba como un gato y hacía que le hormiguearan los dedos de las manos. Estaba ahí, la magia estaba en todas partes y la estaba llamando.

Habían terminado de cenar y Molly seguía percibiendo esa sensación como un susurro tentador, un destello de octarina que solo se apreciaba un segundo si se miraba de reojo. Tamborileó con los dedos sobre la mesa y arrugó la nariz volviéndose hacia la salida. Se preguntó hasta donde sería capaz de llegar, las cosas increíbles que podría llegar a hacer y pensó que si no tenían intención de molestar a los elfos como les había advertido Rowena, tampoco pasaba nada porque echaran un vistazo fuera de aquellas puertas...

- Yo … creo que voy a recuperar mis botas -

Probablemente más tarde pensaría que si aquel iba a ser el inicio de una aventura como las que aparecían en los libros de Yqueunrayomeparta MacDougal, a lo mejor no eran las palabras más apropiadas. Pero es que a Molly no se le daban bien los discursos y ¡puñetas!, quería sus botas de vuelta.

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08/01/2016, 22:12
Geert Ollivander "Olli"

  No necesitó pensarlo. Aceptó, tanto de acto como de pensamiento, aquella palma que, con una sonrisa, Molly le ofrecía.

  De pronto, sintió la calidez del tacto de sus dedos estrechándose delicadamente entorno su mano, aquello alivió el peso que oprimía su corazón y se encontró levemente reconfortado. Era la magia del contacto humano, una más poderosa que la que podrían aprender agitando una varita, y una de esas lecciones que solo se aprenden con la edad, es decir: a base de vivir, no en los códex ni con maestros.

  Sin calcularlo ni ser consciente de ello, sonrió y asintió cuando de nuevo lo invitó a salir. Dejándose llevar, avanzó un pie dispuesto a seguirla fuera de la habitación, a explorar un mundo nuevo abriéndose por delante, pero unas palabras infantiles aunque autoritarias bloquearon su paso. Era la voz inquieta de Niall, quién sin percibirlo se encontraba inesperadamente detrás de él y lo frenaba con inquietud. Como si ocultase más años de los que aparentaba, su tono empleado había destilado algo de firmeza y fuerza lo que sintió dominarlo y obligado a detenerse. Quizás una fortaleza inefable e innata, hecha para gobernar a hombres, se escondía bajo esa capa de mugre.

  Olli, paseó los ojos por el suelo antes de posarlos sobre él. A ellos, ante la idea de una aventura se unió Glinda, su siempre dinámica prima aunque el niño tullido tenía la atención puesto a aquella pregunta.

  —¿Ganar?- Olli recordaba los gritos de terror, los alaridos de los heridos y los lamentos de aquellos que habían perdido un ser querido entre el fuego y el polvo, los edificios viniéndose abajo y gente muriendo entre los escombros, duendes y magos reventando a base de hechizos, y las explosiones que, con avidez lo devoraban todo, para dejar un vacío donde estallaban. Todo lo que aquella mañana tardía les había parecido un ensueño mágico, en el mediodía se había sumido en una pesadilla. No creía que ninguno de los dos bandos enfrentados pudiese decir que hubiese ganado nada con esa guerra. A él le pareció que todos perdían, ninguno podía estar mejor que antes, aun así entendió su pregunta.

  —No lo sé.- respondió con hilillo de voz mirando el suelo. —Fuimos secuestrados antes de que terminase. Ni siquiera sé si nuestra familia está viva.- Pensó. Quería creer que sí. Se lo había dicho, casi prometido a Glinda pero por saber ni siquiera podía saber si el callejón seguía en pie. ¿Quién podía saberlo? Incluso era posible que un ejército de muggles de Londres hubiese irrumpido y aquello hubiese empeorado más aún. Iba a dar uso a todo aquél pensamiento a continuación, pero otra inesperada presencia irrumpió la escena. Con la boca abierta por la sorpresa, Geert se giró para poner su mirada en la misma figura que su prima. Era Rowena Raveclaw. Algo, que él sabía muy bien. Aunque antes de su imponente forma, le llegaron como cuchillos afilados las novedades que les portaba.

  Habían ganado los magos de las capas carmesíes. El niño de la ardilla no sabía si sentirse aliviado, aquella noticia no guardaba mayor esperanza, pues entendía que el hecho de que ellos ganasen no significaba que su familia estuviera bien, o que les hubiesen salvado a tiempo, o que aquellos mismos magos no hubiesen seguido perpetuando el caos. Al fin y al cabo, el joven Ollivander, seguía siendo un crío de poco más de once años lleno de dudas.

  Por alguna razón, no podía apartar su interés de ella, ni de aquella mirada fría y cristalina. Y obedeció, de forma casi mecánica, a la voluntad de sus manos, olvidando cualquier ansiedad y curiosidad natural que despertasen los misterios que aguardaban más allá del pasillo.

  Sus ropas, las suyas y las del resto mutaron, pero su razón no atendía por el momento a más maravillas. Su boca seguía fuera de lugar, asombrada, incrédula y muda. Su cerebro se bloqueó en mil preguntas, solo pudo asentir en cuanto a la instrucción dada sobre los elfos domésticos y cuando quiso o pudo darse cuenta, el hechizo se había roto, y volvían a estar solos en la habitación.

  Estaba triste y confundido, sin ninguna clase de ilusión o apetito, por lo que no tardó en acurrucarse en su catre, haciendo poco más que dejar pasar las horas, atendiendo con cortesía pero sin alegría a Albus o a los comentarios de sus compañeros, por la mañana sería otro, más animoso y aventurero, era esa su naturaleza, aunque ni él lo sabía y sentimientos nublados invadían su sazón, negándose a seguir aquella ofrenda animosa e imperante novedad que ofrecía la búsqueda de las botas de Molly. Otro día aquella compañera sería capaz de arrastrarlo a cualquier cacería fantástica o exploración que tuviese a bien proponer, pero no ya esa noche.

  Tumbado en su cama, antes de dormirse, Geert reflexionó en todo lo ocurrido aquél día, y con la varita en la mano después de haberla contemplado un buen rato trató de hacer algo de magia como había hecho el elfo, o la fundadora sin ella. “Sólo es tener en la mente lo que quieres invocar, pensarlo muy fuerte, y aparece” recordó que le había dicho el sirviente doméstico. Él hubiese querido traer a su familia con él, pero pensó que era demasiado riesgo traer una alma viva sin probarlo antes con algo más sencillo, así que se concentró en hacer aparecer un cuenco lleno de bellotas.

  —Cuenco con bellotas, cuenco con bellotas, cuenco…- como una letanía estuvo pensándolo muy fuerte mientras se dormía, con los ojos fuertemente cerrados en un ademán de concentrarse más, incluso lo visualizó en el suelo del comedor de su casa, hasta llegó a susurrarlo, pero por mucho que se esforzó no apareció nada. Quizás no tenía magia dentro de él después de todo.

  Echaría muchísimo de menos a Sirius.

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12/01/2016, 11:04
Adelaide E. Gleann (Della)

Della escuchó lo que contaba Oli sobre lo que había pasado en el Callejón, su cara no expresaba nada pues estaba concentrada en que fuese así, pero esa misma ausencia de expresión delataba que sentía mucho más de lo que aparentaba. "Supuestamente a protegernos" esas palabras flotaron en su mente hasta que otras posteriores, mucho peores, ocuparon su lugar "Se mataron. Se asesinaron unos a otros" el corazón de la niña se detuvo. Esta vez su cara sí que reflejó la angustia que sentía, el resto del relato le llegó desde muy lejos. El chico no sabía más, le había pasado lo que a ella, cogió la carta como si fuese el gesto más inofensivo del mundo y todo cambió.

Se forzó a mantener las apariencias, con el labio inferior un poco tembloroso asintió a la explicación y se acercó hasta el muchacho.

-Gracias por contárnoslo.

Su voz era un murmullo pues no quería que se le quebrase, el elfo había dicho que su padre no estaba en el castillo por lo que podía haberse visto envuelto en todo aquello también, tragó el nudo que tenía en la garganta y esperó por la respuesta a la pregunta de Niall. Parecía que no la iba a obtener ya que el conflicto todavía no había acabado cuando el niño había 'salido' de allí, tanto Oli como Molly estaban en la puerta dispuestos a irse cuando una voz fría y dura hizo que reculasen. Hasta Della que estaba a varios pasos de ellos reculó, más por costumbre a ese tono que por haber visto a su emisora.

"Los magos" la niña sintió cierto alivio, pero que ganasen no significaba que estuviesen bien, la frase "se mataron unos a otros" volvió a resonar en su cabeza. Quería preguntar, necesitaba saber, pero sabía por experiencia que no debía mostrarse ansiosa por lo que guardó silencio y asistió al cambio de vestuario con buena cara. A ella no le importaba la ropa pero asintió cuando la mirada de la fundadora pasó sobre ella. -Hoy no podemos salir, ¿por qué hoy no y mañana sí? ¿en un día se arregla todo el castillo?- se preguntó, pero las siguientes palabras que pronunció Rowena centraron toda su atención dejando cualquier otra cuestión aparte.

Para consternación de Della lo que dijo fue un discurso, en realidad no explicó nada -Solo somos niños y no nos dicen nada- pensó en el silencio que siguió pero aún con la esperanza de que continuase. Y lo hizo, pero hablando de otro tema. Uno que si bien era importante no era una prioridad para la niña, no al menos hasta que mencionó a su padre y su paradero. -En Lancaster, ¿encargándose de una facción?... ¿De qué! ¡De duendes!- "Volverá en un par de días, me imagino." -¡Me imagino!- en su mente un grito, en su rostro una expresión de incredulidad congelada. Cómo podía alguien hablar con tanta frivolidad sobre las posibilidades de nadie.

Cuando volvió a ser consciente de lo que la rodeaba todo había cambiado, una mesa y sillas con comida ocupaban el centro de la habitación, y Rowena Ravenclaw había desaparecido -No podemos salir, no nos dicen cómo están nuestras familias. Esto no se suponía que iba a ser así, parece una cárcel-. Con tristeza en su mirada la niña se acercó a la cama en la que había estado apoyada hacía tan solo unos instantes, aunque a ella le parecía toda una eternidad, se subió y quitándose únicamente los zapatos se tumbó. Le daba igual si la ropa se le arrugada o si enseñaba algo de pierna, no sabia si su abuela y su padre estaban bien, todo lo demás no importaba.

Notas de juego

De momento ya está, a ver si en otro rato pongo lo que quiere hacer en ese tiempo n_n

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18/01/2016, 10:29
Marshmallow Bowen

Seguía sin parecerle la mejor de las ideas perderse por los recovecos del castillo a la espera de que alguno de aquellos nobles lores o damas les cogiera de imprevisto y decidiera que se merecían una buena azotaina por su impertinencia y por su desagradecido modo de proceder, de modo que se sentó dubitativamente en una de las camas, sorprendida ante tal comodidad que ni siquiera le había parecido posible sin ir asociada a la humedad del rocío que empañaba los bosques.

Y ahí estaba, intentando apenas posar sus sucias posaderas en tan majestuoso camastro cuando apareció la mujer más noble que había visto jamás, o por lo menos una que tenía un porte y aun aire recio que habría bastado para acallar a una multitud con su simple presencia. Pero como ella no estaba hablando sólo consiguió que juntara las piernas y apoyara las manos sobre sus rodillas en la postura más formal que conocía.

Había hecho volver a los que se marchaban y quizás ahora todos temieran un castigo por haberse saltado una norma desconocida o por asociación. Se preguntaba si, llegado el momento, tendría el valor de decir que ella no había participado en aquello o, por contra, cubriría a sus recién estrenados compañeros. No tenía ninguna pista al respecto así que se limitó a seguir callada y rígida, con los ojos redondos, aguantando con dificultad el escrutinio de la mujer que, sin previo aviso, chasqueó los dedos.

Estaba pensando que aquello sería la antesala del afamado castigo cuando notó un aleteo en sus piernas y, al bajar la mirada, vio como su maltrecha falda empezaba a cambiar  aun lustroso negro, alargándose. Alzó los ojos, observando fascinada como también las mangas de su camisa habían sido sustituidas. Había hecho eso sin inmutarse y sin varita, como había dicho Remmy, así que tenía que ser Rowena Ravenclaw. Intuía la dificultad de sus actos pero no llegaba a concebirlo. No llegaba a comprenderlo. ¿Por qué les trataban tan bien? ¿Tan importante era la magia, la magia de verdad?

Escuchó sin entender del todo el sentimiento que destilaban las palabras de la mujer respecto a la revuelta duende, intentando reunir el coraje para saber qué había pasado con Mamá Pig. Pero, ¿cómo podría saber esa elegante dama lo que le había pasado a una anciana malcarada y vulgar como ella? De modo que volvió a refrenar sus preguntas, acallándolas en silencio, aún sin saber lo que realmente significaba asistir a aquel colegio.

El futuro seguía siendo demasiado incierto y el presente demasiado incomprensible.

 

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18/01/2016, 13:38
Niall

Niall durmió mal aquella noche. Y la siguiente... y la otra. Niall habría de dormir mal durante aún muchos meses y, sin embargo, su humor durante el día no podía ser más optimista. No compartía aquel afán aventurero de sus compañeros por explorar el Castillo. Al fin y al cabo él ya llevaba allí algunos días más y, aunque no se había dedicado a recorrer palmo a palmo aquella extraordinaria construcción, sí sabía más o menos dónde quedaba cada cosa. Y, para ser francos, además sentía cierto miedo por aquellos salones, corredores y escalinatas estando tan vacías. El Castillo escondía muchas cosas... no todas buenas o, por lo pronto, no todas seguras. Él jamás lo reconocería, su pose de seguridad y calma guardaban cierto miedo que a la luz del día se mitigaba pero que, de noche, regresaba con toda su virulencia para arrebatarle el descanso. No... reconocerlo no se pasaba por la mente del muchacho irlandés. Quizá tampoco hacía falta.

O tal vez, su aparente seguridad diurna también tenía algo de "no-simple-apariencia". Su nueva condición de mago o, por lo menos de aprendiz, su varita que se pasaba observando durante horas como si esta pudiera enseñarle magia por sí misma, ¿o quizá sí podía?, sus ropas nuevas y flamantes... de un negro pulcro y, ¿se podía decir...? noble también. Niall era otro muchacho. Cada día que amanecía por el este, los miedos del chico se dispersaban y su seguridad se volvía un poco más real. 

¿Cuánto quedaría para el inicio de todo lo que estaba por suceder? La espera le estaba matando por dentro.