Partida Rol por web

La comida no está nada mal. Bueno, teniendo en cuenta que he tenido que comer algún que otro animal crudo en el desierto, cualquier plato de comida calienta y una buena bebida no es para despreciar. Fuera, la tormenta sigue azotando la ciudad y la gente está guarecida dentro de sus casas, o en esta misma taberna. No pude evitar mirar la puerta de la misma cuando comenzó la tormenta y fue en ese momento cuando entraron varios de los parroquianos que están por aquí sentados.

- El agua es tan escasa como la calidad de este licor, Chaedi. - Dijo la hechicera mientras ponía cara de asco al beber un sorbo de lo que tenía en el vaso.

Luusi dejó el vaso a un lado y apoyó los codos en la mesa, para acercarse más a los que allí estaban y poder hablar más intimamente.

- ¿Habéis oído lo de Kalal? Dicen que han matado a ese Rey Hechicero, aunque yo creo que son simples rumores. -

Verduras ... ¿es que acaso tengo pinta de animal de pastura?

Kriv alargó la mano y dio un buen trago de broy. Luego pasó a engullir, sin apenas masticar, lo que había en su plato como si llevara una semana sin comer.

Escuchó con atención las conversaciones sobre la liberación de Tyr de las manos de Kalak mientras continuaba engullendo.

¿Una rebelión en las ciudades? - Pensó sin mucho aprecio. No le gustaban las ciudades ... el Dray se había pasado la mayor parte de su vida andando por polvorientos caminos buscando algo para comer debajo de cada piedra. En las ciudades solo había olores desagradables, corrupción y esclavistas.

Pero la muerte de los reyes-hechicero podía ser un cambio bastante significativo.

Terminó su plato y tomó otro trago de broy. Estaba mas satisfecho, pero echaba de menos el sabor de la carne.

Cuando termine la tormenta podría salir a buscar algo o a alguien para comer. - Volvió a pensar para si mismo mientras clavaba sus ojos en la puerta y el aullido del viento.

Todo es posible en este tiempo, la vida no significa nada y la muerte nos acecha tanto en la arena como en la vida cotidiana, no significa mucho ya, ni incluso la de los prohombres como el rey brujo, todos estamos expuesto, lo imporante es que a ti te llegue la hora la mas tarde posible y a poder ser a manos de un rival digno. 

Pasan algunas horas, entre bromas y filosofía de taberna, y la violencia del viento empieza a amainar hasta que encalma por completo.

Los parroquianos salen de la taberna, deseosos de respirar algo de aire fresco que, como siempre en estos casos, está teñido por un fuerte olor terroso, un residuo de la arena azotada por el viento.

Oís voces procedentes de la muralla, y os acercáis a echar un vistazo.