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[Isekai] 4. La Resurrección del Rey Demonio

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18/08/2023, 13:17
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  • Soberbia (Pavo Real): El infierno de la soberbia es un vasto y oscuro abismo lleno de espejos distorsionantes. Aquí, los orgullosos son condenados a contemplar versiones deformadas de sí mismos, recordando sus actos de vanidad y arrogancia. La constante búsqueda de admiración los lleva a una eterna sensación de insatisfacción y aislamiento, ya que los espejos reflejan sus logros como sombras vacías de significado.
  • Avaricia (Sapo): En este infierno, los codiciosos son arrojados a un paisaje árido y estéril, donde siempre ven riquezas y tesoros inalcanzables en la distancia. Pero, cada vez que intentan acercarse, las riquezas se desvanecen. Son perseguidos por una insaciable sed de posesiones, incapaces de disfrutar nada de lo que obtienen. La avaricia los mantiene en un estado de constante anhelo y frustración.
  • Envidia (Serpiente): Los envidiosos son condenados a un laberinto oscuro y en constante cambio, lleno de sombras que se transforman en figuras de éxito y felicidad ajena. Son atormentados por la sensación de ser siempre inferiores y despreciados. Cada vez que intentan alcanzar a sus envidiados, el laberinto se reconfigura, dejándolos atrapados en un ciclo interminable de deseo y decepción.
  • Ira (León): El infierno de la ira es un paisaje desolado y abrasador, donde las llamas de la furia nunca se apagan. Los iracundos son torturados por su propia rabia, incapaces de controlar sus emociones. Se enfrentan a sus propias explosiones de ira una y otra vez, sintiendo el dolor y el sufrimiento que infligieron a otros. Están rodeados de espejismos de personas que incitan su enojo, perpetuando su tormento.
  • Lujuria (Cabra): Los lujuriosos son confinados en un laberinto sensual lleno de ilusiones y deseos efímeros. Están rodeados de figuras seductoras que nunca pueden alcanzar. Cada intento de satisfacción solo aumenta su ansiedad y frustración. A medida que persiguen la satisfacción de sus impulsos, sus propias pasiones los traicionan, dejándolos en un estado de deseo insaciable y desconexión emocional.
  • Gula (Cerdo): El infierno de la gula es un lugar oscuro y húmedo donde los glotones son obligados a devorar sin cesar alimentos que se convierten en cenizas en sus bocas. Experimentan una sensación constante de hambre y exceso, pero no importa cuánto coman, nunca encuentran saciedad. La gula los lleva a un ciclo interminable de satisfacción momentánea seguida de vacío y malestar.
  • Pereza (Caracol): Los perezosos son condenados a un paisaje monótono y oscuro, donde el tiempo parece detenido. Son incapaces de moverse, atados por la inercia y la apatía. Mientras observan a otros seres enérgicos y productivos, sienten una creciente sensación de insignificancia y culpa. La pereza los mantiene atrapados en un estado de letargo y lamentación.
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18/08/2023, 17:18
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Enclavado en lo más profundo de un bosque antiguo y envuelto en un halo de melancolía, yace el castillo en ruinas. Atrás quedaron los días de esplendor y grandeza, pues el tiempo y la negligencia han dejado su marca implacable en sus paredes de piedra. Las torres que alguna vez se alzaron con majestuosidad ahora se tambalean con resignación, como guardianes derrotados de un pasado olvidado.

Los muros, una vez orgullosos, se encuentran desgastados y descascarados por la intemperie y el paso de los siglos. En sus grietas se esconden las sombras, como si el mismo castillo hubiera absorbido la oscuridad que lo rodea. Ventanas rotas y gárgolas desgarradas miran impotentes hacia el exterior, como testigos silenciosos de la decadencia que ha invadido cada rincón.

Los pasillos interiores, antes vibrantes con la vida de la corte, ahora están cubiertos de escombros y polvo. Los suelos de mármol están rajados y cubiertos por musgo y maleza, como si la naturaleza misma intentara reclamar lo que una vez fue suyo. El eco de los pasos que alguna vez resonaron con la pompa de los nobles ahora es reemplazado por un susurro inquietante, como un lamento atrapado en el tiempo.

A medida que el sol se pone y la penumbra se adueña del paisaje, el castillo cobra una vida propia. Las sombras se alargan y distorsionan, transformando las formas arruinadas en siluetas fantasmales. El viento susurra en las grietas, produciendo una canción desolada que parece evocar los suspiros de aquellos que alguna vez habitaron estos muros.

En este lugar olvidado por el tiempo, el castillo en ruinas permanece como un monumento a la decadencia y al abandono. Un recordatorio oscuro de que incluso la grandeza más imponente puede desvanecerse en la oscuridad, dejando atrás solo susurros y sombras en la brisa nocturna.