Universidad Miskatonic, Arkham, Massachusetts
INTRODUCCIÓN
3 de Mayo de 1927
El profesor Wilmarth se había levantado más temprano que de costumbre. A pesar de haber entrado la primavera, el frío matinal aún dejaba una fina capa de escarcha helada sobre el terreno, y una ligera neblina invadía el campus de Miskatonic. Se dirigió a la biblioteca de la universidad, donde de buen grado le esperaban varias horas de hermosa lectura.
No en vano, una sorpresa cargada de temor le dio la bienvenida en las escalinatas mismas de la biblioteca. Tieso, frío y deforme por una más que segura caída de varios metros, el cuerpo sin vida del alumno de Metafísica medieval, Frank Charlton, aparecía frente al sorprendido y temeroso profesor.
El profesor no tardó en avisar a los agentes del Departamento de Policía de Arkham, quienes hicieron el resto. El forense del condado, el doctor Whitby Lodge, no tardó en llegar a la escena del crimen, y asistido por el doctor Mortor Waldron, de la Facultad de Medicina de Miskatonic, se llevaron el cadáver para realizarle una autopsia.
No contento con haber encontrado el cadáver, el profesor Wilmarth necesitaba indagar más en el extraño suceso, pues quedaban preguntas en el aire. El cuerpo del chico no tenía aspecto de haber muerto recientemente, sino que daba signos de haberlo estado antes incluso de acabar en aquellas escalinatas de acceso a la biblioteca.
Desde las oficinas de la propia Facultad de Letras, el profesor Wilmarth telefoneó a sus colegas para que le acompañaran en ésta particular tarea de investigación: el investigador Kenneth Heath, quien a buen seguro le gustaría verse involucrado en la investigación de un crimen de interés público, y Francis Morgan, viejo amigo de ambos con los que ya ha colaborado en otras tantas ocasiones.
Apenas son las nueve de la mañana, y los investigadores se citan frente a la escena del crimen, en las escalinatas de la biblioteca...
Claude Owen, segundo Reanimador
PARTE I - INVESTIGACIÓN
Universidad Miskatonic, 9:06 horas
El profesor Wilmarth reúne a sus colegas puntualmente frente a la escalinata de la biblioteca. Pasan ya de las 9 de la mañana y el antes desértico campus se encuentra ahora abarrotado de alumnos y alumnas que sin duda utilizan el hecho acontecido como comidilla durante el rsto del día y quizás, de la semana. También se ve a agentes de policía inspeccionando la zona, así como interrogando a alumnos de los alrededores.
Los investigadores deciden ponerse en marcha con la ardua tarea que les espera, y el mismo Francis Morgan se da cuenta de un hecho que llama la atención al resto de cultos amigos. Si el cuerpo fue hallado en las escalinatas que tenían enfrente, dónde está la sangre ?
Deciden entonces dividir las tareas, pidiendo Kenneth Heath al profesor Wilmarth las indicaciones para dirigirse hasta la Facultad de Medicina, donde los doctores Lodge y Morton practicaban un examen forense al cadáver de Charlton. Por su parte, el profesor y Francis Morgan optan por dirigirse a la Facultad de Letras, donde se encuentra el aula de Filosofía y classe a la que acudía la víctima, para tratar de sacar información a los compañeros del fallecido.
El detective Kenneth se encuentra, en la misma puerta de la morgue de la universidad, a un policía haciendo guardia y denegando el acceso a la misma. Pero el detective es un hombre de recursos, y no tarda en conseguir la entrada y tener unas palabras con el doctor Morton, de la Universidad Miskatonic, acerca del examen que le andan realizando al cuerpo. No cabe duda de que Kenneth Heath tiene el don de la elocuencia, y pese al ambiente caldeado que se respira en la morgue, consigue sonsacar al doctor Morton que el cadáver presenta abrasiones tales que sin duda había caído desde una gran distancia. Además, Francis Morgan tenía razón al extrañarse por la falta de sangre, y Kenneth descubre que probablemente el cuerpo ya estaba muerto antes de caer inerte en las escalinatas de la biblioteca. Satisfecho por la información conseguida, el detective Kenneth sale de la morgue para reencontrarse con sus colegas.
Mientras, en la Facultad de Letras, el profesor Wilmarth y Francis Morgan acechan el aula de Filosofía en busca de los compañeros más íntimos de Charlton, el fallecido. Ahí descubren que era un alumno aplicado cuyos profesores le tenían en alta estima, pero la información más relevante que consiguen es que solía relacionarse con el grupo de bohemios existente en el campus y que era aficionado a la Metafísica y a la magia negra. Para su sorpresa, descubren también que existe una denuncia formal contra el fallecido impuesta por una joven alumna de la Universidad llamada Victoria Nangelo, quien al parecer asegurta haber sido atacada durante la pasada madrugada por Frank Charlton.
Esta información da un halo de misterio a la investigación. Frank Charlton, alumno bien reconocido y relacionado con extraños grupos de bohemios y con la magia negra, era encontrado muerto tras una caída de varios metros en un lugar carente de sangre pocas horas después de atacar a una joven alumna que poco o nada tenía que ver con él. Extraño, muy extraño.
Los investigadores se reencuentran y cuentan lo descubierto hasta el momento, decidiendo volver a dividirse. Francis Morgan vuelve a su casa para equiparse bien y recoger su flamante nuevo Ford de ese mismo año, mientras que el profesor y el detective se dirigen al ala de dormitorios donde residía Charlton y registrar su habitación.
El dúo de intrépidos investigadores se encuentran a las puertas de la habitación de Charlton, pero un policía hace guardia frente a una puerta cuya cerradura se encuentra sellada con un voluminoso pegote de cera seca. Aún así, el avispado detective hace alarade de ingeniosidad despistando hábilmente al guardia durante unos minutos, el tiempo suficiente para entrar en la habitación. Pero ambos se encuentran con el picaporte estático a causa de la cera. El profresor Wilmarth, curtido en la biblioteca roedeado de libros más que en tareas de campo, tiene la ocurrencia de sacar su particular abrecartas e intentar romper el improvisado candado de cera. Cuando Kenneth llega y lo encuentra ataviado en tal empresa con esa sonrisa carente de cordura, le reprime con dureza.
Dios, profesor, no tenemos tiempo!!!
Ambos deciden intentar abrir la recia puerta a la fuerza. El profesor Wilmarth choca brutalmente contra ella y casi se le caen los huesos a trozos, mientras que el joven detective es motivo de extrañas miradas al caer de culo sobre el suelo enmoquetado. Creen que ya han tenido suficiente, así que finalmente deciden marcharse y probar suerte más adelante.
Poco tiempo después, los investigadores se reencuentran en la entrada de la Universidad Miskatonic. Francis carcajea ante el inútil intento de abordar la habitación, y montados en su flamante y nuevo Ford de ese mismo año, parten sonrientes hacia el hospital de Santa María de Arkham, donde al parecer habían llevado a la joven agredida supuestamente por el fallecido Frank Charlton.
Hospital Santa María, 12:58 horas
El viaje hasta el hospital Santa María fluye sin contratiempos en el flamante coche del excéntrico Francis Morgan. Hay bastante gente merodeando por el hospital, pese a no estar en horario de visitas. En recepción les espera una esbelta mujer negra con cara de pocos amigos, pero contra todo pronóstico la mujer les facilita la habitación de Victoria Nangelo con una sonrisa.
Al llegar a la planta de la habitación, el detective Kenneth suspira aliviado al no encontrar, por primera vez en toda la mañana, a un policía guardando la puerta. No obstante, el detective insiste en no escandalizar a la alumna y evitar llamar la atención, a lo que sus colegas responden con despreocupación.
Una vez dentro, la habitación se encuentra a oscuras, pero puede distinguirse la silueta de Victoria Nangelo echada sobre una camilla de hospital. El cabello rubio y abundante de la chica esta sucio y despeinado, y su rostro, elegante y escultural, pálido. Se encuentra en estado catatónico, con los ojos abiertos pero perdidos en lo más profundo de su imaginacion. Kenneth y Francis intentan inútilmente psicoanalizar a la muchacha, pero su estado no tiene pinta de mejorar. Así, el profesor se dispone a hacer una de las suyas y sale de la habitación, parando a la primera enfermera que encuentra y preguntándole qué diablos le pasa a la chica. La enfermera, avispada ella, parece alarmarse ante la intrusión de unos desconocidos, y amenaza con alertar a la seguridad del hospital si no se marchan de inmediato. Los investigadores ceden, pero no sin antes descubrir una extraña sustancia, como piel reseca, incrustada en las uñas de la joven Victoria. El detective Kenneth saca una bolsita de su gabardina y se marchan de ahí sonriendo a la sorprendida enfermera.
El detective Kenneth no parece satisfecho con la información obtenida, así que hace alarde de una gran locuacidad y consigue convencer a la recepcionista para que le cuente lo que sabe de la alumna. Al parecer, le cuenta ella, llegó de madrugada en estado de shock y soltando tonterías con nerviosismo. Sus palabras eran:
"Él, no se encontraba muy bien... vosotros tampocos... tampoco lo estariais... si no pudierais sangrar !!!"
Ahora sí, todos parecen satisfechos, y salen del hospital hasta el flamante Ford del excéntrico Francis Morgan y parten de nuevo hacia la Universidad Miskatonic, debatiendo en el coche con buenos augurios lo que hacer a continuación.
Universidad Miskatonic, 14:17 horas
Al llegar a la Universidad, los investigadores ya han decidido que sacarán el máximo número de pistas posibles dividiéndose por el campus en busca de información. Así, el detective Kenneth intentaría averiguar algo acerca del fallecido en los archivos de la Universidad, mientras, el profesor Wilmarth haría una visita a su compañero el doctor Mordron, profesor y médico forense del campus, y finalmente Francis Morgan daría una vuelta por las zonas de ocio juvenil para intentar localizar el grupito de bohemios.
Kenneth no consigue una entrevista con el Decano Willberg, pues éste se encuentra evidentemente muy ocupado para atender a más policías. Lejos de desmoralizarse, el detective visita el ala del edificio donde se encuentra la habitación del fallecido Charlton, y preguntando al alumnado que encuentra consigue descubrir que Charlton tenía un compañero de habitación, un tal Biff Williams, que se encuentra recluido en alguna otra habitación hasta nuevo aviso. Estupendo, piensa el detective.
Por su parte, el profesor Wilmarth se dirige hacia la Facultad de Medicina donde se cita con el doctor Mordron en su despacho. El doctor parece ocupado rellenando el informe concluyente del examen forense realizado al joven Charlton, pero entre tecla y tecla de la moderna máquina de escribir le cuenta al profesor ciertos detalles.
- La muerte de Frank Charlton tuvo lugar aproximadamente en la noche del 1 al 2 de mayo, sobre las 2 de la madrugada. La causa de la muerte fue asfixia.
- El cadáver mostraba lividez post-mortem, indicado que estuvo tendido boca arriba durante algunas horas después de la muerte.
- En la parte interior de la muñeca izquierda de la víctima se encontró un pinchazo, probablemente de jeringuilla hipodérmica. Como no se aprecia hematoma, la inyeccion se realizó después del fallecimiento.
- Al menos 18 horas después de la muerte se produjeron una serie de abrasiones, así como tres facturas espinales. La caída hubiera sido suficiente como para causar la muerte si el cuerpo hubiera estado con vida al caer del tejado.
- El informa concluye que Frank Charlton murió asfixiado, asesinado por persona o personas desconocidas, y por tanto no pudo haber atacado a Victoria Nangelo casi 24 horas después.
Más que contento, el profesor se marcha más ancho que el muñeco de michelin.
El excéntrico Francis Morgan paseó durante un largo tiempo a través del campus hasta que dio con el grupito de bohemios de la Universidad cerca de la Facultad de Letras. Se trata de jóvenes bien vestidos y modales exquisitos, aunque a juzgar por su forma de hablar y expresarse, no tienen pinta de haber "vivido" demasiado. Son gente guapa, con caras de no haber roto un plato en su vida, pero lo suficientemente listos como para ocultarlo en caso de que sucediera. La información que prestan a Morgan no resulta muy útil, pero la más joven de las guapas alumnas le dice, algo rezagada del resto, que existía un grupo más organizado de bohemios al que Charlton pertenecía. La chica parece asustada, y Francis no la fuerza, pero antes de despedirse consigue averiguar que ese grupito organizado solía reunirse algunas noches en secreto y se oían rumores de que en sus sesiones realizaban actos sobrenaturales.
Como nota, la joven apunta que el difunto Charlton disfrutaba dejando en ridículo a los novatos.
Los investigadores se reúnen en el restaurante del campus. Se encuentra al aire libre, y hace un día estupendo, por lo que deciden comer mientras se cuentan los últimos detalles obtenidos.
Entonces, de repente, el cielo comienza a cubrirse de nubes, mal agüero ?
FIN DE LA PARTE I
Claude Owen, segundo Reanimador
PARTE II - DESENLACE
Universidad Miskatonic, 18:06 horas
Tras la recatada comida y el estómago lleno, los intrépidos investigadores decidieron hacer una visita a Biff Williams, el compañero de habitación del fallecido. No les cuesta sonsacar cualquier información al muchacho, pues realmente es inocente y se encuentra agobiado por el hecho de que la policía lo califique de "sospechoso". Biff no tiene mucho que contar, más que lo que los investigadores ya sabían, que solía tratar con un grupo especial de bohemios del campus, con el añadido especial de que era un arudito en magia negra.
Cuando salen de la habitación en la que se encuentra recluido Biff, la oscuridad de la noche comienza a invadir la Universidad, y la luz del sol apenas queda perceptible tras las montañas del horizonte. Deciden probar suerte en el dormitorio de Charlton, aunque la tarea les resulta más ardua de lo esperado en un principio. Por suerte el agente de la ley encargado de custodiar la puerta, aún sellada con cera en la cerradura, no se encuentra en su puesto, y los investigadores tienen vía libre para intentar entrar en la habitación. Pero no aciertan a adivinar en cómo deshacerse de la cera, y una idea estalla en la mente del profesor: unas cerillas !!
La habitación es una de las muchas casi idénticas del campus puesto que solo los alumnos de doctorado pueden residir fuera del campus, libres de la tradicional responsabilidad moral de la Universidad in loco parentis.
Dispone de dos pequeños escritorios, sendas sillas de madera de respaldo recto, dos lámparas de estudio, dos estanterías bajas, dos camas estrechas, dos percheros, dos pequeños armarios en lados opuestos de la habitación, un lavabo con un solo grifo de agua fría, un espejo sobre el lavabo, una ventana de marco grande con dos batientes y una sola salida, la puerta del pasillo.
No se ha trazado ninguna línea recta en la habitación pero no hace falta. En el lado derecho hay clavadas en su pared fotos de Red Grange, Babe Ruth, Gene Tunney Knute Rockne, recortes de éxitos en el fútbol y el béisbol de un periódico de tirada local, junto con una variedad de postales de fotos francesas apropiadas al nivel de imaginación de un típico alumno de la Universidad. La cama está sin hacer y debajo hay un buen montón de ropa sucia, sudada y olorosa. En la estantería hay unos cuantos libros incluyendo uno en alemán que muestra cómo hacer ejercicio desnudo.
El otro lado de la habitación es bastante diferente. Hay otras dos estanterías altas entre la cama y la pared, llenas de obras sobre magia, psicología e historia antigua; la pared está recubierta por una variedad de láminas y copias de lienzos, desde Munch a Klimt pasando por Albert Ryder. Todas las ilustraciones son de temas oscuramente eróticos. Los papeles, ropa y efectos personales son de buena calidad, bien conservados y sistemáticamente colocados.
Aquí descubren, por entre montones de libros apilados en las lejas laterales, una singular carta a medio terminar dedicada a una alumna excéntrica y supuesta líder del grupito especial de bohemios. Su nombre es Asenath Waite. La carta descubre que había una especie de relación amorosa discreta entre ambos, aunque el tema principal de la misma trata sobre oscuros hechizos y demás magia negra.
Una vez más, el instinto del detective Heath, esta vez respaldada por sus compañeros, le dice que la tal Asenath Waite debe ser sin lugar a dudas la persona que buscan, y que el caso estaba prácticamente resuelto. Así pues, todos parten hacia la habitación de la alumna, tras sobornar dialécticamente en secretaría a una dulce novata y admiradora del profesor Wilmarth para que les revelara su ubicación.
La habitación de Asenath se encuentra en la parte más alta del edificio femenino, de manera que se puede oir fuera el ulular del viento. Está decorada en estilo macabro, con velas esparcidas por el suelo, que esparcen su rica luz sobre los impresionantes pertrechos de la brujería ceremonial que hay repartidos por la estancia. En un estante puede verse una calavera pulida, por cuyos costados gotea cera negra creando formas inquietantes. Al otro lado de la habitación, un lagarto disecado, cuyos ojos parecen vivos gracias al arte del taxidermista, contempla la escena. Tapices ricamente bordados cubren paredes y ventanas y en el suelo pueden verse círculos y diagramas de tiza parcialmente borrados, sólo semiocultos bajo alfombras y cojines. En el centro de la habitación, su pequeña forma fundida en las oscuras sombras que se agrupan en las esquinas de la habitación, Asenath se encuentra como una araña en el centro de su red.
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Todos ellos se quedan congelados al descubrir que la joven alumna tiene una buena coartada, y realmente no tenía nada que ver con el crimen. Vaya fiasco !! Sobre todo para el detective, quien creía haber resuelto el caso tan fácilmente. En cambio, sonsacan a la joven un nuevo nombre, un rastro, una pista que poder seguir: Claude Owen, un matasanos medio loco con ideas excéntricas sobre la vida después de la muerte y obscenidades semejantes. Al parecer, Charlton se burló de él la noche anterior al crimen dejándolo en ridículo delante de toda la hermandad mientras balbuceaba acerca de sus macabros experimentos. El chico salió de ahí enrabietado, y dada su mala fama de joven excéntrico, había razones para pensar en él como posible sospechoso. Los investigadores marchan de ahí sin perder tiempo, aún había tiempo de resolver el enigma, aunque ciertamente el asunto se complicaba. Resucitar a los muertos ?
No tardan en llegar a la habitación del tal Owen, aunque no dan con él en su interior.
A pesar de la ventilación, el cuarto apesta a formaldehído y otros productos químicos provenientes de un armario cerrado. Hay cientos de papeles y libros amontonados en el suelo, la cama y ambos escritorios. Los cajones aparecen todos abiertos y su contenido esparcido también por el suelo, entre los que se encuentran objetos de valor como monedas y algún reloj.
El intrépido detective privado, Ken Heath, hace gala de su increíble ingenio concluyendo que el desorden no se debe a un robo. Pero a qué entonces ? Un ruido bajo la cama capta la tención de los investigadores, aunque ninguno se fía de abrir la caja que encuentran, de cuyo interior proviene tan macabro sonido. Al abrir la caja, un perro aparece parcialmente viviseccionado, con sus órganos palpitantes y sus miembros aún moviéndose, clavados en una tabla de disección. A pesar de las tremendas mutilaciones infligidas a su cuerpo, el corazón del animal aún late, lo cual salta a la vista al no haber piel o costillas que impidan verlo.
- Santo Dios !! - exclaman al unísono. Apenas pueden dar crédito a lo que ven, pero el animal aún estaba vivo. El asunto se volvía aún más complicado si cabía. Resucitar a los muertos ? Los investigadores quedan estremecidos. Morgan encuentra unas notas a modo de diario del joven y desquiciado alumno. Al parecer guarda su laboratorio secreto en las ruinas de la granja Chapman, en los límites al Norte de Arkham. Montados en el flamante Ford de colores apagados de Francis Morgan, y bien cargados con pistolas y cuchillos, todos ellos parten hacia la granja Chapman, a sabiendas, por experencia, que no había lugar en todo Arkham que no ofreciera algún tipo de peligro invisible y monstruoso.
Entre las colinas por encima de Arkham se encuentran las ruinas calcinadas de la granja Chapman. Alejada de cualquier otra casa o carretera y situada en una zona aislada al final del camino de la Grieta, todo lo que queda del edificio son cimientos chamuscados y recubiertos de vegetación.
El terreno está lleno de maderas ennegrecidas y podridas sobre las cuales ha crecido todo tipo de matojos; en el centro de esta zona hay unos escalones que descienden, que han sido recientemente desbrozados.
Unos escalones de piedra descienden más de cuatro metros hasta el suelo de piedra del sótano. Los escalones están recubiertos de musgo grueso... y resbaladizo.
Sin darse cuenta, uno tras otro caen por la resbaladiza piedra que llevan al interior y ésta se derrumba con ellos, dejando paso abierto al sótano.
Al final de la escalera a mano derecha, la parte principal del sótano está a cielo abierto pero dispone de un modo de tejado hecho de vigas podridas y matorrales espesos, lo cual hace que la iluminación sea muy pobre. Los cálidos rayos del sol iluminan este lugar al mediodía, pero en otros momentos la luz parece evitar este lugar dejándolo a merced de las sombras. Charcos de agua estancada cubren lo que antes era un suelo liso y cerca de una de las paredes hay cinco túmulos bajos, cada uno de casi dos metros de largo y cubierto de tierra fresca. Hay una sexta tumba vacía, con un montón de tierra fresca a su lado y una pala apoyada en la pared.
A la izquierda de las escaleras, incrustada en la pared, hay una recia puerta de madera. A pesar de la edad evidente de la puerta, los goznes y la cerradura son nuevos y brillantes, signos de haber sido instalados hace poco. Por el hueco de la cerradura puede verse luz brillante, la cual brilla también bajo la puerta y se percibe el ligero zumbido de un motor.
No les resulta fácil conseguir abrir la puerta pero cuando lo consiguen, sus corazones casi se detienen de la impresión.
Más allá de la puerta luces eléctricas iluminan una escena macabra: incontables estanterías cubren las paredes, llenas de botellas de vidrio conteniendo órganos que flotan, pálidos y exangües. Al otro extremo de la habitación de encuentra Claude Owen, que ha interrumpido su operación al oir la puerta. Está de pie junto a una mesa larga en la que puede verse un cuerpo parcialmente diseccionado. En el suelo a su derecha hay un cubo de basura de acero inoxidable con la tapa semiabierta y manchada de sangre; en un carrito tras él brillan cuchillos, instrumentos quirúrgicos y material de laboratorio.
Manchado con sangre y otros líquidos menos nobles, y con la piel casi tan pálida como la del cadáver sobre el que trabaja, Owen tiene un aspecto horrendo bajo su bata de laboratorio ensangrentada. Sus ojos azules quedan grotescamente aumentados por el grueso cristal de sus gafas. Su aspecto es casi incoloro excepto por su pelo oscuro, el cual acentúa la palidez semblante. En la mano izquierda lleva un escarpelo grande muy afilado, con la hoja manchada de sangre.
El espectáculo es atroz, pero Claude Owen no atiende a razones. Cuando el detective dispara al joven, éste se inyecta un extraño líquido contenido en una jeringuilla antes de caer inerte al suelo. Un cubo lleno de órganos humanos cae a sus pies y comienzan a moverse y a trepar hacia ellos con una fuerza brutal y destructiva. La cordura de los investigadores decaía por momentos, y el profesor Wilmarth se ve espantosamente agobiado cuando no consigue desasirse de una mano gigantesca acompañada de unos intestinos humanos y a punto está de morir horriblemente estrangulado. Kenneth y Morgan consiguen evadirse de sus presas, y ayudan al profesor, quien apenas tiene fuerzas para levantarse.
Pero cuando apenas creen que todo por fin ha pasado, y destrozan a tiros al resto de órganos "vivos" que a punto han estado de asesinar al bueno del profesor, una criatura grotesca y brutal emerge del lugar donde instantes antes había caído Claude Owen ataviado con la bata blanca del anterior. Sin duda era él, y ese líquido inyectado lo había transformado en lo que ahora era: una horripilante criatura carente de lividez y probablemente inteligencia, ansiosa de matar y sin dejar de gritar espantosamente. Si esa criatura conseguía salir con vida de ahí, causaría el caos en la ciudad. De manera horrorosa, agarra brutalmente al profesor Wilmarth y lo descuartiza, desmembrando su cuerpo y estrujando la cabeza hasta hacerla estallar en multitud de pedazos de carne ensangrentada y viscosa.
Ante la visión de tal horror, Ken y Morgan apenas son capaces de reaccionar, momento que aprovecha la bestia para salir corriendo escaleras arriba. Ambos sabían que no podían permitirlo, así que por fin reaccionan y se disponen a tumbarlo. Kenneth Heath agarra su escopeta y de un disparo le revienta la cabeza a la bestia, pero ésta no deja de correr pese a ir decapitada y alcanza la salida de la granja Chapman. Entonces Francis Morgan, que llegaba jadeante tras subir las escaleras, saca pacientemente su revólver y apunta al sujeto decapitado, disparando instantes después de concentrarse y cayendo por fin la bestia bajo la mortecina luz de la luna.
Por fin, todo había acabado. Arkham se había salvado de un nuevo Herbert West, pero los onvestigadors habían perdido a un amigo, el profesor Wilmarth. (otra vez xD: véase La casa encantada).