Partida Rol por web

 Pero la luz de pronto se apagó, Ópalo dejo de ver y sintió un fuerte golpe en la espalda. Lo comprendió al instante, había caído, pero en su fuero interno era feliz, jamás había librado un combate tan intenso, jamás había aprendido tanto de un rival, todas sus expectativas se cumplían una a una y presentía que este curso sería la gran oportunidad que llevaba esperando tanto tiempo. Mientras perdía el ultimo atisbo de consciencia no podía dejar de pensar en su próximo encuentro.     

Cerró los ojos y soltó por la nariz el aire que, nerviosa, había mantenido aprisionado en sus pulmones. La tozuda niña había caído al fin, sucumbiendo ante ese ataque desesperado y confirmando su liderazgo de la escuadra. No había sido tan sencillo como esperaba, pero gracias a eso había podido comprobar que, efectivamente, los demás niños también habían pasado por exámenes similares a los suyos. Le gustaba su escuadra, había visto cosas buenas y cosas malas pero, en general, vio mucho potencial para trabajar en conjunto. Pese a haberlos matado a todos sabía apreciar la habilidad en sus compañeros; en el futuro se aseguraría de que, con su liderazgo, la escuadra de Dédalo destacara sobre las demás.

Descendió de las alturas recuperando el ritmo de su respiración y repasando los errores que había cometido durante ese combate para tratar de evitarlos en el siguiente. Descendió directamente frente al patriarca Dédalo y se arrodilló delante de él.

-Objetivos neutralizados, Patriarca- informó con voz disciplinada-. Lamento los errores cometidos y la lentitud en su aniquilación; no volverá a suceder.

Mientras hablaba con el Patriarca pudo percatarse de algo que no había visto desde arriba. ¡Ópalo respiraba! De alguna manera había conseguido sobrevivir a su ataque, quedandose inconsciente. Aquello era inadmisible, así que en sus manos apareció, de nuevo, una esfera relampagueante con la que apuntó al cuerpo inerte de la niña. En ese momento, estando allí de rodillas,  miró a Dédalo, esperando una confirmación o una negación.

Dédalo parecía complacido con el combate miró a la joven Átropos y le dedicó una tenue sonrisa.

-Lo has hecho bien, cadete. Has aprovechado las carencias de tus enemigos y las has usado contra ellos, excelente. Sin embargo deberás tener mas cuidado con tus recursos de ahora en adelante.- el Patriarca miró el brazo recto de Átropos que apuntaba a su compañera caída y alzó su propia mano como para chasquear los dedos- ¿Quieres hacerlo tú o prefieres ver una fracción del poder del Patriarca más poderoso de Imperium?

Sus ojos se iluminaron con el ofrecimiento del Patriarca. La idea de visualizar un poder de proporciones divinas la atraía enormemente; sin embargo ya había matado a sus otros tres compañeros y, si quería sentirse como una auténtica líder, tenía que acabar el trabajo y sentir la muerte de Ópalo con su magia.

Liberó su rayo, pero esta vez apuntado al centro del pecho de la niña. La descarga hizo que su cuerpo se desplazara de su sitio, convulsionándose por la energía que se movía por su interior y chamuscándose en el proceso. Su cuerpo cayó, ennegrecido, junto al similar cuerpo de Lyonel. En su pecho había ahora un orificio que atravesaba la armadura y la carne, dejando a la vista el corazón, que latía por última vez gracias a la electricidad que se disipaba en esos momentos.

Se levantó sonriente y contenta con la victoria. Había sido en extremo ajustada, e iba a necesitar tiempo para recuperar de nuevo sus fuerzas. La idea de salir de allí y dejar un rastro de huellas de tierra la ponía muy nerviosa, por lo que chasqueó los dedos ligeramente; tras hacerlo, la tierra de botas y rodillas se separó de su ropa mágicamente mientras ella levitaba levemente para poder salir de esa habitación sin volver a mancharse. A continuación volvió a mirar a Dédalo esperando instrucciones.