Partida Rol por web

Argyle tomo las armas de nevsky y emprendio el camino de retirada, caminaba de rescoldo en rescoldo buscando el abrigo de las piedras mientras zizagueaba agachado por el desfiladero con su escudo a la espalda y el de su mentor cubriéndole la cabeza

Otro dardo de ballesta es detenido por la armadura de Argyle... Pero por un camino descienden al desfiladero una docena de hombres armados. Hay que correr...

Argyle corre como si lo persiguieran los Otros con sus arañas. Virotes le pasan zumbando o rebotan en piedras a su alrededor. Pero está herido y un grupo de hombres le siguen de cerca... Cada vez mas cerca.... El peso de las armas le está retrasando.

- A por él que no escape!- gritan sus perseguidores. "Ya estoy llegando a la boca de la garganta" piensa Argyle. "Unos cientos de pasos más y llegaré al bosque".

Entonces Argyle tropieza.

No es una caída aparatosa, pero es lo bastante para retrasarle. Una de sus rodillas ha golpeado dolorosamente una roca. En lo que tarda a forzarse a ponerse en pie, cuatro asaltantes ya lo tienen a su alcance...

Los norteños son famoses por sus gritos de guerra, pero Lanna Crowl ataca sin un sonido. Nadie sabe que está allí ni de donde ha salido hasta que uno de los asaltantes nota su hoja fría cortándole la yugular.

- Vamos, ser.- susurra enfrentándose a los otros tres.

No se dio el lujo de sorprenderse, ya le habían alcanzado y poco podía hacer salvo enfrentarlos, así que se dio la vuelta desenvainando y esgrimiendo el escudo

Entusiasmado por poder devolver el golpe, cargas contra los tres malhechores, repartiendo golpes con la espada de tu señor. Los asaltantes resultan ser mejores guerreros de lo que creías, pero contigo de frente y Lady Crowl detrás, tienen poco que hacer. En menos de un minuto, uno ha muerto, otro ha huido, y un tercero se revuelve intentado meterse las tripas otra vez dentro del tajo que le has hecho.

Sin una palabra, corréis otra vez hacia el bosque. Oís entonces perros que vienen por delante vuestro. ¡Atrapados!

Tengo una idea.- susurra Lanna.

Te quita el escudo de Ser Gregor y lo lanza a las rocas del mar antes que puedas reaccionar. Luego dice:

- Sigueme.- y se descuelga por la pared del acantilado como si fuera una ágil ardilla.- Pon las manos donde yo las ponga.

La muchacha norteña descienda hasta situarse bajo un reborde donde quedaréis ocultos a los perseguidores.

Lo dice como si fuera fácil...

Antes de que pudiera reaccionar ya estaba descolgandose por el acantilado.... No había nada que pudiera hacer, desde luego no parecía alguien al uso, por fortuna.

Se resigno a seguirla pero  la mala fortuna hizo presa de él, una vez más

Algún dios de los Siete hace que te agarres a un saliente antes de despeñarte. Tus pies cuelgan al vacio unos instantes, pero algún esfuerzo de voluntad te hace impulsarte y ponerte a cubierto en la pequeña cornisa donde está Lanna Crowl. Os apretáis contra la roca como lo haría un niño de teta a su madre.
 

Los guardias pasan por encima vuestro y ven algún rastro de sangre en la roca y el escudo entre los escollos. Desde donde estás puedes ver la punta de sus pies asomando al borde...

- Se han matado antes de caer en las garras del rey. Yo haría lo mismo en su lugar.- comenta uno.

No sabes de que rey hablan. Argilac seguro que no es... Bastante ocupado estás ya agarrándote a la roca desnuda...

- Calla, tarugo, mira lo inquietos que están los perros. Estos se han metido por algún lugar del bosque. Habrán subido alguna roca. Buscar, buscar!

Pasáis varias horas en tan incómoda posición hasta que ya no oís más voces ni ladridos. ¿Os atrevéis a salir?