Norte se limpió las ropas de polvo y astillas. Menudo vendaval había salido del orbe mágico.
Observó la llegada del chaval pero no le prestó mucha atención. La forma con la que se había limpiado el lugar y habían desaparecido los restos del nigromante no eran muy prometedores y temía que no hubieran logrado del todo su objetivo y la malvada criatura reapareciera en un futuro.
Pero esos monstruos trabajaban durante siglos y quizá cuando volviera ella ya no estaría viva, por muy longevos que sean los enanos.
Masculló algo en su lengua y se acercó donde los caballos.
-Si, vayamos, estoy cansada de este paisaje y necesito secar mis botas.-
Se limitó a dejar que el elfo metiera la mano en el vórtice para sacar un objeto acorde con su capricho. La enana le había cuestionado en su propio campo, pero cambiaría de parecer cuando Crall regresara para atormentar a su camada.
Poco importaba todo eso, había sacado bastante información sobre nigromancia y con su parte del botín podría invertir en nuevos proyectos. Se limitó a abrigarse entre sus ropas y abandonar el lugar.
Una vez cesó el vendaval, Quingausa examinó el objeto que apareció en su mano a través del orbe detenidamente. Intentó sacar toda la información posible sobre la calidad y las cualidades del mismo para saber qué tenía exactamente entre sus manos, aunque cualquier carácter mágico quedaba fuera de sus capacidades analíticas.
Se giró y observó al crío que había venido por ellos a tenor de sus palabras y las de sus compañeros, ya que el elfo no conoció a aquel joven.
Sin más aseguró el arco a sus espaldas junto al suyo para llevarlo a un lugar donde se lo pudieran tasar para obtener así la recompensa por asesinar al nicromante y repartirla entre el grupo. Una vez hecho eso, se dirigió hacia la salida junto con sus compañeros satisfecho por haber acabado con un gran rival.
La drow permitió que el grupo decidiese lo que consideraban mejor, no era de caracter caprichoso o avaricioso. Cualquier cosa de ayuda a uno de los miembros sería de ayuda al grupo.
El vendaval desorganizo su melena rojiza, por lo que la llegada del chico con una via de escape rápido fue de agradecer.
-Partamos pues... a pesar de estar contenta por haber derrotado a Crall, algo me dice que esto aun no ha terminado.
El mapa finalmente había sido de gran utilidad, se alegraba de haberlo comprado a la semielfa, tal y como prometio le contaria la aventura que habían vivido.
Entre los chasquidos y sonidos mas típicos de un pantano, los aventureros desandaron el camino que habían seguido,sentados comodamente en los caballos. La mayoría se sentían cansados ,incluso el hambre comenzaba ha hacerse notar en sus estómagos. Pronto se percataron que ya la noche había caído cuando comenzaron a divisar al salida del pantano.
A algunos les extraño no ver signos de los toadrinos, ni del sanguinolento encuentro con ellos. Semejaba que el pantano había recuperado la calma que antaño poseía. El chapoteo de los cascos , el croar de los batracios y el zumbido de algún insecto, era lo único que llegaba a los oídos de los aventureros.
El joven muchacho se orientaba con suma facilidad en el pantano. De vez en cuando lanzaba furtivas miradas a los aventureros llenas de admiración y respeto. Algunas veces abría la boca con la intención de preguntar algo pero pronto negaba con la cabeza y volvía su mirada al camino.
La noche estrellada acompañada de una enorme luna ayudo en gran medida a ver el camino cuando salieron del pantano. En el camino, se respiraba un aire menos denso y una suave brisa acariciaba a los aventureros que agradecían con gusto....
Cuando llegaron a la taberna, el dueño de esta los esperaba con una linterna de aceite en la mano. Los saludó y se apresuró a ayudarlos a descabalgar mientras el muchacho regresaba los a caballos al establo. El posadero, los recibió con una suculenta cena, varias botellas de vino y jarras de cerveza.
Mientras cenaban, el posadero les relataba lo que habían presenciado desde el pueblo, mientras los aventureros estaban en el pantano. Les contó como la tormenta había azotado el pueblo, así como el extraño tornado que se formo en el pantano; y como decidió salir en busca de los trabajadores del pantano y por los aventureros.
Los aventureros pudieron ver como el andrógino elfo, escuchaba los relatos de algunos de los trabajadores, así como prestaba atención a las palabras del posadero....
Norte se zambulle en la cena mientras deja que sean los demás lo que relaten la escena de la lucha con Crall al tabernero. Aunque si se da cuenta que tardan demasiado ella mismo empieza a relatar cosas.
Le había parecido precipitado mandar a ese chico con los caballos al pantano, pues se lo podían haber comido tranquilamente en sinfín de cosas que moran en el ... pero estaban bien y a salvos, con lo que no consideraba oportuno espantar ahora al chaval o al tabernero sobre sus decisiones.
La noche transcurre entre los relatos de los aventureros y la agradable atención del tabernero. Aunque los pocos presentes se mantuvieron expectantes a cada palabra del relato, poco a poco el cansancio hizo mella. En cuestión de minutos, ya entrada la madrugada, la posada se fue vaciando de los clientes mas habituales, permitiendo a los aventureros descansar en las habitaciones que se habían preparado para dicho fin.
Al día siguiente, los aventureros dispusieron lo necesario para regresar al gremio. Un carromato los esperaba con el avituallamiento necesario para el viaje. Aunque insistieron, el tabernero, se negó a cobrarles la estancia alegando que era una forma de agradecerles lo que habían hecho por el pueblo. Algunos de los que habían escuchado la aventura, se habían congregado para darles las gracias y despedirse entre víctores y aplausos.....
Con el espíritu henchido de orgullo y mucho mas animados, los aventureros iniciaron su viaje de regreso, saludando a los presentes mientras el carromato se movía hacía su destino...
EPÍLOGO
Ya era mediodía cuando el joven muchacho se acercó a las caballerizas. Entre sus manos ocultaba algo envuelto entre un paño humedecido. Entre los caballos lo aguardaba la andrógina figura del elfo. Esté lo miró con cierta complicidad mientras alargaba la mano hacia el muchacho.
- ¿ Te ha visto alguien?- preguntó tranquilo mientras recogía lo que el muchacho le entregaba. Con cierta desconfianza, desempaquetó el objeto oculto entre el paño húmedo. el muchacho negó con rapidez ,moviendo su cabeza mientras tragaba saliva, intentando reunir fuerzas para responder al elfo.
Los ojos del elfo ignoraban al muchacho ,observaban golosamente el objeto. Se permitió sonrreir triunfante, mientras agarraba con fuerza el extraño medallón que había estado oculto.
- M..mi señor, ¿os complace?.- susurró el muchacho con una mirada suplicante. No le apetecía sufrir nuevamente la ira de aquel señor de la magia.
El elfo asintió.
- Por supuesto, mortal. Ahora estoy completo...- susurró mientras se colgaba el medallón al cuello.-.... Ahora Crall gobernará sin impedimentos...-
-FIN-