La petición de Malrick me sorprendió, al igual que no ver ni saber nada de Chernoye. No llevábamos ni un día en Robleda y Malrick ya había hecho caso a los chismes de taberna, los cuáles podían ser verdaderos o falsos. Algo en su rostro me indicaba que no mentía, pero tal vez la información que le habían dado no era del todo clara. Aún así, Adric tenía razón, era cosa de las autoridades locales. Pero la siguiente contestación del guerrero tenía sentido. No podía ir a la guardia de la ciudad sólo con suposiciones, tenía que tener alguna prueba o intentar solucionarlo él mismo. Y ahí entrábamos nosotros, para ayudarle.
De pronto, un transeúnte se acercó al grupo, presentándose. Por su pinta parecía un ratero, un buscavidas de ciudad. Al parecer había estado atento a nuestro encuentro, porque nos había estado escuchando. Me puse en guardia y, lenta e imperceptiblemente, llevé mi mano a la daga del cinto.
-"Saludos Ceyron, bien hallado. No se si aquí en Robleda es costumbre presentarse después de estar espiando una conversación ajena, pero de donde yo vengo no. ¿Qué te ha inducido a hacerlo?"
Miro fijamente a Ceyron, tratando de escrutar su rostro y percibir sus intenciones.
Me puse alerta al ver la posición del extraño que no se había presentado.
Os he visto llegar esta tarde. Teneis pinta de viajeros y yo llevo tiempo queriendo salir de esta ciudad de alguna manera. Los caminos no están hechos para gente solitaria hoy en día y sois una manera de poder salir de aquí.
Miraba fijamente a mi interlocutor para intentar adivinar si me atacaría o no.
Sabía que ese que se quedó en la taberna encontraría algún chisme para solucionar fuera de la ciudad, y no me he equivocado. Por eso me he acercado.
Cambié el peso de pie en pie mientras hablaba.
Pues no sé las costumbres de donde vienes, pero en Robleda si alguien se presenta se corresponde con su nombre, al menos.
Me pareció convincente su respuesta, ante la cuál sonreí por el último comentario. Parecía un tipo locuaz, para nada vil, y lo que quería era abandonar Robleda en busca de aventuras.
-"Mi nombre es Zaius Atreides, mago e historiador, y estos son mis compañeros. El honorable paladín Adric, nuestro jóven clérigo Máximo, el valiente guerrero Malrick y nuestro pequeño vigía Aynab. Entiendo tu postura, nos vistes y pensaste que podrías acompañarnos en nuestras andanzas en busca de fortuna. Debes saber que esa vida es solitaria y peligrosa, llena de vicisitudes. No es una vida fácil ni agradable, pero si ya tomaste una decisión, no seré yo el que te la rebata. Si quieres unirte a nosotros, eres libre de tomar esa decisión, pero no soy yo el que debe decidirlo."
Miré a Adric esperando su intervención.
Miré en la dirección que miraba el mago. Parecía que había cierta jerarquía dentro de aquel grupo y que las decisiones las tomaba el paladín.
No creo que la vida fuera sea más dura que la vida en la ciudad si no eres un noble o un mercader. Creo que podré adaptarme a vivir fuera
No dije nada más. Esperé a que el tal Alric decidiera si podía acompañarlos o no. Decidiera lo que decidiera, les seguiría hasta fuera de la ciudad.
Si algo parecía caracterizar al tal Ceyron, es que tenía claras sus prioridades y que nada se interponía entre él y su objetivo: quería salir de Robleda y quería hacerlo con gente capaz. Así que buscó a un grupo suficientemente decente y se acercó a ellos. Al menos parece honrado. Y si Chernoye había decidido prescindir de su compañía — sin despedirse, todo había que decirlo — quizás la aparición del muchacho fuera una intervención de Ishtar para que su grupo no quedase descompensado. Nada pasa porque sí — Emprendimos nuestro camino con menos que esto, Ceyron, encantado de conocerte. No tengo inconveniente en que te unas a nosotros hasta tu destino, pero cuenta con que mientras viajamos juntos, trabajamos juntos. Si no tienes inconveniente en poner a prueba esas habilidades tuyas por el bien común, se bienvenido.
Se volvió a Zaius y Máximo con una sonrisa de complacencia en el rostro. Parecía satisfecho.
—¿Acaso no es evidente la intercesión de mi Señora? Justo cuando Malrick encuentra un problema con el que podríamos ayudar, encontramos una mano dispuesta a hacerlo —extendió la mano a Ceyron para estrechársela. Aprovechó también para ver si tenía marcas en las manos propias de un labriego o un guerrero, o cicatrices visibles que le revelaran como alguien de dudosas actividades —El asunto de la posadera debemos notificarlo a la Guardia. Pero respecto a esos mercaderes creo que es un destino ideal: vayamos a hablar con quien te ha contactado, recabemos la información posible y mañana por la mañana saldremos al alba.
Apreté la mano del paladín. La educación ante todo, sobretodo si me aceptaban sin hacer demasiadas preguntas.
No te preocupes, no soy de los que dejan tirados a los compañeros. Aquí en la ciudad nos conocemos todos y siempre nos apoyamos cuando las cosas van difíciles.
Me quedé a la espera que el grupo se moviera para seguirles. Iba a salir de la ciudad en breve y estaba emocionado.
No os había visto nunca por la ciudad. No sois de aquí, ¿no?
Obvié comentar que había gente que les vigilaba. De momento mi lealtad era más fuerte hacia Trix que hacia el grupo que acababa de encontrar. Además, de esa forma, tal vez descubriera algo de información útil sobre ellos y la relación que tenñian con Jasmine y aquella casa.
Aunque no fuera trabajo mío, me despertaba la curiosidad descubrir el porqué los habitantes de aquella casa y por rebote el paladín eran tan importante para alguien.
Lo escribo en privado para evitar metajuego :D. Pero que sepas lo que piensa el personaje sobre este pequeño doble juego.
—Soy de la casa Fell, el clan visirtano que se instaló aquí hace unas décadas —respondió, en tono comprensivo. Si Ceyron estaba habituado a sobrevivir en la calles, seguramente conocería al menos el clan. Y si no estaba habituado a las características físicas que le diferenciaban de los nativos de Robleda, su apellido sería más esclarecedor —Mis compañeros sí que son forasteros, pero tanto Máximo, Zaius como Aynab parece que no han tardado en encontrarse cómodos tras las murallas.
Estaba de buen humor y hablaba en tono relajado. Fuera lo que fuese que hubiera pasado antes de su encuentro, habría sido agradable.
—¿Y tú? Cuéntame sobre ti. ¿Cuál es tu destino?
Fell, claro. Ahora me suenan.
Si. Conozco la casa, pero no te había visto nunca por aquí.
Lo miro de reojo para ver si era verdad lo que me decía.
De mí no hay mucho que contar. Mis padres eran mercaderes aquí en la ciudad, pero se arruinaron y nos abandonaron a mi hermano y a mí. Mi hermano se dedicó a trabajar y me dejó un poco a mi aire por la ciudad y me he criado en las calles. Ahora mi hermano dirije la botica y no le veo demasiado. Intento no cruzarme con él. Nuestro vínculo se debilitó durante los años que él solo trabajaba y yo estaba en la calle. Vivíamos juntos pero apenas nos veíamos y la relación se murió.
Quería que supiera que conocía bien la ciudad y que estaba hablando con alguien realmente autóctono de Robleda.
—¡Ah, la botica! ¿Cartel verde? ¿Cerca de la curtiduría? —Adric miraba al aire, como visualizando el lugar en su cabeza —Creo haber estado cuando era más joven. Luego cuando el comercio se restableció, sí que no nos hacía tanta falta.
Posó su mano en la de Ceyron con delicadeza y le miró con gesto serio y sincero.
—Siento lo que sucedió con tus padres, que tú y tu hermano saliérais adelante es una gran muestra de fortaleza.
Sí. Bueno. Pero ya la ciudad se me hace pequeña. Necesito algo de más libertad.
Miro a los ojos de Adric.
No me entiendas mal. He vivido muy bien aquí, pero necesito ver algo más de mundo que estos muros que rodean Robleda.
¿Y tú? No recuerdo haberte visto por la ciudad. ¿En serio estás relacionado con la casa Fell?
Si no fuera porque los necesito... Pensé mientras se había desatado una charla tan larga que involucró a un perfecto desconocido a formar parte de este grupo. Le quedé mirando fijamente todo el tiempo que habló porque apareció de la nada y dejor que nos estuvo espiando para saber que habíamos estando hablando y no era algo que uno hiciera normalmente pero como suele pasar con este grupo, ni se tomaron la libertad de escucharme. Por ello seguí con un gesto adusto para responderles. - El que quiere intentar hacerlo es el mismo del asalto a la caravana. Si lo arrestan, no vamos a saber donde va a hacer el golpe. Se va esta tarde si no participo de la violación. En ese caso se queda con gusto hasta la noche. - Termino diciendo con asco ante la propuesta.
Ceyron, retirá a Iseuld de los mensajes porque no está con nosotros por ahora.
La afirmación de Ceyron le pilló por sorpresa, puesto que no había más jóvenes visirtanos en Robleda. Parece que hemos pasado más desapercibidos de lo esperado —Ahora mismo viven aquí sólo mis padres, aunque hace años también vivíamos mi hermano y yo. Nacidos y criados tras estas murallas —señaló una pequeña portezuela baja, diseñada para entrar los barriles en una bodega. —Allí me rompí mi primer diente, no calculé bien la altura.
—Ahora que yo sirvo a mi Señora, sólo están ellos dos. Pero no les va mal, disfrutan de la vida que han ganado honradamente.
Seguramente corríamos por otras calles de la ciudad cuando críos y de adultos nuestros caminos nunca se habían encontrado.
Miraba donde me mostraba de suis andanzas de pequeño. No me había movido demasiado por la zona rica de la ciudad si no era para hurtar alguna bolsa. Y no miraba practicamente a la cara de los incautos que dejaban sus bolsas descuidadas.
Bueno, de todas formas, encantado de conocer a un Robledano que vuelve al hogar.
Estaba atento a la charla informal de Adric y Ceyron cuando Malrick volvió a comentar el asunto que nos había dicho antes. La verdad es que no le entendía bien lo que quería decirnos, era un hombre parco en palabras y no se explicaba con claridad.
-"¿Dices, Malrick, que tienes que participar en esa violación? ¿Y que el tipo que la va a cometer después se irá a asaltar una caravana? Si te he entendido bien, deteniendo a ese tipo, evitamos las dos cosas. ¿O en el asalto a la caravana, él es uno de los asaltantes? Si es así, deberíamos apresarle y obligarle que nos diga dónde tienen pensado perpetrar ese asalto. Y cuántos y quiénes son sus compañeros."
Me quedé mirándole fijamente, esperando que me diera más información.
Me habían dado vuelta cada palabra de las que les había dicho y ya no sabía que responder, me vi obligado a seguir explicando para que me entendieran. - El se va temprano si no atacamos a la chica, si lo hacemos se iría mucho más tarde. Y si, es uno más del montón. ¿Vienen?. - Les terminé diciendo a todos los presentes evitando mirar al extraño cuando iba hablando por más que el resto ya le había tomado en confianza.
Las palabras del que se llamaba Malrick me resultaron bastante extrañas. No tenían ningún sentido para mi. Levanté las manos en señal de desaprobación.
¿Hay que atacar a una chica? No creo que eso sea correcto, amigo. O no he entendido bien el plan y el objetivo.
Me quedé un tanto perplejo de que quisieran atacar a una chica para que un tipo que asaltaba caravanas se fuera más tarde de la ciudad. La cabeza estaba empezando a dolerme un poco.
Pareciera que Malrick hubiera bebido de más, porque ninguno de los presentes alcanzaba a comprender qué demonios pretendía decir. Y lo poco que Adric entendió encajaba con lo que Ceyron dijo — que por otro lado, por ahora había demostrado tener buenas intenciones por su respuesta y lo que Zaius había destilado —Es decir: un tipo quiere participar en un asalto a una inocente. Si no le ayudamos, se va de la ciudad inmediatamente para participar en una emboscada a una caravana... Entonces está claro: Vamos a detener a ese hombre y a sonsacarle la información.
El cómo había obtenido Malrick esa información, el por qué habían pensado que era un buen activo para sus planes y el motivo por el que no le había roto la nariz en ese preciso momento, quedaban por resolver. Al menos, el guerrero había decidido seguir la senda luminosa de Ishtar.
—Llévanos a donde habías quedado con él. Aclararemos esto inmediatamente.
Cuando el extraño me respondió fue la gota que derramó el vaso. - ¿Quién te dio vela en este entierro?. - Mis manos se cerraron ligeramente porque tenía ganas de sacarme toda la frustración de encima y este sujeto era el más indicado si no cerraba la boca.
Mi sorpresa llegó por parte de Adric que se mostró resolutivo con la intención de ir para hablar con el tipo. Asentí con la cabeza y busqué cerrar tanta charla que había generado un enorme dolor de cabeza. - Estará en la plaza una hora antes de que cierren las puertas. - Miré al cielo buscando orientarme de que hora era para saber si estábamos o no cerca de la hora señalada.