Partida Rol por web

Paplin pone una cara de que quizas metio la pata, sin querer queriendo "uy, no debi tocar nada...! y ahora que hare? almenos ser agarrado por un gran dragon es una anecdota linda pa mi familia..."

 Paplin, intenta no sentirse asustado y dice, mientras es agarrado "pero que divertido...! y asi dicen que los dragones son tan malos? y por que son malos, si siendo tan poderosos pueden ser buenos?" haciendo una mezcla de confusion y preguntas filosoficas simples de niños... como quizas, de cualquier persona grande que pudiera reflexionar...

 con un poco de tartamudeo comun en algunos niños "y.. y... a los dragones les gusta la musica y el baile?", pensando en quizas hacer unas pequeñas interpretaciones y asi no solo alegrarse sino tambien a los otros y de paso, SU PROPIO PELLEJO...

Al regresar veo que el dragon se habia movido un poco, talves quizo atraparme y correr tras de mi, pero por suerte soy pequeño y rapido, asi que solo volvio a acostarce...

Estoy escondido y veo a mis amigos en sus grandes garras, no sabia exactamente que hacer, asi que busco algo alrededor que me pueda ayudar.

En eso veo una pieza del tesoro como ninguna, una que me podria ayudar de verdad, era un tridente de oro, era bellisimo como todo el tesoro que habia en el lugar

Asi que planteo mi tactica, sabia que era muy debil para intentar atacar al dragon, asi que descarte esa idea, tome el tridente y me di cuenta que pesaba mucho, bueno! quizas no tanto, pero tampoco podria lanzarla sobre el dragon, todavia soy muy pequeño para eso... Derrepente como un rayo, vino una nueva idea a mi cabecita, tomaria como pudiera el tridente y caminaria sigilosamente hasta la cola del dragon, el cual estaba acostado, asi que por detras no me notara, como pueda levantare el tridente usando loque tengo de fuerza, y la clavare a su cola, eso lo hara retorcerce y soltara a los chicos, luego lo que debo hacer es salir de esta horrible casa corriendo junto a ellos hasta que podamos decir, "Estamos a salvo!"

- ¡Al fin te tengo, pequeño ladrón! – rugió triunfal el dragón al sujetar a David y hacer que se reuniera con sus amigos en su puño. Una vez con los niños apresados, el dragón se dirigió triunfal hacia otra parte del gran salón, mientras le decía a Paplin:

- ¿Me estas llamando a mi, un dragón dorado, un dragón perverso? ¡Ja! ¡Soy el guardián de este tesoro! ¡Aquí los malvados son ustedes, pequeños ladrones, y este pequeño cobarde traicionero! Pero tengo el remedio para eso. Van a pasar una larga temporada en mi bola de cristal, donde encierro a los ladrones, hasta que el mago regrese. Y si, a los dragones nos gusta la música y el baile – dijo el dragón sosteniendo a David por una pierna con mucha delicadeza y luego dejándolo caer poco a poco dentro de una gran esfera negra, donde se veían revolotear formas fantasmales.