INTRO
El propietario de una casa apartada del núcleo urbano de Arkham ha solicitado los servicios del investigador privado Kenneth Heath para alcanzar a comprender los misteriosos acontecimientos que han tenido lugar en la casa y poder dejarlo todo en orden, ya que pretende ponerla en renta.
Comenta que su último inquilino, Mr Mccaire, sufrió un grave accidente y al poco enloqueció de forma violenta, siendo internado a continuación. Hace aproximadamente un mes, su esposa enloqueció también. Ambos balbuceaban acerca de una aparición y contaban sucesos inexplicables que tenían lugar en la casa, especialmente en la planta superior. También dice que la propiedad se ha ganado fama de casa embrujada, lo que le perjudica como negocio.
Lo que el propietario pretende es demostrar que los rumores son infundados, y así poder seguir alquilándola con suma tranquilidad.
Así pues, Kenneth Heath se pone rápidamente en contacto con sus buenos amigos y colegas de investigación. El profesor Albert Nilmarth de la Universidad Miskatonic, y Francis Morgan, científico de dudosa reputación residente en Arkham.
RESUMEN
Los investigadores se reúnen en la oficina-despacho del detective privado Kenneth Heath, apareciendo también Lisa Heathrow**, conocida periodista local y amiga personal del profesor Wilmarth. Tras debatir las primeras pistas dejadas por el propietario de la casa, deciden ponerse en marcha e investigar acerca de la propiedad antes de encaminarse hacia ella. No hace mucho que pasó la hora de comer, y el sol aún ilumina el pueblo de Arkham desde lo alto del cielo.
El profesor Albert Wilmarth propone visitar la biblioteca de la Universidad Miskatonic, donde ejerce de profesor y dispone del suficiente crédito como para acceder a ella sin problemas. Por suerte Kenneth posee un coche, un Ford de hace cuatro años lo bastante grande como para albergar a los cuatro investigadores.
El tramo hasta la biblioteca de la universidad no resulta largo y mientras llegan pueden observar cómo el sol comienza a desaparecer tras el horizonte, dejando tras de sí un cielo anaranjado plagado de pequeñas nubes. La tarea de investigación da comienzo, y aunque en un principio no saben por dónde empezar, pronto consiguen sonsacar información antigua referente a la casa. Lisa Heathrow descubre que fue creada por un comerciante en el tercer cuerto del siglo pasado, cayendo éste enfermo y vendiendo la propiedad a un tal Walter Maarsten. Durante los siguientes años, este propietario parece tener serios problemas de convivencia para con el vecindario. Los investigadores encuentran varios recortes de querellas de los vecinos contra el tal Maarsten, aunque no consiguen ganarlo. A finales de siglo, aparece una última querella en contra de que el señor Maarsten pueda ser enterrado en su sótano, tal y como especificaba éste en su diario.
Las sospechas de los investigadores son precavidas y cargadas de excentricismo, pero parecen satisfechos con la información recogida, por lo que deciden partir hacia la casa encantada bajo la mortecina luz de la luna. No se habían dado cuenta, pero la intensa búsqueda en la biblioteca les había hecho perder unas dos horas, y ahora la noche era cerrada y oscura.
La casa encantada
Hay un pequeño sendero de tierra que lleva de la carretera, sin asfaltar, a la entrada de la casa a través de un jardín cubierto de malas hierbas y árboles medio caídos. A ambos lados de la residencia hay entradas que dan a la parte de atrás.
Las cortinas de las ventanas impiden la posibilidad de ver lo que hay dentro de la casa, provocando una sensacion misteriosa y amanazadora.
La puerta aparece cerrada con un sucio felpudo en su base que da la bienvenida al personal en ingés. Lisa y Francis discuten sobre cómo entrar, a falta de de haber pedido una copia de las llaves al propietario de la casa. Un rápido vistazo alrededor muestra al profesor Wilmarth acercarse a la ventana de la izquierda de la entrada e intentar divisar sin éxito su interior. Intenta golpear distraídamente la ventana, pero rápidamente es reprendido y vuelve a la entrada. Lisa sonríe al resto mientras observa el felpudo, segura de encontrar bajo ella una llave que permita el acceso a la casa. Su sorpresa no puede ser mayor al encontrar cientos de asquerosos bichos y no hallar ninguna llave, con lo cual suelta de mala manera el felpudo mientras se esfuerza por no vomitar.
Mientras tanto, el intrépido detective privado optó por rodear la casa en busca de alguna entrada secundaria, dando con ella en uno de los laterales de la siniestra casa: una entrada semienterrada bajo la maleza y bien cerrada con un candado con reforzado doble. Kenneth saca entonces unos ganchillos unidos con un llavero y se pone manos a la obra, haciendo gala de buenas habilidades y sonriendo para sí al escuchar el "click" de apertura del candado. Kenneth grita a sus compañeros, que no tardan en acudir y descubrir la entrada escondida.
Por fin consiguen entrar en la casa. Se encuentran en la planta baja, en un viejo trastero con restos de carbón, unos simples abrigos y unos paraguas. Francis el excéntrico recoge uno de ellos, creyendo que le será de utilidad. Los investigadores comienzan entonces a registrar la oscura casa. No hay electricidad, por lo que la única iluminación ahí dentro consta de un farolillo que lleva el detective Ken y el débil reflejo de la luz de la luna. En otro trastero encuentran un viejo y mohoso diario que perteneció al señor Maarsten, pero resulta apenas legible entre los garabatos extraños y la oscuridad reinante, así que se lo guardan. El salón dispone de una gran mesa rectangular aún con la última cena servida, la cual desprende un olor tan insoportable que el detective intenta abrir una de las ventanas. Esta se encuentra literalmente pegada a su base, pero qué ?... pensó el detective, que con fuerza tira de la ventana hacia arriba y finalmente consigue abrirla, no sin antes haberse retorcido los dedos de la mano con mucho dolor. Entonces, de repente, un sonido grotesco y espeluznante proveniente de la planta superior provoca en los investigadores una sensación escalofriante que les recorre toda la médula espinal. Se lanzan corriendo al piso superior, donde encuentran la fuente de tales golpes, una habitación semiabandonada.
La habitación contiene el armazón de una cama con los muelles al descubierto y una cómoda frente a una ventana que da al exterior. Se encuentra en desuso y se parece a los otros dos dormitorios de la misma planta. Una vez todos dentro, registrando la habitación, la puerta se cierra con un golpe sordo y el armazón de la cama comienza a temblar por sí solo. Del techo comienza a emanar un charco de sangre oscura y espesa que gotea en una especie de macabro rito manchando el suelo polvoriento. De la ventana comienzan entonces a aparecer unos extraños símbolos con un sonido estridente. El profesor Wilmarth, de edad avanzada pero corazón valiente, se lanza a la ventana para comprender sus extraños y misteriosos símbolos, sin percatarse de que el armazón de la cama se acerca a él golpeteando el suelo desquiciadamente, acaso pretende tirarlo por la ventana ? El resto de presentes en la habitación parecen avisar al profesor, quien hace alarde de una destreza sin igual saltando y evitando que el desastre se consumiera. Tras ello todo queda en silencio, y un manojo de llaves cae al suelo desde la cómoda. Lisa tiene razón, se trata de las llaves que llevan al sótano.
Un poco desquiciados, se proponen entrar al sótano. Los candados de la puerta que impedían el paso se abren con un ligero click, y unas largas y estrechas escaleras llevan hacia abajo. Éstas ceden al pisotearlas, por lo que llegar hasta la puerta se convierte en una acción de habilidad al tener que trepar hasta ella. El bueno del detective decide indagar en un pequeño trastero situado en una esquina, pero lo único que consigue es "despertar" un viejo cuchillo con extraños símbolos grabados y una especie de concha rodeando la hoja que no es otra cosa que sangre reseca de anteriores víctimas. El cuchillo tiene vida propia, y tras asestar varios cortes a Francis y Kenneth, el profesor consigue atraparla bajo un viejo cubo de basura. El peligro había pasado, de momento...
Tras quellos tensos momentos, y unidos a los acontecidos en la habitación de la planta superior instantes antes, Lisa Heathrow quedó en estado de shock, atrapada en su propio temor y golpeándose la cabeza con las manos en repetidas ocasiones mientras murmura, No está pasando, no está pasando...
El resto de intrépidos investigadores observan que el muro izquierdo del sótano está hecho de madera, así que, agarrando algunos instrumentos propios de obra, como una pica o incluso un paraguas (el que recogió Francis Morgan al acceder a la casa), tiran abajo la pared. Al descubierto queda un espacio vacío tras el cual hay un muro de madera con los tablones perfectamente ajustados. De este hueco emana un asqueroso olor debido a la cantidad de ratas que anidan en él. Estas ratas salen en bandadas hacia ninguna parte provocando el nerviosismo en los presentes... falsa alarma, apenas unos mordisquitos al profesor. De nuevo, pared abajo, accediendo a una nueva habitación. Sobre una plataforma situada en el centro de la habitación yace inmóvil y aparentemente muerto, el señor Maarsten. El suelo es de tierra y en el rincón sureste hay una mesa que tiene varios papeles arrollados sobre ella. Rápidamente, Kenneth intenta cogerlos, pero estos se convierten en polvo y en un suspiro desaparecen, cuánto tiempo llevarían ahi ?
El señor Maarsten, o mejor dicho, lo que queda de su cadáver, es una criatura flaca y desnuda, de figura descolorida, inexpresiva y arrugada, que mide más de metro ochenta. Tiene unos ojos horriblemente grandes y abiertos, y una nariz que recuerda al filo de un cuchillo. Ha perdido todo el cabello y sus encogidas encías hacen que sus dientes parezcan muy largos. De él emana un olor intenso, dulzón, parecido al del maíz podrido y capaz de revolverle el estómago a cualquiera. Curioso como ninguno, el profesor Wilmarth se acercó al cadáver con intención de registrarlo, pero éste se levanta de pronto golpeándolo brutalmente. Francis Morgan apenas puede creerlo, pero consigue contenerse y sube a la planta superior para recoger los crucifijos del salón, un paraguas, y un sombrero... Pero en el sótano empeoraban (como no) las cosas. El detective tuvo la brillante idea de levantar el cubo bajo el cual reposaba apaciblemente el horroroso cuchillo, y claro, éste orbitó a Kenneth y le atacó, desangrándolo hasta casi matarlo. Suerte que Lisa tuvo un impulso heróico, saliendo por unos instantes de su locura, y encerró al horroroso cuchillo de nuevo en el cubo, de donde nunca debió volver a salir. Mientras, el profesor Wilmarth, también medio desangrado a causa de las múltiples heridas provocadas por los golpes del muerto-viviente, conseguía en un acto de extrema habilidad (como ya nos tiene acostumbrados) evadir el cadáver del señor Maarsten y escapar de la oscura habitación. Pero éste último no tenía intención de volver a acostarse, y con extrema lentitud consigue abalanzarse sobre Kenneth y Wilmarth; parece estar a punto de sacarle los ojos a alguno de ellos cuando... saltando cual saltamontes por una pradera, Francis Morgan hace acto de presencia en el sótano con su sombrero nuevo, cargado de cruces hasta en la boca y, pro supuesto, su paraguas. Las cruces no sirven de mucho, pero con el paraguas consigue evadir al detective Kenneth de las garras del no-muerto y, sin pensarlo, vuelve a trepar hacia la salida poniendo pies en polvorosa. Hasta arriba solo consigue subir también el detective, cuyos disparos de revólver no impiden que observe, junto a Francis Morgan, cómo el cadáver del señor Maarsten hace estallar grotescamente las cabezas del profesor Wilmarth y de Lisa Heathrow presionándolas brutalmente con ambas manos. Ante tal espectáculo, ambos salen por patas fuera de la casa hasta el ford del detective, que por suerte arranca a la primera, dejando tras de sí un polvoriento primer plano de la casa, cuya puerta se cierra lentamente, haciendo el característico ruido de las casas antiguas...***
FIN
* Por desgracia tuve que refrescar varias veces el chat por lo que no se me guardó el LOG :(
** Heathrow, no recuerdo el apellido de Lisa.
*** Creo que mencioné esa frase 10 o 12 veces durante la partida.