PRÓLOGO
Turno 0
15 de septiembre de 1920
Las olas rompen contra el casco del 'Mauritania' mientras surca el mar con dirección a Nueva York. Según lo previsto pasado mañana al amanecer llegaréis a puerto, hasta entonces podrás disfrutar de la estancia en el lujoso barco.
Paseas por la cubierta entregado a tus pensamientos hasta que te das cuenta de que todo el mundo se dirige apresuradamente hacia la zona de babor. Extrañado miras al horizonte y buscas el motivo de la excitación. La respuesta flota a cierta distancia de la quilla del buque: parece una balsa de salvamento perdida a la deriva. Mientras te esfuerzas en distinguir algún movimiento en su interior te das cuenta que el barco detiene su ritmo poco a poco. Te haces un hueco entre el bullicio para contemplar el espectáculo: un grupo de marineros monta en una de las barcas de salvamento y comienza a arriarla. La gente está cada vez más animada. 'Dicen que el vigía ha visto a alguien en la balsa', comenta una señora que se apoya a tu lado.
Los marineros alcanzan finalmente el bote, y te parece distinguir como cogen a alguien y lo trasladan a la lancha de salvamento. La gente, de forma espontánea, irrumpe en aplausos. Dejando el bote a la deriva la expedición de salvamento vuelve hacia el barco. Una creciente excitación recorre a la multitud, que se lanza hacia el lugar por el que izarán la lancha. Sin poder evitarlo eres arrastrado por la masa hasta casi alcanzar la primera línea. Te sientes mareado por la presión de todos esos cuerpos a tu alrededor, pero no puedes hacer nada para retroceder.
Finalmente izan el bote. Cuando llega a vuestra altura la gente detiene sus murmullos. Todos observan atentamente la escena. Los seis marineros que fueron en la lancha bajan a cubierta llevado casi a rastras lo que podría definirse como la caricatura de un hombre. Es alto y extremadamente delgado, sin duda debido a las penurias del hambre y la desesperación. Por fortuna va cubierto por una manta, que tapa su cuerpo esquelético; pero sus enormes ojos negros miran aterrados a su alrededor. Ni siquiera parece reconocer a la gente. Mira más allá, en busca de algo lejano y terrible, como si temiese que en cualquier momento llegase algo inimaginable.
Apartas estos pensamientos, debidos sin duda a lo impactante de la escena, y pronto te das cuenta de que el grupo ya ha desaparecido en el interior del barco, acompañado por el capitán. El último de los marineros, que carga con una mochila cuyo aspecto raído indica su pertenencia al náufrago, cierra la puerta tras de sí. Otro impide el paso a los curiosos.
La gente vuelve a sus paseos, excitada por el nuevo tema de conversación. Tú te apoyas en la borda y buscas con la vista el bote del náufrago. Te sorprendes al no encontrarlo flotando a la deriva. Al parecer se ha hundido. El 'Mauritania' ruge y las olas rompen nuevamente contra su quilla. Continuáis hacia Nueva York. Supones que el tema principal de las conversaciones, hasta arribar en puerto, será el náufrago solitario. Esta noche, en la cubierta principal, se prepara una fiesta de despedida. Supones que en la entrecubierta se organizará otra fiesta alternativa.
Todo el mundo disfrutará de las últimas copas antes de entrar en América...
REGLAMENTO
En los años 20, el pasatiempo más popular entre la gente adinerada era viajar, y no existía nada más fascinante e 'in' que viajar en un gran trasatlántico. La alta sociedad alternaba entre Europa y los EEUU mediante estos navíos, auténticos reyes de los mares, mientras que la clase segunda y tercera permitían a los menos acomodados cruzar cómodamente el Atlántico. Para los pobres que precisaban volver a casa o emigrar quedaba el entrepuente.
El 'Mauritania' era el barco más lujoso de la época, construido con todas las comodidades posibles e imaginables. Él y su barco hermano, el 'Lusitania' (hundido durante la Primera Guerra Mundial) eran sendos hitos de la navegación oceánica, siendo los navíos mayores, más rápidos y más lujosos del momento.
Los pasajeros de primera disponían de camarotes panelados en madera, salones y salas de fumadores espaciosos y lujosamente decorados, música de cámara y camareros para cualquier necesidad. Los pasajeros de segunda y tercera disfrutaban de muchos de los servicios antes citados, pero a menor escala. Los pasajeros de entrepuente estaban, como en la mayoría de los navíos de la época, hacinados e incómodos, pero les salía relativamente barato.
El sueño de todos era ocupar una 'suite' en la cubierta principal, para relajarse en el crucero entre la salvaje Nueva York y la reposada Londres.
Un camarote normal en cubierta A o en la cubierta principal cuesta 400$ por persona, incluyendo las comidas y franquicia del equipaje. Los servicios no incluidos en el coste del pasaje los cobran los camareros al desembarcar, antes de entregar el equipaje.
Los pasajes de segunda cuestan 250$ y los de tercera 200$.
Datos extraídos de 'El Manicomio y otros relatos', de Chaosium Inc.
No hay ninguna referencia más a las reglas en esta introducción. Como turno tienes que enviarme lo que harás desde las 20:00 de hoy (día 15) hasta el amanecer (8:00 AM) de mañana. Como puedes ver éste es un turno cortito...