Partida Rol por web

Jeremy baja. Y cada planta que baja, parece un nuevo desastre: agujeros en el suelo por donde pasó Asher. Finalmente, el último agujero está en el salón, cerca de donde vieron a Kimani por última vez. 

De momento no hay forma de bajar más aún, se da cuenta Jeremy justo al lado de la puerta cerrada con 4 cerraduras. 

Kevin registra el desván en busca de un palo o algo alargado para poder manipular las manos de la anciana muerta. Al final encuentra unas tijeras de podar. Algo es algo, aunque pueda desembocar en más sangre. 

Justo antes de que Kevin abriera las manos de aquella muerta, todos los que se encontraban en el ático pudieron percibir una suave ráfaga de aire, acompañada de un ligero aroma a jabón de lavanda. Poco a poco, a un lado del joven apareció sentada sobre sus talones Kimani. Translucida y rodeada de una extraña iridiscencia lo miraba con gesto preocupado.

- Asher está en el sótano con Él. Tiene zombies pero están en jaulas. Vosotros sois más. Seguro que podrás pensar algo con Jeremy y Phil - elevó la mirada un segundo hacia la pelirroja, luego tendió la mano hacia Kevin pero pareció arrepentirse y la recogió avergonzada - Gracias por... hacerme sentir especial -

Aquello era más de lo que Madison podía aguantar, así que se puso a gritar de nuevo como loca, se dio la vuelta y empezó a bajar las escaleras rápidamente, sin dejar de gritar, agitar las manos y patalear con fuerza cada escalón, como si aquella fuese la única manera de salir de allí.

Llegó a la planta de abajo y se fue directamente y sin detenerse a la puerta de la calle, para a continuación, empezar a tirar de ella, aún a sabiendas de que era imposible abrirla.

-¡Quiero salir de aquiiiiiiiií!

Phil observa con cierto temor las tijeras de podar de Kevin, que a priori su compañero va a usar para...

-¿Va-va-vas a cortarle los dedos a la abuela? -preguntó al oscuro joven, totalmente horrorizada, aunque sabiendo que era la única forma que aparentemente tenían de encontrar la llave.

Aunque eso no fue lo más peculiar de la situación. Phil estuvo a punto de dejar escapar un grito de terror al ver al espíritu de Kimani. Lejos de asustarse, la pelirroja sintió cierta sensación de tranquilidad al ver que, pese a su trágica muerte, Kimani no parecía un espíritu peligroso, sino que estaba haciendo todo lo que podía para ayudarles a escapar de aquella casa.

-Gra-gra-gracias... -dijo la nerd, con lágrimas en los ojos-. No debí haberte dejado en la planta de abajo. Si tú no hubieras abierto ese cajón, ahora... estarías viva. -Se dirigió entonces a Jeremy y Kevin, dado que Madison había huido, presa del pánico, hacia la planta inferior-. A-a-asher está vivo. Te-te-tenemos que conseguir la llave y salvarlo de-de-de esos zo-zo-zombies... -Hasta donde ella sabía, los zombies sólo existían en las películas de George Romero, pero, ¿era posible que alguien hubiera encontrado la forma de resucitar a los muertos?-. Ke-ke-kevin, ¿te ayudo con la tijera?

Bajó desesperadamente en busca del cuerpo de Asher pero se detuvo en el salón. Por ahí no podía bajar, no sin arriesgarse a romperse algo o a activar alguna trampa, o a saber. Frustrado, miró hacia abajo con el nerviosismo agitando su corazón.

-¡Asher! ¡Asher, contesta por favor! - gritó posando su mirada en la oscuridad del sótano que se había tragado a su amigo. - Dinos que estás bien - murmuró sin fuerzas. A quién quería engañar, si el grandullón no estaba muerto después de aquella caída, estaría agonizando.

Se fijó en la puerta de los cuatro candados, dándose cuenta de que allí no haría nada útil, pero no pudo evitar bajar para intentar ayudarle. Así que volvió a subir al tiempo que escuchaba lo último dicho por Phil. Seguramente la pelirroja no se había dado cuenta de la desaparición momentánea de J.J. - ¿Tijera? Oye, acabad lo que estéis haciendo aquí, Asher necesita ayuda y me temo que para llegar hasta él hay que pasar de una vez esa puerta llena de candados - estaba claro que no había llegado a ver el espíritu de Kimani al haber vuelto justo después.

Cuando intentó abrir las manos de aquella vieja con la tijera no se esperó para nada lo que apareció ante él. Al principio pensó que era una visión causada por el cansancio, luego se repitió que estaba loco por todo lo vivido. Pero tras controlar la respiración, aceptó que lo que veían sus ojos era verdad. Kimani le miró con una sonrisa.

Paralizado por la emoción, escuchó lo que tenía que decirles ¿Emoción por ver que había vida más allá de la muerte como siempre había creído? ¿O era por volver a ver a la única persona que había llegado a apreciar en este absurdo mundo? No sabría decir.

Finalmente escuchó sus últimas palabras y su corazón le dio un vuelvo. Instintivamente acercó la mano a la de Kimani, pero solo tocó el aire.

- Eres especial – No podía dejar de mirarla, como hipnotizado. La dedicó una sonrisa, la primera sonrisa sincera que hacía en su vida – Gracias… por todo. – No se refería solo a la información, era algo más profundo y sentido. Vivía sin ilusión ni interés. Pero ahora… ahora sabía que había personas especiales. Y una de ellas había visto su vida terminar demasiado pronto. Sentía que debía vivir por ella, por la vida que Kimani no había podido vivir.

Poco a poco su imagen se difuminó y la realidad le golpeó con fuerza. Una lágrima resbaló por su mejilla. Y Madison lanzó un alarido y salió corriendo.

“Como no”

El graciosillo apareció en la puerta instándonos a bajar corriendo para ayudar al fortachón quien, por lo que nos había dicho Kimani, seguía vivo. Pero algo se le escapaba al apremiante compañero.

- Está más allá de la puerta del sótano. Necesitamos la llave, solo así podremos entrar. Así que no corras tanto. Debemos encontrarla. –

Kevin se giró hacia la pelirroja.

- Ayúdame, si la llave está aquí debemos darnos prisa. Y… debemos pensar en lo que nos ha dicho Kimani. Debemos pensar en algo contra esos… zombis. –

Otro día, hablar de zombis hubiera sonado raro, pero ahora, tras haber visto un fantasma, casi sonaba baladí.

Phil asintió a las palabras de Kevin y, situándose a espaldas del cadáver de la anciana, intentó sujetar sus brazos y tratar de separarlos para que su oscuro compañero pudiera cortar. Estaba asqueada. No sólo por el insoportable hedor a podredumbre que emitía el cuerpo de la mujer, sino también por el hecho de que Kevin tuviera que cortar dedos para tener que llegar a agarrar lo que la anciana podía tener entre manos. Tenía la sensación de que se echaría a vomitar de un momento a otro.

-¡J-J-J, ve-ve-ven a ayudarnos! -le pidió al afroamericano, sabiendo que tendría más fuerza que ella en las manos. Sintiendo que iba a echar la papilla por la boca, se apartó ligeramente de la anciana y decidió agarrar sólo uno de los brazos. Con suerte, entre los dos podría separárselos-. Tu-tu-tú eres más fuerte...

A Madison le costó tranquilizarse, pero cuando vio que no podía salir, y recordó que todo el mundo estaba arriba y que ella se había quedado sola, su cerebro volvió a funcionar.

No por mucho tiempo, claro. Estar sola, en una casa misteriosa y oscura, con un perro asesino y el cadáver de una vieja arriba no podía dejarle indiferente a nadie, así que volvió a gritar con todas sus fuerzas.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!

Estaba acelerado, no había tiempo que perder, de ahí que quisiera que bajarán de una maldita vez con las llavecitas del demonio para poder ir a por él, pero con lo que no contaba era con la muerta. Ya tenía sentido el mal olor del lugar, no era que alguno se le hubiera escapado el miedo por las posaderas.

- Kimani? - no quiso decir nada más, porque me estaba imaginando que se les había aparecido o que ya empezaban a a alucinar. Sea lo que sea yo no lo quería saber, aún quería mantener la cordura pues Ash nos necesitaba. - Ayudarte a... - Alargó la última palabra pero no hizo falta que me respondieran, ya sabía qué hacer y me entró cien escalofríos. Pero para ese caso no hacía falta fuerza, sino maña. - Dios....Dios,Dios,Dios - Me acerqué cautelosamente hacia la muerta, solo fijándome en sus manos para controlar el miedo que sentía y eché mano a las herramientas que había usado anteriormente para hacer aquella trampa qué por fortuna no hizo falta utilizar. Me arrodillé frente a sus manos y me pude a usarlas haciendo un poco de palanca y otras maniobras para liberar lo que tuviera la vieja en sus manos.

A pesar de los hechos de aquella noche, un cadáver sigue siendo un cadáver: Jeremy no tuvo que esforzarse mucho para abrirle las manos, mostrando la última de las llaves que necesitaban.

-¡La-la-la llave! ¡Por fin! -exclamó la nerd, agarrando la llave que se encontraba entre las manos de la anciana.

Tomando el pequeño objeto, retrocedió sobre sus pasos y le hizo un gesto a Kevin y Jeremy para que salieran del ático de forma lenta y sin pisar demasiado el suelo. Asher ya había caído y lo peor que podía suceder es que alguien más cayera justo tras él.

-A-a-alguien debería ir a buscar a Madison -sugirió, temerosa, oyendo los gritos de la animadora mientras golpeaba la puerta. Mientras hablaba, la pelirroja se encaminaba hacia la puerta del sótano en la primera planta, para introducir la llave en el último candado-. Si está sola, po-po-po-podría atacarle ese loco que anda suelto.

Madison tardó un poco en tranquilizarse, aunque a base de pulmones y respiración agitada, y darse cuenta de que no había más camino que abrir la puerta del sótano, logró relajarse poco a poco. Entonces miró hacia arriba buscando al resto de compañeros. Sin Ash se sentía desnuda, como si de verdad hubiese perdido algo importante.

¡Ahora no tenía a nadie que la protegiese!

Rápidamente se acercó a la escalera y llamó en voz alta.

-¡Eh, vais a bajar o qué! ¡E-esto está muy oscuro!

Con dificultad, logró que la saliva que se le había empezado a acumular en la garganta descendiera y colocó un pie en el primer escalón... por si acaso debía subir a toda velocidad.

Cuando abrió los dedos de aquel cadáver, Kevin contuvo el aliento y aguardó manteniendo la respiración. 1 segundo, 2 segundos. Nada ocurrió. Casi se sintió decepcionado. Casi. Pero nada ocurrió y ahí estaba la llave, brillando. Observó como Phil la cogía y se la guardaba.

- Ya está –

De pronto, al entender que ya tenían todo lo necesario para ir abajo, sintió medio ¿No era lo que buscaban? Pero las palabras de Kimani resonaban en su mente.

“Tiene zombies”

Parecía una locura y sin embargo cierta. La voz de Madison le hicieron dar un respingo. ¿Por qué no podía no gritar?  La pelirroja sugirió ir con ella para evitar que la atacaran. Por un instante casi lo deseó. Pero se imaginó que debía hacer lo que decía aquella joven.

- Vale, vamos. – se encaminó hacia la puerta – Pero seguimos teniendo el problema de lo que nos espera ahí abajo. Zombies. Aun me cuesta creerlo, pero teniendo en cuenta que ha sido un fantasma quien nos lo ha dicho, sería absurdo remarcar que “cosas así no existen”. Si tenemos que guiarnos por lo que se conoce de la cultura popular, el feugo suele ser lo más efectivo. ¿Alguien tiene mechero? Si podemos prenderlas, las cortinas y algún trozo de ladera bien nos pueden servir para ello. –

Comenzó a bajar las escaleras para reunirse con la animadora.

Y ahí estaban. Enfrente de la puerta de las cuatro cerraduras... con las cuatro llaves. Les había costado encontrarlas, al menos una baja y no sabían cuántas más, pero iban a salir de alli, y serían capaces de contarlo... aunque no estaban seguros de querer hacerlo. 

La radio en silencio. ¿Quién la habrá apagado? Kimani en el salón, aunque ya sabían que la chica había "cruzado", significase lo que significase; y un gran agujero en el suelo y techo, producido por el quarterback al caer desde el desván. 

Los cuatro jóvenes que aún quedaban del grupo estaban en el vestíbulo, con llaves y ganas de salir. ¿Qué pasaría a continuación?

Phil quería abandonar aquella mansión lo antes posible y, en esos instante, sabía que la única posibilidad que tenían de hacerlo era bajando primero al sótano. La idea de que hubiera zombies le aterraba y su mente racional le decía que aquello no podía ser real, pero después de haber escuchado la voz de Kimani y de haberla visto como fantasma, empezaba a creer que las cosas no siempre eran tan racionales como esperaba.

-Co-co-cogemos a Asher y nos vamos, ¿de acuerdo? Co-co-con suerte esos zombies seguirán en sus jaulas -dijo la nerd, tratando de convencerse a sí misma de que no iban a tener que enfrentarse a un puñado de muertos vivientes.

Utilizando las llaves que habían obtenido, las introdujo en las cerraduras, girándolas para abrirlas una detrás de otra. La primera, la segunda, la tercera y...

-Chi-chi-chicos, ¿y si hay una trampa de resorte al otro lado? -preguntó, habiendo introducido la cuarta llave pero sin girarla-. ¿No-no-no deberíamos tomar algún tipo de precaución?

¡Dejaos de precauciones! ¡Tenemos que salir de aquí! 

Madison decidió no esperar a nadie. Quitó de delante a Phil y le dio la vuelta a la llave, abriendo la última de las cerraduras. A continuación, sin esperar, abrió la puerta, conteniendo la respiración.

El aire del sótano estaba enrarecido y por supuesto, no se veía absolutamente nada más allá de una mano de distancia. Pero además, a Madison le pareció escuchar un particular siseo que no logró identificar. Quizás fuese el aire o puede que su mente, demasiado asustada como para no pensar que era peligroso.

Por si acaso, retrocedió un paso.

-A-alguien debería bajar primero -dijo, dejando sitio a los demás.

Le fue fácil darse cuenta que todos hacían el trabajo sucio mientras Phil lo terminaba con las manos completamente limpias en todos los sentidos. Pero la verdad es que en esos momentos no le importaba mucho porque primaba salvar la vida, esperaba que los que estaban allí, incluida ella pensara en la de todos y no en la de uno mismo.

Sus ojos oscuros se movieron hacia Madison, la que de momento solo había estado gritando y exigiendo. Sintió de pronto un miedo atroz, una inseguridad de que no llegaría a salvar la vida, como si él fuese una especie de escudo humano o “comodín”.

—¿Zombies? ¿D-De qué habláis? — Quiso saber y a la vez no.

Una vez en la puerta, Phil introdujo la llave. J.J. Ya tenía preparado una de las linternas que habían comprado, y si no iba, sacaría las cerillas que también habían comprado junto a las velas. — Yo no pienso bajar primero…